jueves, 16 de enero de 2014

Psar Chaa, el viejo mercado de Siem Reap

Mi hotel estaba muy bien ubicado en el área colonial de la ciudad, enfrente a un arroyo y muy cerca de Psar Chaa, el viejo Mercado de Siem Reap, por lo que paso a ser un lugar que frecuentaba a diario.

El mercado en sí no es la gran cosa, pero sigue siendo auténtico y es el lugar en donde los locales hacen sus compras, y el mas barato para que los visitantes hagan las suyas.

Por afuera tiene una bonita arquitectura francesa en el frente y alguno de sus costados.

Se vende de todo. Platería, falsificaciones, verduras, objetos de plastico, herramientas, bijou, insectos, remeras de las cervezas locales y los templos, las guías Lonely Planet a USD2, artesanías locales de dudoso gusto. También los clásicos Kromas. Unos pañuelos grandes y muy lindos que identifica a los camboyanos, y que ellos usan de mil maneras en su vida diaria.
Aunque pueda ser difícil, lo mejor es tomarse el tiempo, ya que hay productos de muy buena calidad mezclados entre tanta baratija.

El Old Market, como se lo conoce, cumple una función comercial muy importante abasteciendo al centro de la ciudad. Hoteles, restaurantes y vecinos, todos terminan en el viejo mercado.

Por la cercanía a los maravillosos templos de Angkor, y gracias a su pequeño aeropuerto internacional, Siem Reap es, por lejos, la ciudad mas visitada, y mejor preparada del Reino de Camboya.


El mercado, como muchos en Asia, a cierta hora del día ya huele para la mierda. Muchos puestos tienen pescado, pollo y carnes varias colgadas de gruesos anzuelos, que esperan ser vendidas mientras las altas temperaturas de la ciudad van descomponiendo lo que queda de su existencia. 
A los costados de los puestos, los comerciantes van amontonando en el piso las sobras de comida, los frutos podridos, y cuanta basura puedan imaginar. 
El olor se mescla con el de las especias y el de la comida que se prepara a toda hora mientras el mercado permanezca abierto. Aunque uno a la larga se acostumbra, salir afuera a dar una bocanada de aire "fresco" se siente muy bien después de un rato bajo el techo de Psar Chaa.


Mientras vamos avanzando por los estrechos pasillos, todos, y cada uno de los vendedores de los puestos se van acercar al grito de "Sir, sir. Buy, buy". Ser extranjero equivale a ser rico. El acoso puede ser incómodo para muchos por que de momentos se ponen muy insistentes, y hay que ladrarles un poco para que te dejen tranquilo. Debo reconocer que en mas de una oportunidad, se salieron con la suya y "no me quedo otra" que comprarles algo con tal de apagar la desesperación que mostraban.

A la mañana, en las horas en que todos van a los templos, el lugar es mucho mas tranquilo. Cuando esta mas relajado, el camboyano es muy simpático y agradable, y siempre bien dispuesto. 

Cada mañana compraba exquisitas frutas tropicales que solo en esta región del mundo existen. 
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El mercado de Siem Reap nos brinda una oportunidad para disfrutar de la gastronomía Jemer por dos monedas. Preparan en sus apretados puestos todo tipo de sopas y platillos a base de arroz, con variadas carnes, verduras, picantes y pescados. 
En los puestos mas caros y lindos, los cangrejos y otros frutos de mar y río esperaban sobre hielo. Tenían un sabor muy agradable, y a módicos precios. 
Los caracoles que probe eran un asco, y sin contar con las herramientas propias, me resulto difícil comerlos.

El escenario ideal, con todos los ingredientes necesarios para que te agarres una buena cagadera si no prestas atención a lo que comes.

Mientras  se come o recorre es posible observar a la gente en sus tareas cotidianas. Toda la familia esta en el puesto. Los chicos estudian, el abuelo lee un diario viejo. Algunos pelan verduras, casi todos intentan vender algo, y los que arrancaron mas temprano duermen plácidos arriba de la mercadería.




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