viernes, 4 de julio de 2014

Estancia Alta Gracia y Casa del Virrey Liniers

Alta Gracia es una ciudad muy linda a poco mas de media hora de viaje de Córdoba capital en donde se encuentra este vieja estancia Jesuítica que la UNESCO declarase Patrimonio de la Humanidad por su doble condición de Patrimonio mundial y Sitio de la Memoria en el año 2000.

En aquellos años Córdoba era capital de la Provincia Jesuítica del Paraguay, un vasto territorio que comprendía a lo que hoy es Paraguay, Bolivia, Brasil, Uruguay y Argentina.
Los Jesuítas, trabajaron mucho en Córdoba. Ya radicados desde 1599, habían creado en pocos años una serie de notables obras como la universidad y una serie de colegios, que eran financiados con la producción de un conjunto estancias en los alrededores. Con los años llegaron a ser seis, todas auto suficientes pero mancomunadas para el bien común de el "Estado Jesuita", pero ninguna tan productiva como la Estancia Alta Gracia.
Dos veces viudo, don Alonso Nieto de Herrera, quien había recibido estas tierras por sus servicios a la Corona Española, decide donar su estancia a la Compañía de Jesús en el año 1643. inmediatamente comienzan los trabajos que buscaron desde el inicio desarrollar un sistema productivo rentable.
En pocos años ya tenían funcionando un obraje para la producción textil y la residencia principal, y mientras todo avanzaba "viento en popa", la fantástica iglesia barroca del arquitecto Andrés Blanqui, cambiaba la cara del lugar advirtiendo la ambición que los Jesuitas tenían para estas nuevas latitudes.
Venía peleado con la ciudad de Córdoba, pues todos los años, la Policía Caminera me saca plata en sus rutas. Es difícil esquivar a Córdoba, pues está en el centro del país, y al ser el segundo mayor núcleo urbano de Argentina, muchas de las rutas que van hacia el norte y oeste pasan por su suelo. Decidí recomponer mi relación con esta histórica y productiva provincia, y me acerqué a conocer esta última estancia jesuita que me quedaba por conocer.

Satisfecho me metí en el patio interno, llamado Patio de Honor,  desde donde se ve la cúpula de la iglesia y la fachada del edificio con sus columnas abovedadas que acompañan todo el conjunto.
En el centro de esta residencia, una espléndida escalera que sube a la planta en donde están las diecisiete salas del museo, que muestran de manera fiel y exquisita como era la vida en las sierras cordobesas durante los siglos pasados.
El impecable museo recibe unos 135.000 visitantes cada año, y la cifra, este último tiempo va en aumento por la relación que el Papa Francisco guarda con los Jesuitas.
En 1810 esta estancia fue adquirida por el Virrey Santiago de Liniers, penúltimo virrey del Virreinato del Río de la Plata, y que por su colaboración permanente a los intereses de la Corona Española, fue galardonado con el título de Conde de Buenos Aires.
Aquí vivió los últimos 5 meses de su vida hasta que fue fusilado en los días de la Revolución de Mayo.
10 años mas tarde de la revolución, un tal José Manuel Solares compró la propiedad, y por voluntad propia decidió crear una ciudad en los alrededores del casco de la estancia, razón por la cual, la iglesia y el museo están en el centro del núcleo urbano de lo que hoy es la ciudad de Alta Gracia.

El casco permaneció en la familia de los descendientes de don José Manuel Solares durante los próximos 100 años, hasta que en 1969, el estado argentino decide expropiar la estancia a sus dueños para convertirla en el Museo Nacional Estancia Jesuítica Alta Gracia y Casa del Virrey Liniers. Ya era hace algunos años Monumento Histórico Nacional.
Vista desde la plaza principal en donde se ve el símbolo de la UNESCO en el piso
Cada una de las estancias, que se pueden recorrer en un mismo viaje en una nueva ruta a la que se conoce como "El camino de las estancias". El recorrido es muy lindo. Lo hice en alguna oportunidad, pero sin llegar a Alta Gracia, y a veces es bueno dejar lo mas bueno para el final.



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