lunes, 21 de septiembre de 2015

Museo Nacional del Vino y la Vendimia

El Museo Nacional del Vino y la Vendimia, es una de las atracciones de la ciudad de Maipú, muy cerca de la capital de la provincia de Mendoza. El museo en sí es bastante pobretón. Hay varios cuadros explicativos, alguna que otra herramienta  de antaño, un par de toneles y varias botellas antiguas de marcas que se siguen comercializando con los mismos nombres que en la mejores tiempos de las Bodegas Giol. De lo que no hay duda es que las dos casas del hoy museo, tienen valor patrimonial e histórico importante para Mendoza, y es que sus dueños jugaron un papel muy importante en la historia del vino en la República Argentina.
En 1896, cuando el ferrocarril estaba recién llegando a Mendoza, el Italiano Juan Giol, de apenas 20 años, y su socio Bautista Gerónimo Gargantini, este originario de Suiza, compraron 33 hectáreas y fundaron una de las primeras bodegas en suelo  Mendocino. Se llamaba "La Colina de Oro" y estaba bautizada así en honor al Cantón Suizo en Ticino de donde provenía Gargantini. En poco tiempo sumaron 7.000 hectáreas más. A estos dos hombres los unía un poco mas que la ambición y las ganas de progresar en el nuevo mundo, y es que los dos estaban casados con unas hermanas de apellido Bondino,  lo que los convertía en familia. A diferencia del joven Giol, el Suizo Gargantini ya contaba con un poco de experiencia en el mundo de las vides por haber sido socio de Pascual Toso, otro de los nombres hoy históricos en la historia del vino por estas latitudes. 
Las buenas decisiones de los emprendedores, acompañadas por una generosa dosis de buena suerte, y el hecho de "estar en el lugar correcto en el momento adecuado", hicieron que los dos inmigrantes se hicieran con mucha facilidad de varias bodegas más, y pronto controlaran la mayoría del mercado vitivinícola en la Mendoza de aquel entonces. Hay mas. La historia de esta bodega no se detendría ahí. 
Era una suerte de época dorada en donde la provincia de Mendoza recibió muchos aportes de capital extranjero con el fin de desarrollar su infraestructura, casi inexistente hasta ese momento, o destruida años antes, en el peor terremoto de su historia. Durante este período fue que desarrollaron su fortuna en la actividad vitivinícola estos dos jóvenes trabajadores Europeos. Pocos años mas tarde, mas precisamente en 1910, erigieron estas dos importantes casas que se encuentran a "tiro de piedra" la una de la otra, y en el mismo terreno. Ese mismo año de 1910 presentaron en la Exposición Rural de Palermo, un gran tonel de Roble de Nancy con la increíble capacidad de 75.000 litros, ganando el primer premio a la vasija mas grande del mundo. La bodega ya daba que hablar y estaba en los oídos de todos.
Tras  estacionar las camionetas entramos en la primera de las casas. La guía, muy atenta por cierto, nos cuenta que ese mismo año, durante el centenario del país, los exitosos empresarios  recibieron en "las casas", entre otros ilustres visitantes,  a José Figueroa Alcorta, presidente de la República Argentina en aquel entonces. La cosa iba bien. La bodega ya producía 300.000 hectolitros de vino por año.
La construcción de la casa de la familia de Juan Giol cuenta con un espacio central que comunicaba con casi todos los ambientes de la casa, que era muy avanzada para la época. Pensar que cuando los habitantes de Maipú todavía sacaban agua de la fuente de la única plaza pública, en estas dos casas ya contaban con una red de agua potable y generadores eléctricos que le permitían tener luz, cosa muy adelantada para la época.
Un verdadero lujo para esos tiempos la construcción de estas dos casonas diseñadas por el arquitecto Emanuele Mignani tuvieron un impacto muy importante en el desarrollo de las zonas aledañas, principalmente por que alrededor de la bodega estaban las casas de los mas de 400 trabajadores afincados en Maipú. Esta fue la chispa inicial de lo que hoy es una próspera ciudad, donde el vino hoy es igual de importante que en aquellos tiempos.
De manera completamente amigable Bautista  Gerónimo Gargantini decide venderle, en el mejor momento de la firma, su parte accionaria a su con cuñado Juan Giol para volver como hombre rico a la Europa que lo había echado casi a las patadas. La vida en Argentina lo había hecho rico, pero también le había pasado unas duras pasadas. Había perdido a tres hijos en Mendoza. Le había llegado el momento de un cambio de aire. Quizás era una cuestión de orgullo, pero quería volver como deslumbrando como un pavo real a su Suiza natal, en donde construyó 5 palacios en poco tiempo, y se dedicó al arte y a la buena vida hasta sus días finales.
Giovanni (Juan) Giol le sigue poniendo garra a su empresa durante tres años mas, pero no tarda mucho en hacer lo mismo que Gargantini. En 1914 vende el resto de la empresa. El también quería regresar a Fontanafredda, el pueblo que lo vio nacer.
En 1954, las Bodegas Giol estaban sumidas en una profunda crisis económica. El estado, muy rico en aquel entonces, aprovecha la oportunidad de hacerse con la mitad mas uno de las acciones.

Una década mas tarde, la historia da fe que la intromisión del estado como "regulador" del mercado hace de Bodegas Giol las mas grandes del mundo, con una producción de mas de 4 millones de hectolitros. El estado compra todo el excedente del vino producido para que los precios no cayesen.
Años mas tarde, en 1963 el estado adquiere el total de las Bodegas Giol, creando un importante instrumento industrial y económico en la provincia de Mendoza. Fue un invento Peronista, pues fue el gobernador Carlos Evans el que compró el restante del paquete accionario que pertenecían al Banco Español del Río de la Plata.
Desde entonces todo fue una estafa orquestada por mil maniobras desde las mas altas esferas del estado. Las bodegas recibieron una inyección importantísima de capital y se volvió a producir, pero todo era parte de un plan para robar. En especial durante la gestión del gobernador José Octavio Bordón.
Llegado el momento de la degustación no encontramos nada que llame nuestra atención. Los vinos y espumantes que venden y dan de probar no son de calidad, y los productos regionales que tienen se consiguen en cualquier esquina.
Continuamos nuestro recorrido caminando unos pocos metros hasta la casa vecina que perteneciera a Gargantini, el otro socio fundador de Bodegas Giol.  Esta casa como la vecina de Juan Giol fueron saqueadas y abandonadas a su suerte desde 1954. Los daños son grandes y es mucho el dinero que se necesita para la puesta en valor de ambas propiedades.
A esta casa no pudimos entrar. Solo nos limitamos a espiar un poco a través de sus ventanas rotas.

En sus años en Mendoza, Bautista Gargantini dio rienda suelta a otra de sus pasiones: El fútbol.  Fue uno de los fundadores del Club Sportivo Independiente Rivadavia, "La Lepra", uno de los cuatro grandes de la provincia de Mendoza. Con esto se acercaron a los sectores menos pudientes de la sociedad. El estadio del club con capacidad para 25.000 espectadores lleva su nombre.
La entrada es paga, pero muy barata. A eso hay que agregarle el servicio guiado (no recuerdo si era a precio fijo o a voluntad). La visita al Museo Nacional del Vino y la Vendimia puede dejar mucho que desear, si lo que te atrajo hasta aquí es el vino. Como dije mas arriba, el verdadero valor de este lugar radica en las casas y en la propia historia de las Bodegas Giol. A uno le queda el sabor de que el lugar no está a la altura de las circunstancias, de lo que alguna vez fue la bodega mas grande del mundo.

lunes, 7 de septiembre de 2015

El Pasaje Lanín. Cuando el arte sale a la calle

El Pasaje Lanín es una calle sinuosa de tres cuadras que se encuentra en Barracas. Aunque esta escondida por correr paralela a las vías del Ferrocarril Roca, y es el tren lo único que le saca el silencio a este tranquilo pasaje. Hoy es una de las mas relevantes muestras de arte urbano en al ciudad de Buenos Aires, y merece ser visitada.
Barracas es un barrio en el límite sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Supo tener un mejor pasado cuando muchas de las familias patricias y de las clases altas vivían aquí, pero cuando ocurrió la epidemia de Fiebre Amarilla que asoló Buenos Aires en el siglo XIX, todos los que tuvieron los medios migraron hacia el norte de la ciudad, que con el paso de los años se fue desarrollando mucho mejor que el sur, que quedó olvidado.
Barracas, originalmente aristocrático fue durante décadas uno de los barrios mas pobres de la Capital Federal, pero en los últimos 25 años se han recuperado muchos edificios emblemáticos, han mejorado el sistema de luminarias y se le ha dado una puesta en valor a los espacios públicos.
Hace años que se viene mejorando la zona sur de la ciudad en busca de incorporar a Buenos Aires como Ciudad UNESCO de Diseño. Como parte del proceso para consolidar esa idea, en Barracas funciona el Distrito de Diseño. Muchas de las fábricas que dominaban el paisaje del barrio y que hace décadas que están cerradas hoy son modernos estudios de diseño o producción, de grupos empresariales que acercan tentados por las ventajas impositivas.
En el número 33 del Pasaje Lanín, el artista plástico Marino Santa María tiene desde hace décadas su taller. Como vecino "de toda la vida" de Barracas,  quiso ser parte del cambio de uno de los barrios mas antiguos de la ciudad, y regalarle un poco de color a la calle en la que también vive.
Cuando en 1990 Marino Santa María intervino el frente de su casa con su obra cargada de color, entusiasmó con la idea a uno de sus vecinos quien inmediatamente le pidió que hiciera algo parecido para el frente de su casa. Así se fueron sumando de a uno los vecinos del Pasaje Lanín.
Tiempo mas tarde el artista logro mediante un convenio el apoyo de algunas entidades (Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, el Banco Ciudad y UNESCO entre otros), que le dieron el financiamiento necesario para plasmar su obra en las otras casas del pasaje. Hoy son casi 40 los frentes intervenidas por el mosaiquista Marino Santa María.
Para su primer intervención urbana, el artista plástico Marino Santa María utilizó una serie de colores contrastantes. La obra del Pasaje Lanín en realidad nunca se terminó, ya que desde 2005 las fachadas son enriquecidas con venecitas (o Mozaico Veneciano), lo que le confiere una luz muy interesante y le agrega relieve que le da mas calidad al conjunto.
El sistema que usa el artista Marino Santa María es el Trencadís, o azulejo partido. Con la misma técnica utilizada por el catalán Antonio Gaudí en tantos lugares de Barcelona, el viejo residente del Pasaje Lanín cambió para siempre la imagen de la calle, acercando el arte a la gente, que en definitiva siempre fue el sueño de este artista.
Sus figuras abstractas llenaron de color una calle gris. Se ve que a muchos les gustó lo que hacía el tipo este, y desde su intervención en el pasaje barraqueño ha dejado su huella en varios murales de hospitales y universidades, en las columnas de la estación de subte "Plaza Italia" de la línea D, en la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, en otro pasaje, esta vez en el barrio de Abasto, o en el puente peatonal de la Estación Ituzaingó.
Incluso en la ex Fábrica Cassaforma del propio barrio de Barracas, el artista se dio el lujo de recrear su infancia en un mural de 80 metros de ancho. Este mural no es abstracto como el resto de su obra. Allí se ven imagenes de los trabajadores del puerto, del Riachuelo y de dos grandes influencias en la vida del artista, el músico Carlos Gardel, y el gran pintor de La Boca Benito Quinquela Martin. De hecho los motivos de esta obra parecen casi salidos de los cuadros de Quinquela.
Marino Santa María nació en 1949 y creció rodeado de arte en esta misma casona de Pasaje Lanín. Su padre, Marino Pérsico era un conocido ceramista. El primer gran ceramista argentino, y otra clara influencia en la vida y carrera del artista, que durante años supo ser rector de la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón.
No había nadie esta vez en el interior de la casa de Pasaje Lanín 33, pero es común encontrar allí, en su casa de siempre, al artista, ya sea pintando o creando algo con sus característicos mosaicos.
Había oído hace un tiempo del Pasaje Lanín y ciertamente fue un acierto acercarme hasta aquí. Me gusta la idea de este tipo de intervenciones. Me gusta cuando el arte sale a la calle.
La del Pasaje Lanín, y en especial la de Barracas es una propuesta que bien podría multiplicarse en tantas calles y paisajes olvidados, de Buenos Aires o de cualquier otra ciudad. Gente con motivación hay en todos lados y siempre es bueno darle una cuota de color a las urbes.
Vale como muestra el caso de los vecinos del Pasaje Lanín. Todos y cada uno de ellos prestaron los frentes de sus casas para darle homogeneidad a la obra. Algunos incluso arreglaron los revestimientos derruidos de sus paredes para que pudiesen ser intervenidas por Marino Santa María. También se arreglaron todas las veredas de esta colorida calle curva.
Cada tanto los vecinos salen en familia a pegar entre todos los mosaicos de los frentes de sus casas. Se sienten orgullosos de haber sido parte de algo. De un esfuerzo conjunto que puso a esta olvidada calle en los mapas de Buenos Aires. Hoy es uno de los atractivos de este renovado sector de la ciudad.
El Pasaje Lanín se encuentra entre la Avenida Suárez y las calles Arcamendia y Brandsen del barrio de Barracas, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.

domingo, 6 de septiembre de 2015

De bodegas y olivares en Mendoza

Tan temprano como las 10:30 de la mañana estábamos en Domaine St. Diego, otra bodega boutique que tenía para mostrarnos el binomio de Cecilia y Andy, dos grandes amigos y buenos conocedores de los secretos de la provincia de Mendoza. A mi me preocupaba la hora. Me pega mucho el vino cuando lo bebo durante el día. Una o dos copitas ya alteran mis facultades, así que permanecí  un poco "tímido" durante esta visita, y algunos de sus vinos los probé tiempo mas tarde.

En nuestro segundo día de vino y gastronomía en Mendoza, un plan mixto de bodegas y olivares.

Día 2 (Viene de acá)
Domaine St Diego, una Bodega de Garage
En 1988 Ángel A. Mendoza empezó con este micro emprendimiento junto a su familia. El venía de trabajar "de toda la vida" como "Enólogo Maestro" de Trapiche, la bodega mas grande del país. Eran tiempos en donde los bodegueros de Mendoza comenzaron el camino necesario para que los vinos de Argentina tengan la buena reputación con la que hoy cuentan en el resto del mundo. Hasta ese momento en la provincia de Mendoza se producían enormes cantidades de vino, pero de baja calidad.
Andy explica. Denis tiene sus dudas.
Don Angel lo sabía, claro, así que con el apoyo de sus jefes, se llevó todo su expertise a cuestas hacia las nuevas tierras que había adquirido en este privilegiado pedazo de tierra en el Valle de Lunlunta, Departamento de Maipú, lugar que es cuna de los mejores y mas añejos vinos de Argentina y de la provincia de Mendoza, con varios siglos de experiencia vitivinícola.

Así nacía Domaine St Diego, y como todo Domain, tenía que tener la bodega y los viñedos en un mismo lugar, pues eso mismo significa en Francés.
Lo de Domaine St Diego es un caso mas entre quienes quisieron sacar mas provecho de su terruño en busca de vides de alta calidad. Es por eso que don Diego Mendoza dice que el vino se hace en el viñedo, y no en la bodega, como ocurre con muchos de sus competidores. Es decir depende de como se trata el terruño y del labor de los empleados, los verdaderos responsables del éxito de un vino, y no del aporte que pueda hacer un afamado enólogo.
Olivo centenario
En Domaine St Diego si que saben sacarle provecho a la tierra, o al menos se tiene esa sensación cuando se recorre esta bodega. Allí hay olivos, algunos varias veces centenarios. Esos olivares son los que recorrimos mientras esperábamos a don Angel para que nos cuente toda la historia del lugar, de la manera que solo el dueño de un sueño puede hacer.
Aceitunas
En este terruño de 3.5 hectáreas se percibe a cada metro el cariño y esfuerzo que han volcado sobre estas tierras. Realmente es un recorrido bonito. Domaine St Diego está emplazado sobre lo que era uno de los antiguos brazos del cauce del cercano Río Mendoza, lo cual puede garantizar un suelo mas húmedo pero no mucho mas. Recordemos que las tierras de la provincia de Mendoza son desérticas, y los productores reciben agua a través de un sistema de acequias sólo por el cupo de riego asignado por el gobierno a cada finca. En Domain St Diego la almacenan en un estanque para repartirla mas tarde mediante un sistema de goteo a cada una de las vides de la finca familiar.
Miles de horas de cariño y trabajo se notan a simple vista. Todo el lugar esta cargado de colores y de melancolía, y hay mas de un recordatorio de los antepasados de la familia de don Angel Mendoza, un tipo que se reconoce sensible y que dice hacer sus vinos para tomarse entre buenos amigos.
El pequeño terruño de Domain St Diego está emplazado en un valle rodeado de altas montañas que no le tapan el sol pero lo protegen de las inclemencias climáticas, como pueden ser el granizo o las grandes heladas tan comunes, que suelen afectar otros viñedos de la zona.
Desde lo mas alto del emprendimiento de don Angel Mendoza, luego de circular por prolijos senderos con piso de piedras que van a la sombra de los olivos se obtienen buenas vistas de los valles y de la Iglesia de Nuestra Señora del Tránsito, que desde 1874 atiende a los fieles del Valle de Lunlunta.
Bodega Domaine St Diego
Ahora si, por suerte un poco mas tarde de lo previsto por un retraso de don Angel Mendoza,  recorreríamos las instalaciones de esta "Bodega Garage", una nueva terminología de moda que hace referencia a las bodegas mas chicas.
Con sensatez y buen sentido del humor, don Angel Mendoza en persona nos cuenta de todas las vicisitudes del mercado vitivinícola, y su expansión en los mercados internacionales. Mientras habla va desarmando mitos, humanizando la cuestión y dándole una suerte de "valor agregado" a esta visita llena de pensamientos y comentarios por parte de un tipo que sabe de lo que habla.
En Domain St Diego producen y embotellan cuatro tipos de vino y un espumante. No hay dudas de que es el Malbec la variedad estrella de la bodega. Tiene su lógica. Hoy Argentina produce los mejores Malbec del mundo y mas del 80% de esta variedad de origen Francés, introducida en el país en 1852 se encuentran en la provincia de Mendoza.
Don Angel Mendoza en Domain St Diego
Angel Mendoza, el maestro, nos cuenta con orgullo todo acerca del vino que el produce, en donde conjuga la pasión por los vinos en esta pequeña empresa familiar, con la asesoría que presta a varias de las mas afamadas bodegas del país.
Estos son los vinos paridos en su bodega.

Pura Sangre 9 Lunas  Este vino permanece 9 meses en barricas de roble americano y otros nueve meses en botella
Un Blend 80% Malbec 20% Cabernet Sauvignon. Es un vino elegante con un buen y largo final de boca, y además es apto para la guarda. En su sabor frutal se percibe la presencia de madera.

Paradigma Malbec, Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc. Un vino que tiene un sabor frutado y sedoso, probablemente aportado por las uvas Cabernet Franc. De color violáceo intenso. Este Vino de Corte o Assemblage no pasa por madera, pero igualmente es un vino de guarda.

Elea un intenso Rosé de Malbec. Otra opción de Domaine St Diego.

Pura Sangre Brut Xero Blanc de Noir Malbec70% y Chardonnay 30% . Según Mendoza, su secreto es utilizar las vides que crecen a la sombra de los olivos para lograr una mayor acidez en las uvas,
utilizando un método mas antiguo que el Champenoise instaurado por los Franceses.
Los vinos de Domain St Diego
Para cuando vengan a Domaine St Diego, la dirección es Frankilin Villanueva 3821, en el codiciado Valle de Lunlunta, en Maipú, provincia de Mendoza. Se puede visitar cualquier día entre las 9 y las 18 horas. El teléfono de contacto de la familia Mendoza es (0261) 439 5557

Recién habíamos comenzado nuestro recorrido por las bodegas, y mis amigas Elsa y Ana casi no tenían lugar para seguir almacenando cajas de vino en su Toyota Hilux. Vinos que compartiríamos tiempo mas tarde en encuentros y travesías.
Para el almuerzo teníamos reserva en un restaurante  con productos regionales en una vieja casona de Maipú. Allí nos encontramos con don Carlos Corvalán, amigo de una de mis parejas amigas y actual presidente de la Asociación de Viveristas Olivícolas de Argentina (AVOAR).

Tras comer conejo al horno de barro, varias cosas al escabeche, un mas que potable jamón serrano, y algún que otro pedazo de lechón, todo regado generosamente con vino, partimos a conocer el vivero de don Carlos, y aprender un poco sobre la producción del olivo.
Don Carlos Corvalán fundo Vivero Isabel en 1992. Es un espacio notorio e impoluto. No tengo recuerdos de haber estado en un lugar con semejante tamaño antes. Los galpones tinglados son enormes y cada 30 centímetros hay un regio ejemplar de olivo u otros creciendo vigorosamente.
En su vivero don Carlos Corvalán, experto en la materia, nos explicó el complejo negocio olivícola, del cual forma parte hace décadas. Es clave que los olivos adquiridos sean certificados y de buen estado radicular, como lo son en el caso de Vivero Isabel. El productor va a pasar muchos años con dicha planta y es mejor que así sea si se quiere ahorrar mas de un dolor de cabeza.
El 70% del olivar se da hace milenios en la Cuenca del Mediterráneo. Con aproximadamente 12 millones de hectáreas plantadas a lo largo del planeta, el olivar se ha convertido en el cultivo permanente con mayor superficie ocupada en el planeta. En Europa siguen liderando el sector Portugal y España desde hace años. Arabia Saudita y China son dos nuevos jugadores que vienen pisando fuerte, y en Sudamérica, Argentina, Uruguay, Chile y Perú vienen haciendo aceites de gran calidad, y son productos cada vez mas buscados en los mercados internacionales.

Se extendió durante horas la charla. También aprendimos que el 90% de la producción de olivos está destinada al aceite, y sólo el 10% a las aceitunas de mesa. El sol bajaba pero pegaba bien de frente. Para ese entonces ya tenía la camioneta prendida hace media hora esperando sentado a que mis amigos den fin a la visita. No daba mas de ganas de una siesta.
Además del placer de conocer a un tipo como Carlos Corvalán, esta visita nos sirvió como un preámbulo a lo que conoceríamos mas tarde. Cecilia y Andy nos tenían preparada una próxima visita a Olivares de Don Ignacio,  una empresa que se dedica a la elaboración de aceite de oliva.

(Continuará)