martes, 31 de marzo de 2015

La Joya del Barroco Lituano

Lituania es un país profundamente católico. Pese a estar en el centro exacto de Europa fue una de las últimas naciones paganas en adoptar el Cristianismo. Vladislao II, único rey de Polonia y Gran Duque de Lituania, ya harto del asedio que propinaban los Caballeros Teutónicos a los pueblos paganos, fue el responsable de que en 1386 el país comenzara su conversión al Catolicismo. Su madre pretendía casarlo con la hija de un príncipe ruso, pero el rey encontró oportuno casarse con la reina de Polonia, aunque tuviera que compartir el trono con ella.

Lituania es el país mas grande de las Repúblicas Bálticas. Vilnius, su capital, es conocida por muchos como "La Roma del báltico", pues está llena de edificios clasicistas.
La Iglesia de San Pedro y San Pablo, "Joya del barroco lituano" es una excepción. Para conocerla hay que acercarse hasta el barrio de Antakalnis, una de las zonas mas importantes de Vilnius. En honor a la visita del Papa Juan Pablo II, la plaza de enfrente lleva su nombre.

El edificio es de estilo barroco y comenzó a construirse por primera vez en el año 1500. Tras un incendio que la dejo en cenizas 95 otoños mas tarde fue vuelta a erigir en 1616. La iglesia fue destruida nuevamente, esta vez a razón de una de las tantas guerras con Rusia, pero es desde 1668, que persiste su actual estructura.
Según cuenta la historia, en este  mismo lugar existía un templo de madera en honor a Milda, la diosa del amor y la fertilidad para un pueblo que hasta entonces era pagano.
El exterior es clásico como mucho en la ciudad. Diría que hasta austero. Es en el blanco interior donde San Pedro y San Pablo muestra su cara mas sorprendente.Yo no soy muy fanático del Barroco, pero el decorado impresiona. Sólo la galería contiene mas de 2.000 figuras de stucco hechas por Giovanni Pietro, uno de los mejores escultores que tenía Europa en aquellos días. Pietro también era arquitecto y varias décadas fueron necesarias para dejar plasmada su obra.
Las figuras representan iconos religiosos del viejo y nuevo testamento, así como figuras de los santos que contribuyeron a la historia de Lituania.

El altar de la iglesia, mas bien modesto para el tamaño del edificio muestra la influencia típica del buen barroco tardío. Son tantos los detalles, y están tan cargados de simbolismo que llevaría un buen tiempo comprenderlos a todos. Originalmente iba a ser mas grande.
San Pedro y San Pablo dominan desde los costados. Dos arquitectos de Milan lo terminaron recién en el siglo XIX ya que sus antecesores murieron antes de concluir la faena.

La iglesia, de dos torres y tres naves en forma de cruz, es una de las mas admiradas en su tipo en Europa. Tiene un domo que le da al blanco de su interior mayor luminosidad.
San Pedro y San Pablo es la iglesia mas importante del culto católico en Vilnius. Todos coinciden en que es la mas bonita de la ciudad.
El barrio de Antakalnis queda mas o menos a 30 minutos de caminata desde el centro histórico de Vilnius. Vale la pena recorrerlo. Aunque está a la vista de que ha gozado de mejores tiempos, hay mucha variedad arquitectónica en las casas de los nobles y empresarios que vivían ahí durante los siglos pasados. Mas tarde fueron los Soviéticos lo que dejaron su impronta.

domingo, 29 de marzo de 2015

San Blas de Itá en Paraguay

Itá se encuentra a sólo 35 kilómetros de Asunción, la capital del Paraguay. Itá es parte de lo que hoy se conoce como el "Camino Franciscano", un proyecto turístico iniciado por el gobierno que incluye hasta 15 pueblos, entre ellos los de Altos, Aregua, Capiatá, Yaguarón , San Bernardino , e Itá, al cual hago referencia en esta entrada.

Los Franciscanos llegaron al Paraguay a mediados de 1575 solicitados por la Corona Española, ya hartos de fracasar en su intento de doblegar la voluntad de los indígenas guaraníes.
Tanto ellos como los Jesuitas Se establecieron en diferentes puntos del país y fundaron varias docenas de pueblos, todos ellos al este del Río Paraguay.
San Blas de Itá
En aquellos tiempos existía la Reducción de San Blas de Itá que había sido fundada en 1585 por Fray Alfonso Sanbuenaventura y su discípulo Fray Luis Bolaños. San Blas es hoy patrono del Paraguay.

En el pueblo de Itá no hay mucho para ver o hacer, salvo que te gusten las artesanías en cerámica, de esas tipo enanos de jardín , sirenas, perros, super héroes o pajarracos coloridos. Para ello está la calle o el Centro Artesanal San Blas en donde además venden cestos y hamacas paraguayas. Sin embargo tiene el privilegio de tener una iglesia interesante que lleva el mismo nombre que el Patrono del Paraguay.
La Iglesia de San Blas fue construida con muchos de los materiales de el ex templo franciscano que existía en este mismo lugar. Salvo las paredes que son del siglo XX, el resto del edificio es el original.
Por un escrito en el techo de la iglesia podemos saber con seguridad el año en que fue concluida. El texto dice: "Ec Est Domvs Domini Firmiter Edificata anno 1698".
Relieves tallados en madera en las ventanas de San Blas
La iglesia, por sus buenos años y lo particular de su historia es considerada por el gobierno paraguayo como un Bien Patrimonial Nacional e Internacional. Es muy bonita pero no le llega ni a los talones a la de Yaguarón, reducción también fundada en 1585 por Sanbuenaventura y su compañero Bolaños.
En la explanada de la plaza frente a la iglesia hay un monumento a los caídos en la Guerra del Chaco una herida que no cicatriza en la historia de los paraguayos. Está dedicado al "Soldado Desconocido".
En los alrededores los centenarios árboles embellecen el marco y regalan una sombra necesaria.
Monumento al "Soldado Desconocido"
Los Franciscanos continuaron sus servicios en el Paraguay hasta que comenzaron las batallas por la independencia en el país. Permanecieron hasta que en 1848, el presidente Carlos Antonio Lopez, expropió sus tierras al mismo tiempo que le daba a los indígenas la ciudadanía paraguaya.
Los españoles les dieron a los "mas leales" Franciscanos, las tierras que habían pertenecido en antaño a los Jesuitas, antes de que fueran expulsados de América. Con el paso de los años lograron hacer un formidable núcleo comercial. Ahora había llegado el momento de irse del Paraguay.

viernes, 27 de marzo de 2015

Minca, el encanto de un pueblo cafetero

Minca es un pequeño pueblo de unos 500 habitantes que se haya recostado sobre una de las laderas de la Sierra Nevada, y a solo 14 kilómetros de Santa Marta. La distancia parece corta, pero salir o cruzar las diferentes zonas de la ciudad lleva un buen tiempo, por lo que el viaje puede demandar mucho mas de lo esperado. Una hora y media en mi caso.

Hasta hace una década atrás, hubiera sido una pésima idea visitar Minca. Desde 1970 la zona estaba bajo control de grupos alzados en armas como las F.A.R.C., el E.L.N. (ambos Marxistas-Leninistas), quienes operaban desde aquí mucho antes que ningún otro grupo narco en Colombia, sembrando y vendiendo marihuana en una época de bonaza conocida por todo colombiano como "Marimbera".
Mas tarde vendría el boom de la cocaína, que hasta esos años solo era producida en los países andinos (Bolivia, Perú y Ecuador). Como la materia prima para la elaboración del estupefaciente llegaba ahora desde el sur del país, surgieron nuevos grupos mafiosos. Los primeros cárteles se multiplicaban y no tardaron en ser organizaciones muy poderosas de la mano de los hermanos Rodríguez Orejuela en Cali, Pablo Escobar en Medellín, o Carlos Lehder en Armenia, solo por nombrar a unos pocos capos.

La zona del corregimiento de Minca estaba atestada de grupos alzados en armas. Ya no era secreto que la guerrilla se financiaba con el narcotráfico. Tampoco que recibían armamento desde la frontera con Venezuela. Para combatir a estos grupos ante la ausencia total por parte del estado, surgieron los primeros grupos paramilitares que ayudarían al ejército nacional en su lucha contra la guerrilla. Con mas de 30.000 combatientes en sus filas, las Autodefensas Unidas de Colombia se hicieron del control de las rutas que las narco guerrillas usaban para el comercio de drogas. Este grupo de derecha no tardo en sumarse al redituable negocio.
Tipos bravos estos de las AUC. Descuartizaban a sus víctimas con motosierras, masacraban aldeas enteras y sembraban el pánico por doquier.
El estado tuvo que crear una fuerza especializada, el Batallón de Alta Montaña, con lo que al menos logró, con el apoyo del grupo paramilitar, hacer retroceder a los guerrilleros hacia las zonas mas altas de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Iglesia del Perpetuo Socorro
Hoy es posible visitar Minca y vale la pena. Para llegar a este pueblo cafetero es necesario tomar un camino de montaña parcialmente mejorado, y que al momento de mi visita se encontraba en obra.

Minca se encuentra 650 metros mas elevado que la ciudad, sobre la frondosa selva pedemontana  de la Sierra Nevada de Santa Marta, la montaña tropical y litoral mas alta del mundo, cuyo pico mas alto alcanza los 5.775 metros sobre el nivel de los mares.
La naturaleza se muestra exuberante. Parece mentira estar tan cerca del mar y de Santa Marta. Este ecosistema de Colombia con tanta maravillosa diversidad biológica fue declarado por la UNESCO como Reserva del Hombre y de la Biosfera en el año 1980. Justo en años donde los grupos narcos talaban millones de hectáreas para crear lugar para el cultivo de coca y/o marihuana.
Minca fue territorio de los bravos indios Tayrona, que antes de la llegada de los conquistadores contaba con una población superior al millón de habitantes. Con el paso de los años fueron asesinados hasta casi desaparecerlos por completo.
Actualmente viven las comunidades Kogi (que dicen ser descendientes de los Tayrona), los Wiwa, los Kankuamos y los Arhuaco . Lo que está claro es que los indígenas fueron los grandes perdedores. Primero a manos de los españoles, y mas tarde por el accionar de los grupos guerrilleros, del estado, los narcos y los paramilitares.
Antes de recorrer el pueblo, unas gratificantes compras en el mercadito que se encuentra del otro lado del puente de la entrada a Minca. Además funciona como centro de información para las múltiples actividades que pueden realizarse en los alrededores de Minca, tales como cabalgatas, la caminata a Pozo Azul y otras al margen del río desde donde se ven las Cascadas de Marinca. También se puede ascender al Cerro Kennedy o simplemente quedarse tumbado en alguna hamaca paraguaya.
Lindo caminar un rato por este lugar cuya tranquilidad solo es interrumpida cada tanto por los sonidos de las motocicletas de sus habitantes.

Minca se caracteriza por las plantaciones orgánicas de café, siendo uno de los mayores productores de este tipo de café en todo Colombia. De las fincas locales, "Santa Victoria" es la mas famosa de ellas. Puede visitarse con un tour guiado que explica todo el proceso del café, desde que se siembra hasta que llega a una taza en otro continente. Las maquinas de la finca cafetera están operadas hace casi doscientos años con la energía que provee el agua del cercano Río Minca.
El sol se estaba por esconder detrás de los cerros. Conseguir un lugar con un claro entre tanta y espedsa vegetación no fue fácil. Foto rápida y a seguir. Era hora de volver al auto.
Decidimos tomar el camino mas largo hacia Santa Marta. Aunque vale la pena no tenía sentido para mí dormir en Minca estando tan cerca de un lugar con miles de hoteles que satisfacen cualquiera de nuestras pretensiones. Además ya tenía otros planes para el día siguiente.

Tras  abandonar Minca continuamos el periplo. Tras subir y subir por el camino de montaña comenzamos con las patinadas. La tierra floja salía escupida para todos lados por la tracción delantera de nuestro vehículo alquilado. El camino lo tenía que hacer en primera marcha, pues en segunda el auto no encontraba la fuerza motriz necesaria.
Así íbamos, tocando el carter, las suspensiones y los bajos. Alguna vez tuve que acomodar algún plástico suelto de la parte delantera.
Definitivamente no era un camino para hacer en un auto alquilado como era nuestro caso.

A mas de una hora de andar luchando contra el camino, dos motos nos hacen frenar. Si bien no tuve un solo problema con temas de seguridad en Colombia, no sabía si iba a correr con buena suerte. Era buena gente y nos recomendaron pegar la vuelta, advirtiendonos que el camino hacía una "o" para terminar nuevamente en Minca. Además se tornaba intransitable en la última parte.

Entre pitos y flautas estuvimos dos horas divagando por ese camino, ensuciando todo el auto que había mantenido impoluto al cabo de los días, si hasta esquivaba los charcos.

Por supuesto llegamos de noche, y sólo estábamos de nuevo en Minca. Nunca tan lejos de Santa Marta.
Minca resultó un placer. También de noche. Es un lugar a pocos kilómetros de Santa Marta con una oferta tan diferente. Aquí reina la paz, gobierna el verde y uno siente estar en un lugar mucho mas alejado y remoto.
Aunque el pueblo no es turístico tiene un buen número de alojamientos y restaurantes, y tiene todo a su favor para que el día de mañana sea mayor el número de viajeros que visiten este pueblo.
Llegar a Santa Marta para encontrar un hotel y dormir fue otra vez un tedio. El sistema de carreras con las que trazan las calles de las ciudades nunca logré entenderlo. Al no llevar nombre las calles, se me hacía imposible darle ordenes a mi GPS, obligando a buscar en el mapa la ubicación que creía, y haciéndome fracasar en cada intento.
La mayoría de las veces, el colombiano, que sabe ser tan atento y gentil no tiene la mas pálida idea de a donde están parados.

Dos horas mas tarde, tras lograr salir de una favela llena de calles sin salida y cruzar al otro lado de la sierra logré hacerme de un hotel en uno de los barrios satélites de la ciudad.

martes, 24 de marzo de 2015

El Parque Oncol en la Selva Valdiviana

En mi segundo día en Valdivia me vine a conocer una serie de parques nacionales que se encuentran a unos 30 kilómetros de la ciudad. El que mas me gusto de ellos fue el Parque Oncol sito en lo mas primitivo y conservado de la Selva Valdiviana.

Tras abonar un ticket y charlar un rato con la atenta y super bonita guarda parque de la entrada, me dispuse a iniciar el recorrido.

La velocidad máxima permitida es de 15 kilómetros por hora, la cual es buena mantener a todo momento por la cantidad de curvas cerradas que no dejan ver a quienes vienen en dirección contraria. Además el camino, aunque muy bien mantenido, es angosto, y apenas pasan dos autos.
 El Parque Oncol dispone de algunos miradores desde donde es posible estirar la vista.
Se puede apreciar el valle en el que está asentado la ciudad de Valdivia a lo lejos, varios volcanes y también las sierras de la Cordillera de la Costa.
Uno de los programas preferidos de quienes visitan el Parque Oncol es el Canopy.  Esta nueva actividad de origen militar, también conocida como Cable o Tirolesa,  consiste en dejarse caer por un cable de acero sujetado a una polea mediante ganchos, aprovechando la fuerza de la gravedad haciendo siempre un recorrido descendiente. Este deporte es ideal para hacerla por entre las copas de los árboles ¿ y que mejor lugar para ello que la Selva Valdiviana?
Este recorrido aquí ofrecido consta de 3 estaciones de 60, 150 y 200 metros de largo por las que el visitante se va dejando caer por el cable metálico.
La particularidad que tiene el Parque Oncol, o esta porción de la Selva Valdiviana es que no fue afectada por las glaciaciones de hace 18.000 años atrás, dejando lugar a que años mas tarde se forme un bosque muy diverso biologicamente, y que siempre es verde y húmedo.
Este tipo de bosques templados solo se repiten en Nueva Zelanda y no existen en ningún lugar del hemisferio norte.
Existen dentro del Parque Oncol una serie de senderos de diversa dificultad y longitud. El mas lindo es el que llega hasta la parte mas elevada del terreno.
Es buena idea llevar zapatos adecuados, una botella de agua y algún impermeable para proteger los equipos electrónicos de las frecuentes lluvias y de la humedad reinante.
Vale la pena venir al Parque Oncol. Son pocos los kilómetros que lo separan de la urbe, pero un mundo la diferencia. Además el camino hasta la entrada también es muy bonito.
Al final del camino vehicular esperan los baños y la confitería, en donde se puede reponer energías. Quienes quieran, pueden alquilar una de las cabañas que hay en las inmediaciones, inmersas entre la espesura del bosque. De haberlo sabido, hubiera considerado esta opción.


lunes, 23 de marzo de 2015

Ciénaga, capital del Realismo Mágico

Ciénaga, Capital del Realismo Mágico , bañada por el mar y custodiada por la Sierra de Santa Marta, la sierra litoral mas alta del mundo.

Me resultaron mucho mas interesantes de lo previsto todos los pueblos que fui conociendo en la región del Caribe Colombiano, razón por la cual preparé una última parada en la ciudad de Ciénaga antes de emprender mi regreso hacia Cartagena de Indias, distante a unos 250 kilómetros.
Para llegar hay que tomar un breve desvío que hay desde la Carretera Troncal del Caribe. Se encuentra a una hora de distancia de la ciudad de Santa Marta y a casi 1000 kilómetros de Bogotá, la capital del país.

Esta ciudad, la segunda mas grande del Departamento Magdalena, hoy cuenta con unos 100.000 habitantes, pero ya estaba poblada antes de la llegada de Colón a America.
Fue catequizada en 1529 con el nombre de "Pueblo de la Ciénaga de Santa Marta".
Entre las atracciones turísticas del casco antiguo del pueblo está la única sede de la masonería en todo el área de Región Caribe. Es conocida por todos como "La casa de la Logia" . Esta es sin dudas una de las casas mejor conservadas de la ciudad, si no la mas.

Como ocurre  históricamente en la Francmasonería, las reuniones son de índole secreta y solo ingresan los hombres. Por esta razón se han encumbrado  las mas insólitas fantasías de lo que ocurre dentro.
En el exterior de la casa masónica hay un ojo encerrado en un triángulo. Dicen los Cienagueros  que "El ojo que todo lo ve" parpadea y se mueve siguiendo a los vecinos, produciendoles escalofríos. Además este ojo se ilumina cuando una vez a la semana se reúnen los masones.
"La Casa de la Logia" no es una sociedad secreta, y sus respetados miembros no esconden su pertenencia a la misma.
En la plaza principal de la ciudad se encuentra este templete neoclásico que es la postal preferida de quienes visitan la ciudad. Fue puesto en reemplazo de una antigua fuente sita en el mismo lugar cuando el arquitecto Eduardo Carpentier hizo a nuevo el Parque Centenario, justamente cuando Ciénaga cumplía 100 años, y el pueblo vivía la mayor remodelación arquitectónica de su historia, copiando los estilos Ecléctico y Neo Clásico que estaban a la moda en Europa, y que arquitectónicamente hablando diferencia a Ciénaga de los demás pueblos colombianos.
Frente al Parque Centenario se encuentra la bonita Iglesia San Juan Bautista, con sus tres naves, la torre y variados estilos arquitectónicos aunque su impronta sea puramente colonial.
Fue semi destruida en la época en que había combates entre los patriotas y los realistas en la que Ciénaga fue escenario de una de las batallas mas violentas de la Guerra por la Independencia de Colombia, por lo que fue reparada sin ahorros en 1846.

Esta iglesia viene a reemplazar una mas antigua que data del 1585 y se encontraba en la antigua locación de esta ciudad que supo mudarse algunas veces buscando el mejor punto defensivo.
Se han tejido todo tipo de leyendas acerca de la casa que un tal Manuel Varela mando a construir  en Ciénaga hace 100 años con materiales traídos directamente de Europa. Fue durante el auge económico de los bananales. Varela era tan popular y exitoso que la gente empezó a pensar que había hecho un pacto con el diablo. De ahí el nombre "La casa del Diablo".

Cuentan los Cienagueros que cada tarde de los últimos 100 años sale un perro negro hasta la esquina y se queda mirando. También dicen que desde las veredas se escuchan llantos de bebe, y otros levantan la apuesta jurando haber visto al mismísimo diablo dentro de la casa.
Me hubiera gustado visitarla por dentro con los cuentos adornados de algún guía. Había estado en una de estas casas aquella vez en Jamaica visitando la casa mas embrujada de todas y en algo parecido en   La Calera de las Huérfanas en Carmelo, Uruguay. Estaba listo para expandir mi "experiencia paranormal".
La Casa del Diablo es Patrimonio Histórico de la Nación por su peculiar historia. Más de una vez el estado prometió remodelar la casa, pero las promesas no llegan. O quizás tienen miedo de trabajar ahí dentro. Lo cierto es que los colombianos son muy supersticiosos, y al fin y al cabo son muchos los que vieron u oyeron cosas raras. Lo cierto es que la casa empieza a tener un estado calamitoso y va a ser cada vez mas difícil recuperarla.
El 6 de diciembre de 1929 el pueblo de Ciénaga vivió su peor capítulo de la historia cuando el Ejército de Colombia, al mando del general  Cortés Vargas reprimió una huelga que los trabajadores de la Zona Bananera llevaban hace tres semanas. Ese día mas de 1800 colombianos murieron acribillados en un hecho que se conoce como "La Masacre de las Bananeras". Los muertos ascenderían a 3408 según cuenta Gabriel García Márquez en "Cien años de soledad". Lo cierto es que nunca se supo la cifra oficial pues la United Fruit Company (la empleadora mas grande de la región) sub contrataba con terceros a sus empleados. La compañía con base en Boston tenía tomado al estado por los cojones, y este respondía directamente a sus intereses, tal como había pasado en otros países latinoamericanos en donde la compañía tenía intereses económicos.

Pocos años antes había triunfado la revolución bolchevique en Rusia, cuando instauraron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, las primeras del mundo.
10 años antes los trabajadores no se hubieran animado a reclamar  por estos derechos.
La masacre sucedió el mismo año del nacimiento de Gabriel García Márquez y queda magistralmente plasmada en su libro "Cien años de soledad" , por ser el escenario en donde vive la familia Buendía, y que le dió a la zona el título de Capital del Realismo Mágico.

Mas terne el autor, ganador del Premio Nobel de Literatura , vuelve a mencionar al pueblo de Ciénaga en su libro "El general en su laberinto".

¿Que más?
También me hice tiempo para acercarme a su kilométrica playa. La arena esta teñida de negro. Dicen que son partículas de carbón, y es probable ya que por las cercanías pasa el tren carbonero de la compañía Drummond.
El suelo del mar casi no tiene piedras, y aunque es medio fangoso al pisarlo, resultó el mejor lugar que conocí, para nadar un rato en sus calientes aguas, y que a diferencia de la mayoría de las playas del "Caribe" colombiano, estas son calmas y las olas pequeñas.

viernes, 20 de marzo de 2015

Reserva Natural Cuenca de Quebrada Valencia

La  Reserva Natural Cuenca de Quebrada Valencia se compone de 27 predios privados que en conjunto suman el 50 % del territorio de la cuenca. Entre todos los productores luchan por recuperar la fisionomía natural de la vertiente norte de la Sierra de Santa Marta, una zona que hasta no hace mucho tiempo estaba plagada de plantaciones de coca y marihuana en las mas de 150.000 hectáreas que las moto sierras de los Narcos se encargaron de crear, derribando milenarios árboles de una selva espléndida.
Unos 20 kilómetros pasando la entrada del Parque Nacional Tayrona, y hacia el lado de La Guajira, se encuentra el camino que nos conduce a ella.
Para que la idea se sustentable había que promover una acción para reemplazar los antiguos y rentables cultivos, por otros mas tradicionales, de modo de ofrecerle a los pobladores una alternativa de subsistencia.

Tras abonar COL5000 por dejar nuestro auto (el único que había) en el "aparcadero", y pagar otros COL3000 por la entrada al parque, nos dispusimos a caminar el único sendero habilitado para tal fin.
 En la primer parte del recorrido se atraviesa un bosque de cocoteros. Esta es una de las nuevas producciones que abundan en la zona. También se hacen notar los primeros puestos al margen del camino. Se ofrece café, artesanías, comidas típicas, té de coca y varias cosas mas. Los gritos de los vendedores y el quilombo que hacen las gallinas alteran un poco la paz del recorrido.

Jodiendo le saque una foto a estas vacas. Me gustaba el fondo. Sin saberlo iba a ser casi la única fauna que divisaría en mi recorrido.
Un esplendoroso ejemplar de Ficus parece caminar por el medio del camino. Este árbol siempre está presente en zonas ultra tropicales.
Tras cruzar otro bosque, esta vez de platanales (otro cultivo recurrente en toda la zona de Santa Marta), el sendero se va cerrando y vamos pisando gruesas y centenarias raíces que ofician de escalones. En algunas partes es ensordecedor el sonido que producen las cigarras.
Cuando nos detenemos hay que estar atento a las hormigas coloradas, grandes protagonistas de la tarde, y que con suma rapidez suben por nuestras piernas y muerden con hambre.
Prometimos pasar a la vuelta, y así lo hicimos. En este puesto atendía una nativa que estaba cumpliendo un ayuno de 7 días por infección del intestino, siguiendo las instrucciones de un médico argentino.
Comprámos unas barras de cereales y tomé un té de coca que me venía en un vasito plástico en el que entraban dos ridículos sorbos. - "Así se toma el té de coca", me dijo. Así se tomará en Colombia.
En otras partes del camino se forman bosquecillos de cañas de bamboo que superan con frecuencia los 20 metros de altura.
 Hay que cruzar siete veces el río, el cual nunca es profundo pero siempre transparente. Estos son los sectores mas abiertos de la reserva. Es aquí donde uno puede estirar la vista algunos cientos de metros en un ambiente que en la mayor parte del recorrido presenta bosques muy cerrados.
La Quebrada Valencia aparece ante nosotros luego de caminar media hora. Quizás un rato mas, pues a cada paso uno va deteniéndose mirando hacia arriba buscando algún pájaro o algo que llame nuestra atención.
Es una gran roca de granito que aparece rompiendo atrevida lo verde del paisaje. Además puede treparse hasta lo mas alto si se posee el tipo de calzado adecuado.
El agua de las cascadas proviene de los vecinos ríos Don Diego, Buricata y Guachaca, que le da nombre a la localidad en donde está asentada la Reserva Natural Cuenca de Quebrada de Valencia.
Un lindo lugar para tirarse un rato en su playa bajo la sombra de los frondosos árboles. No había nadie, pero un cartel ofrecía alquilar sillas.
Tras pasar un rato, el mismo camino esperaba. A la vuelta es mejor, pues nuestros sentidos están mas agudizados.
Lamentablemente el mediodía no es la mejor hora para el avistamiento de fauna, así que proseguimos nuestra ruta de regreso al auto para continuar avanzando hacia lo desconocido.
Hoy se ve movimiento en toda la Carretera Troncal del Caribe que siempre estaba bajo dominio de las FARC y otros grupos guerrilleros. La región toda esta empezando a desarrollarse en un rubro que les fue vedado durante años.
Para llegar hay chivas o guaguas (pequeños colectivos de 20 pasajeros) que salen desde la ciudad de Santa Marta.
Quienes anden corto de efectivo y no tengan problemas morales con no apoyar a reservas ecológicas, es muy fácil colarse (o ingresar sin pagar la entrada).
Las opciones de alojamiento aumentan cada día, y mientras la paz dure en Colombia, la gente va a poder acercarse a disfrutar de esta bella region del país.

martes, 10 de marzo de 2015

El Museo Botero en Bogotá

Fernando Botero es uno de los artistas mas reconocidos de Colombia. El estilo figurativo e inconfundible de sus pinturas y esculturas han hecho del "Boterismo" una palabra.
Su obra tiene una volumetria que sabe acentuar a su manera la sensualidad de los gordos como nadie.
Este artista nacido en 1932 en la ciudad de Medellín, vivió también en la capital Bogotá antes de cruzar el charco buscando un futuro mejor en Europa. Primero probo suerte en las ciudades de Barcelona y Madrid, antes de mudarse a Florencia, en donde haría estudios que influirían para siempre en su obra (tal es el caso de los colores que utiliza).
Mas tarde vivió en México, y también lo hizo en New York durante varias décadas.
Fernando Botero donó al Banco de la República una colección de 208 obras, 123 propias y 85 de renombrados artistas internacionales de la talla de Picasso, Renoir, Sisley, Toulouse-Lautrec, Monet, Dalí, Barceló, Bacon, entre otros grandes de la pintura. Estas famosas obras hacen del Museo Botero una de las cinco colecciones de arte internacional mas importantes de Latinoamérica. Lo mismo hizo, donando 16 obras al Museo de Antioquía, en su Medellín natal, que le dedicó una sala.
"El Baño" - Oleo sobre lienzo - 1993
El museo se encuentra en el barrio La Candelaria, el bonito casco antiguo de la ciudad de Bogotá.
Las obras de Fernando Botero son expuestas en un entorno sumamente cuidado, bien iluminado y mantenido. Además su entrada es gratuita, lo que constituye un lujo y deja pocos motivos para no visitar este gran espacio que 'el maestro" donó a su Colombia natal.
"El estudio" - óleo sobre lienzo - 1990
Para quienes no conocen la obra de este autor, no tardarán en darse cuenta que las formas voluptuosas son las que han hecho tan famosas a las "Gordas de Botero" alrededor del globo.
"Once you know one, you know them all".
"Una familia" - óleo sobre lienzo - 1989
Las esculturas de Fernando Botero embellecen las calles de varias ciudades del mundo. Su obra está presente en decenas de ciudades como Colonia, Bemberg, Munich, Buenos Aires, Yerevan, Santiago de Chile, Bogotá, Bucaramanga, Cartagena, Seúl, Dubai, Washington, Miami, New York, Michigan, Jerusalem, Ciudad del Vaticano, Montecarlo, Monterrey, Madrid, Mallorca y Oviedo entre varias otras.
"Pareja" - escultura en bajo relieve en bronce - 1993
Realmente vale la pena dedicarle al menos una hora al Museo de Botero cuando se visite el casco antiguo de Santa Fé de Bogotá. Está ademas a poca distancia de muchos de los museos mas importantes de la ciudad.
Al fin y al cabo es el artista mas destacado de Colombia, al menos hasta la aparición de Shakira.
"Hombre a caballo" - óleo sobre lienzo - 1998
"Caminando cerca al río" - óleo sobre lienzo 1989
Me lo pase muy bien viendo la obra de este fértil artista. Muchas carbonillas que me eran desconocidas y mis siempre queridas esculturas, que son lo que mas me gusta de este colombiano.
"La Carta" - óleo sobre lienzo - 1976
Ya la casa en si merece una visita, aunque no existiese aquí este fantástico museo. La casa existe por lo menos desde 1724 cuando el arzobispo de aquel entonces, don Antonio Claudio Álvarez de Quiñonez la compró para albergar a los obispos que llegaran a Santa Fé de Bogotá.
Varias veces fue atacada e incluso incendiada. Hoy está completamente restaurada y luce mejor que nunca.