lunes, 4 de enero de 2016

Las Ruinas de El Shincal

La Civilización Inca fue la última de las grandes civilizaciones precolombinas que habitaron América.  Su extenso territorio cubría partes importantes de lo que hoy se conoce como Perú, Bolivia, Colombia y Ecuador. También un amplio sector del noroeste de Argentina, en donde se encuentra, por ejemplo, la provincia de Catamarca. Allí, a unos 25 kilómetros de la ciudad de Belén (la capital departamental) y cerca del pueblo de Londres y de la Ruta 40 se encuentran las Ruinas del Shincal (o de Quimivil). 
Los Incas habían llegado desde el norte en 1470, conquistando a su paso todos los pueblos de la Cordillera de los Andes. En Argentina no tardaron en dominar a las parcialidades de Diaguitas, Calchaquíes y otras de Catamarca, Salta y Tucumán. Todos territorios que rápidamente pasaron a formar parte de lo que se conoce como "El Camino del Inca", una vasta red de 25.000 kilómetros que conectaba todos los pueblos del imperio desde Colombia hasta Catamarca.

En un esfuerzo conjunto entre Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Perú, presentaron un proyecto para que esta red de caminos conocida como Chapaq Ñam sea considerada por UNESCO para integrar su lista de sitios Patrimonio de la Humanidad. Es la primera vez que seis países se unen, y lo lograron (clap, clap, clap) por decisión unánime, lo cual es muy bueno para el desarrollo de muchas localidades que rodean los sitios arqueológicos de los seis países mencionados.
Esta ciudadela cercana a Londres, la segunda ciudad mas antigua de Argentina  había estado habitada por parcialidades de los Paziocas y de la Cultura Belén mucho tiempo antes de que llegaran los Incas, que poco y nada tuvieron que ver con su construcción, pero con el correr de los años el Shincal de Quimivil se convirtió en una verdadera capital del poderoso imperio, ademas de haber sido su tributario mas austral.
Curiosamente, y pese a estar en Argentina y muy lejos del Perú y otras capitales mas poderosas, este lugar poco conocido para la mayoría, y que desde 1997 es Monumento Histórico Nacional,  resulta ser el sitio Incaico mas estudiado del planeta, tras mas de una década de investigaciones a cargo del Departamento de Antropología del Museo de Ciencias Naturales de la ciudad de La Plata que permitieron entender mas a fondo la dinámica del gigante Imperio Inca.
La zona urbana de El Shincal se desarrollaba en un valle fértil de las Sierras de Quimivil a 1.200 metros sobre el nivel de los mares. Se han encontrado restos de unos 100 edificios entre los cuales moraban mas de 800 individuos. Cifra que se multiplicaba cuatro o cinco veces sumando a los habitantes de los alrededores. Esto era un número importante de personas considerando la época.

Los edificios parcialmente reconstruidos dan una idea del gran tamaño de este asentamiento vital para los Incas, que desde aquí redistribuían una enorme cantidad de bienes, ya que Shincal se encuentra en un cruce de caminos de la Chapaq Ñam (Camino Inca) y el Kiri Kiri que llevaba a Chile a través del escénico Paso San Francisco.
Este lugar estuvo habitado entre los siglos XIV y XVI, y aunque los Incas vivieron sólo 66 años o 70 en el Shincal (y otras ciudadelas no muy alejadas), mas de la mitad de los miles de objetos cerámicos aquí encontrados pertenecen a esta cultura, lo que da la certeza que había una presencia mayor de población Inca en comparación a los otros asentamientos.

Más tarde este lugar ya destruido estuvo ocupado por las tropas del conquistador Diego de Almagro (descubridor de Chile y primer Europeo en Bolivia) después de haber probado suerte en la zona de el Bolsón del Pipanaco , y antes de continuar su camino hacia el Alto Perú.
En la Plaza de Armas (Aukaipata en Quechua) de El Shincal fue el lugar en donde los españoles decapitaron al Cacique Juan Chelemín, alias "El Bravo", para luego pasear sus restos por todo el territorio con ánimos de ofender y mantener a raya a las belicosas parcialidades indígenas en los días finales de esa Segunda Guerra Calchaquí, o "Gran Alzamiento" en donde ambas parcialidades habían peleado "hasta sacarse los ojos", y en donde los españoles estuvieron muy cerca de perder el control sobre las ciudades que con tanto esfuerzo habían fundado.
El acceso a la Reserva Arqueológica Inca de El Shincal (tal es su nombre oficial) está a metros de la mítica Ruta 40 y llegar es muy fácil. Tras abonar una entrada muy barata se puede recorrer un humilde museo en donde exponen algunas piezas arqueológicas encontradas de menor valor patrimonial que aquellas que se encuentran en los grandes museos provinciales, pero se aprecia el esfuerzo de quienes mantienen este lugar para los visitantes.
Luego un predio de mas de 20 hectáreas invita a ser recorrido a piacere, tanto por las ruinas como por sus alrededores, en donde hay mas de un mirador desde donde en antaño se veía el trajinar diario de las caravanas Incas llevando mercadería.
Los que salgan a caminar podrán verse sorprendidos por el fuerte aroma de la Rica-Rica, una planta medicinal del altiplano utilizada desde hace mas de mil años por los indígenas para tratar las debilidades estomacales, que puede beberse en cualquier tipo de infusión. De esta manera incorporamos los 5 sentidos en una visita a este sitio arqueológico que vale la pena descubrir.
Si bien reconozco que he bajado una sola vez a recorrer las Ruinas de El Shincal, pese a haber pasado por la puerta en casi una docena de oportunidades, el lugar me parece muy bueno y no dudaría en hacer una parada aquí si alguno de mis ocasionales acompañantes no conociera este lugar.

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