viernes, 13 de octubre de 2017

Messum Crater

Desde la reserva de Cape Cross nos adentramos en las zonas menos recorridas de este poco visitado parque nacional en busca del Messum crater, la caldera de un volcán colapsado hace mas de 130 millones de años. Amantes de las montañas y con semejante invitación de un país que sabe ser chato, no podíamos dejar de conocerlo. Era un breve desvío de nuestro camino hacia Camp Elephant.


Día 5 por la tarde:
Mis compañeros y amigos ya habían respirado suficiente olor amoníaco tras nuestra visita a la pequeña península de Cape Cross, una de las mayores reservas de lobos marinos en el mundo (donde los ejemplares se cuentan de a miles) por lo que decidimos continuar con nuestros planes y caminos, alejándonos del mar y con nuestras brújulas apuntando siempre hacia el noreste del país.
En pocos minutos ya estábamos avanzando con nuestras camionetas hacia la inmensidad remota del oeste de Namibia. Los paisajes, todos muy lindos, eran muy diferentes a los que veníamos observando desde que habíamos comenzado el viaje, y en muchos aspectos nos hacían recordar a aquellos de la Puna solitaria de Argentina, que tanto conocemos y amamos. Claro que todo aquí sucedía unos cuantos de miles de metros por debajo.
A lo poco de andar por el vasto y seco paraje ya dábamos con las primeras coladas de lava expulsadas hace millones de años por este antiguo volcán que ya no existe.  Buscábamos en esta etapa llegar al límite que separa virtualmente al Dorob National Park del Tsiseb Concervancy, un proyecto dentro de esta gran área desértica, que busca proteger a los ejemplares de Welwistschia mirabilis, un tipo de líquen singular y de grandes hojas que se encuentra en peligro de desaparecer, y que es endémico en este área de Namibia y unas pocas zonas en Angola.
Quizás sin darnos cuenta (al menos en mi caso) ya estábamos circulando dentro del Messum Crater,  este gran anillo de unos 18 kilómetros (o mas) de diámetro.  Por su gran tamaño, (aunque menor que las calderas del Ngorongoro en Tanzania, y/o la del volcán Galán en Argentina) el accidente geográfico no es identificable a simple vista. Uno puede confirmar que está adentro de la caldera luego de mirar la pantalla del GPS.

Como comentaba en la introducción, la caldera del Messum fue formada por el colapso de un gran volcán hace unos 133 millones de años, durante el Período Cretásico. En aquellos tiempos el súper continente de Pangea se estaba partiendo en varios pedazos, y dando origen a los continentes tal cual hoy los conocemos. Este sector de Namibia es una de las áreas de piedra basáltica más grandes del planeta. Es la misma que meseta que se encuentra en la cuenca del río Paraná en Brasil, de cuando estos territorios eran vecinos y aún no estaban separados por el Océano Atlántico.
Durante el recorrido se pueden ver algunas "piedras" que tienen formas raras, a veces de tortuga, como en el caso de la foto superior. En realidad se trata de piroclastos, o bombas de lava solidificada que alguna vez fueron expulsadas por un volcán cercano. Estas bolas de lava pueden viajar varios kilómetros de distancia mientras se van solidificando en el camino al piso. Las bombas, muy grandes por cierto, son de un tamaño aún mayor a las que habíamos visto en nuestro paso por el volcán Llullaillaco (LINK), en la región de la Puna en la provincia de Salta, Argentina.
En la camioneta veníamos comiendo unas almendras condimentadas con algún tipo de picante muy potente que nos dejaba, a mi novia y a mí,  los labios entumecidos y el paladar hinchado. Teníamos hambre y era lo único a mano. Por suerte, apenas pasadas las 14 horas, encontramos un buen lugar donde parar y almorzar algo mas inofensivo.
Les había comentado que los supermercados en Windhoek son un festín para el visitante, y todos estábamos muñidos de productos comestibles novedosos que venían dentro de latas, bolsas y botellas. Probámos un poco de esto de y de aquello mientras nuestra amiga Elsa daba muestras de sus dotes culinarios preparando unas salchichas alemanas con salsas agridulces y verduras al vapor.
Estábamos tan a gusto y protegidos del viento y de la arena, que nos relajamos varias horas bajo el tibio sol de Namibia entre charlas, calorías y risas, pero aún nos quedaban más de 250 kilómetros por recorrer en nuestro camino hacia Camp Elephant, nuestro alojamiento para esa noche dentro del Erindi Private Game Reserve, una extensión de 70.000 hectáreas protegidas que originalmente estaban  destinadas a la cría de ganado, pero por las dificultades que revestían las tierras, los dueños se dieron cuenta que era mucho mas negocio atraer a turistas para el avistamiento de fauna y flora.
Estas tierras que encierran al Messum Crater pertenecieron a los Damara o Damaqua, un grupo étnico del noroeste de del país cuyo origen es desconocido, pero que comprenden a un 10% de la población actual de Namibia. Son, junto a los San, los habitantes mas antiguos de Namibia. Hasta no hace muchos años, sus dominios se extendían hasta la actual Swakopmund e incluso mas al sur si seguimos la costa del Océano Atlántico.
Aprovechando un juego de palabras con la famosa frase en idioma Suajili, le habíamos dado el nombre de Hakuna Batata a nuestra Toyota Hilux 2.5 alquilada para la ocasión, y que nos llevaría casi sin problemas unos miles de kilómetros antes de averiarse.

El sol de África nos vuelve a sorprender con un temprano y repentino atardecer apenas habíamos abandonado la caldera del desaparecido volcán. Nos quedaba una media hora de luz.
En nuestros días por Namibia íbamos a ver una cantidad considerable de autos incendiados a la vera de los caminos, el el Messum Crater no fue la excepción. En algunos foros de África describen esta ruta como una "difícil", pero perfectamete se puede hacer en un vehículo de tracción simple, si es que tiene alto despeje del suelo. Vale tener en cuenta que si no tienen experiencia en navegación o zonas remotas, podría resultar fácil perderse sin la ayuda de un GPS. Lo mejor sería en ese caso contratar un servicio guiado desde Walvis Bay, Swakopmunt o incluso Henties Bay.

Si de algo estábamos seguros es que no íbamos a llegar a las 18 horas a encontrarnos con el resto de nuestros amigos que habían tomado un camino alternativo. Se hizo bastante pesado el camino, pues la tierra quedaba suspendida mucho tiempo en el aire restándonos visibilidad, y obligando a tomar distanca entre los vehículos al punto de perder la conexión de radio por la distancia entre camioneta y camioneta. 

La buena noticia es que llegamos sanos y salvos cerca de las 22 horas. La mayoría teníamos lugar reservado en el sector destinado a las carpas. El Elephant Camp tiene un área con chalets con vista a un pozo de agua iluminado por las noches y a donde se acercan los animales a beber. Nuestros amigos, algunos de ellos recién llegados de Buenos Aires, nos esperaban allí con un poco de carne asada y espacio en sus cabañas. Hubo varias rondas de vino, y fue el primer contacto con un puñado de animales salvajes en este viaje.

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