El Estrecho del Bósforo es un codiciado estrecho que separa la parte europea de la parte asiática de Turquía, y para muchos oficia de límite natural entre los dos continentes. Es la única unión existente entre el Mar Negro y el Mar de Mármara. Separa dos continentes pero une a mucho más que dos mares, razón por la cuál es un punto estratégico para la navegación y el libre comercio.
Tras la derrota del Imperio Otomano en la Primer Guerra Mundial, el control del estrecho fue expropiado en 1918 y administrado hasta 1936 por una comisión integrada por Gran Bretaña, Francia, Italia y Japón. Les fue devuelta la soberanía sobre el estrecho a los turcos ante la promesa de que pueda pasar por allí cada embarcación que se lo propusiese pese a las dificultades de navegación que presenta este estrecho de cambiantes mareas y curvas pronunciadas.
Para los locales el Bósforo es mucho más que un canal, o un estrecho. Es un punto de recreación y de esparcimiento con un montón de bares y restaurantes a su vera. Un sitio dónde los enamorados ven el vuelo rasante de las gaviotas o el salto gracioso de los delfines, pero también un lugar que recuerda lo grandioso del pasado de una ciudad milenaria, imperial y poderosa como lo es Estambul.
Un paseo por el Bósforo es una de las clásicas excursiones que se pueden realizar en Estambul, la ciudad más populosa de Turquía. No importa cuanto se haya recorrido de esta fantástica metrópoli, este paseo sólo puede completar y hacer más visible y obvia la grandeza de esta gran e histórica urbe. Existen servicios variados para recorrer esta porción del planeta, y salen desde el barrio de Eminönü en el Cuerno de Oro, el corazón de la antigua Constantinopla, capital de imperios.
Elegimos el paseo más largo y a los minutos de navegación ya estábamos admirando desde el agua algunos de los puntos más destacados de la ciudad.
En la foto superior apreciamos la Mezquita Nustretiye, construida por ordenes del sultán Mahmut II entre 1823 y 1826. Esta mezquita también conocida como "Mezquita de la victoria", tiene la particularidad de conservar un estilo Barroco que la diferencia de las demás.
Esta singular mezquita es obra del arquitecto armenio Krikor Balyan, el primero de una dinastía que con el paso del tiempo dejaría obras y templos por todo Estambul.
Sigue el recorrido y los pasajeros admiramos a diestra y siniestra algunas de las más de 600 mansiones que se encuentran a la vera del Bósforo (la mitad de ellas protegidas por ser parte del patrimonio histórico de la ciudad de Estambul. Algunas de ellas cuestan decenas de millones de Dólares.
Sobre la costa europea se hace visible el primer palacio de estilo Neobarroco de la ciudad, y el más grande de la antigua capital imperial. Se trata del Palacio de Dolmabahçe (Dolmabahçe Sarayi), construido entre 1842 y 1853 por encargo del sultán Abd-ul-mejid I, quien no reparó en gastos, dejando atrás el equivalente a 35 toneladas de oro.
El espléndido Palacio de Dolmabahçe funcionó como residencia de los sultanes, y también como centro administrativo del Imperio Otomano entre los años 1853 y 1922.
El espléndido Palacio de Dolmabahçe funcionó como residencia de los sultanes, y también como centro administrativo del Imperio Otomano entre los años 1853 y 1922.
Pasó aquí sus últimos años de vida Mustafa Kemal Ataturk, héroe, fundador y primer presidente de Turquía, quien solía utilizar el sitio para reuniones sociales.
Inspirado en la arquitectura morisca, el Palacio de Çırağan es otro de los edificios destacados que pueden divisarse desde este paseo lacustre por el Bósforo. Sus paredes exteriores son de diferentes tipos de mármoles y las del interior estaban recubiertas en bellas maderas antes de desaparecer por acción del devastador incendio del 19 de enero de 1910, que se cobró enorme parte del patrimonio.
Inspirado en la arquitectura morisca, el Palacio de Çırağan es otro de los edificios destacados que pueden divisarse desde este paseo lacustre por el Bósforo. Sus paredes exteriores son de diferentes tipos de mármoles y las del interior estaban recubiertas en bellas maderas antes de desaparecer por acción del devastador incendio del 19 de enero de 1910, que se cobró enorme parte del patrimonio.
Como otros edificios imperiales de Estambul, este también fue construido por un arquitecto de la dinastía Balyan entre los años 1864 y 1871.
Muchos años pasaron hasta que en 1991 dejó de reinar el abandono y fue reconstruido. Hoy funciona administrado por la cadena Kempinski como uno de los mejores hoteles de lujo de la ciudad.
También sobre la orilla occidental y junto a uno de los tres puentes que cruzan el Estrecho del Bósforo se encuentra la Mezquita de Mecidiye, o Mezquita de Ortakoy (Büyük Mecidiye Camii) .Erigida en sólo dos años por (vaya sorpresa) arquitectos armenios de la familia Banyan, por ordenes del sultán Abdulmecit en 1854. En su interior aún se conservan muestras de caligrafía del propio sultán.
También sobre la orilla occidental y junto a uno de los tres puentes que cruzan el Estrecho del Bósforo se encuentra la Mezquita de Mecidiye, o Mezquita de Ortakoy (Büyük Mecidiye Camii) .Erigida en sólo dos años por (vaya sorpresa) arquitectos armenios de la familia Banyan, por ordenes del sultán Abdulmecit en 1854. En su interior aún se conservan muestras de caligrafía del propio sultán.
El ahora mítico Estrecho del Bósforo tiene 30 kilómetros de largo y alcanza los 3.700 metros en su parte más ancha. La parte más angosta es dónde se encuentran los castillos, esos castillos que orquestaron la caída de Constantinopla y del Imperio Romano Todo.
Mehmed II mandó a construir la Fortaleza de Rumeli en 1451 con planes claros y aprendiendo de los errores de sus antepasados. Eligió el lugar más angosto del Bósforo para poder controlar el tráfico marítimo, y el estar enfrente de la Fortaleza de Anadoluhisari (lado asiático), hizo las cosas más fáciles.
Mehmed II Fatih no es un sultán cualquiera en esta saga. En 1453 tomó Constantinopla y dio la estocada para la caída final del Imperio Romano. Inmediatamente fue hacia los Balcanes a disputarle el poder a cualquier dinastía que osara enfrentarlo y se quedó allí por 10 años, tiempo en el que llegó hasta el corazón de Buda y a sitiar a la ciudad de Belgrado. Allí recibió una herida de flecha en uno de sus muslos e inició la retirada de la zona.
Más tarde logró agrandar los territorios de Anatolia, derrotando al Imperio de Trebisonda, y aniquilando a los últimos Bizantinos. Luego se hizo de Grecia, Bosnia, Serbia y Albania.
En 1509 el Castillo de Rumeli fue parcialmente destruido por un terremoto, pero no tardó en volver a oficiar como albergue para prisioneros de guerra. Estuvo abandonado hasta que fue convertido en un barrio residencial en el siglo XIX. Hoy funciona como uno de los tantos museos de la ciudad.
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