miércoles, 31 de enero de 2024

Paseando por Venlo, una en Países Bajos

 Venlo es una agradable ciudad a orillas del río Mosa, en Holanda. Tuve oportunidad de conocerla algunas semanas atrás, y no estaba para nada en mis planes. O quizás si, pero no lo sabía.

Eran finales de diciembre, muy cerca de la Navidad. Estaba parando en casa de unos amigos en Bonn y desde allí partí en un ida y vuelta en coche alquilado a esta verde y espaciosa ciudad de los Países Bajos, que se encuentra muy cerca de la frontera con Alemania y cuenta con una población estimada de 110.000 personas.
La llegada por la Autobahn fue rápida y relajada y unas horas más tarde ya estaba con el auto estacionado y dispuesto a caminar primero por un sector de los suburbios de la ciudad, y luego por el centro propio de la urbe, el cuál encontré más interesante de lo que suponía, amén de que además todo estaba bonito y decorado con esmero y espíritu navideño.
El Venlo binnenstad es un área céntrica que constituye un paseo comercial muy completo y cerca del río, lo que le da a bares y restaurantes la posibilidad de armar mesas afuera y disfrutar de la vida y la comida al fresco. Claro que en esta oportunidad estábamos en pleno invierno, así que no daba para mucho más que un vino caliente o un café.
Toda esta zona céntrica está cerrada al tránsito vehicular por lo que es muy cómoda para caminar o aprovechar al máximo el espacio público que ofrecen las calles, navegando distraídos de vereda a vereda y de un local al otro.
Venlo siempre fue una ciudad de relativa importancia. Primero bajo dominio de los Romanos, por su condición portuaria, y más tarde como miembro desde 1375 de la famosa Liga del Hanseática, una federación comercial y defensiva que hizo próspera a muchas ciudades del norte de Europa uniendo comercialmente a las ciudades a través de los mares y los ríos.
Como en cada ciudad de los Países Bajos no pueden faltar esas fantásticas tiendas en dónde venden los quesos locales, que son muchos y gozan de muy buena fama alrededor del mundo.
Hacía frío ese día. No mucho más que un día corriente de invierno, pero suficiente como para querer dar por terminado el recorrido por la ciudad y refugiarse dentro del auto ya pensando en la vuelta a Bonn, esta vez por un camino alternativo, como para variar los paisajes y pasar por otros lugares.

Me gustó encontrar esta ciudad tan verde y espaciosa, y con tanto lugar para dar rienda suelta al arte y a la arquitectura holandesa, con muestras de su identidad y cultura allí dónde uno quiera ver.