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domingo, 12 de julio de 2015

Gut Güldenstein, un rincón de Schleswig-Holstein

Queriendo hacer un alto en mi camino hacia Hamburg bajé en una de las paradas que el moderno GPS de mi BMW alquilado me sugería conocer. Muchas veces había hecho esta ruta, pero nunca me había tomado un rato para ver lo que hay en el medio.

Ese díá estaba viajando tranquilo por alguna de las muchas autopistas teutonas volviendo de la casa de playa de unos amigos en Schleswig-Holstein, uno de los 16 estados federados en los que se divide Alemania. Aquí se notan fuertes influencias danesas, ya que el territorio está bañado por las aguas del Mar del Norte y también por las del Mar Báltico y comparte la geografía de la Península de Jutlandia con Dinamarca, su vecino país.
Los detalles de la puerta son de 1829
Tras bajar del Autobahn y surcar algunos bulevares con árboles frondosos llegamos a donde están las edificaciones mas importantes del pueblo. El nombre de Gut Güldenstein aparece escrito por primera vez en 1509. Era una importante finca medieval que quedó sin herederos. La propiedad entonces pasó por varias manos hasta dar con los Duques de Oldenburg.

La casa señorial (Herrenhaus Güldensteinse inició en 1723 para la familia noble Von Thienen. En forma llamativa y desde lejos destaca la mampostería de paramento en color blanco sobre el fondo rojo de los ladrillos.
Su ubicación en el este de Schleswig-Holstein es sumamente pintoresca, pues está emplazado sobre una loma, en una suerte de isla. Como si fuera un buen castillo medieval, la construcción estaba rodeada de un foso de agua. Aún hoy se sigue accediendo a la propiedad mediante un puente, aunque ya no es uno de tipo levadizo.

Como sigue siendo de uso privado de la familia, solo se permite una visita al exterior de la casa.
La construcción de la casa es de Estilo Barroco. Tiene dos pisos, un entresuelo, y por lo bajo un gran sótano donde guardan destacados vinos.  Un techo a cuatro aguas termina el conjunto edilicio. Es obra del por entonces arquitecto de la corte, Eutiner Rudolph Mathias Dallin.

Por lo que pude espiar antes de que me pidan que me retire, la casa se encuentra en un perfecto estado de conservación.
La fachada trasera de la Casa de Güldenstein apunta hacia los jardines, regiamente ideados siglos atrás, y que cuentan con gran cantidad de robles y castaños. Dos avenidas de tilos conducen a la mansión. Son los únicos dos caminos (de cal) por donde poder circular los verdes dominios rurales.
Como pasa con muchas de las grandes construcciones en el Principado de Schleswig- Holstein se sabe poco acerca de su pasado, aunque con seguridad se puede decir que los Duques de Oldenburg, de Lübeck moraban en su interior. Algunos miembros de este Ducado formaron parte de las familias reales de Rusia y de Dinamarca. Actualmente los dueños siguen siendo miembros de esa misma dinastía.
En los alrededores de la casa hay una serie de edificaciones pertenecientes a la granja del lugar, que sigue funcionando como tal desde antaño. El estado de conservación de las construcciones es regular, y algunas ya han sido demolidas, pues la ley así lo obliga.

El estado de Schleswig-Holstein, uno de los de menor densidad poblacional de Alemania, sigue teniendo a la agricultura como uno de los pilares fundamentales de su economía, junto con los astilleros y el transporte marítimo.
Ciertamente no destaca entre tantos grandes castillos que hay en Alemania, y que son tanto mas interesantes e impresionantes, con rica historia y leyendas varias. Apenas pude encontrar información sobre este lugar, ya que no es uno turístico para nada, pero a mi me ha gustado la parada, ya que guardo especial simpatía por Schleswig-Holstein, este estado bañado por las aguas de dos mares.
Para hacer el programa completo sólo faltaba frenar en algún restaurante para hacerme de una bandeja con Kochwurst (uno de los cientos de tipo de salchicha que aquí preparan), y volver a disfrutar, como cada vez que vengo a Schleswig-Holstein, de los mejores frutos rojos del mundo, empapados en crema.
Este área de Schleswig-Holstein tiene la particularidad de estar cubierta por grandes extensiones de frondosos bosques. Un programa ideal para hacerse alguna escapada desde Hamburgo, que dicho sea de paso es una las urbes mas verdes del planeta.

lunes, 4 de marzo de 2013

Sylt, una isla bien top

La isla de Sylt no es una isla cualquiera. Su geografía de marismas es única, y la calidad de vida es notable, razón por la cual es el destino de verano del Jet Set de Alemania.

Para variar un poco, esta vez decidimos entrar en un servicio de ferry desde otra isla Frisia, la de Rømø, en la vecina Dinamarca.

Para llegar a ese barco recorrimos un dique de 9 kilómetros que la une físicamente con Jutlandia. La vista es bastante peculiar y no se parece a nada que haya visto en Europa.
Puerto de Romo
Como era de esperar el ferry llegó puntual, y sin problemas nos embarcamos junto con el auto, del cual teníamos que bajar.
Una vez a bordo, comimos un rico sandwich sentados en proa, y disfrutamos de las vistas y del aire fresco del Mar del Norte.

Sylt, la isla, es anfitriona de la Copa Mundial de Windsurf y por el viento, es un paraíso para todo aquel que practique deportes náuticos. Todas las condiciones están dadas para tener la mejor de las experiencias.

Sylt también es sede del Campeonato Mundial de Polo.

Hacía años que no iba a Sylt, y mis recuerdos estaban ligados a largas caminatas en el Wattenmeer, o salidas en el velero de uno de mis tíos, quien tiene una casa allí.
Marisma en Sylt
Este día arribamos a List, allí en el norte, donde la isla toma la forma de un codo y el sol parece que todo lo abarca. Este pueblo tiene una población de mayoría pesquera. 

Hicimos unas pocas compras  allí, y subimos nuevamente al auto y a la ruta para por fin encontrarnos con mi familia en otro sector de la isla.
Tomates con sabor
Había alquilado para esa ocasión un lindo coupé de la casa Bávara. Brioso, potente y descapotable. No podía abrir el techo pues el minúsculo baúl estaba lleno, así que en cuanto nos deshicimos de las valijas, guardamos el techo metálico en el maletero y salimos a disfrutar de esta singular isla.
Alguien lo hizo

Casa en Sylt

En las zonas mas desiertas de la isla bajamos un rato a caminar por sus extensas playas, y confirmar una vez mas las peculiares formas que tienen las nubes en estas latitudes. Mirando a lo lejos, sin tanto esfuerzo,  se puede apreciar la curvatura de la tierra.
 
En la isla de Sylt uno puede hacer compras en las casas mas caras del planeta, de la talla de Cartier, Louis Vuitton, Bvlgari, Bottega Veneta, Hermés, Burberry, y muchas mas. En sus calles hay muchas galerías de arte, y las joyerías guardan verdaderos tesoros, por eso siempre están llenas de compradores.

También es muy fácil encontrar lugares verdes y arenosos en donde relajarse y sentirse como en el medio del campo, rodeado de ovejas y esos pastos altos que saben bailar mejor que ninguno.
La mitad de la isla tiene espacios protegidos en donde es posible divisar mas de 300 especies de aves, y en la otra mitad todo parece dedicado al placer. La de Sylt parece una combinación difícil de resistir. Sin dudas es un destino de primera clase que nada mas necesita para permanecer como tal. 
En esta isla, la mas grande de todas las que hay en el Mar del Norte, se filmaron memorables películas como "Nosferatu" o "The Ghost Writer" de Roman Polanski. Ambas producciones eligieron este escenario por la peculiaridad de sus cielos y colores.
La isla tiene extensas playas de mas de 40 kilómetros de largo en su cara occidental, pero en el otro lado, se encuentra el Parque Nacional Wattenmeer que es el escenario en donde las aguas del mar se retiran de las costas formando terrenos enormes de lodo. Este es un gran lugar para emprender caminatas, pero siempre con el debido cuidado. La calidad del paseo está garantizada. Estas marismas son Patrimonio UNESCO de la Humanidad.
En Kampen, uno de los lugares mas lindos y exclusivos de la isla de Sylt encontramos la Uwe Dune, que con 52 metros, resulta el medano mas alto de la isla.
 
Ciertamente tarde para Alemania, cerca de las 11 de la noche, nos fuimos a Gosch, un clásico en la isla. Este lugar es de lo mejor que hay para quien gusta comer pescados varios y frescos mariscos, todo regado con buen vino blanco.

 Mientras comíamos y bebíamos mirábamos como se escondía el sol, ya cercano a la medianoche, en las aguas del Mar del Norte.

Para los que buscan otras opciones, tengan en cuenta que los mejores gastrónomos del planeta se dan cada año cita en Sylt, donde comer bien es una premisa. Varios de sus restaurantes han sido premiados con Estrellas Michelin.
Esa primera noche en Sylt nos esperaba con una fiesta al aire libre. 

Feliz estuve respirando ese aroma iodado que solo la proximidad al mar regala, mientras tomábamos Vodka francés y bailábamos sin parar a la luz de la luna, todos bien vestidos y rodeados de gente bella y relajada.

A la mañana siguiente me costó un poco despertarme. 
Me desvestí completamente y me uní de una corrida con el océano.  Aquel chapuzón en el mar iba a hacerme sentir vivo otra vez.

Caminé un rato sin ropas. Nada más lindo que andar "Como Adán en otoño", cosa muy habitual en las playas (y espacios públicos, vamos) de todo Alemania.

La playa tan larga , las dunas que abrazan , y la brisa perfecta, redondeando. Ese día me gustó la playa y el mar más que ninguno antes.

Repetimos Gosch de día y de noche. Un lugar rápido, honesto, y con el pescado más fresco.
 
No dejamos caminos sin surcar, ni pueblo sin recorrer. En la isla disfrutamos del buen gusto Alemán, nos dejamos mimar, y luego de recorrer tumbas y museos, playas y restaurantes, dunas, iglesias y casas antiguas, nos volvimos al continente en el tren, tipo shuttle,que funciona desde 1927, en donde uno sube el auto, y allí mismo viaja hasta la "tierra firme".
 
Apuntando a Copenhage, algo hice mal pués de golpe estabamos en otro Ferry que decidimos tomar sin saber muy bien a donde nos depositaría. Por supuesto que no era el lugar ideal.

Varias horas más tarde llegamos por fin a la capital Danesa. Encontrar un hotel con garage, Wi-Fi, y a precio lógico no fué tarea sencilla.

Unas horas más tarde , luego de una breve visita al barrio de Christiania  ya estábamos en nuestro enorme cuarto de hotel planeando el día siguiente. Pero eso es otra historia.