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martes, 2 de junio de 2015

Super Angkor Wat

Lo primero que hice tras llegar a Siem Reap fue acercarme a los templos de Angkor Wat. Ya estaba empezando a anochecer y sabía que volvería mas de una vez en los días siguientes, pero tenía gran curiosidad y había esperado mucho tiempo por este momento. No me pude aguantar.

Claro que había multitud de personas, pues el amanecer y el atardecer son los mejores momentos para visitar y fotografiar los templos. No solo por la buena luz, si no por que las temperaturas a partir de la media mañana se tornan difíciles de soportar en el sitio de turismo mas importante de Camboya.
Amanecer en Angkor Wat
Angkor Wat es el mas famoso y mejor conservado de los muchos conjuntos de templos que hay en Camboya. No en vano siempre estuvo en las banderas que tuvo como insignia el país Jemer, a excepción del período comprendido entre 1942 y 1945, años que estuvo bajo dominio japonés.
Desde 1992 el conjunto de templos es Patrimonio de la Humanidad declarado por la UNESCO.
Bandera de Camboya
Los templos de Camboya tienen la particularidad de haber estado abandonados durante medio milenio, y eso es lo que les da su impronta tan personal.

Algunos misioneros portugueses dieron fe de la existencia de estos templos y de monjes budistas habitando en ellos, pero los créditos se los llevó Henri Mouhout, un naturista francés en 1861 cuando "re descubrió" de pura casualidad este complejo una tarde cualquiera mientras cazaba mariposas en el bosque. En aquellos días los templos ya habían sido deglutidos por la gran fertilidad de la selva circundante. (Ver Ta Prohm, los templos de la jungla ).

Pocos años mas tarde empezaron las lentas tareas de reconstrucción, que por la turbulenta historia del país, especialmente durante la época del Khmer Rouge, no pudo ser continuada durante varias décadas.
Angkor Wat resulta ser la estructura religiosa mas grande del mundo. Por su grandiosidad es conocido por muchos como "La Madre de todos los templos". Verdad que todo aquí es espectacular y esplendoroso, no importa si se lo mira de lejos, por dentro o desde cerca. El nivel de detalle en las fachadas de algunos templos es exquisito, y en los buenos viejos tiempos ha de haber sido impresionante.
En mi próxima visita quisiera verlo también desde el aire, sobre volando el área en helicóptero.
El complejo de Angkor Wat fue construido en una época en donde el Imperio Khmer era enorme y extendía sus dominios mas allá de Camboya, tomando parte de los que hoy son los países vecinos de Birmania, Laos, Tailandia, Vietnam, e incluso partes de Malasia.
Todo el conjunto edilicio, que comenzó a erigirse tan temprano como el siglo VI, reviste una suerte de mapa del universo, en donde las 5 torres del templo sugieren ser el centro mismo del universo representando también al  Monte Meru, una montaña mítica y sagrada para varias culturas Budistas del sub continente asiático.

En Angkor Wat queda explícita la influencia de India en cada trazo de su arquitectura, (que ve pasar la transición hacia el Budismo Theravada) y la manera en que manifestaban su religiosidad, especialmente en los mas de 1.500 frisos magistralmente tallados in situ en una piedra de arenisca fácil de labrar.

Los reyes eran también considerados dioses, y hasta el siglo XIV, cada uno de ellos, mas de dos docenas, harían su propio templo para la posteridad, haciendo que hoy Angkor Wat el templo religioso mas grande del mundo.

Esta influencia se debía a que los comerciantes indios debían esperar a veces hasta seis meses antes de volver a su país, producto de las grandes lluvias anuales.
No se sabe a ciencia cierta que fue lo que puso en decadencia al imperio de los Jemeres. Posiblemente algo relacionado con el manejo del agua (inundaciones y/o sequías) y las posteriores hambrunas. Lo cierto es que la estocada final la dieron los Siameses, una tribu que venía huyendo desde China, que con el correr de los años hizo que la familia real tenga que mudarse a Phnom Penh.
La ciudad llego a tener medio millón de habitantes en un territorio de unos 3.000 kms cuadrados. Angkor Wat fue durante muchos años capital del imperio y sede real hasta que esta fue mudada a los vecinos Templos de Bayon.  Un ataque de los Cham, que llegaban desde la vecina Vietnam, obligó a tomar esta decisión por la seguridad de la corte.

Aunque es mucho lo que sigue en pie, la mayor parte aún por restaurar, la verdad es que la mayoría de sus construcciones y coloridos palacios de madera se perdieron en el implacable paso del tiempo.
Angkor Wat está orientado hacia el oeste, el lado relacionado con la muerte, pues es después de todo un templo funerario construido en honor al rey Suryavarman (1113-1150), quien reconstruyó Angkor por primera vez y comenzó con esta costumbre edilicia que difiere del resto de los monumentos religiosos en el mundo. Los templos nunca se construyeron con la idea de recibir fieles para los servicios, sino como morada final para los reyes del imperio.

Conviene familiarizarse con el plano del lugar, o contratar un guía antes de recorrerlo. Los hay en muchos idiomas. Son 208 hectáreas de romanticismo.

En sus galerías hay miles de figuras talladas con maestría en bajo relieve. Estas galerías están divididas en ocho secciones. No siempre es fácil de entender el mensaje, que debe leerse desde la izquierda. Estos grabados narran batallas épicas, muestran como se imaginaban los 32 cielos y 37 infiernos y cuentan las guerras de sus reyes contra los mil y un demonios.
El lago que existe en los alrededores de los templos de Angkor Wat cumplía, además de una misión defensiva, un trabajo estructural que ayudaba a solventar los movimientos de suelo y estructuras provocado por los monsones en la época de grandes lluvias. El posterior control de esas aguas era de vital importancia para la economía del reino.
Mas allá de los templos principales, si uno se interna un poco en los bosques que rodean al lugar, encuentra mucha sombra y construcciones menores pero muy interesantes, algunas de las cuales están hechas con otro tipo de piedras.

Los bosques son seguros ya que el soldado Aki Ra  se encargó de quitar todas las minas anti personales que rodeaban el lugar hasta fechas tan cercanas como el 2007.
Toda la ciudad sagrada de Angkor Wat está construida sobre una base piramidal de por lo menos tres niveles, lo que a la distancia le da mayor importancia al conjunto.
Los templos de Angkor Wat son un absoluto must en una visita a Camboya o al Sudeste Asiático, pero no todo es color de rosas. Las grandes aglomeraciones de gente y los molestos vendedores ambulantes le quitan un poco de atractivo al lugar. De las temperaturas ni hablar. Que a nadie le agarre un mediodía en Angkor Wat.
Hay 3 tipos de tickets que pueden adquirirse en la entrada. Ticket de un día USD20, Ticket de tres días consecutivos USD40 o un Ticket de siete días que es válido durante todo un mes USD60. Se puede pagar en Dólares, Euros, Baht, o Rieles Camboyanos. No aceptan tarjeta de crédito.
Los templos permanecen abiertos diariamente entre las 5 AM y las 6 PM. Algunos cierran antes.
Para llegar es posible hacerlo en taxi o en bicicleta, aunque resulta agotador pues se camina mucho dentro de los templos. La mejor opción es tomar por pocos dólares uno de los miles de Tuk-Tuk que se encuentran diseminados por las esquinas de Siem Reap.
Mi única recomendación es venir con tiempo y mas de una vez. Angkor Wat no es uno de esos lugares para visitar en dos horas. Quedará por siempre en sus memorias.
Entradas relacionadas:

Angkor Thom, La Gran Ciudad

Ta Prohm, los templos de la jungla


martes, 15 de abril de 2014

Prostitución infantil en Camboya

Como escribo un blog de viajes, me encuentro un poco limitado, ya que siento que solo debiera escribir sobre aquello que he visto con mis propios ojos.
Por ello, en esta ocasión he elegido hablar del trabajo infantil en Camboya, donde lamentablemente esta costumbre esta muy extendida, y nadie parece querer hacer nada para detenerlo.

Uno de los males que afecta a Camboya, y que no puede ser peor  es el de la prostitución infantil.
Lo mas preocupante es que esta muy instaurada en la psiquis local. Ya he comentado alguna vez en mi post de Phnom Penh, cuan instaurada esta la prostitución de menores en el día a día del país. Toda persona con la que cruces una palabra va a ofrecerte, tarde o temprano, servicios sexuales, y la palabra "young, young "(joven, joven) siempre esta presente al final de cada oración.
Aquí, en Camboya, una chica de 18 años ya esta considerada vieja, o muy usada.

Muchas de estas niñas son vendidas a la trata por sus mismos padres, quienes reciben muy poco dinero a cambio de entregar la potestad e integridad física y mental de sus hijas, e hijos también, por que los (pequeños) hombres no se quedan afuera de este flagelo.
Contra la prostitución infantil en Camboya
He visto niñas menores de edad a la vera de las rutas de varios países, trabajando con sus cuerpos en lugar de estar aprendiendo en las escuelas, o contenidas por sus familias.
Siempre hay un adulto responsable de explotar al menor. El padre que vende a la niña, el proxeneta que maneja su vida, el cliente que consuma el acto y alimenta la demanda.

Estas agresiones sexuales sin retorno no ocurrirían sin un mercado, sin una demanda.

Estas prácticas dañan la vida de los niños para siempre. Son cicatrices en el alma que nunca van a sanar. Son heridas que no van a permitirle jamás al niño desarrollarse en normalidad, y lo que es peor, lo ponen constantemente en peligro.

Durante todo el SXX hubo apostados cientos de miles de soldados en Camboya, lo cual fue visto por muchos como una oportunidad de negocio, y así es como se empezaron a construir en Phnom Penh los infames barrios rojos, o zonas donde vale todo, controlados por mafias mejor armadas y preparadas que la policía local, que nada hace para saber que es lo que sucede puertas adentro.

Cuando llegó por fin la paz a Camboya, la gran mayoría de estos soldados abandonaron el país, pero estas Zonas Rojas, y la prostitución, especialmente de menores de edad, permaneció, ya que la demanda por sexo con niños no ha cambiado.

Mientras Tailandia parece ser el paraíso del sexo pago en el Sudeste de Asia, Camboya se encarga de proveerle al cliente, todo aquello que no puede conseguir en el vecino país, o sea menores de edad.
Trabajo infantil en Camboya
En un país tan devastado por las guerras, todo esta en vías de construcción. Aún no hay en Camboya un sistema legal o jurídico que castigue a los proxenetas y perversos clientes. Aún no hay en Camboya quien defienda a los niños ante estas y otras agresiones.

Ante la evidencia internacional de este mal, algunos países han tomado la determinación de castigar a sus ciudadanos con la dureza de sus propias leyes. Repatriarlos y asegurarles unos cuantos años tras los barrotes. Una buena iniciativa,  que sería mucho mas eficiente si contase con el apoyo del gobierno.

jueves, 16 de enero de 2014

Psar Chaa, el viejo mercado de Siem Reap

Mi hotel estaba muy bien ubicado en el área colonial de la ciudad, enfrente a un arroyo y muy cerca de Psar Chaa, el viejo Mercado de Siem Reap, por lo que paso a ser un lugar que frecuentaba a diario.

El mercado en sí no es la gran cosa, pero sigue siendo auténtico y es el lugar en donde los locales hacen sus compras, y el mas barato para que los visitantes hagan las suyas.

Por afuera tiene una bonita arquitectura francesa en el frente y alguno de sus costados.

Se vende de todo. Platería, falsificaciones, verduras, objetos de plastico, herramientas, bijou, insectos, remeras de las cervezas locales y los templos, las guías Lonely Planet a USD2, artesanías locales de dudoso gusto. También los clásicos Kromas. Unos pañuelos grandes y muy lindos que identifica a los camboyanos, y que ellos usan de mil maneras en su vida diaria.
Aunque pueda ser difícil, lo mejor es tomarse el tiempo, ya que hay productos de muy buena calidad mezclados entre tanta baratija.

El Old Market, como se lo conoce, cumple una función comercial muy importante abasteciendo al centro de la ciudad. Hoteles, restaurantes y vecinos, todos terminan en el viejo mercado.

Por la cercanía a los maravillosos templos de Angkor, y gracias a su pequeño aeropuerto internacional, Siem Reap es, por lejos, la ciudad mas visitada, y mejor preparada del Reino de Camboya.


El mercado, como muchos en Asia, a cierta hora del día ya huele para la mierda. Muchos puestos tienen pescado, pollo y carnes varias colgadas de gruesos anzuelos, que esperan ser vendidas mientras las altas temperaturas de la ciudad van descomponiendo lo que queda de su existencia. 
A los costados de los puestos, los comerciantes van amontonando en el piso las sobras de comida, los frutos podridos, y cuanta basura puedan imaginar. 
El olor se mescla con el de las especias y el de la comida que se prepara a toda hora mientras el mercado permanezca abierto. Aunque uno a la larga se acostumbra, salir afuera a dar una bocanada de aire "fresco" se siente muy bien después de un rato bajo el techo de Psar Chaa.


Mientras vamos avanzando por los estrechos pasillos, todos, y cada uno de los vendedores de los puestos se van acercar al grito de "Sir, sir. Buy, buy". Ser extranjero equivale a ser rico. El acoso puede ser incómodo para muchos por que de momentos se ponen muy insistentes, y hay que ladrarles un poco para que te dejen tranquilo. Debo reconocer que en mas de una oportunidad, se salieron con la suya y "no me quedo otra" que comprarles algo con tal de apagar la desesperación que mostraban.

A la mañana, en las horas en que todos van a los templos, el lugar es mucho mas tranquilo. Cuando esta mas relajado, el camboyano es muy simpático y agradable, y siempre bien dispuesto. 

Cada mañana compraba exquisitas frutas tropicales que solo en esta región del mundo existen. 
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El mercado de Siem Reap nos brinda una oportunidad para disfrutar de la gastronomía Jemer por dos monedas. Preparan en sus apretados puestos todo tipo de sopas y platillos a base de arroz, con variadas carnes, verduras, picantes y pescados. 
En los puestos mas caros y lindos, los cangrejos y otros frutos de mar y río esperaban sobre hielo. Tenían un sabor muy agradable, y a módicos precios. 
Los caracoles que probe eran un asco, y sin contar con las herramientas propias, me resulto difícil comerlos.

El escenario ideal, con todos los ingredientes necesarios para que te agarres una buena cagadera si no prestas atención a lo que comes.

Mientras  se come o recorre es posible observar a la gente en sus tareas cotidianas. Toda la familia esta en el puesto. Los chicos estudian, el abuelo lee un diario viejo. Algunos pelan verduras, casi todos intentan vender algo, y los que arrancaron mas temprano duermen plácidos arriba de la mercadería.




miércoles, 9 de octubre de 2013

La historia del soldado Aki Ra

Aki tenía cinco años cuando fue secuestrado por las tropas del Khmer Rouge. Toda su familia había sido asesinada a hachazos ese día. Los hombres de Pol Pot mataban con el hacha para ahorrar proyectiles. Así mataron a casi el 30% de la población, pero al chico se lo quedaron para adoctrinarlo.

Aki fue criado por una mujer que preparaba niños soldados para el sangriento régimen de Pol Pot y cuando tenía solo diez años fue entregado a las milicias para combatir. Ya podía hacer una bomba en minutos, disparar armas y lanza granadas. Los siguientes 35 años los paso matando hermanos y sembrando miles de minas y terror por doquier, primero con el Khmer Rouge por diez años y mas tarde con los vietnamitas cuando invadieron y conquistaron Camboya en 1980. Cuando los vietnamitas abandonaron el país en 1989, Aki Ra volvió a las filas de los militares camboyanos, esta vez peleando contra la resistencia del Khmer Rouge.

Años mas tarde, cuando la paz llegaba por fin, Aki trabajo para Naciones Unidas desactivando muchas de las minas que el mismo había plantado en la tierra camboyana.
Así descubrió que tenía un talento especial para desactivarlas y decidió hacer de esto su forma de vida, quizás con el íntimo deseo de lavar un poco sus culpas. Hasta ese momento, Aki nunca había visto un auto. Siquiera una carretera.

Munido con un cortaplumas y un palo desactivo miles de minas y se empezó a correr la bola acerca de este hombre, que en su casa guardaba una extensa colección de ellas.
Como la gente se acercaba para avisar de la existencia de minas en sus aldeas, que cuarenta años mas tarde siguen provocando muertes, o mutilaciones.
Otros se acercaban curiosos ante la posibilidad de ver o comprar una mina, entonces comenzó a cobrar por verlas y decidió llevar su idea mas lejos.

Con ayuda de ex soldados vietnamitas y de algunas fundaciones de EE.UU. y Australia, Aki creo un grupo para ayudar a quitar las millones de minas diseminadas por Camboya. Mas minas que habitantes. Tantas minas que puede llevar mas de un siglo desactivarlas.

Aki trabajo siempre con bajo presupuesto, y logro limpiar miles de metros cuadrados de minas.

En cada visita a una aldea se llevaba a vivir junto a su mujer a algún niño mutilado por las minas, y casi sin darse cuenta tenía veintinueve nuevos hijos que criaron junto a los propios.

Una tarde en Siem reap me vine a visitar el Cambodian Landmine Museum Relief Facility, y no es que disfrute de estas visitas, pero es (lamentablemente) indispensable para entender lo que le ha ocurrido a Camboya en las últimas décadas, en especial en lo que a minas anti personales respecta.

Ya había salido golpeado del S21 en Phnom Penh, y acá estaba nuevamente poniendo el dedo en la llaga.

Como el museo (si uno puede llamarlo así) esta cerca del templo de Banteay Srey, aproveche para visitarlo en el rural camino, y de paso colaborar con Aki Ra y su proyecto.

En el museo, propiamente dicho, se ven muchas de las armas usadas en los diferentes conflictos y años. Hay minas de Vietnam, China y Rusia, varios tipos de ametralladoras, cohetes, tanques, camiones, y muchas, pero muchas fotos de mutilados por las minas, como que una simple visita al país no fuera suficiente para darse cuenta del estrago que causaron las minas en su población.

El Cambodian Landmine Museum Relief Facility hoy es mucho mas que un museo, ya que funciona como hogar y escuela para varias docenas de chicos de la calle y/o mutilados, que felices se mueven por sus instalaciones recibiendo todo el cariño y apoyo que se merecen para tener una oportunidad en este cruel mundo. Allí reciben la mejor educación posible. Aprenden computación, matemáticas, e historia. Dominan el inglés. Aquí encuentran la contención que no encontraron afuera.

Aki Ra es un experto, y lo que Naciones Unidas hace en horas a el le toma solo dos minutos, razón por la cual logro desactivar mas de 55.000 minas el solo, y muchas miles mas si sumamos a la gente que lo ayuda en su grupo.
Aki comenzó desactivando él mismo todas las que estaban alrededor de los Templos de Angkor hasta el 2007. Casi ayer. Así abrió este importante destino al turismo, y Camboya al mundo.
Salvo a mucho mas camboyanos de los que mato. Quizás por eso sea considerado un héroe en Camboya. Lo cierto es que Aki Ra hoy, es un hombre de bien.

domingo, 15 de septiembre de 2013

Sepak Takraw , un deporte loco del sudeste asiático

Me sorprendí de inmediato ese día sentado en el parque con el talento que tenían los jugadores para dominar la pelota en este raro deporte. Me sente a ver el juego, y preguntando, me entere que se llama Sepak Takraw y es un deporte nacional en muchos países del Sudeste Asiático.

El juego (o deporte) es muy parecido al Volleyball, solo que en este caso la pelota esta hecha de ratán,  y los jugadores no pueden tocarla con la mano. Ahí la gran diferencia. Entonces, con gran destreza van pasando la pelota de un lado de la red al otro usando los pies, las rodillas, parando el balón con el pecho y cruzándola con la cabeza, o con un acertado taquito. O sea con cualquier movimiento que no involucre a las manos.

El Sepak Takraw resulta muy estético de mirar, y hasta por momentos parecen que los jugadores van bailando en una suerte de ballet, mientras la pelota va viajando a gran velocidad de un lado al otro de la red.
                                                                                                                    Foto gentileza de la web

La pelota de ratán pesa solo 180 gramos y tiene 12 hoyos. Antiguamente era de caña, pero como lastimaba la piel, la cambiaron.

Hay dos equipos (regus). Uno de cada lado de la red. Cada equipo tiene tres jugadores. Dos que se ponen junto a la red, y hay un tercero que controlara la acción desde el fondo del campo de juego. 

Se anotan puntos cuando la pelota toca el piso, o si el rival toca el balón mas de tres veces en la misma jugada, regla que asegura esa tan particular velocidad que tiene este deporte.

El juego tiene su origen en el antiguo Sultanato de Malaca en Malasia hace cientos de años, y era un deporte jugado sólo por la familia real. 
En los muros del famoso templo de Wat Phra Kaew (Templo del Buda Esmeralda) que visitase en mi estadíá en Bangkok, hay pintada una escena de una deidad hindú jugando al Sepak Takraw con algunos monos.

Hay quienes dicen que su verdadero origen es chino, pero venga de donde venga este deporte, lo cierto es que es muy practicado en Malasia, Indonesia, Camboya, Tailandia, Laos, Vietnam, Birmania, Filipinas,Singapur, Japón y Brunei.
Este deporte sigue las reglas de la Federación Internacional de Sepak Takraw (ISTAF) que tiene como meta inscribirlo entre los deportes olímpicos mundiales.



miércoles, 7 de agosto de 2013

Los ataúdes en Camboya

 Me llamo la atención cuando en Camboya la decoración que tenían los ataúdes. No solo eso, si no también la cantidad de lugares en donde los vendían. Eran todos parecidos, de la misma madera, y pintados. Había con motivos de dragones u otros seres mitológicos. Estaban los que llevaban flores, etc.


Al momento del entierro, estos ataúdes  son acompañados por sus familiares y deudos, que llevan una gran foto del difunto. Todos están rodeados de velas.

La muerte por aquí pasa seguido.




miércoles, 3 de julio de 2013

La gran ciudad. Angkor Thom

La ciudad fortificada de Angkor Thom contiene una serie de monumentos únicos en el mundo. Allí esta por ejemplo el Templo de Bayón. Es quizás la ciudad mas ¨barroca" del Imperio Jemer. En sus paredes esta grabado a piedra el período de transición entre el Hinduísmo y el Budismo que sucedió en el Sudeste Asiático. Este fue también el lugar donde estaba el palacio real construido entre los siglos X y XI, cuyos restos, por estar construidos en madera han desaparecido.
Para variar, ese día también me pegue un madrugón de aquellos. Mi tuk tuk driver, tipo medio pillo, me esperaba en la esquina de mi hotel. Todavía era de noche y la temperatura era agradable por pocas horas mas.
Salimos nuevamente hacia los templos. Le pedí que tome mientras pueda otras calles mientras salíamos de Siem Reap hacia la ruta que conducen a los sitios UNESCO.

La última capital del Imperio Khmer, y simboliza  un microcosmos, que esta representado por los templos en el medio como dividiendo el espacio entre la tierra y cielo, y todo el agua que lo rodeaba, que en esos años era mucha, representaba el resto del universo.

Aquí vivían los monjes, el rey con su familia y los militares con todas sus dependencias. Un millón de personas en total. Una enorme población si tomamos en cuenta que esto sucedía en el reinado de Jayavarman VII que reinó entre los años 1181 y 1219 y que la población común no tenía acceso a ella.
Son miles las caras y figuras budistas de la vida mundana talladas en las piedras que parecen observarnos desde todos los ángulos posibles a cada paso que vamos dando mientras nos vamos adentrando al Bayón propiamente dicho, construido en el exacto centro de Angkor Thom, y famoso también por sus 54 torres.
El bosque que rodea al lugar parece como que nunca termina de avanzar. Hasta da la sensación por momentos de que a uno se le viene encima.El lugar es interesantísimo. Me quedaba horas viendo los bajo-relieves que tanto nos cuentan sobre su pasado. Mientras tanto una luz mágica se va colando por entre las paredes apretadas de las terrazas.
Que lindo estar acá y tratar de imaginarse como era la vida en aquellos buenos y viejos tiempos.Lo importante es venir con tiempo, quizás mas de una vez a modo de evitar las hordas de turistas que caminan por acá en ciertos horarios.
El lugar vacío es mucho mas lindo y disfrutable. Especialmente a luchando toca ir subiendo o bajando las muchas torres, o saltando de piedra en piedra. Algunas vistas desde lo alto son fenomenales.

Para esquivar a la gente lo mejor es apuntar hacia el oeste y esperar a que se vayan mientras recorremos esta parte del universo Khmer. La mayoría llega a partir de las 8 de la mañana.
 

Algunas de las enormes caras (hay mas de 200) del templo central son muy enigmáticas. Fueron agregadas a la construcción original. No se sabe su significado exacto.
Las figuras que están en los puentes parecen por momento ser de otro planeta.
Todas las ruinas aquí son muy particulares. Sin duda diferentes a la de los templos vecinos.
Que manera de caminar de aquí para allá. Hay mucho para ver y todo resulta atractivo. Escribiendo esto me invaden las ganas de estar allá de vuelta, sentado sobre alguna piedra escuchando el sonido del viento sobre las hojas de los árboles. No tardare mucho en volver.

Aprovechando que estaba cerca fui nuevamente a Angkor Wat para sacar mas fotos de esos increíbles atardeceres sobre los templos.

Volví con mi tuk-tuk hacia Siem Reap y me baje directamente en Pub Street, los bares cercanos al mercado donde me tome varias cervezas "Angkor" saboreando otro gran día en Camboya.

martes, 11 de junio de 2013

Ta Prohm, los templos de la jungla

Me había levantado otra vez muy temprano, como cada día, para disfrutar en soledad de los templos. Esta vez tocaba Ta Prohm, famoso por estar invadido de vegetación (tal como estuvieron todos los demás antes de ser rescatados de la selva), y claro, por "Tomb Raider", la película de Angelina Jolie, que fue filmada aquí, aunque en ella robaron tomas también de otros de los templos vecinos.

La luz del sol apenas aparecía en el horizonte y en el camino de entrada hacían sonar su música algunas de las muchas víctimas mutiladas por las minas, quizás con demasiado orgullo para simplemente pedir sin dar nada a cambio, regalaban agradables sonidos y me hacían recordar todo el horror que el pueblo vivió en Camboya.

Estaba practicamente solo caminando por el lugar, sintiéndome como un explorador que iba descubriendo esta maravilla a cada paso cuando un mar de gente comenzo lentamente a acercarse a las ruinas solo para arruinarme este momento que no quería compartir con los demás. Estaba en mi propia película, pisando las grandes e irregulares piedras, tocando las paredes y viendo como la luz del nuevo día se colaba por entre los grandes ficus gibossa casi con dificultad. La imagen me resultaba obviamente familiar, y feliz sabía que estaba en Ta Prohm. Traté de adelantarme caminando en contra del gentío, pero en los interiores encontré un photo shooting de modelos con todo un séquito de ayudantes, entre los que tenían paraguas, pantallas y todos los trucos que usan los fotógrafos . Buena locación para una producción pero se iban a cagar en los demás, ya que entre todos ocupaban mucho espacio.

El monasterio real de Ta Prohm era conocido en sus buenos tiempos como Rajavihara. Fue mandado a construir en los primeros tiempos del gran y fértil rey Jayavarman VII, quien mandó a construir no menos de quince templos en estilo Bayón, el último y gran período de la arquitectura Jemer.

En su mejor momento llego a alojar no menos de 13.000 personas en una suerte de universidad budista de los Mahayanas, pero necesitaban 80.000 súbditos para su manutención.

Con un mapa antiguo intenté llegar a alguna de sus torres, pero me fue imposible.
Traté de volver tras los mismos pasos que hasta allí me llevaron. Ya eran cientos los que lo estaban recorriendo fascinados el lugar.
Era casi media mañana y volví hacia mi tuk tuk driver para que me lleve a otro templo entrando esta vez por su lado sur.

miércoles, 10 de abril de 2013

Esquivando charcos en Phnom Penh

Eramos pocos en el avión. Una docena de personas quizás. Las azafatas con coloridos uniformes y una permanente sonrisa de dientes blanqueados en algún mall de Miami.
Venía de Kuala Lumpur en un vuelo de Malaysia Airlines.
Desde mi ventana ya apreciaba los ríos serpenteantes y un matiz todo verde salpicado cada tanto por algún conjunto de casas.
Estaba llegando a Camboya!

Rápido aterrizaje y un minuto después estábamos todos en tierra firme.

La primera impresión fue la de encontrarme un aeropuerto muy chico y modesto para una capital. Un cajero automático (de los pocos en la ciudad) y no mucho más. Se veía un Duty Free Shop pero estaba cerrado por refacciones.

Tras pagar unos USD20 de visado por un mes, hacer cinco trámites diferentes mientras veía como mi pasaporte pasaba de mano en mano, me enfrente, una vez fuera, al calor agobiante del lugar. El viento era caliente y el polvo ya se quería meter en mi boca semi abierta.
Llevaba varias ropas de más en mi afán de no pagar exceso de equipaje.

Sabía que Phnom Penh podía ser todo un desafio para los sentidos, decadente, sucia, marginal, deficiente e incluso peligrosa. Quería exponerme a eso.

La ciudad está cerca y bien conectada con el aeropuerto. Por unos pocos Dólares tomé un taxi de tarifa fija y fuí hablando en Inglés con el conductor hasta el hotel que previamente había reservado no muy lejos de las primeras atracciones que quería visitar.
Guardé el número de teléfono del taxista, ya que se ofrecía para solucionar todos los problemas (como todos en Camboya), subí unos escalones pronunciados y ya estaba dentro el hotel. Rápido check in, y subí para acomodar mis cosas en el cuarto ya que pasaría varios días allí.
El piso estaba pegote. Yo también. Rápida ducha y a las calles.
Tenía gran expectativa sobre Phnom Penh. No por lo que había leído sino por que la lógica me lo indicaba por posición geográfica y la riqueza de su pasado.

Por lo poco que había visto no estaba a la altura de mis expectativas. Era obvio que la guerra y la revolución del nefasto Khmer Rouge habían impactado muchísimo en lo que alguna vez fue una de las ciudades mas bellas del continente asiático.
Todo estaba construido a la ligera sin respetar ley urbanística alguna y había basura por doquier.

Descendí sobre la calle y un aluvión de choferes de Tuk Tuk´s se abalanzaron sobre mí para ofrecerme sus servicios. Que no, que no, que gracias pero no.

Sir, want a Tuk Tuk? Sir, sir.

Escapé a contramano del asedio, traté de memorizar el nombre de la calle donde estaba el hotel, pero la olvidé segundos más tarde. De todos modos, por el sistema que dejaron los Franceses parecido al de New York, tendría que ser fácil moverse por sus calles, y lo es, salvo por el sistema de numeración que carece de toda lógica. Al parecer la gente elige que número ponerle a su casa basado en alguna superstición, y cada uno pone el que quiere, repitiéndose incluso en las mismas cuadras.

Esquivando algunos charcos y alternando mi caminar entre calle y vereda (cuando había) me sentía muy afortunado de caminar en una ciudad como Phnom Penh en plena libertad, pues andaba solo y con la incertidumbre de que tenía guardado para mí este lugar, que por lo pronto no era como me lo había imaginado.

Tras caminar unas decenas de cuadras llegué a una gran vía de varios carriles. Venía colgado en mi mundo y era necesaria toda mi atención para cruzar, pues en Phnom Penh, el tráfico es suicida.

Monjes con sus túnicas naranjas se confundían entre el mar de motos ruidosas y la gente iba y venía en todas las direcciones. Es verdad todo lo que había leído. Es una masa humana de gente joven. Es difícil encontrarse con ancianos. Falta toda una generación de personas.

Cuerpos diezmados por las minas que uno iba casi tropezando mientras caminaba, son moneda corriente en las calles de Phnom Penh. El horror a simple vista. Dos o tres personas por día son mutilados por las explosiones de minas sembradas sin control alguno aún en nuestros días. En su mayoría son niños. Hay 26 amputados por cada 10.000 personas.
El costo para extraerlas es altísimo y por ello quedan enormes zonas por las que no se puede transitar ni trabajar la tierra, pese a los enormes esfuerzos de distintos grupos y organismos por encontrarlas y desactivarlas.

Así y todo, aunque no pueda esconder sus cicatrices, el Camboyano siempre sonríe. Su gente es optimista, es feliz. Sabe que solo pueden llegar mejores momentos, y además no necesita tanto.

El viento seguía caliente y me econtró un Tuk Tuk driver, que me reconoció del hotel. Para ese entonces ya ni sabía donde estaba parado por lo que aproveché su ofrecimiento para volver.

Me subí cómodo, hablé un rato con el mediante señas y unas pocas palabras en Inglés y a lo indio y me deje llevar mientras descansaba de mi primer caminata.

Media hora más tarde comenzaba a oscurecer. Era mi primera noche en la ciudad y me daba un poco de miedo salir esa primera noche, así que decidí guardarme en mi hotel para preparar mi día siguiente.

Estaba exhultante.

Comí en el mismo hotel una serie de platillos diferentes de la sabrosa comida Camboyana, tan diferente  a la de sus vecinos aunque muchos de esos platos lleven los mismos ingredientes. Acompañe la comida con una o dos cervezas Angkor. Ya empezaba a ver la industria nacional cuando para abrirla tuve que arrancar una tapa metálica como esas que vienen abajo de la tapa de los jugos como para garantizar la inviolabilidad del producto. Muy berreta.

No quería  acostarme tarde, haciendo zapping mientras trataba de encontrar algo en la televisión que no estuviera en Koreano, Ruso o Camboyano me fui entregando al sueño.


Una ventana de mi cuarto mostraba un sinfín de techos con chapas apiladas una sobre otras. No se veían pulmones en esas manzanas. Los gatos caminaban por ahí, y el aire pesado y pegajoso se colaba por mi ventana.
Desayuné liviano y caminé hasta el Palacio Real. Me parecía un buen lugar para empezar.
Cuando llegué estaba cerrado por unas horas así que continué mi caminata por esa misma avenida por un par de horas en dirección contraria a la que había hecho el día anterior.

La gente se abalanza a pedir algo, especialmente los niños. En Camboya se ven muchos menores de edad trabajando, probablemente para un mayor que se encuentra en las cercanías. Están vendiendo flores a la noche y porquerías durante el día. No me gusta darle plata cuando conozco el trasfondo, y además es difícil calcular cuanto dar en Riels ya que la mayoría de los billetes alcanza para nada, así que dos o tres veces cuando me pedían, invitaba a los niños a comer, y hasta me han rechazado la invitación.

Al volver hacia el lado contrario al sol encontré que el palacio ya estaba abierto así que entre.
El Palacio real es un complejo de construcciones, muchas de las cuales están cerradas al público.
Los jardines son muy lindos y están muy cuidados. Ofrecen un gran lugar para relajarse a la sombra de un árbol y ver la poca gente pasar en un entorno de paz.
Hay un museo que esta bastante bien, una maqueta hecha de piedra de los templos de Angkor Wat, que me quede mirando pues los visitaría algunos días más tarde. Los jardines muy cuidados son demarcados con ligustros de variadas y atrevidas formas.
Es bastante parecido al Palacio Real de Bangkok, pero menos espectacular, de menor tamaño y ciertamente con una milésima de visitantes.
 

 

 
Allí está la pagoda de plata, cuyo piso está recubierto con mas de 5000 baldosas de plata, aunque la alfombra que lo cubre casi no nos deja apreciarlo. Adentro, mientras caminamos sin zapatos podemos admirar una colección de objetos Budistas y regalos de todos los confines del mundo y hacerle una ofrenda al Buda Esmeralda.

Es un lindo lugar para pasar un rato y apreciar la arquitectura Khmer en su máximo esplendor. Quizás, si te va la onda, prenderle un sahumerio a Buda y pensar un rato.

 
Cerca de allí esta el Museo Nacional. Lindo edificio y la más extensa colección de arte Khmer en el mundo. Interesante y la temperatura estaba mas agradable que afuera, que es cosa seria.

Estos dos programas ya me habían consumido el día. Caminé un rato por la cuidada costanera viendo como trabajaban juntos los pescadores desde pequeños barcos y me senté en un muy lindo lugar contra el río mientras tomaba unas cervezas y probaba el Carpaccio de Bufalo y un pescado que, según me dijeron, solo vive en las aguas del Tonle Sap.

Mientras el sol a mis espaldas se iba escondiendo en las aguas marrones.
Cuenta la historia que en una mujer llamada Penh encontró  unas estatuas de Buda que habrían llegado allí por el río Mekong. Como respeto a este acontecimiento construyó un santuario en una colina (Phnom) cercana, que tiene 27 mts de altura y resulta la única del lugar. La ciudad fue creciendo y se la conocía como Phnom Penh, o ¨La colina de Penh¨.
Hoy el sitio alberga uno de sus templos mas importantes y famosos, aunque debo admitir que no me pareció nada de otro mundo, aunque por lo menos hay un cierto ambiente agradable.
Sus calles me parecieron mas lindas que la del centro así que pasee por ellas y volví caminando por la costanera con el río como testigo.
La Sisowath Quay, o Riverside, como se conoce a la calle, ha recibido mucho amor e importantes obras para embellecer la costanera en un esfuerzo un tanto lento por mejorar la calidad de vida de los residentes y darle puesta en valor a la ciudad.

Nunca pude retirar efectivo de ningún ATM. Por suerte es un país barato y pude arreglarmelas con los Dólares que llevaba encima, y que oficia casi como la verdadera moneda en Camboya.

Miraba los barcos pasar ya con ganas de estar sentado en sus terrazas cuando la chillona voz de otro Tuk Tuk driver me ofrecía todo tipo de cosas.

Want Tuk Tuk? Sir!
Want Boom Boom? very young. Very young.
Sir,sir!
Want Gaan Chah? (marijuana)

Debe ser de los pocos países donde el ingrediente más caro es el papel importado.
Hay una gran cantidad de Vietnamitas viviendo en palafitos sobre al agua y en varios sectores de la ciudad. En su mayoría son muy pobres y viven en la marginalidad absoluta o ejerciendo la prostitución desde las mas tiernas edades, y parece que por el resto de su vida, ya que hay una cantidad enorme de prostitutas vietnamitas.

En esta foto vemos una típica familia de pescadores trabajando en equipo en una de las aguas más fértiles del planeta.
Mi hotel estaba a unas pocas cuadras de este enorme edificio Art Deco que luego descubrí no era otra cosa que el mercado central. De proporciones gigantes, esta brillantemente ventilado.
Psar Thmei está estratégicamente ubicado en la intesección de las más importantes avenidas. Está sin duda orientado al turista con sus negocios de ventas de estatuas y las mismas remeras que venden en todos los mercados de Asia, pero más aquí son mas baratas.
De cualquier manera funciona como un mercado real aunque para los locales sea un poco mas caro que otros.
La visita vale la pena más que nada por el edificio, ya que como shopping destination es mucho mejor el mercado de Psar Tom Pong, conocido por todos como ¨El mercado Ruso¨. Aquí si que se encuentra de todo y a los precios casi ridículos.

Por suerte, digo para los que nos gustan los mercados, hay muchos diseminados a lo largo y ancho de la ciudad, aunque muchos son bastante repulsivos con cabezas de pescado pudriéndose al sol, carnes llenas de moscas apoyadas sobre papel de diario y mucha basura que se va juntando más rápido de lo que se la llevan, y montañas de durián.. Mayoritariamente estos mercados solo venden comida.

Parece increíble lo devastada que quedo la ciudad, corazón de un imperio tan poderoso que supo ver la mas grande gloria antes de entrar en una decadencia que había llegado para quedarse.
El imperio Khmer comprendía no solo a Camboya, si no a sus vecinos Tailandia, Vietnam y Laos y poseía además partes de Birmania y Malasia como vemos en el mapa a continuación.
Me cruce con muy pocos turistas aunque hice todo lo posible para evitarlos ya que me encontraba en unos días de introspección absoluta.

Me daba asco ver a algunos viejos americanos que se paseaban con niños de ambos sexos a la vista de todos. La pedofilia y la prostitución infantil son un gran problema en Camboya, aunque también se hace presente en otros países tan pobres, donde son los mismos padres los que venden a sus hijos a mafias que operan en el país.
Verdad que soy hombre y estaba viajando solo, pero me llovían las ofertas por sexo, y siempre aparecía al final la palabra ¨young¨. Evidentemente hay un mercado grande para esta práctica y todo el país lo sabe y promociona. Incluso en el hotel me lo han ofrecido desde la misma recepción.

Ya me daba verguenza caminar y que alguien pudiera pensar que para eso había venido yo hasta aquí.
Duro. Chocante. Agresivo. Más cuando uno lo ve con sus propios ojos.

Por suerte hay muchos países que castigan a sus ciudadanos con altas penas en sus países de origen y se está haciendo un aparente y poco efectivo trabajo de control por parte de las autoridades.

Pero la prostitución va más allá. Todos venden sus cuerpos. Todos encuentran una oportunidad para ganar algo de plata. Ya sea mediante el oficio mas antiguo, o repartiendo masajes que culminan felizmente. Están en todos lados multiplicándose por doquier.
Los próximos y últimos días los dediqué a recorrer dos lugares espeluznantes. De esos lugares que detesto conocer pero a veces hacen a la historia misma del lugar y su visita nos hace sentir y entender más la historia.

Respiré profundo. Había estado evitando toda la semana esta dos visitas.

El 17 de abril de 1975 las tropas del Khmer Rouge lideradas por Pol Pot tomaron la ciudad de Phnom Penh. Fueron bien recibidos por la población que creía que pondrían fin a la guerra y establecerían nuevamente la monarquía ya que la familia de Pol Pot tenía una muy buena relación con la casa real.
No tenían la menor idea del terror que les esperaba que escribirían la más oscura y sangrienta historia de su país. No esperaban semejante traición a sus valores mas puros.
Cientos de miles habían muerto años antes por las bombas que tiraban los Americanos en su lucha contra los comunistas insurgentes de Vietnam, y que habían obligado a Camboya a tomar partido. La gente ansiaba desesperada la paz.

A las 10 AM el patriarca Budista Samdech Sangh Hout That dijo:
¨ La guerra se termino. Estamos entre hermanos. Bienvenidos a casa ¨.

Al mediodía de ese mismo día los habitantes fueron instados a abandonar la ciudad ante un inminente ataque aéreo Americano. Debían retirarse de la ciudad y regresar a los dos o tres días. Eso nunca sucedió. La gente nunca pudo volver a sus casas o juntarse con sus pertenencias.

Apenas tomada Phnom Penh, el régimen de Pol Pot declaró el ¨Año zero¨ y obligó a todos los residentes de la ciudad a migrar al campo a trabajar en labores agrarios y dejando la ciudad reservada para los hombres del ejército y algunos pocos fieles que se encargaron de borrar cualquier huella de su pasado, cualquier trazo occidental. Cualquier huella de un pasado.

Cerraron los templos, también las escuelas. Cerraron las embajadas y fueron expulsados todos los extranjeros. Los más pudientes pudieron emigrar a algún país vecino o a Estados Unidos o Francia.
Se abolió la propiedad privada y se comenzó con el adoctrinamiento más fatal. El lavado de cerebro era tal que los niños denunciaban a sus propios padres.
Las familias eran separadas, y quienes no murieron por la hambruna fueron asesinados por pensar diferente, o simplemente por actitud sospechosa.

El año zero pretendía volver a comenzar con la civilización humana sustentado por una radical revolución agraria. Querían llevar al país nuevamente a la edad de piedra.

Hoy es difícil encontrar en Nom Pen alguien cuya familia sea de la ciudad. Todos vienen de las provincias. Todos vienen del campo.

Durante los casi 4 años que duraron en el poder los Khmer Rouge intentando su revolución Maoísta en la que el país iba a ser completamente auto suficiente y cerrado al resto del mundo, murieron entre dos y tres millones de Camboyanos. Un genocidio que se llevó al 30% de su población total.


Arreglé una tarifa con un conductor de Tuk Tuk que me llevaría unos 15 o 2o kms hasta Choeung Ek Memorial y más tarde, el mismo día a la ex prisión conocida como S 21.

Si bien los Camboyanos te alientan para conocer estos dos lugares ¨Para que no vuelva a ocurrir nunca mas ¨ , ya no me sentía cómodo y contento con la idea de hacer de estas visitas un programa o atracción turística, pero ya estábamos en camino.

No crucé palabra con mi  Chauffeur personal y llegué a mi primer parada.

Una Stupa Budista estaba llena de cráneos humanos. Ya había visto las fotos, si, pero verlo en vivo me puso profundamente triste.
El silencio más absoluto reinaba en el lugar. Los pocos visitantes nos esquivábamos las miradas sin saber mucho que decir o hacer ante estos hechos que nos avergüenzan como humanos.

Aquí encontraron más de 8000 cadáveres cuando cayeron los Khmer. La mayoría eran de presos políticos. El paranoico sistema estaba siempre buscando ¨El enemigo interno ¨.
En los alrededores del lugar hay fosas comunes y se adivinan huesos mal enterrados. Nunca sabremos de quienes son.

Like? Like?
Me preguntaba el conductor.
No. La verdad que no me gustó.

Como para ¨enriquecer¨ y redondear el programa seguimos a la vieja escuela convertida en prisión.
S 21 es solo uno de los muchos centros de detención que tuvo el régimen.
Todos los cuartos fueron achicados para crear muchos pequeños ambientes en donde se torturaba e interrogaba a los miles que por aquí pasaron.
Los pasillos son largos, las ventanas están doblemente enrejadas y una sensación de claustrofobia acompaña nuestro malestar mientras vamos recorriendo el tétrico lugar.

Cientos de fotografías de quienes pasaron y murieron allí son expuestas. Uno les mira la cara como queriendo saber un poco más de sus vidas. Hay mujeres, ancianos, jóvenes, locos ...Algunos con el alma vacía ya sabiendo sus destinos. Otros guardan un dejo de fe en sus ojos.

Con los peores métodos de tortura la gente iba confesando cualquier cosa que el Khmer quería escuchar con tal de no morir. Los mataban de todos modos, ahogados o apaleados contra un árbol ya que ni una mísera bala valían.

Se estima que más de 17.000 personas pasaron por Tuol Sleng. Solo siete pudieron sobrevivir. Siete. Lo lograron pues les eran útiles a los oficiales cubriendo ciertas tareas para ellos como pintar oficiales o arreglar las tuberías.

El lugar me afectó y mucho. Los audios que uno va escuchando así lo pretenden y vaya que lo han logrado. Es imposible salir de ahí y olvidar lo visto y vivido.

Ya había tenido suficiente de Phnom Penh. Ya no quería estar allí.

Al día siguiente recorrería los 314 kms que separan la capital de la ciudad de Siem Reap. Otra Camboya, mucho más linda, viva e interesante me esperaba. Otro mundo.