lunes, 25 de junio de 2018

Vistas desde la Torre de Gálata

La Torre de Gálata (Galata Kulesi) es uno de los símbolos de Estambul y con justa razón uno de los sitios mas visitados, tanto por su historia como por las fenomenales vistas que se obtienen sobre los techos de la ciudad, el Cuerno de Oro y el Bósforo.
 
 La Torre de Gálata fue construida en Estilo Romano en 1348 en Gálata, una citadela fundada por una colonia de genoveses de la desaparecida República de Génova, que entre 1273 y 1453 manejaron este sector de la actual ciudad que estaba separada de Constantinopla por las aguas del Bósforo.
 
Había existido en Gálata una torre previa de Estilo Bizantino llamada Megalos Pyrgos desde donde colgaban una enorme cadena que cerraba el paso sobre ambas orillas del Cuerno de Oro. Esta vieja torre fue destruida en 1204 durante el Sitio de Constantinopla durante la Cuarta Cruzada.
 
En lo mas alto de la Torre de Gálata hay un balcón redondo que suele estar atestado de gente. Allí se puede girar en un sentido de giro para no chocar con el resto y obtener una vista de 360 grados sobre los diferentes barrios de una ciudad enorme como lo es Estambul, cientos de minaretes. 
Vale la pena hacer la cola e invertir el tiempo para gozar Estambul desde arriba. Arriba hay un retsurante y también una confitería donde la torta de chocolate es muy rica. 
Debo reconocer que me daba un poco de pereza subir las escaleras, y pensaba que las vistas iban a ser parecidas a la de mi hotel, pero el viaje a lo mas alto de la torre son (previo pago) en ascensor y las vistas son francamente excepcionales. Para volver.

domingo, 24 de junio de 2018

Recorrido lacustre por el Delta de Okavango

El Delta de Okavango (tambien Okovango o Kavango) era uno de los platos fuertes cuando en Botswana. Este lugar, considerado como una de las 7 Maravillas Naturales de África, no podía fallar. El Delta de Okavango tiene una gran cantidad de fauna mayor estimada en 200.000 ejemplares, se pueden divisar los Big 5, y con un poco de suerte ver en acción a la única población de leones nadadores en el mundo.
Tras un reparador descanso en el Nata Lodge de la ciudad homónima salimos sin apuro hacia la ciudad de Maun. En una ruta en muy buen estado nos paró la policía por exceso de velocidad. Era verdad. Había carteles alertando de una velocidad máxima de 80 (por estar circulando en áreas protegidas) y veníamos a casi 120 kilómetros por hora. Nos muestran las cámaras y una lista que según el exceso tenía su coste en Pulas, la mondeda local. Habíamos vuelto a ingresar a Botswana tras unos días en Zimbabwe y en Zambia y no habíamos hecho tiempo para hacernos de metálico. Pudimos llegar a tiempo para tomar un paseo en lancha por algunos brazos de este gran delta.
El Delta de Okavango es una gran masa de agua de mas de 2 millones de hectáreas. Es agua del río Okavango que en estas tierras super planas encuentran lugar para asentarse allí donde casi se besan con el Desierto del Kalahari. No es un verdadero delta, pero a diferencia de otros que sí lo son, el de Okavango no desemboca en el mar, como suele suceder. Es un río que olvidó su camino al mar.

Hay al menos dos maneras de recorrer esta gigante superficie. Las más comunes son por aire o por agua. Nuestra idea inicial era hacer el recorrido en un vuelo escénico. Hay varias compañías trabajando en la zona pero no conseguimos lugar en ninguna y tuvimos que conformarnos con un paseo en lancha ofrecido por el Island Safari Lodge, nuestro hotel en aquella oportunidad.
Aún no estaba todo perdido. Un paseo lacustre también es bonito y puede ser otra forma de ver y acercarse a la fauna.
El capitán de la embarcación era un "Don Juan" y a cada mujer de la lancha le regaló un collar que hizo ahí mismo con flores tomadas del delta. Terminada su coquetería dimos inicio al recorrido por algunos de los muchos brazos de esta gran masa de agua.
Al rato el capitán de la embarcación y guía de turno nos alerta sobre una pareja de pájaros posando entre las ramas internas de un árbol frondoso en segunda línea y a unos 300 metros de donde nos encontrábamos. Costó encontrarlos, pero nosotros queríamos ver algún mamifero. Minutos después identificaba un solitario ave endémico en estas latitudes.
El recorrido siguió observando aves a diestra y siniestra. A esta altura nuestras esperanzas de ver fauna mayor se habían caído por la borda, así que aprovechando que entre los pasajeros se encontraba un experto en aves, nos dedicamos a escuchar y aprender sobre el comportamiento de algunos de los ejemplares locales.
El pasajero había viajado exclusivamente para hacer Birdwatching para una revista especializada y estaba dotado de mucha información y con una de esas máquinas de fotos de grandes tele objetivos que ya a la distancia se ven serios y profesionales.
Nuestro recorrido cobraba mayor interés cuando nos sumábamos al juego e identificábamos algún ejemplar difícil de ver, o aprendíamos de alguna conducta inusual por parte de las aves. Pese a no haber visto animales en esta suerte de Safari fotográfico, fue un plácido recorrido como (casi) siempre lo es el estar en contacto con la naturaleza. Claro que un lugar de la magnitud del Delta de Okavango merece dedicarle un poco más de tiempo del que teníamos nosotros en esta oportunidad