lunes, 27 de febrero de 2023

El palacio más grande del mundo

El Palacio Real de Caserta (Reggia di Caserta) fue encargado por el rey Carlos VII cuando las dinastías de los Borbón y de las Dos Sicilias quedaron unificadas dando de esta manera origen al nuevo Reino de Nápoles.
El rey parecía contar con fondos infinitos para la edificación de este nuevo centro administrativo, por lo que se comunicó con Luigi Vanvitelli, un pintor e ingeniero italiano que era el arquitecto oficial del Papa Clemente XII.
Siguiendo las ordenes del rey, el arquitecto dio inicio a las obras del palacio en un sobrio estilo 
barroco racionalista que se convertiría en su obra maestra.

Las obras comenzaron el 7 de enero de 1752, día del cumpleaños del rey dueño de la alcancía. Tuvieron algunos idas y vueltas ya que como era de esperar, resultó siendo mucho más costoso que los planes originales. Sea como sea el rey Carlos VII nunca lo pudo ver concluido ya que con la muerte de su hermano Fernando VI en 1759 tuvo que trasladarse para asumir el trono en España.

 El Palacio de Caserta se encuentra en la ciudad homónima, un importante centro comercial, agrícola e industrial de la Región de Campania, situado a unos 40 kilómetros al norte de Nápoles. La ciudad cuenta con unos 76.000 habitantes, calles con muchos pozos y este notable palacio declarado (junto a los jardines y el complejo arquitectónico de San Leucio) como Patrimonio de la Humanidad por UNESCO, en 1997.

Este palacio que había nacido con la idea de competir con el Palacio de Versalles y/o con el Palacio Real de Madrid vaya que consiguió su objetivo, ubicándose en lo más alto del podio, con cinco enormes plantas, 34 espléndidas escaleras, 1026 chimeneas alimentadas desde una sala gigante en el sótano, más de dos millones de metros cúbicos, 47.000 metros cuadrados y 1.200 habitaciones en su interior, en el palacio más grande del mundo. Además con el paso de los años terminó siendo el palacio más copiado del mundo.
En 1773 muere Vanvitelli y las obras quedan detenidas durante cuatro años, hasta que Carlo Vanvitelli, hijo del extraordinario Luigi retoma las obras, siendo el creador además y artífice necesario del famoso acueducto. No obstante, a partir de 1780 el Palacio de Caserta fue utilizado como casa de fin de semana, o de verano por varios monarcas y cortejanos del Reino de las Dos Sicilias, hasta que pasó a manos de la Casa de Saboya, una familia noble del norte de Italia que durante un período muy breve llegó a ocupar en simultáneo los reinos de España y de Italia, antes de su caída y posterior incorporación a la nueva Italia Unificada en el año 1860.
El rey Vittorio Emanuele III (rey de Italia entre 1900 y 1946) lo donó al Estado Nacional en 1919, al término de la Primera Guerra Mundial. También alberga en su interior y desde hace 100 años a la Academia Aeronáutica.

Durante la Segunda Guerra Mundial fue saqueado y ocupado por los Nazis.
El 14 de diciembre de 1943 se convirtió en el Cuartel General de los Aliados en la Península tras la Invasión Aliada de Italia, sufriendo el palacio grandes daños durante las contiendas.
Con el fin del más grande de los episodios bélicos se da comienzo a las obras de refacción y puesta en valor, trabajos que terminan en 1958.

A partir de entonces el Palacio de Caserta empieza a funcionar como museo, albergando también a diferentes escuelas de turismo y asociaciones municipales de Caserta. Da la sensación de estar vacío, o al menos desaprovechado, si bien es cierto que por su gran tamaño y el de sus jardines, el palacio ha quedado un tanto alejado del centro de la ciudad de Caserta.
En una distracción de los guardias seguí derecho por el gran pasillo de entrada, hasta que pude desviarme por la primera de las escaleras que no me llevó a ninguna parte digna de museo. Lo intenté por otra, y hasta subí por un ascensor deteniéndome en todos sus pisos sin encontrar lugar alguno por donde comenzar mi recorrido por las entrañas más interesantes del Palacio de Caserta. Apenas pude recorrer estas porciones hasta que fui descubierto e invitado a retirarme de los aposentos pues no tenía boleto alguno y el palacio estaba próximo a cerrar sus puertas y jardines.
Me quedé con ganas de recorrer sus jardines, considerados como uno de los más bellos de Europa. Estos jardines forman parte inexorable del palacio, son muy cuidados y se distribuyen a lo largo de |120 hectáreas, dónde por ejemplo hay jardines botánicos, fuentes y cascadas.