jueves, 10 de diciembre de 2020

Villa Fortabat (Loma Negra)

Corría 1866 cuando Luciano Fortabat compró tierras en la zona de Olavarría. No sabía que esa decisión iba a cambiar para siempre la fortuna de uno de sus herederos. Alfredo, el menor de tres hermanos tuvo astucia, coraje, suerte, tenacidad y la visión necesaria para formar la empresa cementera Loma Negra, que con el correr de las décadas se convertiría en una de las más grandes de la República Argentina, y daría con ello todas las condiciones para que Olavarría se desarrolle como una pujante ciudad con economía diversificada, y que hoy se conoce como la "Capital Minera de Buenos Aires".
A principios de 1920, Alfredo Fortabat, nativo de la cercana ciudad de Azul (Buenos Aires), había vuelto de cursar sus estudios en la Sorbone de Paris, y se enteró casi de casualidad de la existencia de una pequeña calera en Olavarría, explotada por un tal Carlos Landi. Curioso y entusiasmado, Fortabat contrató a un geólogo para tomar muestras de los suelos de los campos de su padre estanciero. Estos estudios arrojaron que los mismos estaban asentados sobre una importante cantidad de roca caliza (roca sedimentaria de Carbonato de Calcio) y caolín, un mineral de arcilla necesario para la elaboración de cemento.
Con estos datos promisorios, Alfredo Fortabat se lanzó a la aventura. Primero le compró la calera existente a Carlos Landi sin contarle acerca de su hallazgo ni intenciones, y luego la parte que le correspondía a cada uno de sus hermanos por el campo perteneciente a su padre. Para ello don Alfredo tomó un crédito en el banco de Olavarría.
En 1924, el vecino y calero Carlos Landi fue contratado por Alfredo Fortabat, y de hecho fue uno de los primeros habitantes en mudarse cerca de la fábrica de Loma Negra junto a su mujer y sus 10 hijos.
Se montaron unos galpones precarios que aún existen para solucionar el tema habitacional de los inmigrantes solteros que llegaban a Loma Negra para trabajar en esa primer calera en 1926
Don Alfredo decidió llamar a su empresa "Loma Negra" por ser esta cualidad geográfica el rasgo más característico de la región, conocida así durante los años de la Conquista del Desierto (1878 - 1885).

Cinco años más tarde, en 1929, Alfredo Fortabat decide poner en venta algunos terrenos continuos a la zona de Loma Negra (frente a la cementera) para que sean ocupados por sus trabajadores. Se daba así inicio a la formación de Villa Fortabat.
La Estafeta de Correos y Comunicaciones llegaba en 1930 para atender la demanda de los trabajadores inmigrantes que cada día conformaban un número más grande y no querían perder contacto con su lugar de origen. Cuentan los más adultos que por las calles de Villa Fortabat se escuchaban decenas de idiomas. Las juntadas y romerías eran cada vez más frecuentes entre los vecinos, quienes habiendo descubierto una suerte de paraíso pesquero en el cercano balneario de Claromecó, fundaron en el Club de Pesca y Recreativo La Corvina Negra.

En 1937 Loma Negra decide edificar  100 casas tipo chalet que iban a ser alquiladas a los trabajadores a cambio de un bajo alquiler, y con la ventaja de estar frente a la fábrica en lugar de hacerlo en la ciudad de Olavarría distante a 15 kilómetros. Vale aclarar que los trabajadores inquilinos de Loma Negra no pagaban impuestos, tasas o servicios.
Ese mismo año aparece también el primer Destacamento Policial que con el correr de las décadas se convertiría en una sub comisaría de la ciudad de Olavarría.
Villa Fortabat (o Loma Negra, como la llaman sus habitantes) se iba consolidando como núcleo urbano. En 1941 se pavimentan varias de sus calles, años antes de que sucediera lo mismo con la Ruta Provincial 51 que la une con Olavarría.

Una noche en una función del Teatro Odeón, Alfredo Fortabat quedó cautivado con la belleza de una mujer casi 30 años más joven que se encontraba con su prometido en el palco de enfrente. Le hizo llevar unos bombones rellenos y captó por primera vez la atención de María Amalia Lacroze Reyes.
Fortabat estaba casado pero estaba dispuesto a dejarlo todo por esta ninfeta que lo tenía deslumbrado.
Amalia y su pareja Hernán Lafuente fueron invitados a navegar por el Delta del Tigre. El dueño del barco (el "Pichi - Hue") era propiedad de Alfredo Fortabat, quien con un plan de a bordo logró tener un momento a solas con la futura Amalia y le declaró su amor pidiéndole que se case con él. No tuvo suerte y la deseada mujer se casó con su pareja y poco después quedó embarazada de Inés, su única hija. Esto no fue un obstáculo para Alfredo quien se las arreglaba para tener contacto con la pareja y cortejar, con la mirada aunque fuera, a su enamorada, y así fue como a fines de 1944, cuando Amalia y Lafuente viajaron a Europa, Fortabat los siguió y aprovechó la "casualidad" del encuentro para volver a declararse, y esta vez pedirle casamiento a Amalia Lacroze.
Ambos estaban casados y los trámites de divorcio no eran nada sencillos en esa época, además de que no estaba bien visto en los estratos altos de la sociedad a la cuál ambos pertenecían. No fue fácil. Se amaron a escondidas y los papeles de divorcio de ambas parejas llegaron desde Montevideo tras utilizar influencias y una significativa suma de dinero. Finalmente Alfredo Fortabat se casaba en secreto y por primera vez con Amalia Lacroze. La pareja pasó una inolvidable Luna de Miel en Paris y algunas islas griegas, y pasaron el año nuevo en El Cairo junto al rey Farouk y la estrella Rita Hayworth.

Loma Negra seguía creciendo como así también Villa Fortabat, que para aquel entonces ya superaba los 4000 habitantes. Entre 1958 y 1984 se abrieron 5 escuelas o centros educativos y también una sala de primeros auxilios gracias al mecenazgo de don Alfredo Fortabat, y en 1964 se mandó a edificar la Capilla Santa Elena, que le empresario erigiera en memoria de su madre, Elena Pourtalé de Fortabat.
En 1976 muere a los 81 años don Alfredo Fortabat de un accidente cerebrovascular, y es la Capilla Santa Elena el lugar elegido para que descansen sus restos (en 2005 los mudan a la bóveda familiar del Cementerio de la Recoleta en Buenos Aires). 

Fortabat deja atrás una importante herencia. Ese mismo año, Amalia, la mujer de su vida, y quien lo acompañase los últimos 30 años decide vender los terrenos de Villa Fortabat a sus ocupantes y, tras coquetear con todos los gobiernos y gracias a la obra pública (en especial durante el gobierno de Carlos Saúl Menem en la década del noventa) logra agrandar 100 veces su fortuna.

En 2005 Amalia vende Loma Negra al Grupo Camargo de Brasil en  1025 millones y se dedica mayoritariamente a labores en su Fundación Amalia Lacroze de Fortabat y a la construcción del Museo Fortabat, inaugurado en 2008 en dónde expone su gran colección de arte. Un gusto que pudo darse antes de morir en 2012.



martes, 24 de noviembre de 2020

"Los Guaraníes inventaron el fútbol"

Siempre se dijo que el origen del fútbol era inglés, sin embargo hay una versión cada vez más extendida que dice que el deporte más popular de todos los tiempos pudo haberse originado en el Paraguay, y más precisamente en la Misión de San Ignacio Guazú, en la ciudad homónima.
La Misión de San Ignacio Guazú funcionó desde diciembre de 1609. Originalmente era un asentamiento relativamente pequeño, pero una vez que el Cacique Arapysandú les presentó tierras a los dos sacerdotes fundadores, la misión creció en extensión y en importancia, ya que años más tarde salieron de aquí los contingentes Jesuitas que fundaron las misiones de Trinidad del Paraná (cercanas a la ciudad de Encarnación), San Cosme & Damián , Santiago o  Santa María de Fe.
La misión fue fundada con el nombre de San Ignacio Guazú ( "La Mayor" en Guaraní), para diferenciarla de la maravillosa San Ignacio Miní , en Misiones, Argentina. 

La ciudad de San Ignacio se encuentra a unos 260 kilómetros de Asunción, la capital del país. Se la conoce localmente como "La ciudad del fútbol" a partir de un documental de Mario Ybañez titulado "Los Guaraníes inventaron el fútbol". En este breve documental muestran, entre otras cosas, un diccionario Jesuita de 1693 que describe las reglas del balonpié mucho antes de que estas fueran reglamentadas por la Football Association de Inglaterra en 1863. Se jugaba con una pelota de resina que rebotaba con facilidad, o con balones de caucho, como en el caso de Brasil, dónde también está documentado el gusto por este juego, que además, era un pasatiempo de los días domingo.
 Antes de esta fiebre por llevarse los laureles de "Cuna del fútbol", la reducción de San Ignacio Guazú era más bien conocida como "La Capital del Barroco Hispano-Guaraní". Se trata de un destacado sitio en la Ruta de los Jesuitas en el Paraguay, que comprende los departamentos de Alto Paraná, Itapuá y Misiones. 
Hoy San Ignacio Guazú luce espléndida por primera vez en mucho tiempo, luego de haber permanecido en pésimo estado y decadencia durante décadas, e incluso haber sufrido un importante incendio en 1921. Frente a la iglesia funciona el Museo Diocesano de San Ignacio con una importante colección de arte barroco.
Durante los 150 años de evangelización de los indígenas se desarrollaron nuevos conocimientos en el campo de la música, la pintura, la arquitectura, la astronomía, el comercio y la economía que pusieron en el mapa esta región del mundo, que apenas estaba descubriéndose. No había arcos, es verdad, pero el dominio con los pies sobre la pelota ya existía en este lugar, y se lo llamaba Manga ñembosarai.




viernes, 13 de noviembre de 2020

Gandzasar, la montaña del tesoro

El Monasterio de Gandzasar es el sitio religioso más importante de la República de Artsaj, y da muestras y pruebas de cuan antigua es la presencia de los armenios y del Cristianismo en esta región de Eurasia disputada entre la República de Azerbaiyán, a la que pertenece de iure, y la separatista República de Artsaj, a la que sigue perteneciendo de facto, luego de las guerras que ambas naciones sostuvieron en tres oportunidades durante los últimos 100 años. 

El recinto que comprende al Monasterio de Gandzasar es uno de los sitios más importantes en lo que refiere a la Arquitectura Medieval Armenia y tiene alto valor histórico y cultural por todos los sucesos aquí acontecidos.

Al momento que escribo hay un alto al fuego luego de seis semanas de guerra entre los ejércitos de Azerbaiyán (con apoyo aéreo de Turquía y mercenarios Sirios) y de Arsaj, con apoyo de Armenia y más tarde de Rusia, quien abogó por la tregua. Este monasterio sigue en pie de milagro.
El complejo religioso se encuentra en la provincia de Martakert, en el peculiar pueblo de Vank (monasterio en armenio), un poblado de 1.500 personas que viven a los pies de las montañas de Gandzasar (que en armenio significa "Montaña del tesoro").
Este pueblo ecléctico vive su mejor momento gracias a los millonarios aportes que hizo en su momento el empresario y filántropo Levon Hairapetyan, antes de morir en una prisión de Moscú acusado de recibir una dádiva de USD 50 millones en la venta de Bashneft, una compañía petrolera. Entre las  curiosidades de Vank, el pueblo donde nació el empresario, podemos encontrar una réplica del Arca de Noé en dónde funciona un restaurante, y una cabeza de un león que además, cada tanto, ruge. También hay una linda colección de autos antiguos suspendidos sobre columnas.
Se dice que en el Monasterio de Gandzasar, más precisamente bajo el altar de la iglesia principal, se encuentra enterrada la cabeza de San Juan Bautista. Por ello es que aquí los visitantes piden por milagros que les son concedidos. También allí hay reliquias de su padre Zacarías, que figura tanto en la Biblia como en el Corán.

La historia también nos cuenta que Grigor Lusavorich , mejor conocido como San Gregorio "El Iluminador" (Patrono de Armenia), visitó está región en 301 luego de pasar 14 años encerrado en un pozo en la llanura de Ararat (Hoy Monasterio de Khor Virap). En ese viaje de libertad evangelizó a Urnair, un jefe tribal. Desde entonces Artsaj es Cristiano y fue por aquellos tiempos, dicen, cuando se construyó la primer iglesia precaria de madera en dónde actualmente funciona el monasterio. 
La historia del Monasterio de Gandzasar, propiamente dicha, comienza cuando el príncipe Asan-Jalal Daula trae de Palestina la cabeza de San Juan Bautista. En honor a ese episodio y dado el valor de la reliquia capturada comienzan las obras que se llevaron a cabo entre 1216 y 1238 gracias al financiamiento del Principado de Khachen. De forma inmediata los fieles empezaron a erigir la catedral central en honor a Hovhannes Mkrtich (San Juan Bautista), la iglesia más grande e importante del complejo monástico, y también de la región. 

El 22 de julio de 1240 la Catedral de San Juan Bautista fue consagrada y santificada ante 700 curas, un número exorbitante para la época, e incluso grande para nuestros tiempos. Cientos de textos  escribieron los monjes de Gandzasar durante los siglos siguientes, haciendo de este monasterio uno de alta jerarquía dentro de la Iglesia Apostólica Armenia.
Durante algunas décadas el monasterio experimentó los primeros saqueos a manos de hordas mongoles. En el siglo XIV la región comenzó a estar bajo dominio del Imperio Safávida, el más grande imperio iraní desde la conquista musulmana de Persia. Esta situación duró unas décadas, hasta que la zona pasa a formar parte del Imperio Otomano.

Hacia finales del siglo XV, y pese a el dominio musulmán en los alrededores, el Monasterio de Gandzasar se había consolidado en la zona como un reducto no sólo espiritual, sino de índole cultural y política. El Patriarca tenía autoridad sobre 330 iglesias y unos 900 asentamientos en la región. 

Desde el altar de la Catedral de San Juan Bautista se escribió en 1701 la carta que los 5 príncipes armenios mandaron a Pedro el Grande de Rusia pidiendo que sumen esta zona a su imperio a modo de protegerse de los musulmanes, y preservar la fe cristiana. El movimiento de resistencia comenzaba a tomar forma, ya que Rusia tardó muchos años en intervenir en el asunto.
En 1914 la Diócesis de Karabaj aún contaba con 222 iglesias. Luego de la Revolución Rusa, Nagorno Karabaj se convirtió en el único territorio de la URSS en dónde no funcionó una sola iglesia, pese a que el 90% de la población era cristiana y practicante. 
Ese caldo de cultivo y la búsqueda de identidad en el rompecabezas soviético por parte de los actores involucrados, provocó la Primer Guerra entre Armenia y de Azerbaiyán (1918-1920), y eso que ambas repúblicas democráticas llevaban apenas unos días de existencia.

Desde el Monasterio de Gandzasar se comandaban las acciones en el Alto Karabaj, y fue allí cuando resurgió el espíritu separatista de los habitantes de esta región, pero no lo lograron aquella vez por no asegurar un corredor de comunicación con Armenia.

En un juego de ajedrez en el que se buscaba un acercamiento a Turquía, la URSS entrega en 1923 los territorios de Nagorno Karabaj a la recientemente formada República Democrática de Azerbaiyán. Una decisión sin sentido que acarrearía problemas en el futuro, y así fue. 
En febrero de 1988, años antes la caída de la URSS, estalló la Guerra de Nagorno Karabaj, el más grave de todos los conflictos librados entre pueblos tras el colapso de la Unión Soviética.

A mitad de la contienda, entre 1991 y 1992, las tropas azeríes comenzaron a atacar con bombas, helicópteros y  artillería los alrededores de Vank y especialmente al Monasterio de Gandzasar, ya que querían desmoralizar a los locales. Los más fanáticos cuentan que los misiles se desviaban antes de lograr el objetivo. Sólo uno de esos misiles logró impactar el muro del monasterio, pero no explotó, y aún se encuentra en el mismo lugar. Fue lo primero que vine a ver en ocasión de mi visita.
En esa segunda guerra entre Armenia y Azerbaiyán, las tropas azeríes contaban , entre otros grupos, con el apoyo de 1500 muyahidines llegados de Afganistán,y un nutrido y experimentado contingente de mercenarios chechenos que tuvieron una irregular campaña con poco éxito entre 1992 y 1993, y que estaban comandados por el temible Shamil Basáyev (nombre de guerra Emir Abdallah Shamil Abu-Idris), un peligroso fundamentalista que gustaba de degollar a sus enemigos y beber su sangre, y que también fuera Primer Ministro de Chechenia antes de ser asesinado.
En esos días sucedió lo que más tarde sería conocida como la Batalla de Gandzasar, en dónde sólo 40 hombres, entre los que participaba el cura y jefe del monasterio, se enfrentaron valientemente a las tropas azeríes que, en esa ocasión contaban con al menos 400 guerreros entre sus filas. Este acontecimiento sólo hizo agrandar el sentimiento y la mística de que el Monasterio de Gandzasar es, cada vez más fehacientemente, un sitio milagroso y protegido, y que con el correr de los años, si es que hay paz en la región, puede acercar a miles de fervientes peregrinos, que sin duda serán bien atendidos y recibidos por los Kharabakhtsi.
En 2020, el Monasterio de Gandzasar, y por suerte para todos, volvió a salir ileso en esta última guerra librada entre Azerbaiyán y "su" territorio rebelde, la República de Arstsaj, que no quiere jamás formar parte de él. 

Según cuenta la BBC, que mandó varios emisarios a la reciente contienda, los habitantes de este pueblo abandonaron este área distante a unos 50 kilómetros de Stepanakert, la capital de un país que no existe
Nosotros también, como otros previos visitantes, salimos de la capital de esta autoproclamada república a explorar esta zona que cuenta con decenas de monumentos en sus alrededores. 
Por una ruta ascendente y ahora pavimentada se llega a un abra en dónde se adivina majestuoso y a la distancia, el Monasterio de Gandzasar, que sin duda es una de las grandes joyas arquitectónicas medievales existentes en Eurasia.

lunes, 2 de noviembre de 2020

Los Menhires de Tucumán

La Reserva Arqueológica Los Menhires se encuentra en El Mollar, una localidad del departamento Tafí del Valle de la provincia de Tucumán, la más pequeña de Argentina y bautizada por Domingo Faustino Sarmiento como "El Jardín de la República", leyenda que conserva desde entonces.

En la Reserva Arqueológica Los Menhires existe una colección de megalitos que pertenecen a la Cultura Tafí y que fueron esculpidos entre el 820 a.C. y el 780 d.C. Se trata de más de cincuenta monumentos de forma fálica, que pesan unas 4 toneladas y miden en promedio unos 3 metros de altura.

En la época en la que fueron esculpidas estas rocas graníticas no existían herramientas adecuadas, y ha de suponer que cada una de estos menhires demandó un largo tiempo de trabajo solidario en equipo, y un enorme esfuerzo para transportarlas hasta el sitio ceremonial, o de señalización astronómica, según pudo estudiar Karl Herman Konrad, un paleontólogo y naturista alemán que pasó gran parte de su vida en esta región de Argentina. La posta la agarró años más tarde el famoso etnógrafo y arqueólogo argentino, Juan Bautista Ambrosetti, descubridor del fantástico Pucará de Tilcara.
Alrededor de estas primitivas manifestaciones de roca, los habitantes de la Cultura Tafí celebraban sus rituales y ceremonias. Los Tafí se asentaron en estos valles entre el 300 a.C. y el 900, dónde se pierde información de su paradero. Fue un pueblo sedentario que practicaba la agricultura en terrazas (especialmente maíz) y criaba llamas para utilizarlas como medio de transporte de mercadería, o bien comercializarlas con parcialidades de los valles vecinos. Los Tafí nunca abandonaron sus hábitos de cazadores y tenían un sistema de viviendas semi subterráneas que se iban formando cual pétalo de flor alrededor de un patio a medida que las familias iban creciendo.

Los Tafí provienen del Altiplano boliviano. Su nombre proviene del Quechua Taktikllacta,que no por casualidad significa "Pueblo de la entrada espléndida", y eso es lo que uno siente cuando comienza a ascender por la Ruta Provincial 307 que regala inolvidables paisajes y sensaciones de la Selva Tucumana a diestra y siniestra antes de cambiar abruptamente de clima y paisajes al llegar a los Valles Calchaquíes, justo al otro lado de las cadenas montañosas del área de Tafí del Valle.
Luego de permanecer bajo dominio del Imperio Inca, los Españoles comenzaron a conquistar territorios cada vez más vastos. Así fue que en 1636, P. de Leguizamón y Guevara recibe en Merced Real estas tierras que su familia explotó con cultivos hasta 1716, año en que le venden la propiedad a la Compañía de Jesús.
Durante algunas décadas los Jesuitas realizaron explotaciones varias y se dedicaron a la tarea de evangelizar a todos cuantos pudieran en la zona hasta que finalmente fueron expulsados de América en 1767 por orden del Rey Carlos III de España.
Finalmente las tierras salieron a remate y fueron adquiridas por la Provincia de Tucumán. Pasaron décadas hasta que el gobierno, por fin construyó el primer camino de acceso a los valles.
La palabra Menhir viene de la unión de las palabras "Men" (piedra) e "Hir" (larga). Se trata de la forma más sencilla de un monumento megalítico. Si las piedras forman un arco tipo mesa, como en el caso de Stonehenge , a estos megalítos de los llama Dolmenes. 

Estos menhires en particular fueron trasladados hacia este sitio en 1977, luego de extraerlos de sus ubicaciones originales, y muchas veces de propiedades privadas, ya que los dueños de las tierras, con el correr de los siglos, utilizaron estos monumentos como columnas para sus casas, pircas o demarcaciones tipo mojón, perdiendo así la posibilidad de continuar con las investigaciones.
La Reserva Los Menhires se une a la lista de Patrimonio Cultural de la Provincia de Tucumán, sumándose a las Ruinas de los Quilmes, la Casa Histórica de la Independencia o el Museo de La Banda (ex Estancia Jesuítica La Banda), también en Tafí del Valle. Para proteger este acervo se creó en 1993 la Ley 24.262 que protege el Patrimonio Arqueológico Nacional, pero la misma quedó durmiendo en el cajón de algún funcionario, y no entró nunca en vigencia. Mientras tanto el manejo de los patrimonios en la provincia sigue estando casi siempre, pesimamente manejado.

sábado, 31 de octubre de 2020

El Sitio de Anatori

Al este de Georgia y perdida entre las montañas del Cáucaso se encuentra Khevsureti, una región histórica y muy rica, etnográficamente hablando. Un área dónde nunca existió el sistema feudal, sino que sus habitantes se regían por un Código Civil basado en antiguas tradiciones y valores, dónde los niños de las familias nobles eran educados para introducir valores Cristianos, fraternales, valientes y generosos entre sus gentes a través de la tradición oral y el ejemplo.
Es esta una zona de paisajes dramáticos, remota y desolada a la cual se accede por un viejo paso de montaña que desde 1799 se conoce como la Carretera Militar Georgiana, y que suele estar cerrada varios meses al año por las intensas nevadas que se producen en este área. Estamos a sólo 3 kilómetros del puesto de control de la frontera entre Georgia y Chechenia. Metros abajo se escucha la confluencia de dos ríos y las montañas al frente son bien escarpadas. 
Pasamos la noche Durmiendo en una verdadera aldea medieval, una experiencia inolvidable que vivimos en Shatili, que con 22 habitantes resulta el mayor asentamiento de la zona. Al día siguiente, tras un rato por caminos de montaña nos acercamos a el Sitio de Anatori.
Anatori era el nombre de una aldea que dejó de existir tras una Epidemia de Peste Negra que asoló a la zona en el siglo XVIII. Por aquellos tiempos la población de la Región de Khevsureti superaba las 15.000 personas, y desde entonces no ha dejado de disminuir. Claro que los Comunistas de la ex URSS tuvieron algo que ver, ya que en 1951 invitaron a retirarse a todos los pobladores descontentos con sus ideas, pero eso es otra historia.
En los años de Peste Negra, o Zhami como la llaman los locales, la gente moría como moscas. Uno a uno iban cayendo enfermos, y perdían la vida. En el afán de no seguir contagiando a sus familias y vecinos, muchas personas se fueron alejando de las zonas pobladas, y en lo remoto, dónde ya no podían poner en peligro a nadie, construyeron por voluntad propia, su lecho de muerte.
Construidas con piedras amontonadas, estas tumbas son la prueba de amor, coraje y compromiso social de los habitantes de este pueblo, que tomaron la decisión de no contagiar al resto y ganarle de esta manera la batalla a la temida Peste Negra, o Peste Bubónica, la epidemia más mortífera.
Por estar en un lugar tan remoto, y por el enorme respeto que despierta esta historia, estas tumbas permanecen casi inalteradas, como si no hubiera pasado casi el tiempo desde el siglo XVIII. En las ventanas hay copas tipo Cáliz y monedas antiguas que la gente va dejando para hacer más placentera la vida en el más allá para aquellos que obsequiaron su vida a favor de los demás.
Todo es original menos las ventanas con rejas, ya que gente llegada de Chechenia robaba los huesos para utilizarlos en ceremonias paganas.
El Sitio de Anatori es emotivo e invita a reflexionar como es que hicieron estos mártires para construir estas tumbas e irse encerrando adentro sin la ayuda de un tercero.
Una de las teorías más aceptadas es que estas construcciones ya existían y los muertos se acostaban sobre la tierra, bajo estas estructuras a dejarse morir. Esta teoría cobra sentido ya que algo similar sucede en Dargavs ("La ciudad de los muertos") en la vecina Osetia del Norte distante a sólo 65 kilómetros de distancia de Anatori. La idea pudo haber sido tomada de estos pobladores al otro lado de la montaña, pero las tumbas no guardan otro parecido.
Desde allí continuamos camino a La aldea medieval de Mutso en donde nos aguardaba un recorrido interesante pero de alta exigencia física.

miércoles, 7 de octubre de 2020

La serrana Villa del Totoral

Villa del Totoral es una localidad colonial situada al norte de la provincia de Córdoba. Se encuentra apostada en el Valle de Cavisacate, a 784 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y a poco más de 80 de Córdoba capital. Villa del Totoral fue morada y refugio de un ganador del Premio Nobel de Literatura y de otros grandes poetas y pintores del siglo XX, pero su historia comienza mucho antes, en los tiempos en el que era una posta en el Camino Real que unía Buenos Aires con el Alto Perú (actual Bolivia), y que llegaba hasta Lima, capital del Virreinato de Perú.

Esta apacible localidad serrana de unos 8.500 habitantes permanentes, como muchas otras del interior argentino, tiene estructura de damero, y sus edificios más importantes se encuentran alrededor de la plaza principal. Allí encontramos, por ejemplo, a su bella iglesia. Se trata de Nuestra Señora del Rosario erigida entre 1870 y 1872 gracias a una importante donación de un tal Narciso Navarro y a la dedicación de un albañil llamado Victorio Zedda, que le valió un poema del famoso Pablo Neruda.
Pablo Neruda, uno de los dos chilenos en ganar un Premio Nobel (la otra es Gabriela Mistral, también en Literatura) pasó una temporada en Villa del Totoral, en donde escribió uno de sus famosos poemas. Se trata de "Oda al albañil tranquilo" , el cual transcribo a continuación:
El albañil
dispuso
los ladrillos.

Mezcló la cal, trabajó
con arena.

Sin prisas, sin palabras,
hizo sus movimientos
alzando la escalera,
nivelando
el cemento.

Hombros redondos, cejas
sobre unos ojos
serios.

Pausado iba y venía
en su trabajo
y de su mano
la materia
crecía.

La cal cubrió los muros,
una columna
elevó su linaje,
los techos
impidieron la furia
del sol exasperado.

De un lado a otro iba
con
tranquilas manos
el albañil
moviendo
materiales.

Y al fin
de
la semana,
las columnas, el
arco,
hijos de 
cal, arena, 
sabiduría y manos,
inauguraron
la sencilla firmeza
y la frescura.

¡Ay, que lección
me dio con su trabajo
el albañil tranquilo!


Otro de los visitantes ilustres de Villa del Totoral, y también poeta, fue el andaluz Rafael Alberti, quien vivió aquí entre 1939 y 1942 mientras escapaba del Franquismo en España. Vivió en el mismo lugar en dónde Pablo Neruda, una estancia que perteneció al abogado Rodolfo Aráoz Alfaro, secretario general del Partido Comunista en América Latina.
Ya en 1576, Jerónimo Luis de Cabrera, (fundador de Córdoba, militar, explorador y conquistador) repartió las tierras del Valle de Cavisacate y en 1590 cede en merced las tierras dónde hoy se encuentra Villa del Totoral al Capitán López Correa, hombre de su estricta confianza. Le deja la misión de crear una posta en el Camino Real, el camino que unía Buenos Aires con Lima y más allá. Este camino tenía un sistema de postas para los viajeros, y la más cercana era la Colonia Caroya, aunque fundada recién en 1616 por la Compañía de Jesús en su paso por América.
En 1592, dos años más tarde de la venta, el Cuzqueño Pedro Luis de Cabrera, hijo del otro, tres veces alcalde de Córdoba, militar e hidalgo, vuelve a comprar las tierras y forma la Estancia San Esteban del Totoral, que ya es dividida por sus hijas cuando el muere.
Pasaron siglos hasta que en 1862 finalmente se funda Villa del Totoral  como Villa General Mitre, en honor a las exitosas campañas del general. No obstante como fecha de fundación figura el 6 de agosto de 1860, que fue el año en el que se promulgó una Ley de Expropiación dictada durante el gobierno provisorio de don Félix de la Peña. 
Hoy se multiplicaron los árboles a la vera del serpenteante río. También las casas sobre sus calles de tierra, pero sigue manteniendo su espíritu serrano incluso en los meses de temporada, en dónde triplica su población original. La gente llega hasta aquí buscando paz y un contacto con la naturaleza sin sacrificar algunas comodidades propias de la ciudad.
Entre las actividades principales que Villa del Totoral ofrece a los visitantes se encuentra el balneario "Cajón de Piedra" o "La Cascadita". Allí quedan algunos morteros en las piedras hechos por los Comechingones, los habitantes más antiguos que se conocen de la zona.
El Museo Octavio Pinto también merece un rato para conocer detalles de la vida del pintor.


domingo, 4 de octubre de 2020

La Mina de Incahuasi

Las Minas de Incahuasi están  rodeadas de varios volcanes  extintos a poco más de 4.000 m.s.n.m. en el límite septentrional de la provincia de Catamarca, en Argentina. Más precisamente se encuentran a los pies del S.O. del Salar del Hombre Muerto en un área muy remota, que hoy cobra cierta fama por estar dentro del codiciado "Triángulo del Litio" que se extiende hasta el "Salar de Uyuni" en Bolivia y el "Salar de Atacama", en dónde aparentemente se concentra el 85% del litio del planeta.

Unos días antes de la primavera de 2019 organicé un viaje junto a mi madre y una amiga por la provincia de Catamarca, una de mis tres preferidas de Argentina. Claro está que no podía quedar exento un recorrido por algunos de los paisajes más lindos de la Puna argentina. Aprovechando que salíamos de Antofagasta de la Sierra hasta Tolar Grande (paisajes espectaculares que van cambiando notablemente con el correr de los kilómetros), en la vecina provincia de Salta, encontré una nueva oportunidad para recorrer este sitio sin apuro, aunque tampoco con tanto relajo pues, días antes había caído una nevada que podría dificultar nuestros planes originales. De hecho tuvimos que recalcular algunas etapas por fuertes "Vientos Blancos". Cosas de la Puna.
Las Minas de Incahuasi ("Casa del Inca" en Quechua) fueron explotadas originalmente por los Incas, sin embargo años más tarde llegaron los españoles y tras algunas décadas lo hicieron los seguidores de la Orden de San Ignacio de Loyola. Ha de haber supuesto un enorme esfuerzo para los Jesuitas el establecerse en esta región tan aislada de la Puna en dónde el agua más cercana se encuentra a poco más de 4 kilómetros de distancia, en la "Vega de Agua Salada", en dónde existió un segundo y más pequeño núcleo poblacional de las Minas de Incahuasi.
Dentro de los restos de esta antigua explotación minera, hoy podemos encontrar los indicios de al menos 31 complejos arquitectónicos en dónde existen vestigios de una iglesia con campanario, también de algunos corrales para animales, un número de almacenes para guardar los laminados de oro y al menos 70 habitaciones, la mayor parte de ellas, para uso comunitario.
Antiguamente esta mina llevaba el nombre de "Nuestra Señora de Loreto de Incahuasi". Los únicos documentos que dan fe de este momento corresponden a 1766, un año antes de la expulsión de los Jesuitas de América, por orden de Carlos III, rey de España. Esos documentos enseñan que la explotación de las Minas de Incahuasi respondían a las órdenes del Corregimiento de Atacama, al otro lado de la Cordillera de los Andes, y en lo que actualmente es Chile. De hecho, para gran parte de la construcción de las minas se valieron de la ayuda de los Atacameños.
En el año 1775 los españoles que explotaban las Minas de Incahuasi tuvieron un conflicto con los trabajadores nativos, quienes abandonaron las instalaciones de la mina ante temores de represalia
Aunque no eran muy afectos a este tipo de trabajo duro, especialmente en estas latitudes dónde nada se hace sin un considerable esfuerzo físico, los españoles agregaron algunas construcciones de adobe a la estructura original de la mina de oro.
No había agua cerca y los alimentos, la mayor parte de las veces llegaban desde varios valles lejanos, desde la provincia de Tucumán.
Hasta 1933 la explotación de las Minas de Incahuasi continuaron de forma esporádica durante las dos décadas siguientes. En 1954 llega al lugar una nueva empresa con ánimos de exploración. Se trata de la Compañía Minera Incahuasi quien permanece explotando las minas durante algunos años antes de perder interés por este sitio apenas accesible. El precio del oro no amerita el esfuerzo.
Las Minas de Incahuasi estuvieron abandonadas varias décadas hasta despertar el interés de nuevos inversores. Esta vez no se dedicarían a la extracción de oro, como se vino haciendo aquí durante siglos, sino que algunos grupos inversores comenzarían a prestar atención a la nueva y fuerte demanda del Litio, conformándose en 2017 la Argentinia Lithium & Energy Corporation (Grosso Group de Canadá), que tiene el 100% de los derechos de explotación sobre las más de 23.000 hectáreas del Salar del Hombre Muerto, en dónde también existen cantidades considerables de Potasio.
Lo mejor de este recorrido sin duda serán los espectaculares y cambiantes paisajes que nos regala el recorrido por la Ruta Provincial 43 en su recorrido entre las localidades de Antofagasta de la Sierra en Catamarca y el poblado de Tolar Grande en la provincia de Salta.
Las Minas de Incahuasi (Monumento Histórico Nacional) siempre será una interesante parada para los buscadores de gemas ocultas de paisajes remotos.

En esta ocasión encontramos la ruta tapada por nieve, pese a la época del año. Los desvíos obligaron a tomar algunos riesgos no recomendados para aquellos que se aventuren solos en estas remotas tierras de la Puna de Catamarca. Lo mejor siempre por aquí es ir acompañado al menos por un segundo vehículo.
Con tres o cuatros desvíos a campo traviesa que alargaron dos horas nuestro recorrido, pudimos finalmente llegar a salvo a la localidad de Tolar Grande, que supo tener un ramal de tren, el C-14 del Ferrocarril General Belgrano que comunicaba esta pequeña población con en importante puerto de Antofagasta en Chile a través del Paso Socompa a 3.876 m.s.n.m.