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lunes, 14 de octubre de 2019

Las Tumbas saadíes

Las Tumbas saadies hoy son uno de los sitios más visitados de Marrakesh. Dar con ellas nunca fué fácil, de hecho estuvieron escondidas de los infieles durante siglos. Las encontraron los franceses de casualidad cuándo en 1917 sobrevolaban la ciudad en busca detomas aéreas y perspectiva para hacer algunos estudios urbanos. Desde entonces han estado abiertas al público.
Las Tumbas saadies se encuentran junto al muro sur de la mezquita de la Kasbah (Moulay Al -Yazid, o mezquita de los viernes). Para entrar hay que saber hallar el pasillo o hueco en la muralla que lleva al interior del recinto, y todavía todo parece raro por la angostura del mismo. Una vez dentro y pagado la entrada se llega a un lugar que a primera vista podría pasar como uno de los tantos jardines públicos que tiene esta ciudad, aunque en realidad se trate de una verdadera y destacada necropolis. 
Los saadíes eran una tribu del sur de Marruecos que se decían descendientes de Mahoma. A mediados del siglo XV destituyeron a los benimerines. Una vez ocurrido esto, los saadíes mudaron sus bastiones a Marrakesh. La historia nos cuenta que a partir de este momento llegaron años de mucho esplendor, de bonanza, franco desarrollo y crecimiento. Tanto fue el crecimiento que hicieron de Marrakesh una de las ciudades más habitadas del mundo árabe.
Puede que las Tumbas saadíes no sean para todo el mundo. Los menos interesados en el arte y la arquitectura se sentirán un poco decepcionados, o incluso estafados, aunque la entrada valga lo mismo que cualquier otro museo estatal. Quienes quieran cuidar el dinero quizás puedan ir directamente al Palacio de la Bahía que se encuentra muy cerca y tiene más fama o relevancia. La otra mitad va a disfrutar del trabajo meticuloso, del lujo y el ambiente relajado.
Las Tumbas saadíes se dividen en dos mausoleos. El primero y principal tiene forma cuadrada y es la que mayor ornamentación, sofisticación y ostentación. Allí se encuentra la Sala de las12 columnas, lugar dónde descansan los restos mortales del gran sultan Al Mansur, y de su familia directa.
Esta sala puede que sea el mejor exponente de los 400 años de cultura saadí en todo Marruecos.
Vale la pena ir informado ya que, al menos al momento de mi visita, el lugar carecía de información alguna acerca de lo que estamos observando. Es la nada o contratar un guía.
Con azulejos coloridos y de gran ornamentación y trabajadas cenefas de madera luce la tumba o Qubba de Lalla Messauda, madre del sultán Al Mansur (1578-1603), colocada por sobre la del padre del sultán, Mohamed Cheikh.

Cuándo la dinastía saadí fue derrocada, las paredes del recinto fueron tapiadas por Mulay Ismael, y de este modo permanecieron secretas durante tantos años.
En el exterior del recinto hay 170 tumbas que pertenecen a los soldados más fieles de la dinastía.
La gente viene a la mañana por el clima más benigno, y vale aclarar que el lugar cierra al mediodía, no obstante las tardes suele ser el mejor horario para tener el lugar todo para uno. O casi.

martes, 25 de abril de 2017

El Palacio de la Bahía

Desde afuera no dice mucho y con sus muros color terracota el Palacio de la Bahía logra pasar un tanto desapercibido entre otras edificaciones de Marrakesh. El Palacio de la Bahía (قصر الباهية) se encuentra a una corta caminata de la gran plaza Yamaa el Fna, la de los encantadores de serpientes y el bullicio propio del epicentro mismo de la vida social y comercial de Marrakesh.


Con un poco de cambio (10 Dirham) se puede ingresar a uno de los palacios mas atractivos de esta vibrante ciudad. Quizás con la idea de refugiarse un poco del intenso ritmo de vida de Marrakesh o del implacable sol marroquí, ya que adentro es muy fresco, el Palacio de la Bahía (قصر الباهية)  se presenta como una buena parada. Hay varios patios y rincones en donde uno puede (además de trasladarse en el tiempo) encontrar un lugar en donde descansar. Lo mejor es hacerlo antes del medio día, en donde se empiezan a agolpar los visitantes, todos buscando sombra, claro.
El Palacio de la Bahía fue construido en dos etapas y sin planos a partir de finales del siglo XIX. Primero por el arquitecto El Mekki bajo ordenes de Bah Ahmed Ben Moussa, Grand Vizier o Jefe de Estado del Sultán Mulay El Hassan, y mas tarde del ambicioso Mulay Abd- Al Aziz (o Abdelaziz), quien quizo construir el palacio mas grande de todos los tiempos. Para ello fue adquiriendo todas las propiedades circundantes hasta llegar a los 8.000 metros cuadrados con los que cuenta el palacio. De forma irregular tiene 340 metros de longitud y 95 en su parte mas ancha.

Actualmente el Palacio de la Bahía es usado para recibir a comisiones de gobiernos extranjeros. En una de sus alas funcionan las oficinas del Ministerio de Cultura de Marruecos y sus patios son ustilizados en ciertas ocasiones para desfiles militares. Así y todo, y guardando cierta objetividad, uno no puede decir que el estado del inmueble sea óptimo, y eso que tampoco es tan viejo. Uno se queda con la sensación de que se le podría sacar mayor provecho a las 150 habitaciones del edificio, la mayor parte de ellas vacías. En antaño cada una de ellas cumplía una función diferente, razón por la cual el recorrido guiado de uan hora y media de duración puede ser una buena idea. Además no hay carteles como para obtener información de lo que estámos viendo.
Las habitaciones mas importantes del complejo del Palacio de la Bahía daban a un Patio de Honor de 50 x 30 metros, el mas grande de varios patios. Este tiene pisos de mármol y una fuente cuadrada en su centro. Las 12 habitaciones con salida a este patio en su momento eran utilizadas por las 24 concubinas de los sultanes. Hoy en día funciona una importante sala de recepción utilizada por el gobierno de Marruecos.
Lo mejor sin dudas es caminar mirando siempre hacia arriba, a modo de poder admirar el fino trabajo de los artesanos de arte islámico y marroquí, especialmente en los techos y cielorrasos.
El Palacio de la Bahía (o Palais Bahia) no te va a dejar con la mandíbula por el suelo, eso de seguro. De todos modos resulta uno de los imperdbles de la ciudad.


hay mas de 170 tumbas en los patios. Estas corresponden a los restos de los sirvientes y empleados mas leales de la Dinastía Saadie

domingo, 19 de junio de 2016

Entre especias y hierbas en Marrakesh

Un actor principal de Marruecos son los diferentes Souks (سوق) o mercados que nadie debiera perderse. Los hay de todo tipo, especialidad y tamaño, y Marrakesh no es la excepción a esta colorida tradición del mundo árabe.

Durante miles de años, el mundo árabe ha comercializado especias llegadas desde todos los rincones del sub continente indio. Para perderse en ese clima que involucra a los 5 sentidos sólo hay que acercarse hasta el final de los Souks que se encuentran por fuera de la Medina, y encontrar la escondida plaza de Rabha Kedima, con sus famosas herboristerías y sus farmacias tradicionales (Aashab), en donde es posible conseguir alguna medicina o "poción mágica" (y hasta animales disecados) para tratar todos y cada uno de los males que aquejan a la humanidad.

Las mujeres y los mas coquetos tienen aquí un sitio en donde las cremas, los tónicos, los maquillajes y los aceites (en especial el de Argán) parecen hacer maravillas para tratar las arrugas. Sea como sea, si buscas con seguridad encontrarás algo que te venga bien.
Hay cremas, aceites, remedios y pociones, pero las especias son el mayor protagonista de los puestos y locales de Rabha Kedima. Cada uno de los comerciantes hace su propia mezcla de especies. Son muy orgullosos y competitivos al respecto. Entre esas mesclas destaca el Ras al Hanout, la mas famosa y tradicional. Según quien la haga puede llevar entre 4 y 32 especias diferentes. El nombre significa algo así como "Cabeza de Tienda", o lo mejor que tiene para ofrecer el vendedor, o la tienda.

Estas especias son las que le dan ese toque tan exótico a la gastronomía marroquí. En cada bocado aparece el sabor del cardamomo, la intensidad del jengibre, la pimienta negra, el color del azafrán y de la cúrcuma, el aroma de la canela, el anís y la nuez moscada estarán presentes en cada plato que comamos en Marruecos, no importa la hora. Todas estas especias se consiguen en cualquier ciudad del mundo, pero hay otras que no, y quizás te quieras llevar algo a casa para recordar tus días por aquí.
Como en todo mercado en Marruecos, la consigna y el Modus Operandi es regatear. Verdad que a la corta se convierte en algo tedioso y hasta aburrido a la hora de hacer compras, en especial para los menos pacientes, pero resulta una oportunidad para acercarse mas al vendedor y a la cultura local.

Como punto de partida y "regla implícita" es bueno saber que a la hora de hacer las compras nunca deberías pagar mas de la mitad del precio inicial propuesto por el vendedor.
Viajar siempre nos da la oportunidad de incorporar nuevos sabores, y son muchos los países a los que se acercan miles de personas cada año solo para comer. El Turismo Gastronómico se consolida como una firme opción a la hora de elegir un destino. Desde los diferentes países se ofrece sin complejos la posibilidad de hacer un circuito o ruta culinaria generalmente concentrada en una región (la Toscana en Italia, la Provence en Francia, etc) o en un producto en particular, como puede ser el vino o los quesos.

Si en Durban (Sudáfrica) existe la Ruta del Curry, Holanda tiene la de sus quesos, España tiene varias como la Ruta del Jamón Ibérico, del bacalao o la oliva, Portugal la del Oporto, Croacia la de las ostras, México la del agave o Tequila, Escocia la Ruta del Whisky y Suiza la del chocolate, no veo por que Marruecos no puede tener su Ruta del Ras al Hanout (رأس الحانوت) la mas famosa mezcla de especies.
Después de un rato en la Plaza de Rabha Kedima uno pierde el olfato y la paciencia, si es que no se desmayó antes por el calor. Aunque este no sea el sector mas concurrido por los turistas, el asedio de los vendedores tratando de acercarte a sus puestos resulta agotador. Las terrazas son un buen lugar para relajar un rato y refrescarse con un jugo de frescas naranjas del Atlas o tomar un té verde mientras se observa las horas bulliciosas de Marrakesh. 

lunes, 14 de marzo de 2016

Los Jardines de la Menara

Marrakesh es la ciudad mas visitada de Marruecos. Las hay mas interesantes, pero no carece de atractivos turísticos. Uno de esos lugares que recomiendan visitar son los Jardines de la Menara, un sitio muy querido y visitado por parejas y familias locales.
Resulta que los "jardines" no son lo que uno espera, y la sorpresa puede ser grande y decepcionante. Había hecho mis investigaciones por Internet, y aunque las opiniones de quienes habían estado no siempre eran buenas, decidí arriesgarme pese a no contar con tanto (preciado) tiempo.
Lo primero que llama la atención en los Jardines de la Menara es el gran lago artificial que domina la escena (200 x 100 metros). Aparentemente el agua llega desde las Montañas del Atlas distantes a unos 30 kilómetros de este lugar, mandado a construir 9 siglos atrás por el primer Califa de los Almohade, un imperio de origen Bereber que dominó el norte de África y el sur de la Península Ibérica por poco mas de 100 años.
El nombre de "Menara" viene de "Menzeh" y fue usado a partir de la construcción del pequeño pabellón de techos verdes que se encuentra apostado junto al lago. Era el lugar a donde gustaba pasar los veranos el Sultan Abd ar Rahman Ibn Hisham, quien lo mandó a construir en 1659, durante los últimos años del Sultanato Saadí. La leyenda (por que siempre hay una) cuenta que el Sultán ahogaba a todas las jóvenes con las que había tenido relaciones sexuales pero no pasarían a formar parte de su harem. No quería compartirlas con nadie.

En los Jardines de la Menara (حدائق المنارة) funcionaba un gran huerto y son miles los árboles de olivos que regalan un poco de sombra. Debe ser interesante visitar este lugar en época de cosecha.
Lo primero que pensé al entrar tras una larga caminata desde la Medina (se encuentra a unas 25 cuadras) fue: "Menos mal que al menos no cobran entrada en este lugar". Minutos después pagaba para ver absolutamente nada en el pequeño pabellón de techos verdes.

Realmente no vale la pena acercarse hasta aquí mas que para ver un atardecer, fumar un poco de Hashish, caminar o ver comer a las Carpas del lago. Quizás para algunos la posibilidad de sacarse una foto montado en alguno de los camellos flacos y descuidados que hay justo afuera del lugar.

Le guste a quien el guste, los Jardines de la Menara no tienen ni por asomo el encanto y la magia que si tienen Los Jardines de Majorelle , uno de los rincones mas bonitos de Marruecos, y para el caso unos jardines de verdad, aunque no carguen con tantos años de historia.
Para los que gustan ver el vaso medio lleno, este es un buen lugar para ver caer el sol (asediados continuamente por los vendedores ambulantes), pero en caso contrario, la visita resulta de lo mas prescindible. La próxima vez que venga (casi vuelvo este año) no pienso venir. Hay mas y mejor para ver y hacer allá afuera en Marrakesh.

lunes, 25 de enero de 2016

Los Jardines de Majorelle (o la casa de Yves St Laurent)

Los Jardines de Majorelle (حديقة ماجوريل) son uno de los rincones mas bonitos de Marrakesh y uno de los sitios mas visitados de todo Marruecos, lo cual es completamente entendible. Se trata de los jardines creados alrededor de la casa estudio que el francés Jacques Majorelle tuvo alguna vez en el norte de África. Un paraíso con una atmósfera única.
Jacques Majorelle (1886-1962), hijo del ebanista Louis y pintor quedó fascinado con la luz de la ciudad de Marrakesh, y tras volver en una o dos ocasiones compra esta finca en las afueras de la Medina con la idea original de instalar su taller. Mal recuperado de Tuberculosis, el lugar resultaba ideal, tanto por su clima seco como por ser (en aquellos años) un Protectorado francés.
Para la construcción de su casa-taller utilizó los conocimientos del arquitecto Paul Sinoir. La casa, si bien es de estilo morisco, tiene claras influencias de modernismo. Desde hace algunos años funciona un Museo Bereber, en donde se exponen, entre otras cosas, manuscritos, fotografías de las tribus nómades características del norte de África y toda la colección que perteneciera a Yves St Laurent.
Con el paso de los años el interés del pintor por la botánica fue creciendo, y ese tímido jardín alrededor  del estanque se fue agrandando. Majorelle siguió trayendo plantas desde todos los rincones del mundo, logrando crear un ambiente digno de un jardín botánico. Muchas plantas son exóticas y desconocidas. Destacan los cactus, de los cuales hay a montones.
Cuando en 1937 crea ese famoso color azul cobalto que hoy lleva su nombre, Majorelle decide aplicarlo en cada lugar que le daba la oportunidad de pintarse. De este modo logra "enfriar" todo el conjunto del jardín creando un lugar fascinante y eléctrico. En 1947 decide abrir su casa al público, ya que para ese entonces los jardines eran mas conocidos que sus cuadros y la gente ya empezaba a hablar del "Azul Majorelle". Quizás esta sería su obra maestra. Lo cierto es que millones conocen este particular azul, muchos han visitado sus jardines y pocos saben como son sus cuadros.

Los Jardines de Majorelle son un espacio en donde participan los 5 sentidos. Es una suerte de oasis. Un lugar que propone un descanso en la siempre ajetreada ciudad de Marrrakesh (مراكش ). Uno oye a las ranas de los estanques croar. Su sonido no logra confundirse con el de las aves, pero si con el batir de las hojas de esos árboles que regalan una de las sombras mas memorables del viaje.
En 1980, el famoso modisto Yves St Laurent y su pareja Pierre Bergé compran la casa en Marrakesh por temor a que esta sea destruida, ya que había planes de construir un gran hotel. No se equivocaron. Hoy la propiedad se encuentra en la zona nueva de Marrakesh, en donde están las grandes marcas internacionales y residen los empresarios extranjeros.
Con ayuda del arquitecto y diseñador de jardines Madison Cox le devuelven el esplendor que supo tener en sus años de gloria. O más. Todos eran enamorados de Marrakesh y sus encantos. Madison por los misterios de los jardines árabes y St Laurent y Bergé por ser el lugar en donde pasaban las tardes enamorados bajo la sombra de los árboles en cada visita a la ciudad. Vivieron felices en esta casa durante varios años. Otras épocas de exceso y descontrol, y más de una página escrita entre los escándalos del momento y los anales de la justicia.

Fueron muchas las mejoras y la casa siempre estuvo abierta al público respetando los deseos de Jacques Majorelle, su creador. La entrada que se cobra es para paliar a los 20 jardineros que se necesitan para mantener al lugar de la manera espléndida en la que se encuentra.

Yves St Laurent murió en Paris en junio de 2008. Bajo una columna romana traída desde Tangier, descansan en estos mismos jardines las cenizas de Yves St Laurent. Desde 2010 la calle en donde está la entrada a los Jardines de Majorelle lleva su nombre.
Para disfrutar el lugar a pleno, lo mejor es venir mas de una vez o llegar temprano en la mañana, ya que por las tardes son muchos los turistas que hasta aquí se acercan.

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