domingo, 31 de marzo de 2013

Navegando en Ilha Grande

Me habían extirpado la vesícula días antes de este viaje por agua. Un poco temeroso partí junto a mi hermana a Río de Janeiro, y digo temeroso porque si me llegaba a pasar algo relacionado con mi reciente operación, iba a estar a varias horas del hospital mas cercano.

Volamos en TAM llegando puntual al aeropuerto desde donde tomamos un bus de tres horas con destino Angra Dos Reis.
El bondi nos bamboleaba de lado a lado en cada una de las muchas curvas. Al principio parecía divertido. Luego había que prestar atención y adelantarse a la curva para no perder la oportunidad de agarrarse de algo. Al final era un sufrir. 

Nosotros teníamos que bajarnos un poco antes, en un lugar llamado ¨Puerto Pirata¨.
Fue un alivio bajar. Solo nos restaba caminar unos cientos de metros, para encontrarnos con mi madre y su marido (el capitán). No habían pasado ni cinco minutos que ya todos nos habíamos encontrado.

Nos surtimos de algunas provisiones indispensables y otras que no tanto.
La idea de este viaje era recorrer la isla mas grande la de Bahía de Angra dos Reis, ahí donde muchos afirman que se encuentra el paraíso.
Una vez abordo nos dirigimos a un pequeño muelle para hacernos de combustible.Cargamos hectolitros de Gasoil en los tanques de nuestro velero alquilado para la ocasión, el "Geminis", que sería nuestra casa durante la próxima semana.
Nos quedaban unas pocas horas de luz y zarpamos. Yo era el único en el barco que no conocía la zona siendo los otros viajeros recurrentes. Me maravillaba el color del mar salpicado por estos islotes tupidos de vegetación.

Comimos a la luz de la luna varios mariscos frescos y rato mas tarde ya estábamos durmiendo profundamente,  mecidos por el mar.
 
Siempre es el agua golpeando el casco la que te levanta cuando dormís en un velero. Sumado a las responsabilidades que a cada uno le tocan a bordo uno siente culpa de quedarse ese ratito más en cama. Las mías eran preparar el Whisky o la Caipirinha y no mucho más que recuerde.
 
Tras unas 20 hs en el agua nos fuimos acercando a Ilha Grande disfrutando de magnificas vistas al mar, a las islas, a las grandes mansiones que dominan desde arriba de ellas o a los leprosarios que alguna vez albergó la isla en su rico pasado.

Comenzamos recorriendo casi una docena de las 100 playas que tiene la isla dejando lo mejor para el final. Todas tenían algún atractivo. Siempre hay alguna cascada cercana, o una ensenada que asombra.
Navegabamos de día. Nadábamos cada tanto y reíamos seguido. Siempre parábamos en algún restaurante flotante en el que tenía que privarme de casi todo por mi condición de recién operado. En Brasil todo lo cocinan frito y eso era lo que mas debía evitar las primeras semanas.

Los lugares eran increíbles. La gente bebía cerveza y se tiraba de estas plataformas flotantes a las cálidas aguas. Nadie es indiferente al paraíso en el que está. El ambiente era de puro disfrute.
Cuando llegaba la noche buscábamos protección  en alguna de las bahías para anclar el velero y comenzar con los quehaceres domésticos. Un manto de estrellas cubrió el cielo cada una de las noches.
La isla esconde varios tesoros y son interesantes los pueblos de pescadores que allí se presentan. Recorrimos los más importantes el resto de las tardes y noches antes de volver al mar a dormir.
 
Nos recibieron una tarde unos amigos Brasileros que tienen casa allí, y tras unas obligadas Caipirinhas mirando el sol caer, nos honraron con típica comida del país.
 
Los últimos dos días de esta semana recorriendo Ilha Grande lo pasamos en la fantástica y mundialmente famosa Playa de Lopes Mendes (si, si, las dos veces con 'ese').
La primera vez dejábamos nuestro gamón atado a una palmera y nos fuimos caminando por un sendero que nos hizo transpirar. Vimos monos, cañas tipo bamboo de un alto espectacular y una víbora verde casi fluo finita pero de varios metros de largo.
La densa vegetación convidaba un poco de sombra, pero cuando no, la pucha, como quemaba la arena.
El recorrido lleva varias horas y moderado esfuerzo, pero bien vale la pena. La vegetación es exuberante y cuando se adivina luego de este sacrificio la playa de Lopes Mendes uno siente como que está descubriendo el lugar.
La playa extensa. La arena pesada y finita y nuestros píes que en ella se hunden. De un lado la selva tropical, imponente y salvaje. Tan verde. De el otro lado el mar. Transparente este y con la particularidad de tener unas buenas olas. Todo enmarcado por verdísimos peñones a cada costado. Es un placer pasar en el las horas mirando el verde mas allá de la playa.
Hacía rato que no pasaba tanto tiempo dentro del agua. Era un verdadero lujo la vista que se tenía, la calidez del mar y esa sensación que uno se siente más vivo que en otras oportunidades y te dan ganas como de salir a correr, o algo.
 
Fue una semana muy agradable. En familia, con alegrías varias y compartiendo otro viaje.
 

 

 

 

Devolvimos puntuales el velero alquilado. La vuelta sería mas larga para nosotros. Partimos en varias etapas a Sao Paulo para volver a Buenos Aires en tres vuelos. El de Río de Janeiro a Sao Paulo, el de Sao Paulo a Buenos Aires que a medio camino regresó a Guarulhos pues se había roto el tren de aterrizaje y allí podía recibir mecánica.

No entendíamos nada cuando llegamos nuevamente a Sao Paulo luego de hora y media de viaje.
El aterrizaje fue violento. Golpe seco contra la pista.

Mas de una hora de espera en el avión lleno de gente ansiosa y malhumorada y el calor que se empezaba a hacer notar. Nos remolcaron marcha atrás y mientras las horas pasaban lograron reubicarnos en otro vuelo de TAM hacia Buenos Aires a la que llegamos con diez horas de retraso.



Warnemünde 20 años mas tarde (Back in Rostock)

Llegué a Warnemünde por agua y lo primero que hice fue ir a disfrutar del verano en estas playas del frío mar Báltico. No sin antes recorrer el apacible pueblo de Warnemünde, claro, con sus lindas puertas casi queriendo hacer énfasis en las casas, su mercado pegado al agua, y el sonido de las hojas de los árboles que bailan con la brisa marina.

Mi padre nos agarró de la mano a mi hermana y a mí, y nos llevo a ver uno de los acontecimientos más importantes del siglo XX: La caída del muro de Berlin.
Esa fue la primera vez que había estado en Rostock. Ocurrió en el año 1989 y por casualidad. Fue la única vez que me dejaron faltar al colegio, y bien que lo valió, pues ese momento quedo grabado a fuego por siempre en mi memoria.

Tras varios días en la capital de la ex Alemania Oriental emprendimos nuestro regreso a Hamburgo. Algún camino erramos y estuvimos perdidos varias horas en la Pomerania. Terminamos en alguna área rural en las afueras de Rostock, y sin combustible. Preguntábamos a los locales y no dábamos con el dato. Nos mandaban "de acá para allá". Era la época de " Ossies" y " Wessies" ,  los del este y los del oeste. Había todavía cierto resentimiento y mucho escepticismo.
No tuvimos mayores problemas y logramos llegar a Hamburgo tarde esa misma noche.

20 años mas tarde, volvía a Rostock para ver la ciudad con otros ojos.
El faro es el ícono de la ciudad, y fue el primero en ser abierto al público en 1899. Desde arriba se tienen agradables vistas al puerto, el pueblo, el río y el mar. El faro funciona como un museo. Su estructura es muy bella y da placer colaborar con su mantenimiento.
Caminé por sus solitarias calles. Por momentos parecía que nadie vivía aquí. Luego cruce puentes y vías y almorcé arriba de un barco un generoso plato de arenque con papas mientras miraba el canal y alimentaba desde la altura a los patos gordos que merodeaban en el agua esperando una dádiva.
El comunismo había dejado su huella en la forma de ser de la gente y en su arquitectura de gusto dudoso.

Las playas estaban diseñadas por Dios y moldeadas por el hombre. El agua fría, pero no soy ningún valiente.
Caminé todo cuanto pude por la playa de arena blanca hasta unos acantilados muy bonitos, desnudo pues así estaban el resto de las personas.

Volví por un bosque de pinos situado arriba de la playa, ya buscando un poco de sombra y un nuevo camino. Desnudo, siempre desnudo.

Pude ver unos unas lechuzas aunque son aves nocturnas, y campos sembrados allá al fondo.
Volví a la playa más cercana al pueblo y observé a la gente. Era sábado. Había mucha.
El Alemán es muy libre y naturista. Se lo puede encontrar en alguna plaza de cualquier gran ciudad disfrutando del sol en pelotas, pero acá veía como se iban encontrando los locales con conocidos y les presentaban ahí mismo, desnudos a sus respectivos. No van a decir que cuanto mucho no es raro.

El sol comenzaba su retirada y ya no era divertido estar sin ropas. Sólo quedaba ver que mas tenía guardado el Alte Strom (la zona mas pintoresca) para mí.



sábado, 30 de marzo de 2013

Donau Classic

Luego de varios días "on the road" y ya saliendo descansados desde Munich propongo ir a conocer la Fábrica de Audi en la cercana ciudad de Ingolstadt y hacia allí nos dirigimos. Unos 70 kilómetros mas tarde, cuando llegamos a la fábrica, se estaba por largar una nueva edición del premio Donau Classic, una carrera de automóviles antiguos.
Audi TT
Estábamos con mi viejo haciendo un road trip de 7.000 kms por Europa. Se acababa de lanzar al mercado la nueva versión del  Audi TT y conseguimos alquilar uno para nuestro viaje.

La gente de la entrada al vernos llegar en este Audi recién "salido del horno" se pensó que éramos importantes o algo ya que rápidamente nos hicieron entrar y estacionar nuestro auto junto a todas estas bellezas, siendo el nuestro el único moderno de la muestra.

Recorrimos los notables edificios de la marca Teutona con un guía que nos iba explicando todo. Un lujo de fábrica de un lado y varios Showrooms del otro.
En este sector están prohibidas las fotos.

Miramos y admiramos los últimos lanzamientos, hicimos varias compras en el Fan Shop y degustamos de un almuerzo de primer nivel en el restaurante del predio, aunque en bandejas de plástico.
 
Afuera seguía cubierto de un gris plomizo y cada tanto caía una breve lluvia de verano. El día era ideal para este tipo de programa. Al menos para no sentir culpa (?).

Aquí algunas fotos de los ejemplares que participaron en esta edición del clásico premio.
Wanderer W 25 K
El Wanderer W 25 K fue un Roadster diseñado por Ferdinand Porsche que se llevaba todas las miradas de la época en la que fue construido (1936-1937).
Llevaba bajo la capota un motor de 6 cilindros de bajo peso dotado con un Supercharger y que con 85 HP alcanzaba los 145 kilómetros por hora.
Ferrari BB 512
El Ferrari Berlinetta Boxer 512 (de ahí viene su denominación BB) fue un auto de motor central de 5 litros y 12 cilindros. El primero este tipo de la marca del "Cavallino Rampante". Se construyeron poco mas de 2.000 unidades entre 1973 y 1984.
Mercedes Benz 8/28, a su izquierda un MB 190 SL
El Mercedes Benz 8/28 es uno de los grandes clásicos de las primeras décadas de existencia de la marca, y uno de sus primeros vehículos pensados para 4 pasajeros.

El Mercedes Benz 190 SL con carrocería tipo Roadster y techo desmontable fue uno de los primeros Mercedes Benz deportivos que llegaron al mercado de U.S.A. produciéndose más de 25.000 unidades entre 1955 y 1963. Tenía bajo el bonete un motor que alcanzaba los 190 kilómetros por hora.
 
Jaguar Xk 120-OTS
Cuando la marca del Jaguar había desarrollado un potente motor de 6 cilindros y 3.4 de cilindrada (Mark VII) salió a presentar sus futuros portadores, los modelos XK. El éxito fue tan grande que la casa Británica no pudo suplir la demanda de estos deportivos hechos a mano y con carrocería de aluminio.
Las primeras versiones de este modelo fueron las versiones tipo Roadster que ellos denominaban OTS (Open Two Seater) que contaba con una capota de lona que podía cerrar el vehículo sin descender del mismo. Se produjeron poco mas de 12.000 de estos autos entre 1948 y 1954.
Ferrari Daytona GTB 4
En 1968 Ferrari presenta en el Salón del Automóvil de Paris su modelo GTB 4 (conocido popularmente como Ferrari Daytona). La escudería Italiana venía de ganar con comodidad la última edición de las "24 Horas de Le Mans" y decide sacar al mercado este vehículo diseñado nuevamente por el prestigioso diseñador Pininfarina.

El bólido tiene motor delantero de 4.390 litros, 12 cilindros en V que desarrolla mas de 350 CV que de la mano de su tracción trasera lo catapultan hasta los 280 kilómetros por hora.

Sólo existen 1.389 unidades (más 15 de competición) de este auto "picante" por lo que el valor actual de algunas unidades (especialmente las de las Spyder diseñadas años mas tarde por Scaglietti) pueden ascender al millón de Dólares.
Austin Healey Sprite MK I Frosch
Algunos años antes de la presentación del Austin Healey Sprite, la marca había sido adquirida por la British Motor Company Limited (BMC) quien sacó este modelo al mercado con la idea de ofrecer un modelo de bajos costes de mantenimiento gracias a su motor de 1 litro y 43 HP.

Con el tiempo se ganó el mote de "Ojos de Sapo". Su producción duro entre 1958 y 1961.
 
Estos son algunos de los famosos Audi Quattro del equipo oficial que tantas victorias y alegrías le dieron a la "Casa de Ingolstadt". Fueron 23 triunfos en cinco años. Todo amante del rally los recuerda con una sonrisa, como protagonistas de una época sin igual.
 
Cuando en 1977 Audi le pidió a la FIA (Federación Internacional del Automóvil) un cambio de reglamento que le permitiese usar vehículos con doble tracción (Quattro), nadie objeto la idea. Todas las escuderías estaban obsesionadas en cómo poder bajar el peso de sus coches de competición, y esta "loca" idea de Audi sólo los podía perjudicar por el mayor peso que implican esos componentes de mas, pero los de Ingolstadt estaban convencidos de que ese mayor peso iba a estar contra restado en la pista por una mejor y mas eficiente tracción. No se equivocaron. El tiempo les dio la razón.
 
En el Rally de Montecarlo de 1981 tuvo su primer aparición oficial en una carrera que si bien fue accidentada bastó para dar a entender que el proyecto era cosa seria. Era la primera vez que un auto de  tracción a las cuatro ruedas corría un Mundial de Rally. Terminarían el año en tercera posición.
Entre 1982 y 1984 ganan dos Título de Marcas y dos de Pilotos, y obtienen 23 triunfos en el WRC entre 1981 y 1985 de la mano del experimentado Hannu Mikkola de Finlandia, la piloto francesa Michelle Mouton (considerada como el mejor exponente femenino en competencias de Rally) y el talentoso sueco Stig Blomqvist.
Audi Quattro S1 1988
La gesta de Audi durante la primera mitad de la década del 80 estuvo cargada de triunfos. Con la aparición del Audi Quattro S1 , la última evolución del modelo que alcanzaba los 450 CV, no pudieron poner los autos a punto antes de que en 1986 la FIA prohibiera a los autos del Grupo B (en donde participaba Audi) tras una serie de accidentes mortales.
Horsch 853 A 1938
Otro modelo que se sentía "como en casa" era el Horsch 853 A Cabriolet de 1938. Este auto era el tope de gama de todos los que producía la Casa de los Cuatro Anillos. Bajo el capot un motor de 8 cilindros en línea que desarrollaba 120 CV y alcanzaba los 140 kilómetros por hora.

Se produjeron sólo 400 de estos ejemplares por lo que su valor de reventa supera con comodidad el medio millón de Dólares.
Alvis Speed 20 SA 
La Alvis Car and Engineering Company funcionó entre 1919 y 1967 cuando fue absorvida por Rover y la British Leyland. Uno de los modelos que producían era el Alvis Speed 20 que lograba velocidades del orden de los 150 kilómetros por hora. El motor tenía 3 carburadores.

Sólo hicieron 400 unidades de este modelo en su fábrica de Coventry entre 1931 y 1936. Las primeras (como el de la foto) llevaban la denominación SA.

Mercedes Benz 1255
El Mercedes Benz 1255 (Pullman Limousine) fue el primer auto de la compañía Daimler Benz AG en salir al mercado ya bajo el nombre de Mercedes Benz. 

Se hicieron 3.876 unidades que llevaban un motor 6 en línea que desarrollaba 55 caballos de potencia.
Chevrolet Corvette Roadster
En una muestra de autos clásicos del siglo XXI no puede faltar un Chevrolet Corvette, quizás el auto deportivo mas emblemático surgido del mercado americano y el primero construido por Chevrolet.
El Corvette tuvo un éxito considerable y al día de hoy ya va por la séptima generación de este modelo que en Europa y Japón se vende directamente como marca.

El que vemos aquí es un Corvette Roadster de 1958 correspondiente a la primera generación de la marca diseñada por Harley Earl y denominada C1. Desde 1955 llevaban motores V8 conocidos como "Small Block" que tenían una potencia aproximada de 240 CV bajados al piso por un eje sólido que mandaba la potencia a sus ruedas traseras.
Riley TT Special
Uno de los autos que mas captó mi atención fue esta bonita unidad de un Riley TT Special de 1936, uno de los pocos modelos deportivos desarrollado por la Riley Cycle Company (1896), que al igual que MG, Austin Healey, Rover, Jaguar y otras marcas paso a formar parte en 1968 de la recién creada British Leyland Company.
El futuro desde entonces no fue del todo auspicioso. Gran parte del paquete accionario de la empresa fue comprado por el estado del Reino Unido, y aunque contaban con fábricas en 70 países y la mitad de los autos vendidos del mercado británico provenían desde ahí, el grupo automotor entro en bancarrota. 

Años mas tarde el grupo tomó el nombre de MG Rover, dotando algunos de sus vehículos con los mas confiables motores de Honda (dueña del 20% de la compañía). Hoy en día pertenece a un grupo chino denominado Nanjing Automobile Company.
Amilcar CGSS 1926
Los franceses también dijeron presente con una unidad que perdía aceite pero emanaba belleza. Se trata del Amilcar CGSS, un modelo para dos pasajeros construido entre 1926 y 1929. Este modelo del que sólo se construyeron 4.700 unidades fue ganador del Rally de Montecarlo de 1927.

Fue una agradable jornada rodeado de buenas maquinas y una muy interesante fábrica a su lado, que por su eficiencia bien vale la pena visitar.
 Nos restaba un corto trayecto en nuestro camino hacia Austria, y salimos disfrutando aún más de nuestro Audi, que aquel año sería galardonado con el premio ¨Engine of the year¨.

viernes, 29 de marzo de 2013

Un mes en Cuba

La verdad que el viaje a Cuba surgió de casualidad. Resulta que caminaba por el microcentro de Buenos Aires a media mañana de un día de mayo. Pasé por la puerta de una casa de turismo mientras andaba a paso ligero, pero sin apuro. Retrocedí hasta la vidriera y me quedé mirando los paquetes turísticos. La adrenalina comenzaba a correr en mí y terminé dentro del comercio.

Me senté frente al vendedor que abría frente a mí una enorme carpeta llena de destinos, y comencé a oírlo, cuando al minuto y medio lo interrumpo para preguntarle:

- " ¿A donde me puedo ir HOY?  Esta misma noche ¨

Nervioso trajo otras carpetas y comenzó a enseñármelas.

Mientras tanto llamé a un amigo mío que está loco. Le propuse salir esa misma noche de viaje y que podía elegir entre Cuba, Jamaica o Costa Rica.
Resultó que Cuba era el destino que más nos apetecía y arreglé un viaje mitad agencia mitad por libre que comenzaría en menos de ocho horas.

Me restaba lo más importante. La herramienta para pagar mi viaje: "El vil metal". Un problema a solucionar mas adelante.

Tras los pasos migratorios nos encontrábamos ya sentados en el avión con destino a Panama City en la que dormiríamos para salir nuevamente a Cuba, con  escalas en Holguín (El Cerdo) y Santiago, antes de llegar a La Habana, su actual capital.

Toda esta primer parte del viaje ya la teníamos arreglada con una agencia y no escatimamos demasiado en gastos. Por lo menos en comparación a lo que sería la segunda parte del viaje.

Entramos a la isla sin sello alguno en nuestros pasaportes, y así salimos también. Esto te lo ofrecen los Cubanos (o lo hacían en ese momento) para evitarle a los turistas inconvenientes en otros destinos como USA. Mejor dicho, para no tener problemas en USA.

El día se presentaba perfecto y en una camioneta tipo FBI llegamos al Hotel Nacional (estatal) que de inmediato nos sorprendió con su arquitectura y la belleza de sus jardines con esos cañones que supieron defender a la isla y hoy son Patrimonio Mundial de la Humanidad (Unesco).
Nos presentamos en recepción por las llaves y demás. Teníamos suerte. Nos había tocado un cuarto en los pisos altos.

Por un viejo ascensor, de esos típicos Art Decó que marcan los pisos con agujas, llegamos a nuestro cuarto. En la puerta ya esperaban dos maleteros con nuestro equipaje.

Los cuartos eran gigantes con dos camas matrimoniales bien separadas, escritorios,mesas y una vista increíble sobre el Mar Caribe. Vaya forma de empezar las vacaciones.
Enseguida salimos a las calles a ver que primera impresión nos causaba Cuba. Algunas plazas cerca, el malecón y el mar golpeando las piedras sin que se vean playas de arena a la vista.
Es increíble como te sacan la ficha.

-"Eh, Argentino!"

Enseguida intentaban venderte habanos. Como no pueden hablar con los turistas van cruzando de vereda o haciendo lo que sea necesario para no llamar la atención de las autoridades.

Recomendados por un local fuimos a parar a un Paladar (casas de familia que cocinan para uno) en el que comimos un pavo con el siempre presente arroz Congri (arroz con porotos negros, cebollas, morones y especias). Lo invitamos también al que nos mostro el Paladar.
Ese fué nuestro único problema en la isla. Quisieron cobrarnos USD54 por los platos cuando hubiéramos gastado la mitad o menos comiendo en nuestro hotel y un tercio en cualquier otro lugar. Para colmo había salido solo con USD20 y el pasaporte.
Nos estafaron. Lisa y llanamente. Caímos en la típica trampa para turistas.

Había olvidado mi cepillo de dientes en Panama City. Visité varias tiendas hasta que dí con una farmacia. El mobiliario era espectacular, las vitrinas de ensueño. Frascos antiguos erguían de alguno de los muchos estantes, todos vacíos. Contaba con muy pocos productos y ni siquiera pude conseguir un simple cepillo de dientes o preservativos.

El sol penetró con fuerza las ventanas con las cortinas abiertas de nuestra habitación. Un suculento desayuno nos esperaba lleno de las más ricas frutas tropicales, y las típicas cosas que siempre encontramos en grandes hoteles internacionales, y que tanto disfrutamos cuando viajamos.

Para ese día ya teníamos pautado un encuentro con un profesor de historia que nos haría de guía por los diferentes barrios de la ciudad.

Un Lada 1600 nos buscó. Era nuestro guía acompañado por su novia Iris y también por el dueño del auto que se llevaba una tajada. Nos acomodamos los 5 en la nave Rusa y partimos hacia lo mas antiguo de Villa de San Cristobal de la Habana.

Empezamos por la vieja Plaza de Armas, el viejo corazón de la ciudad. Muy lindo el ambiente y la calidad de su patrimonio edilicio.
El viejo fuerte con sus gruesas paredes corona la plaza de armas y allí esta emplazado el Castillo Real. Una ubicación poca estratégica, pues no sirvió para repeler la invasión por parte de los Ingleses en siglos pasados.

Vimos también el bien custodiado tanque con en el que Fidel Castro tomó la ciudad de La Habana.

Tras mojar nuestros hocicos con unas cervezas que sabían a medicina, seguimos rumbo al Capitolio que es una réplica del de Washington. Lo visitamos justo antes de su cierre.
Dos estatuas de leones dominan la plaza frente al capitolio. Allí me subí para sacarme una foto y fuí echado por un policía que circulaba la zona y amenazaba con meterme preso.

Seguimos conociendo las historias que esconden los rincones de la Habana Vieja y nos despedimos hasta el día siguiente de nuestro atento guía.
Volveríamos con tiempo solo para las iglesias y conventos de esta parte de la ciudad en cualquier otro momento.

Ya solos y con la noche llegando nos metimos en el famoso bar "Floridita" , creador del Daikiri. Uno de los bares más famosos del mundo que está cerca de estar abierto hace 200 años. Se dice que aquí escribió Ernest Hemingway su clásico "Por quien doblan las campanas".
Claro que nos tomamos unos Daikiris y todos estaban bien.

Ya arrancados, caminamos hacia el segundo gran clásico de la isla, "La Bodeguita del Medio" , creador del "Mojito" y que como tantos otros bares en el mundo, también contaba con Hemingway entre sus filas de famosos clientes. El bar tiene todos sus paredes y techos pintados por sus visitantes así que tembién buscamos un lugar y dejámos estampado nuestro nombre para ver en una próxima visita. Esta vez cuando caiga el régimen de Fidel Castro.
Varios kilómetros nos separaban del Hotel Nacional, pero no podíamos perdernos si íbamos por la costanera (el Malecón) hasta ver la mole del edificio estatal.

Pasamos por "La Guapería" ,  que parece ser el lugar en donde moran los guapos. Aquí todo el mundo anda lanzando amenazas, pero por suerte es solo "de la boca para afuera". Un modo de vida. Un foklore local, o idiosincracia del barrio.

Faltando todavía una docena de cuadras nos montamos a una Guagua para terminar el recorrido. La Guagua, Camello o Dromedario es un gigante bus que te lleva por solo un par de centavos.

Esa noche nos vestimos decentemente y subimos unos pisos hasta el Cabaret del hotel donde tomamos los primeros Mojitos y repartimos algunos pasos de Salsa que cada vez nos saldrían con más facilidad.

Al día siguiente caminamos hacia el oeste, la zona en donde están algunas universidades. Los edificios son espléndidos y las clases están impecables. La educación que es pública y gratuita funciona muy bien en la isla en donde casi no hay analfabetos.De hecho hasta ese momento, todos los Cubanos que conocimos eran universitarios. Incluso algunas ¨Jineteras¨ (putas) con las que cruzamos palabras.

Nuestro nuevo amigo Albertico nos llevó a comer a lo que los Cubanos llaman "Rápidos". Varias alitas de pollo, algunos vasos de jugo tropical, una taza de cacao del más rico por USD5. En Cuba corren tres monedas: El Dolar Americano , el Peso Cubano y el Peso Cubano 1a1 (Peso Turista).

Era la época de Elián, el niño balsero que llegó a Miami en el 2.000 y causó gran revuelo en los medios. Las noticias no paraban de hablar del tema y el gobierno Cubano hizo lo que pudo para sacar provecho de la situación y popularizar el conflicto.
Las noticias en la isla  están todas controladas por el gobierno, y si bien había CNN esta solo pasaba malas noticias que le hacían pensar al pueblo, lo enfermo del mundo allá afuera.

Elían nos tenía las bolas por el suelo.

Era muy difícil, si no imposible, acceder a Internet. Si lo lograbas tu mensaje iba a ser primero filtrado y luego enviado.
La mayoría de los cubanos no conocían Internet por esas fechas y salvo por los turistas no tenían esa posibilidad de contacto con el mundo exterior.

El pueblo se durmió en la década del 50 y desde que dejó de recibir ayuda de la ex URSS no hay mucho para hacer más que esperar la ración de comida regalada por el estado.
La gente está jugando al Dominó mientras docenas observan. Otros charlan y cuatro más hunden su cabeza en el vano motor de un viejo Buick destartalado.

Ya teníamos amigas. Yesica, Yaquelin, Yolanda, Yacki. También lo teníamos al Albertico y habíamos conocido un Usnavy (por U.S. Navy).
Perdimos el desayuno e hicimos un tour por el hotel. Allí vimos fotos de muchos famosos que también se alojaron en este hotel. Estaba Al Capone, Frank Sinatra, Winston Churchill, muchos otros jefes de estado, Nat King Cole, Jean Paul Sartre y Marlon Brando. Al rato recorrimos los búnkers que habían hecho durante "La crisis de los misiles", en los años 60.

Luego esperamos un rato en el lobby  a que vengan a llevarnos a Varadero. En unos mini bus ibamos una veintena de turistas. Un viaje que nunca llego a hacerse largo. Bajamos en los distintos hoteles.
El nuestro era muy Kitch pero completo, con varias piletas, bares y una enorme playa enfrente.
Los tragos en Cuba son muy fáciles y cada tarde reinaba una atmosfera etílica en las instalaciones del hotel.

El aire se templó y comenzó a hacer frío. No había traído abrigo. Las banderas coloradas flameaban en el mar prohibido y el agua de la ducha dejó de salir caliente.

Los días pasaban, el tiempo no mejoraba y ahora tampoco podíamos tirar la cadena del baño.

Conseguí luego de quejarme que nos dieran una segunda habitación gratuita.
El sol por fín salió y pudimos meternos por primera vez en las cálidas aguas de su mar. Una pileta gigante y muy poco profunda.

Estos días negros a puro hotel nos habían enamorado. Yo perdí la cabeza varias veces en este viaje. Primero con esta Chilena a la cual visité en su Valparaíso natal meses más tarde. Juan fracasaba en su intento de raptar a una música que lo había enamorado.

Para ese entonces eramos los reyes del hotel. Ya casi parecía que todo giraba alrededor nuestro. La fiesta no paraba, los vasos estaban siempre a tope y el sexo a cada rato que guiñaba un ojo de cerca.

Nosotros, al mando de toda la troupe del hotel, íbamos  a ¨La Rumba¨ a ostentar los pasos de baile aprendidos. Gran boliche. Muy bien puesto y con la sangre suficiente para gustar al más mentado.

Al día siguiente hice Kayak y el hombro me dolía. Evité al partido de water polo y apunté directamente al restaurante Mexicano, más sofisticado que otros, Nunca fallaba.

Los amigos que habíamos cosechado estos últimos días se volvían a sus países de origen.

Varios ¨Crazy games¨. Más Karaoke. Más risas. Un aplausómetro medía cada noche nuestra pasión.

Otra vez boliche, el centro de la escena. La gente copia los pasos que aprendimos en el hotel. Derroche de energía, pérdida de peso y una constante risa que acompaña nuestros rostros. Un rato después, el boliche entero copiaba nuestros pasos mientras reinaba la felicidad total por quince minutos sino más.

Los taxis querían aprovechar la salida de gente y a 140 kms /hora nos devolvían a los hoteles.

Los días pasaban a puro alcohol, sexo y fiesta.

Un día caminábamos por un arroyo cuando dimos con un ladrón de habanos (uno de tantos). Estabamos negociando un precio cuando la policía que merodeaba nos jugó a favor y bajó nuestra caja de "Montecristo" a USD 10 cuando en cualquier o otro lugar cobran una base de USD 174. Gran negocio, y nosotros que recién estábamos experimentando con este nuevo mundo.

Compartíamos las noches con madre e hija Colombianas y una Argentina del Opus Dei que no nos bancábamos mucho, pero aguantábamos entre todos, pues estaba sola.

Al día siguiente alquilamos unos scooters para ir a una cercana feria a 14 kms donde compramos algunos recuerdos para regalar. Volvimos agazapados a 100 kms/h sobre un pavimento sin imperfecciones.

Quisiera ser más acuático, pero no lo soy, y en esas jornadas me obligaba un poco a curtir el mar, que dificilmente esté más caliente que esa zona del Caribe. De noche los mismos juegos y concursos, siempre divertidos. Los platillos que ya conocíamos de los restaurantes y la noche que terminaba de moldear nuestras alegrías.

Más días amanecían con torneos de arco y flecha y frutas jugosas, los mismos bailes y juegos por las noches, y nuestra ducha caliente que seguía sin funcionar, por lo cual ocupábamos dos cuartos.
Las mismas noches, los mismos bailes y un bar que ofrecía por vez última sus ricos tragos antes de terminar la experiencia all inclusive.

Cuba, la verdera

Para ese entonces, cuando quisimos continuar nuestro viaje estábamos sin una moneda, pero siempre teníamos la posibilidad de bajar drásticamente nuestros gastos.

Ideamos nuestro viaje a seguir ya que estas ganas surgieron ahí mismo y no estaba en los planes de ninguno.
Tras correr el pasaje, decidimos seguir hacia la ciudad de Trinidad. Haríamos "dedo" (autostop) como en las viejas buenas épocas.

¿Pero se puede hacer dedo en Cuba?

Claro que si. Nos largamos en la ruta y casi sin esperar nos subimos a un auto que iba hacia la ciudad de Santa Clara, a mitad de camino.Todos de buen humor nos invitaron a subir. Eramos siete y viaje sentado arriba de mi amigo mientras nos conocíamos con el resto que estaba fascinado con nuestra acertada desición de seguir recorriendo la isla mas grande del Caribe.

Tres mujeres y un hombre bajaron en una plaza. Preguntamos como seguir, aunque ya era un poco tarde para mandarse a la ruta otra vez.
El conductor nos invitó a la casa de sus primos. A cambio de USD 10 podríamos dormir y comer y el nos acercaría a un punto, regulado por el estado, en el que nos iban a asignar algún vehículo compartido hacia Trinidad. Aceptamos.

En la casa eran multitud y se ve que estaban acostumbrados a recibir ocacionales huespedes pues a nadie le llamo la atención nuestra presencia. Unos actuaban de modo casi profesional, ofreciendo agua o algo, y los otros estaban en cueros escuchando la radio y mordiendo un palito.

Cuestión que nos terminamos quedando tres días en Santa Clara.
Recorrimos la Plaza de la Revolución en donde vimos la escultura del "Che" Guevara, y un mausoleo que habían inagurado hace poco en donde descanzan sus restos. Resulta que el comandante tomo esta ciudad un diciembre de 1958 durante la revolución contra el régimen de Batista.

Nuestros nuevos amigos nos paseaban por el lugar y nos contaban todo de el. Su pasado ganadero, las épocas de gloria con la caña de azucar, los Españoles y la revolución, claro. Tema omnipresente en Cuba.
Nos venía gustando mucho Santa Clara y sus bonitas edificaciones. Era la antesala perfecta para Trinidad.

Al día siguiente nos llevaron a conocer Cienfuegos. En el camino levantamos gente y llegamos primero a un gran lago en donde caminamos brevemente para seguir hacia la plaza de armas, la principal de la ciudad. Allí había un arco del triunfo, un gran teatro y un entorno muy fotográfico, y nosotros que no podíamos conseguir rollos para la maquina ya que era en la era pre digital, o por lo menos para nosotros. Tendría que quedar todo guardado en nuestras retinas.

Llegó el día de seguir hasta Trinidad, y tal como nos habían dicho nos llevaron a estos lugares en donde un agente regula a los autostopistas y organizan que cada uno vaya llegando a donde necesitan. El estado metido en todo, pero funciona decentemente.

Varias horas después, a media tarde nos encontrábamos llegando a Trinidad.


(continuará)





















sábado, 23 de marzo de 2013

En Helsinki

En el puerto de Helsinki hay que temerle a las gaviotas. No vaya a ser que uno se distraiga y le roben la comida. Me pasó un verano sentado  en los escalones que están frente a los ferrys que van a la Fortaleza de Soumelinna, y ya era tarde cuando me percaté que varios carteles alertaban sobre la conducta delictiva de estas aves.

El puerto de Helsinki es, a mi entender, el corazón de la ciudad y la puerta de entrada, siendo lo primero que ven quienes acceden a ella por mar desde Suecia o Estonia que son muchos. Hay enormes ferrys y cruceros mucho más grandes y endebles botes pequeños que tan frágiles se ven mas abajo. Siempre resulta un espectáculo ver maniobrar a estas enormes bestias.
Para mí lo más lindo del puerto es el Mercado Cubierto (Wanha Kauppahalli) . El mejor lugar de la ciudad para saborear comidas típicas o llevárselas en latas.
Enmarcados por maderas talladas se suceden los puestos exquisitamente presentados. Aquí hay cierto bullicio pero no encontramos el desorden que tienen otros mercados del mundo.
Pieles de grandes animales son expuestas, gorros, guantes, cuchillos o regalos típicos del norte de Europa también se pueden comprar aquí.
Es realmente uno de los más bellos mercados cubiertos que conocí.
Se puede comer in situ carne de reno, de oso, fiambres o sopas muy calóricas de pescados imposible de conseguir en otras latitudes, además de una amplia variedad de comida para los menos valientes o de bolsillos más chicos, pues valen una fortuna estas carnes.
En los alrededores del puerto, alejándonos de la bahía, caminamos por sus calles y encontramos  muchas de las atracciones turísticas de la ciudad, mientras íbamos aprendiendo todo sobre su pasado.

Helsinki fue fundada en 1550 por el rey Gustavo 1 de Suecia para rivalizar con Reval la actual capital de Estonia que era uno de los puertos mercantiles mas importantes de todos los que dan contra el mar Báltico. Llamaban los Suecos Helsinforgs a la ciudad que les pertenecía.
Cuando llegaron los Rusos no simpatizaron con la influencia que Suecia tenía sobre la región y mudaron varias dependencias allí  desde Turku, la antigua capital, dandole más importancia al lugar, construyendo muchos de los edificios que hoy componen la actual ciudad. La fortaleza ya estaba construida por los Suecos. Sería fácil defender el territorio ante una invasión.

La plaza principal (Senaatintori) está enmarcada por muchos de los edificios más importantes, como la sede principal de la universidad (ese día egresaba alguna camada e iban todos muy elegantes) y el palacio del consejo de estado hechos por el arquitecto Alemán Carl Ludvig Engel maestro del estilo Neoclásico, máximo responsable de la transformación que sufrió la plaza y su entorno.

Alta domina la Catedral Luterana de Helsinki blanca impoluta. Símbolo de Helsinki. Desde aquí se obtienen las mejores vistas de la ciudad, para aquellos que quieran subir, no sin esfuerzo. Esta catedral de estilo neoclásico fue construida a partir de 1830 con una serie de edificios que componen los alrededores de la plaza del senado.
La blanca iglesia es también muy luminosa por dentro gracias a sus muchas ventanas. Su cúpula principal alcanza los 62 metros de altura, y está acompañada por 4 torres de menor altura con sus respectivas cúpulas, todas en Estilo Ruso.

Muy cerca y construida en ladrillos está imponente la Catedral Ortodoxa de Uspenski que es una de las más grandes de Europa. El edificio bizantino y eslavo también está emplazado en una pequeña colina y como la Luterana puede verse desde varios lugares de la ciudad.
La catedral impresiona por dentro. Tiene un inmenso altar, lámparas enormes que cuelgan y está llena de iconos por donde se mire. El edificio es un notable rastro de la influencia Rusa en el país.
No se parece en nada a la sobriedad de la Luterana.
Todo este área de Helsinki reboza de tiendas de antiguedades y afamado diseño que nos distraen camino a Esplanadi la mas famosa y elegante calle comercial de Helsinki.
Bajo un boulevard frondoso respiramos su aire Báltico y miramos sus gentes pasar desde sus 
cafeterías con sus sillas orientadas a la calle como en Paris.
La avenida está dividida por una franja verde muy cuidada que acompaña nuestra caminata. Todo lo que se vende es lindo y de calidad.  Allí esta la chocolatería Karl Fazer, casi un museo del chocolate que tiene sus puertas abiertas desde 1891.

No recuerdo que teníamos que hacer en la estación de trenes, pero que suerte haber caído en este fantástico edificio custodiado por estos gigantes que sostienen con sus manos las luces de la puerta. Adentro mucho menos movimiento que otras estaciones centrales.
Probablemente íbamos a conocer el museo de arte contemporaneo (Kiasma). El edificio que es un museo en sí, pone todos nuestros sentidos en juego mediante obras e instalaciones de la más variada índole.Vale la pena perderse unas horas. Es un museo diferente, y si quieres saber mas, pincha el enlace 

Por calles impecables pero que estaban rehaciendo "al divino botón" como todos los años,  pues los ciudadanos ya habían pagado sus impuestos,  llegamos también a la singular iglesia enterrada (Temppeliaukio Kirkko). De afuera se ve la cúpula y no me la imaginaba por dentro. Es única con la roca gigante que oficia de pared y el exquisito sonido de su gran órgano y sus músicos.
Helsinki me sorprendió. No se que esperaba de ella, quizás nunca me lo había preguntado. Sus fachadas, la sobriedad de la gente, lo raro de su idioma.
 
 
Quizás fue la frescura de sus comidas o el diseño presente en cada objeto, o esos bancos locos que por esos días decoraban la ciudad. En ninguno podías sentarte. Eran o muy altos, o las maderas estaban dobladas, o muy separadas o insólitamente bajos. Una pequeña cuota de humor Suomi.