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jueves, 27 de agosto de 2015

Relax y vino uruguayo en Carmelo

Llevaba varios años sin venir a Carmelo. Venía manejando desde Montevideo y había hecho un alto en las afueras de la ciudad para ver cuanto había cambiado la Calera de los Huérfanas, uno de los patrimonios históricos mas importantes del Uruguay, desde mi última visita, cuando era niño.

Como ya estaba oscuro y no había nada mas que hacer de camino, me dispuse a buscar alojamiento en la ciudad de Carmelo, en donde pasaría los próximos dos días.
Puente Giratorio de Carmelo
Al final de la ruta ya veía el Puente Giratorio, que es un ícono de Carmelo. Es el único puente a tracción humana que se sigue usando en el Uruguay, y fue el primero de su tipo en Sudamérica. Este puente Alemán funciona desde 1912 uniendo las dos orillas del Arroyo de las Vacas.
A sus lados, la Rambla de los Constituyentes constituye un bonito paseo muy aprovechado por los turistas y locales tanto de día como de noche.
Playa en Carmelo
Carmelo es la segunda ciudad mas grande del Departamento de Colonia y hoy cuenta con casi 20.000 habitantes. Las costas de Carmelo siempre fueron una opción cercana al Delta argentino y a Buenos Aires para hacer playa. En este lugar las aguas del Río de la Plata ya no tienen el color marrón característico de la Ciudad del Plata, y son mucho mas calmas. Playa Sere es la mas popular de ellas.
Estaba lo suficientemente fresco para que desista en mi idea de tumbarme en la arena para leer bajo el sol, y además tenía otros planes en mente para mi reencuentro con esta ciudad uruguaya.
Plaza Artigas
En los años de la Conquista, mas precisamente en 1527, el navegante Italiano Sebastián Gaboto había mandado a construir el Fuerte San Lázaro (hoy desaparecido), el primer fuerte Hispánico sobre las costas del Río de la Plata.
Durante los tres siglos siguientes aparecieron los primeros ranchos y barracas a la vera del río en donde, a la orden de Artigas los esclavos llegados desde Guinea sanaban y reponían fuerzas antes de ser vendidos al mejor postor o encomendados a duros trabajos.

Vine entonces a la Plaza Artigas en donde hay una placa de la fundación de la Carmelo y la infaltable estatua del prócer. En este caso está parado. La hicieron para conmemorar el centenario de esta ciudad fundada por Artigas en persona el 12 de febrero de 1816.
Templo Histórico del Carmen
Sobre una de las calles laterales de la Plaza Artigas se encuentra el Templo Histórico del Carmen, dedicado a la Virgen del Carmen, Patrona de la ciudad y de la cual Carmelo toma su nombre.
Los vecinos lo terminaron en 1848 tras doce años de obras con materiales extraídos de la vieja capilla de la La Calera de las Huérfanas.

Carmelo tiene una iglesia mas moderna (1960) y de mayor tamaño frente a la Plaza Independencia, la principal de la ciudad.
Carmelo es una ciudad muy tranquila, especialmente si se la visita durante los días de semana.

Aunque no hay nada para ver, y/o hacer mas que caminar y tomarse una rica cerveza sobre una silla plástica, el pequeño puerto sobre el Arroyo de las Víboras es muy atractivo. Mientras bebía, los capitanes limpiaban sus barcas pesqueras.
Desde aquí volví a subirme a la camioneta para ir a recorrer los suburbios de Carmelo y sus grandes viñedos que es en donde mas se nota el crecimiento de esta ciudad.
Mientras me iba alejando de la ciudad, pasando por el Barrio Nicolás Mihanovich, divisé esta chimenea de ladrillo, pero no pude averiguar que era. 
Poco tiempo mas tarde estaba manejando entre los prolijos y centenarios viñedos de la Campiña de Sa Roque, por bodegas cuyos Tannat y Semillon empiezan a tener mas presencia en los mercados internacionales. Parte del crecimiento económico de la última década en el Departamento de Colonia, y especialmente en la ciudad de Carmelo, se debe a la incipiente industria vitivinícola del lugar.

La hotelería es cada vez mejor, como así también las propuestas gastronómicas que ya sin timidez ofrece Carmelo. Un programa ideal para los amantes del vino y la vida relajada.

Frente a la capilla y el almacén se encuentra la Posada Campotinto con sus suites regiamente atendidas y su carpa de lujo entre los viñedos. Una de las mejores opciones en Carmelo, y que bien puede servir de base para recorrer las viñas de Bodegas Zubizarreta, y probar sus varietales, o visitar Bodegas Los Cerros de San Juan, la mas antigua en funcionamiento del país, cuya antigua casona es Monumento Histórico del Uruguay.
Son cada vez mas las opciones. Pequeñas como Bodegas El Legado, o unas de la de mayor tamaño como en el caso de Bodegas Irurtia.

Los costos para visitar las bodegas y sus degustaciones varían entre USD 10 y USD50. A la mayoría sólo se llega con reservas. Quise encontrar alguna abierta y no fue tarea fácil.
Cuando una de las epidemias de Fiebre Amarilla hacía estragos en Carmelo, un grupo de vecinos decidió mudarse a las afueras del poblado. Pudieron sobrevivir, y como agradecimiento erigieron en 1870, en lo mas alto de esta zona, una capilla con mucho encanto en honor a San Roque , el Santo de las pestes y las epidemias.
Capilla San Roque, en Carmelo



El segundo día en Carmelo lo había reservado para conocer la histórica Estancia Narbona, fundada por Juan de Narbona en 1732 y a sólo 20 kilómetros de la ciudad.
Tras recorrer las entrañas del casco con una guía de lujo, decidí continuar camino.

Iba a volver por tierra pero a último momento me dio pereza, por lo que recorrí los 75 kilómetros que me separaban de Colonia del Sacramento llegando 20 minutos antes de la salida del próximo servicio de Buquebus, con una bodega para mi camioneta.


martes, 21 de julio de 2015

Estancia Narbona, la casa mas vieja del Uruguay

La Estancia Narbona resulta ser uno de los mas viejos establecimientos productivos de la República Oriental del Uruguay, y la edificación en pie mas antigua de todo el territorio. Por ello está protegida por el estado (aunque no se nota), ya que es Monumento Histórico Nacional.
Para mi última visita a la apacible ciudad uruguaya de Carmelo tenía tres pequeños objetivos.  El primero era identificar cual es mi Tannat (tipo de vino) preferido del país. El segundo volver 25 años mas tarde a La Calera de las Huérfanas, lugar que se encontraba visiblemente diferente a aquellos tiempos, y como tercero y último de los objetivos, conocer la Estancia Narbona, fundada en 1732 por el español de Aragón, Juan de Narbona, un contrabandista de cueros y traficante de esclavos que había llegado sin nada y ahora ponía los ojos en la Banda Oriental luego de haber donado los fondos para la construcción de la Iglesia del Pilar, en el elegante e histórico barrio de La Recoleta, en Buenos Aires.

En aquellos días este gran establecimiento estaba delimitado por el Arroyo Polanco, el Río Uruguay, el Arroyo de las Víboras y el Arroyo Sauce. Hoy son las hectáreas que circundan al casco.
El camino que va a la vieja Estancia Narbona es muy lindo. Primero va por asfalto en donde pasa por su famoso Puente Castells (1858) con sus cinco arcos, y que fuera el primer peaje del país, y por sobre las aguas del Arroyo Las Víboras, en donde estaba el puerto que llevaba la producción de la calera de la estancia hacia Buenos Aires o Montevideo.
Son solo 20 kilómetros o menos lo que separan la estancia de la ciudad de Carmelo, y la mitad desde el puerto de Nueva Palmira.
Desde antes de edificar el casco de la estancia, y de que Uruguay sea un país, funcionaba en este lugar una serie de caleras y un aserradero desde donde salieron los primeros materiales para construir muchos edificios, tanto en la ciudad de Buenos Aires como en Montevideo y Colonia del Sacramento.
También una serie de montes que fueron talados para la venta de madera y alimentación de los hornos.
Nadie había notado mi presencia cuando llegué, y fue recién cuando estaba sacando fotografías que una señora jubilada, residente de toda la vida de la estancia, se apersonó para oficiarme de guía.

Bajo una pérgola de Tannat no apta para personas altas se accede por la que en antaño fuera la puerta principal al casco. La señora obsesiva no me dejaba pasar por el costado así que seguí su paso rengo mientras iba agachado hasta el fin de la pérgola, oyendo las primeras historias del establecimiento.

El edificio tiene forma de "L". A nuestra derecha, la capilla que capto mi inmediata atención. Hubiera querido empezar por ahí, pero la visitaremos al final del recorrido.
Una vez en el interior de lo que fuera el casco de la Estancia Narbona se siguen apreciando los colores originales que tenían los ambientes de la casa en la misma época en la que el afamado naturista inglés Charles Darwin durmiera aquí tras buscar restos paleontológicos en la zona.
María Julia Casanova, la señora que me guía por las entrañase e Narbona me cuenta que muchos de esos colores con los que pintaron las paredes están hechos con sangre de vaca o con pigmentos naturales. Esto es típico también en las viejas estancias al otro lado del Río de la Plata.
Por dentro se ve el grosor de las paredes del casco que variaban entre los 80 y los 100 centímetros de ancho.
En alguno de los muchos períodos productivos que supo tener Estancia Narbona, hubo, entre otras explotaciones, una fábrica de azulejos para pisos. El diseño es el mismo que tienen los pisos de la casa.
Otras versiones aseguran que fue el mismos estado quienes levantó estos azulejos buscando tesoros.
Desde el tercer piso de la torre se obtenían vistas de los alrededores. Este lugar de construcción del casco había sido elegido con propósitos defensivos. Hoy no se puede subir a la torre. Vale aclarar que la Estancia Narbona está asentada sobre el cerro mas alto de la zona.
La Capilla de la Estancia Narbona guarda en su altar una imagen de la Virgen de Candelaria, a la cual era devoto Juan de Narbona. Bajo sus pisos descansan entre otros, los restos de los dueños originales de la estancia.
A la derecha está la entrada de uno de los túneles que existen en la Estancia Narbona, y que continúan hasta el Arroyo de las Víboras, el Río de la Plata o Nueva Palmira. Además de servir como vía de escape ante el ataque de algún malón de los indios, también servían para esconder a los esclavos con los que Juan de Narbona traficaba en la época.
Estos túneles hoy están cerrados a los visitantes por temor a que se derrumben. Sería una buena idea que el gobierno de Uruguay habilite aunque sea un tramo de ellos, ya que se trata de uno de sus patrimonios históricos mas importantes y bien le vendría a la industria turística de las ciudades de Carmelo, Nueva Palmira y Colonia del Sacramento.
Vale la pena pasar unos días en la cada vez mas preparada ciudad de Carmelo. Durante ese tiempo es una buena idea visitar Estancia Narbona y sus antiguos alrededores.



jueves, 18 de diciembre de 2014

La Calera de las Huérfanas

A pocos kilómetros de la ciudad de Carmelo se encuentra La Calera de las Huérfanas, quizás el mas importante exponente en píe del paso de los Jesuitas por el Uruguay.

Originalmente este lugar era el casco de la "Estancia del Río de las Vacas", o "Estancia de Belén", unas 140.000 hectáreas que los Jesuitas habían recibido por parte de la Corona Española y administraban desde 1741.
Con el paso de los años, y la necesidad de hacer mas rentable su explotación, hacen una calera desde la cual y mediante el paso por dos grandes hornos vendían este indispensable material para la construcción. El agregado posterior "de las Huérfanas" tiene origen en que los fondos de la producción de este lugar estaban destinados a la manutención de el Colegio de Niñas Huérfanas de Buenos Aires.
La primera aproximación (en realidad la segunda, pues ya había estado aquí cuando niño 25 años atrás) la hice casi de noche, a sabiendas de que en este lugar pasan "cosas raras", y está munido de cuentos y leyendas. Voces Anónimas, un conocido programa de televisión que se emite por Canal 12 fue en busca de repuestas, y solo volvieron con mas preguntas.
Hay un túnel que nadie puede cruzar ya que se apagan las luces que uno lleve, no importa si son linternas, velas o farolas. Dicen los que se aventuraron que se escuchan voces de niñas llorando.
Otro grupo de periodistas radiales, entrevistados en el citado programa de T.V. pudo grabar una voz que según descubrieron significa "Peligro" en Guaraní.
En algún momento del día siguiente volví a tomar mejores fotos, y es que La Calera de las Huérfanas, Monumento Histórico Nacional, era uno de los must que me había propuesto para este viaje a Carmelo, y uno de las mayores atracciones turísticas en su tipo del Uruguay.
Durante 10 años estuvo administrada por Juan de San Martín, padre del Prócer de la Patria y Libertador de las Américas don José de San Martín. De hecho tres de sus hermanos nacieron aquí antes de que el lugar sea entregado a la Hermandad de la Santa Caridad entre 1778 y 1837.
La próspera estancia contaba con dos hornos de cal cuya producción estaba destinada a la consolidación edilicia de Montevideo y de Colonia del Sacramento y también de Buenos Aires.
Esta explotación minera es la segunda mas antigua del Uruguay solo detrás de la de Narbona.
En las caleras daban el calor necesario a las piedras hidratadas de Carbonato de Calcio, con la cual lograban Óxido de Calcio, o Cal Viva como se la conoce generalmente.
A la boca del horno se accedía por un terraplén a sus costados desde el cual se arrojaba el material.
En la calera trabajaban los 150 esclavos negros que vivían aquí, separados de los blancos y de los indios.
Resulta curioso que hayan habido esclavos aquí cuando la Compañía de Jesús siempre se caracterizo por evangelizar a los indígenas y tratarlos de igual a igual.
La iglesia que aún se mantiene en pie, aunque apuntalada al piso por grandes tablones de madera, tiene la particularidad de que su altar forma parte de la misma pared del fondo. Una rareza en la mayoría de las iglesias, ya que los altares suelen ser obras de arte en si mismas, hechas en maderas o mármoles. Se cree que la razón por la cual los Jesuitas decidieron hacer un altar fijo en la pared, es para que no pudiera ser destruido en alguno de los frecuentes ataques que padecían los habitantes de la zona.
Sus dimensiones son bastante importantes, con 21 metros de largo por siete de ancho, pero lo que mas impresiona es el muro parejo de mas de un metro de ancho. El techo ya no existe.
A los locales no les gusta meterse dentro de la iglesia. Temen sentir cosas raras.
Los restos de piedras sugieren la existencia de dormitorios para unos 300 pobladores, sin contar los de los 150 esclavos, que vivían en una ranchería separada.

El lugar está bien organizado y cuidado. Cuenta con una sala de interpretación, y carteles explicativos en los senderos. Desde 1999 se trabaja en la puesta en valor del conjunto.
¿Como llegar?

Desde Buenos Aires.
Por agua: Servicio Cacciola desde el Puerto de Tigre. Este es el único servicio fluvial que comunica Carmelo con la Argentina. La empresa ofrece además City Tours que incluye la visita a la Calera de las Huérfanas.
Buquebús hasta Colonia del Sacramento, mas 100 kilómetros de ruta hasta Carmelo. Mas caro, pero te da la posibilidad de llevar nuestro vehículo a bordo, y hacer compras libres de impuestos en el Free-Shop  del barco. Además sale desde Puerto Madero, y no desde Tigre que ya es un viaje en si para los que no somos de la zona.
Otras empresas como Ferrylineas, SeaCat,  Colonia Express, etc llegan a la ciudad de Colonia desde Tigre o Buenos Aires, todas con tarifas mas moderadas.
Una variable mas original, y también saliendo desde el puerto de Tigre es la que ofrece la empresa Lineas Delta Argentino que llega hasta Nueva Palmira, sita a 20 kilómetros o menos de la ciudad de Carmelo en barcos de menor porte.

Por tierra son 400 kilómetros desde Buenos Aires por Fray Bentos,  246 si llegamos desde Montevideo.
Por aire: Aeropuerto de San Fernando. Vuelos privados de 5 minutos, o vuelos charter desde el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini (Ezeiza).