lunes, 27 de septiembre de 2021

Aldeas alemanas de Entre Ríos

 En Argentina hay 2.500.000 de descendientes de Alemanes del Volga. La mayor parte de este nutrido grupo se encuentra en la provincia de Entre Ríos dentro de una suerte de triángulo compuesto por las ciudades de Diamante, Crespo y Paraná.

Los Alemanes del Volga llegaron a Argentina en 1878 alentados por un decreto firmado por el presidente Nicolás Avellaneda, quien ofrecía una serie de ventajas para este pueblo trabajador y de buena moral, tan deseoso de progreso. Un primer grupo se trasladó hacia la zona de Coronel Suárez, en la provincia de Buenos Aires, y otro lo hizo hacia la zona de Diamante, a la vera del río Paraná.

Los Alemanes del Volga eran un grupo de ciudadanos teutones que cansados de las guerras entre ducados en su país buscaron horizontes dónde vivir en paz. Así recibieron una tentadora oferta por de parte de Catalina "La Grande", o Catalina II de Rusia para emigrar hacia la zona del río Volga. Allí podrían desarrollar sus colonias en total libertad, manteniendo sus costumbres, sus tradiciones, su idioma y el manejo de la escolaridad y la administración de las colonias. Así fue como en 1764 fundaron Dobrinka, la primera de las 100 colonias de esa primer migración, dónde sumaban más de 30.000 habitantes. Para finales de 1880 la cifra de colonias a ambos lados del Volga ascendía a 583.
Poco más de 100 años más tarde, los Alemanes del Volga perdieron sus derechos y privilegios y comenzó entonces una importante migración hacia Canadá, Estados Unidos, Brasil, Uruguay, y por supuesto, la República Argentina.

Era el primer fin de semana en el que se podía salir de Buenos Aires, tras una cuarentena larga y ridícula como en pocos lugares del mundo. Las reglas no eran claras, no se sabía muy bien que estaba permitido y que no, así que partí no muy lejos, hasta la vecina provincia de Entre Ríos con el objetivo de seguir conociendo las colonias de Alemanes del Volga en Argentina

Cuando los grupos originales llegaron a Argentina querían seguir viviendo agrupados tal como lo hacían en Rusia. Allí estaban separados entre católicos y protestantes. Unos vivían en la Bergseite (lado derecho y montañoso), y los otros lo hacían en la wiesenseite (lado derecho y de llanura del río Volga). 
Este inconveniente mantuvo enfrentado a los colonos durante varias semanas, pero una vez llegado a un acuerdo se trabajó en conjunto para el bien común y la prosperidad de los pueblos.
Apenas había un puñado de personas alojadas en el hotel más importante de la capital provincial. Desde allí seguí 30 kilómetros por la ruta hacia Aldea Protestante, la primera de las aldeas (o colonias) de este recorrido, si se viene desde la ciudad de Diamante, la cual se encuentra distante a unos 10 kilómetros. 

Fundada en 1878, Aldea Protestante (Protestandörfche-Bauer-Dörfche) tiene unos 1.000 habitantes. Este lugar lleva este nombre ya que la mayoría de sus fundadores eran protestantes evangélicos.
En Aldea Protestante, o simplemente "La Aldea", hay construcciones que sobresalen en manufactura y diseño con respecto a las de las otras colonias, pero el punto en común siempre, es la prolijidad de las mismas, sus veredas limpias, las flores en sus ventanas.

Marienthal, hoy conocida como Aldea Valle María, fue la sede administrativa en la etapa fundacional de las colonias. Los habitantes provenían de una colonia en Rusia que llevaba el mismo nombre. Se encuentra a 35 kilómetros de la ciudad de Paraná y se desarrolla a ambos lados de la Ruta 11. 

Unos kilómetros alejado de la ruta aparece monumental la Casa de Retiros Stella Maris. Este enorme edificio de dos plantas fue inaugurado en 1952 con la idea original de albergar el preseminario de la Congregación del Verbo Divino. Luego funcionó como escuela primaria hasta 1981. Desde entonces recibe gente (especialmente escuelas) como sitio de retiro espiritual. 
La Iglesia Inmaculada Concepción  es una de las joyas de las aldeas sino de Entre Ríos todo. Cuenta la historia que antiguamente funcionaba una de madera con techo de cuero de yeguarizos que funcionó hacia 1880 con misas impartidas por el padre polaco Adalberto Bukowski. Entre 1883 y 1892 los servicios pastorales estuvieron a cargo de la Compañía de Jesús (Jesuitas), y en algún momento entre esos años se decidió la construcción de un templo de material. Para ello cada vecino debía aportar $100 y 2.000 ladrillos. Entusiasmados ante tan importante empresa, la aldea juntó rápidamente 186.000 ladrillos y toda la arena necesaria para erigir esta bonita iglesia. 
Con el correr de los años, Aldea Valle María pasó de la actividad 100% agrícola a la cría de animales de granja, en especial de conejos, lo que le valió el nombre de "Capital Nacional de la Cunicultura". Se consiguen en sus calles bonitos tejidos de angora.

A unos 7 kilómetros de la plaza principal y yendo por caminos de tierra que cruzan paisajes de cuchillas y fértiles lomadas se llega al Balneario Municipal a orillas del río Paraná. Este sitio está rodeado de vegetación y de algunas de las barrancas más altas que ofrece el río Paraná. Es un muy lindo lugar para pasar el día. Hay bajada para lanchas, vestuarios, parrillas y puestos de comida.
Más pequeña, Aldea Grapschental no tiene plaza, tampoco cementerio, y no cuenta con una calle principal. Entre sus pocas construcciones destaca el centro de salud, una moderna iglesia alejada, la escuela 35 y un modesta casa que funciona como Junta de Gobierno.
De menor relevancia y ya más alejadas de la vera del río Paraná , pero también en zona, podemos visitar Aldea San Rafael, Santa Rosa y San Miguel.
La Aldea Salto también fue fundada el 21 de julio de 1878, tal como las vecinas. Anteriormente llevaba el nombre de Aldea Santa Cruz, pero con el correr de los años la gente la conocía como Aldea Salto por la cercanía de un salto de agua. Idéntica suerte corrió la parroquia que antes se llamaba "Santa Cruz" y hoy lleva el nombre de San Miguel Arcángel.
Cuenta la aldea con una población de unas 250 personas. Un crecimiento demográfico muy lento considerando que el grupo original era de 154 personas repartidas en 28 casas de adobe.
Aldea Spatzenkutter  significa "Jolgorio de gorriones" . Esta apacible aldea de unas 3.300 hectáreas se encuentra a mitad de camino entre Diamante y Paraná. Está dividida en 74 chacras. 
Dos calles paralelas bajan perpendiculares a la Ruta 11 durante 1 kilómetro. Las mismas son cruzadas por la Avenida Alemanes del Volga que es dónde se concentran casi todos los comercios de este pequeño poblado de unas 500 personas.

En  Spatzenkutter (antes conocido como Campo María o Marienfeld) funcionó el primer Juzgado de Paz de las aldeas, y también el primer cementerio, que se diferencia de los demás por sus singulares cruces de hierro.
La Iglesia Asunción de María estuvo lista en 1923 tras dos años de intensas obras. Esta construcción vino a reemplazar una precaria parroquia de madera 
 Aquí podemos encontrar el Museo Alemanes del Volga o "Nuestras raíces alemanas". Este espacio ha sido recientemente renovado con nuevas vitrinas e iluminación de última generación.
La Aldea Brasileira es la más joven de la zona. Sus fundadores habían pasado unos años en el Brasil, pero la vida allí era dura. Había que ganarle espacio a la selva y las tierras no eran las mejores para las prácticas agrícolas. Tentados por las bondades de Argentina, el grupo de colonos alquiló en 1878 carretas para cruzar la República Oriental del Uruguay. Una vez llegados a la frontera con Argentina, los esperaban las diligencias enviadas por el gobierno nacional que los depositó en los suaves y ondulados paisajes de la provincia de Entre Ríos.
La Plaza San Martín es la principal del pueblo. Cuidada y bonita, la plaza destaca por sus altos y siempre verdes pinos, y por la Iglesia San José, de regio estilo gótico alemán. La iglesia se separa hasta 36 metros del suelo, y es muy bella la aguja prisma octogonal que encierra al campanario.
La piedra basal se puso en 1895 cuando llegó la hora de construir un templo más grande para los fieles. La Congregación del Verbo Divino, recientemente llegada al país, contrató a los hermanos Emilio y Carlos Fogel, arquitectos ambos llegados de Alemania, quienes erigieron esta bonita iglesia en un estilo que no les era para nada ajeno. Originalmente la iglesia iba a ser de mayor tamaño, con naves a cada lado, pero el proyecto quedó en el olvido a principio de los 70´.
Además de las misas de cada fin de semana, y del rol religioso que cumple para los más de 1.000 habitantes de Aldea Brasileira, la iglesia hace sonar sus campanas cada vez que alguien muere en la zona, acercando a sus puertas a los curiosos.
A un lado de la iglesia, y también sobre la Plaza San Martín está la Gruta de la Virgen. Frente a la gruta dos grupos de tres bancos.
Me gustó mucho conocer este grupo de aldeas alemanas en Entre Ríos. Cada una tiene alguna cualidad que la hace singular. Se respira historia y ganas constantes de progreso. El paisaje acompaña con sus verdes lomadas, y claro, el imponente río Paraná, el segundo más largo de Sudamérica.
Recorrer sus caminos en dos días partiendo desde la ciudad de Paraná, resulta un gran programa.