lunes, 18 de enero de 2021

La Parroquia Santa Ana en Glew

La Parroquia Santa Ana puede que sea uno de los templos más bonitos del sur del Gran Buenos Aires. No es tan antigua ni opulenta como otras, pero en el interior de su cuerpo rectangular de ladrillos a la vista, que con sus techos a dos aguas y su campanario forma un perfecto triángulo, se esconde una de las joyas pictóricas religiosas más famosas y significativas de la provincia.

Tras pujar en un remate de tierras hasta el máximo de su límite personal, Juan Glew, un inglés llegado de niño, se hizo de estas tierras dónde algún día pasaría el ferrocarril. Estaban muy cerca del viejo Camino Real (hoy Ruta 210) que conectaba Buenos Aires con el Alto Perú. 
Quizás ansioso y para acelerar los tiempos, donó los terrenos en dónde hoy está la estación de tren que lleva su nombre. Allí también montó una pulpería (o almacén de ramos generales) alrededor de la cual se fue conformando el pueblo. El 14/8/1865 a las 10 AM el tren pasó por primera vez. 

Juan Glew desapareció sin dejar rastros. Nada se supo de él. En los registros figuraba como soltero pero sus 5 hijos eran bien conocidos en la zona, y cuando decidieron heredar comenzaron los primeros loteos de tierra. Aparecieron los primeros tambos que perduraron durante décadas dándole a Glew una impronta rural qué, aunque cada vez menos, aún identifica a la hoy ciudad.

Con la llegada del ferrocarril, la población de Glew (se pronunciaba "Glú" por aquel entonces) fue creciendo. Sus pobladores acudían a misa en San Vicente, pero gracias a la donación de doña Vicenta del Castillo de Calvo y a don Nicanor Ezeiza se posibilitó la erección de la Parroquia Santa Ana en 1905, obra que estuvo a cargo del constructor Pablo Regazzoni.
El barrio de Glew era manso, tranquilo y apenas interrumpido por el paso de algún "sulky" lechero, todo eso según las palabras del pintor Raúl Soldi. Inmediatamente se sintió atraído por la paz de este lugar cercano a la ciudad y a la vez tan lejano, dónde las sombras de los árboles ya eran largas y los calores del medio día invitan a largas siestas. Cuando conoció la Parroquia Santa Ana y descubrió que compartían el mismo año de nacimiento se ofreció para pintar unos murales en sus blancas paredes y compró una casa dónde se instalaría en los veranos y pasaría gran parte de sus fines de semana.
No fue una tarea sencilla, o al menos Raúl Soldi no se lo tomó como tal, y durante 23 veranos a partir del de 1953, comenzó con este trabajo, probablemente su obra más reveladora. Se pasaba subido a un rudimentario andamio casi de sol a sol, unas 8 horas por día. Primero picaba 30 centímetros de las paredes, luego las revocaba y sólo entonces se ponía a trabajar de manera renacentista, pintando en la pared húmeda con pinceles y espátulas que colgaban de su cinturón. 
La del ábside fue su última obra, y la hizo el mismo año en el que dejaba plasmada lo mejor de su impronta en la cúpula del Teatro Colón en Buenos Aires.
La Parroquia de Santa Ana es famosa por contener en su interior una serie de frescos brillantemente ejecutados por Raúl Soldi. Los murales describen la vida de Santa Ana, madre de la Virgen María. Subido a los armazones de madera trazaba en lápiz lo que pintaba en las paredes inspirado en la mística de los evangelios manchados en tonos pastel y marinos con el metal de sus espátulas. A veces estaba el párroco como testigo, y otras veces las gallinas que se metían impávidas por la puerta de la parroquia.
En los murales de Raúl Soldi aparece el pueblo de Glew como el escenario de la vida de Santa Ana y también el de los momentos importantes de la Virgen María hasta la aparición del Niño Jesús. De hecho el nacimiento de la Virgen María ocurre, según la representación de Soldi, en el patio trasero de una casa ubicada en la esquina del templo mismo.
En el altar mayor hay tres frescos que sólo son parte de los más de 60 diseminados a lo largo de todo un conjunto pictórico que supera los 250 metros cuadrados. Antes de ejecutar esta obra, Raúl Soldi se aprendió todos los evangelios, incluso los apócrifos, antes de plasmar su arte en las paredes hasta entonces completamente blancas de la Parroquia de Santa Ana.
Frente al altar de la Parroquia Santa Ana se aprecia un rosetón en dónde predominan el blanco y el azul, que iluminan al templo desde seis claraboyas de los mismos colores ubicadas en los laterales de la construcción, creando una linda brisa de luz.
Hijo de músicos, Raúl Soldi nació el 27 de marzo de 1905 en Buenos Aires. Ya de joven sentía inclinaciones por las artes, y antes de pintar había incursionado en el mundo de los cuentos y la poesía.
A los 16 años viaja a Europa por primera vez y pasa algunos años merodeando por Alemania (Berlín y Hamburgo) y luego viaja a Italia con la intención de conocer el lugar dónde había transcurrido la juventud de su madre. Así llega a Pinceto, un pequeño pueblo con una capilla dedicada a San Fermín, dónde el artista pintó el primero de sus frescos con sólo 16 años de edad.
Convencido de que la pintura era lo suyo, vuelve a Buenos Aires y cursa durante 3 meses en la Academia Nacional de Bellas Artes. Como su familia decide volver a la Italia natal, el joven Soldi los sigue hasta Milán y continúa sus estudios en la Academia Brera.
En 1933 Raúl Soldi regresa a la Argentina y de inmediato comienza a trabajar como escenógrafo para Argentina Sono Films, con quienes hace más de 80 producciones hasta que en 1940 gana una beca para estudiar escenografía en EE.UU.

Con la mitad de su obra pintada en la Parroquia de Santa Ana, Raúl Soldi se instala unos meses en Israel y en 1968 pinta un fresco de 6 x 2 metros en la cúpula de la Basílica de la Anunciación en la ciudad de Nasareth, dónde Jesús transcurrió su infancia.
Apenas terminada volvió a Glew a continuar con su trabajo, con pasión y esmero y esa técnica en dónde resaltan tan bien los colores de su obra.

Junto a su mujer crea en 1979 la Fundación Santa Ana de Glew (hoy Fundación Soldi) en dónde se encuentra su colección privada y gran parte de su obra. Otras forman parte de las colecciones del Museo del Vaticano, la Galería Uffizi de Florencia, el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires o el MoMA de la ciudad de New York.
La Parroquia Santa Ana se encuentra en la ciudad de Glew, Partido de Almirante Brown, a unos doscientos metros de la Estación Glew del Ferrocarril Roca y a poco más de 40 kilómetros de distancia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires