Esa noche no había podido dormir. Maté a 40 mosquitos, pero no fue suficiente. Abajo de las sábanas el calor se hacía insoportable.
Eran apenas las 4 de la mañana cuando abandoné mi cama en Punta del Diablo. Todavía no había amanecido y una bruma pesada flotaba en el ambiente.
Aprovechando que mis amigos dormían, me hice una escapada hasta el Chuy, que es una localidad fronteriza que con una avenida separa a Uruguay de Brasil. Las escobas del limpiaparabrisas estuvieron prendidas mas de una hora escurriendo el agua marina cargada en el aire.
Al Chuy lo encontré igual que la última vez en que había estado, mas de una década y media atrás. Los locales comerciales de baratijas se suceden uno al lado del otro, por kilómetros. El Chuy sigue siendo horrible. Un lugar polvoriento sin gracia alguna.
Cuando conocí el Fuerte Santa Teresa aquella primera vez en 1998, había oído hablar también de este otro, el Fuerte San Miguel, que aunque menos importante, era interesante, y para muchos mas bello.
En aquella oportunidad me movía en autostop (a dedo) y se hacía complicado llegar hasta aquí pues la ruta es poco transitada y para nada turística. Hoy no se me iba a escapar la oportunidad.
Tras pasar un control migratorio uruguayo, en donde me dijeron que el fuerte abría recién a las 9, proseguí mi camino. Como para hacer tiempo, me acerqué a los dos pueblos mas cercanos (San Luis del Medio y el Paraje 18 de Julio) y tras recorrerlos volví hacia el Fuerte San Miguel.
Aún no eran las 9 y las tranqueras permanecían cerradas, pero con la ayuda de mi GPS encontré otro camino que me llevó al fuerte, y no había tranquera que me cerrase el paso.
El Fuerte San Miguel construido en 1734 por los españoles, fue mejorado por primera vez tres años mas tarde por los portugueses, luego de fracasar en un intento de poblar la Ciudad de Maldonado
Domina desde lo mas alto de las bajas Sierras de San Miguel, muy cercanas al límite con Brasil.
La planta inicial del Fuerte San Miguel tenía forma de rectángulo, pero con el paso de los años, y la necesidad de hacer mas fuerte la estructura existente, se agregaron 4 baluartes desde donde podían disparar 18 cañones de artillería y todo lo necesario para mantener cómodos y seguros a los mas de 100 hombres que custodiaban el recinto.
Anulado el Tratado de Madrid que firmasen Fernando VI de España y Juan V de Portugal en 1750, los portugueses no querían perder mas territorios en América del Sur por parte de sus vecinos Ibéricos. En pocos años los límites de las fronteras habían cambiado, y en el Uruguay ya habían perdido el dominio sobre Colonia del Sacarmento la ciudad mas vieja del país, fundada por ellos mismos en 1680.
Murallas afuera del fuerte hay un camposanto en donde se ven unas pocas tumbas. Se accede por un camino en donde hay una explanada hecha con piedras muy grandes e irregulares, que a juzgar por la huella que hay a sus costados, la gente prefiere evitar.
Para dificultar la entrada de los enemigos, el Fuerte San Miguel contaba con una fosa y un puente levadizo. Una característica única en los fuertes de Uruguay. Sus muros estaban construidos de una forma que haría difícil escalarlos, y la posición elevada de sus baluartes, obligaban a los enemigos a tener lejos su artillería.
El terreno, lleno de cuchillas, arenales y pantanos dificultaba el avance por tierra del enemigo.
Sin batalla alguna, y otra vez por un tratado (en este caso el de San Ildefonso en 1777) el fuerte fue entregado nuevamente a España. Desde entonces ambas potencias fueron perdiendo poder en América.
Con la construcción de la cercana Fortaleza de Santa Teresa, de mayores dimensiones, y de mejor calidad, este fuerte fue perdiendo importancia hasta quedar en un total estado de abandono.
Dentro de los muros del fuerte, que tienen 5 metros de altura y dos de ancho, y en la parte mas elevada del terreno, se encuentra una capilla en cuyo interior guardan una escultura de madera de San Miguel Arcángel, Santo Patrono de la Infantería, y Jefe del Ejército de Dios, que data del siglo XVIII.
Los fuertes de Santa Teresa y de San Miguel son una de las mas valiosas construcciones militares de la época colonial que sobreviven en América del Sur.
Las edificaciones eran de piedra y en el techo llevaban las típicas tejas coloniales, llamadas "Musleras", pues las hacían las mulatas en sus muslos.
A diferencia de Santa Teresa, en San Miguel todas las edificaciones han sido restauradas.
El Fuerte se encuentra dentro del Parque Nacional San Miguel, un espacio de 1500 hectáreas en el Departamento Rocha, que forma parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP).
Se encuentra a 350 kilómetros de Montevideo, la capital del Uruguay.
Las vistas desde las sierras son my lindas. En el mismo fuerte pueden alquilarse caballos para ascender a los cercanos cerros, efectuar caminatas por senderos demarcados, trepar grandes piedras o perderse dentro de los montes bajos que rodean la fortaleza. Me encontraba falto de tiempo por lo que no hice ninguna de las actividades citadas, pero cuando visiten el agradable Departamento de Rocha, y ya estén contagiados del ritmo pausado que propone el país, es una buena idea pasar un día por estos lares.
En la zona no faltan las leyendas, sobre todo las relacionadas con el casi extinto yaguareté (Jaguar). Un animal mítico en el Uruguay, que por sus montes bajos propiciaban un hábitat ideal para el animal. Lo cierto es que se han encontrado muchos huesos en el área, y causaban pánico entre los soldados.
En 2010 volvió a verse un Yaguareté en las inmediaciones del fuerte. Casi un milagro.
Eran apenas las 4 de la mañana cuando abandoné mi cama en Punta del Diablo. Todavía no había amanecido y una bruma pesada flotaba en el ambiente.
Aprovechando que mis amigos dormían, me hice una escapada hasta el Chuy, que es una localidad fronteriza que con una avenida separa a Uruguay de Brasil. Las escobas del limpiaparabrisas estuvieron prendidas mas de una hora escurriendo el agua marina cargada en el aire.
Al Chuy lo encontré igual que la última vez en que había estado, mas de una década y media atrás. Los locales comerciales de baratijas se suceden uno al lado del otro, por kilómetros. El Chuy sigue siendo horrible. Un lugar polvoriento sin gracia alguna.
Cuando conocí el Fuerte Santa Teresa aquella primera vez en 1998, había oído hablar también de este otro, el Fuerte San Miguel, que aunque menos importante, era interesante, y para muchos mas bello.
En aquella oportunidad me movía en autostop (a dedo) y se hacía complicado llegar hasta aquí pues la ruta es poco transitada y para nada turística. Hoy no se me iba a escapar la oportunidad.
Tras pasar un control migratorio uruguayo, en donde me dijeron que el fuerte abría recién a las 9, proseguí mi camino. Como para hacer tiempo, me acerqué a los dos pueblos mas cercanos (San Luis del Medio y el Paraje 18 de Julio) y tras recorrerlos volví hacia el Fuerte San Miguel.
Aún no eran las 9 y las tranqueras permanecían cerradas, pero con la ayuda de mi GPS encontré otro camino que me llevó al fuerte, y no había tranquera que me cerrase el paso.
El Fuerte San Miguel construido en 1734 por los españoles, fue mejorado por primera vez tres años mas tarde por los portugueses, luego de fracasar en un intento de poblar la Ciudad de Maldonado
Domina desde lo mas alto de las bajas Sierras de San Miguel, muy cercanas al límite con Brasil.
La planta inicial del Fuerte San Miguel tenía forma de rectángulo, pero con el paso de los años, y la necesidad de hacer mas fuerte la estructura existente, se agregaron 4 baluartes desde donde podían disparar 18 cañones de artillería y todo lo necesario para mantener cómodos y seguros a los mas de 100 hombres que custodiaban el recinto.
Anulado el Tratado de Madrid que firmasen Fernando VI de España y Juan V de Portugal en 1750, los portugueses no querían perder mas territorios en América del Sur por parte de sus vecinos Ibéricos. En pocos años los límites de las fronteras habían cambiado, y en el Uruguay ya habían perdido el dominio sobre Colonia del Sacarmento la ciudad mas vieja del país, fundada por ellos mismos en 1680.
Murallas afuera del fuerte hay un camposanto en donde se ven unas pocas tumbas. Se accede por un camino en donde hay una explanada hecha con piedras muy grandes e irregulares, que a juzgar por la huella que hay a sus costados, la gente prefiere evitar.
Para dificultar la entrada de los enemigos, el Fuerte San Miguel contaba con una fosa y un puente levadizo. Una característica única en los fuertes de Uruguay. Sus muros estaban construidos de una forma que haría difícil escalarlos, y la posición elevada de sus baluartes, obligaban a los enemigos a tener lejos su artillería.
El terreno, lleno de cuchillas, arenales y pantanos dificultaba el avance por tierra del enemigo.
Sin batalla alguna, y otra vez por un tratado (en este caso el de San Ildefonso en 1777) el fuerte fue entregado nuevamente a España. Desde entonces ambas potencias fueron perdiendo poder en América.
Con la construcción de la cercana Fortaleza de Santa Teresa, de mayores dimensiones, y de mejor calidad, este fuerte fue perdiendo importancia hasta quedar en un total estado de abandono.
Dentro de los muros del fuerte, que tienen 5 metros de altura y dos de ancho, y en la parte mas elevada del terreno, se encuentra una capilla en cuyo interior guardan una escultura de madera de San Miguel Arcángel, Santo Patrono de la Infantería, y Jefe del Ejército de Dios, que data del siglo XVIII.
Los fuertes de Santa Teresa y de San Miguel son una de las mas valiosas construcciones militares de la época colonial que sobreviven en América del Sur.
Las edificaciones eran de piedra y en el techo llevaban las típicas tejas coloniales, llamadas "Musleras", pues las hacían las mulatas en sus muslos.
A diferencia de Santa Teresa, en San Miguel todas las edificaciones han sido restauradas.
El Fuerte se encuentra dentro del Parque Nacional San Miguel, un espacio de 1500 hectáreas en el Departamento Rocha, que forma parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP).
Se encuentra a 350 kilómetros de Montevideo, la capital del Uruguay.
Las vistas desde las sierras son my lindas. En el mismo fuerte pueden alquilarse caballos para ascender a los cercanos cerros, efectuar caminatas por senderos demarcados, trepar grandes piedras o perderse dentro de los montes bajos que rodean la fortaleza. Me encontraba falto de tiempo por lo que no hice ninguna de las actividades citadas, pero cuando visiten el agradable Departamento de Rocha, y ya estén contagiados del ritmo pausado que propone el país, es una buena idea pasar un día por estos lares.
En la zona no faltan las leyendas, sobre todo las relacionadas con el casi extinto yaguareté (Jaguar). Un animal mítico en el Uruguay, que por sus montes bajos propiciaban un hábitat ideal para el animal. Lo cierto es que se han encontrado muchos huesos en el área, y causaban pánico entre los soldados.
En 2010 volvió a verse un Yaguareté en las inmediaciones del fuerte. Casi un milagro.
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