Viajar por la geografía del Paraguay suele ser encantador. En esta ondulada porción del país, y de las mas ricas y productivas, están los mayores atractivos turísticos que Paraguay tiene para ofrecer.
Aquí, a menos de 40 kilómetros de distancia de la ciudad de Encarnación se encuentran los dos sitios que la UNESCO declaro como Patrimonio de la Humanidad en el país.
En varias ocasiones escribí sobre las ruinas y obras de los jesuitas en el Paraguay, como cuando fuimos a Santa María de Fe o al observatorio astronómico en las Ruinas de San Cosme y Damián, y hoy toca escribir sobre Jesús de Tavarangue, el segundo conjunto de ruinas mas importante y el que mas me ha gustado de las por lo menos 20 reducciones, o misiones jesuitas, que de momento tuve oportunidad de conocer.
Mis lectores sabrán que muchas veces tengo la suerte de llegar a un lugar turístico y tenerlo todo para mí, tal ha sido el caso de mis visitas a las ruinas del Paraguay. Convengamos que en Paraguay casi no se ven turistas, pero imaginé que al llegar a Jesús de Tavarangue, la cosa iba a cambiar, pero tuvimos la enorme fortuna de tener todo el lugar para nosotros, una vez mas.
Por un prolijo camino de baldosas fuimos acercándonos a estas ruinas que se encuentran a orillas del Río Monday, y que tienen la particularidad de contar con muchos detalles moriscos, pues la España de esa época estaba recibiendo mucha influencia de los árabes .
Enseguida nos sorprendimos con el tamaño de la iglesia inconclusa que iba a ser una de las mas grandes de la época. De haberse terminado el templo, que sería una copia de la Iglesia de Loyola, en Italia, las ruinas de Jesús de Tavarangue hubieran sido las mas importantes. El tamaño del templo habla de la ambición que los jesuitas tenían en evangelizar a los nativos de esta zona tiempo antes de que la orden religiosa sea expulsada de América por orden del Rey Carlos III de España.
Jesús de Tavarangue fue fundada en 1685 en una zona donde los ataques de los Bandeirantes eran frecuentes. Estos hombres llegados desde Sao Paulo, en Brasil, penetraban territorios que hasta los portugueses reclamaban como propios, y secuestraban indígenas que luego eran vendidos para la esclavitud. Sus acciones provocaron que muchas de las reducciones jesuitas originales tengan que ser mudadas a zonas mas seguras y lejanas, y de paso, agrandaron ilegalmente las fronteras de Brasil, como ya he comentado en varias entradas relacionadas.
En Jesús de Tavarangue es muy fácil trasladarse en el tiempo e imaginar como era la vida en las reducciones de la ribera derecha del Río Paraná, en lo que hoy es el Departamento de Itapúa.
Los jesuitas elegían sitios altos para el emplazamiento de sus pueblos. Además de ser las mejores tierras podían controlar visualmente el territorio ante los ataques de los piratas de tierra, o Bandeirantes.
El conjuntos de ruinas de Jesús de Tavarangue impacta por su tamaño, pero son pocos en realidad los restos arquitectónicos y sociales visibles que quedaron de este próspero pueblo que tardo mas de dos siglos en ser descubierto tras la expulsión de los jesuitas. Esta es la razón por lo cual, las vecinas ruinas de Santísima Trinidad del Paraná, también sitio UNESCO, gozan de mas status.
Esta ciudad auto suficiente contaba con una universidad, varios colegios, múltiples talleres, un museo, una gran plaza central, y la iglesia, que lamentablemente nunca llegó a funcionar como tal.
El conjunto de viviendas, hoy desaparecidas, se diferenciaban entre las de los jesuitas y los indígenas.
Para la construcción de sus edificios los Jesuitas usaban una mezcla de huesos y cáscara de huevos que pegaban los ladrillos. Los edificios de Jesús de Tavarangue fueron los primeros y únicos en utilizar cal, y es por eso que lograron mantenerse en mejor forma que el resto de las ruinas en el continente.
Entre sus muros de mas de 12 metros de altura es cuando uno se da cuenta del tamaño colosal que esta iglesia tenía (o pretendía tener), con sus tres naves, y las doce columnas que cada uno de los apóstoles iba a sostener a la hora de darle el techo, un techo que nunca llego a tener.
Los Guaraníes, que eran los indígenas de la zona, recibieron de buen modo y receptivamente las enseñanzas del Cristianismo de la mano de los Jesuitas. Ya desde mediados del 1500, cuando los Franciscanos llegaron a esta tierra, que años mas tarde fueron declaradas por Roma como territorio Jesuita, cuando las fronteras de Brasil, Paraguay, Argentina, Bolivia y Uruguay todavía no estaban ni imaginadas, y estos aún no eran países. Trabajaban codo a codo con los misioneros quienes los protegían, y mas de 150.000 de ellos fueron organizados en las mas de 30 reducciones que la orden fundo en Sudamerica.
Nunca existió rebelión alguna contra los Jesuitas por parte del pueblo indígena, que incluso convivió en forma pacífica con tribus rivales.
El labor de los jesuitas puede considerarse como un caso de éxito en la conversión de indígenas al Cristianismo. Todo se desarrollo en paz. La inclusión en la vida social de al comunidad era total, y el indígena poseía bienes privados, recibía protección, educación, alimentos, labores pagos, etc.
Cuando los jesuitas fueron expulsados de América, muchos de estos indígenas fueron secuestrados y vendidos a la esclavitud. Un negocio mas rentable que la tasa que la orden jesuita le pagaba a la corona.
Algunos pudieron huir, nuevamente a la selva, su selva, que tan bien conocían. Una selva que hoy no existe. Una selva que otros intereses igualmente rentables también han hecho desaparecer.
En 10 años, o menos, todas las reducciones, todas las obras de los jesuitas en Paraguay, Bolivia, Argentina y Brasil, habían sido saqueadas y abandonadas, si no destruidas o incendiadas.
Una maravilla de lugar. Quede fascinado con el estado de conservación de su restos y la privilegiada ubicación en donde estuvo emplazada esta ciudad, que dejo los restos arquitectónicos y religiosos mas importantes del país.
En mi opinión, la mas lindas del Paraguay. No. Subo la apuesta: Las mas lindas de Sudamerica.
Aquí, a menos de 40 kilómetros de distancia de la ciudad de Encarnación se encuentran los dos sitios que la UNESCO declaro como Patrimonio de la Humanidad en el país.
En varias ocasiones escribí sobre las ruinas y obras de los jesuitas en el Paraguay, como cuando fuimos a Santa María de Fe o al observatorio astronómico en las Ruinas de San Cosme y Damián, y hoy toca escribir sobre Jesús de Tavarangue, el segundo conjunto de ruinas mas importante y el que mas me ha gustado de las por lo menos 20 reducciones, o misiones jesuitas, que de momento tuve oportunidad de conocer.
Mis lectores sabrán que muchas veces tengo la suerte de llegar a un lugar turístico y tenerlo todo para mí, tal ha sido el caso de mis visitas a las ruinas del Paraguay. Convengamos que en Paraguay casi no se ven turistas, pero imaginé que al llegar a Jesús de Tavarangue, la cosa iba a cambiar, pero tuvimos la enorme fortuna de tener todo el lugar para nosotros, una vez mas.
Por un prolijo camino de baldosas fuimos acercándonos a estas ruinas que se encuentran a orillas del Río Monday, y que tienen la particularidad de contar con muchos detalles moriscos, pues la España de esa época estaba recibiendo mucha influencia de los árabes .
Enseguida nos sorprendimos con el tamaño de la iglesia inconclusa que iba a ser una de las mas grandes de la época. De haberse terminado el templo, que sería una copia de la Iglesia de Loyola, en Italia, las ruinas de Jesús de Tavarangue hubieran sido las mas importantes. El tamaño del templo habla de la ambición que los jesuitas tenían en evangelizar a los nativos de esta zona tiempo antes de que la orden religiosa sea expulsada de América por orden del Rey Carlos III de España.
Jesús de Tavarangue fue fundada en 1685 en una zona donde los ataques de los Bandeirantes eran frecuentes. Estos hombres llegados desde Sao Paulo, en Brasil, penetraban territorios que hasta los portugueses reclamaban como propios, y secuestraban indígenas que luego eran vendidos para la esclavitud. Sus acciones provocaron que muchas de las reducciones jesuitas originales tengan que ser mudadas a zonas mas seguras y lejanas, y de paso, agrandaron ilegalmente las fronteras de Brasil, como ya he comentado en varias entradas relacionadas.
En Jesús de Tavarangue es muy fácil trasladarse en el tiempo e imaginar como era la vida en las reducciones de la ribera derecha del Río Paraná, en lo que hoy es el Departamento de Itapúa.
Los jesuitas elegían sitios altos para el emplazamiento de sus pueblos. Además de ser las mejores tierras podían controlar visualmente el territorio ante los ataques de los piratas de tierra, o Bandeirantes.
El conjuntos de ruinas de Jesús de Tavarangue impacta por su tamaño, pero son pocos en realidad los restos arquitectónicos y sociales visibles que quedaron de este próspero pueblo que tardo mas de dos siglos en ser descubierto tras la expulsión de los jesuitas. Esta es la razón por lo cual, las vecinas ruinas de Santísima Trinidad del Paraná, también sitio UNESCO, gozan de mas status.
Esta ciudad auto suficiente contaba con una universidad, varios colegios, múltiples talleres, un museo, una gran plaza central, y la iglesia, que lamentablemente nunca llegó a funcionar como tal.
El conjunto de viviendas, hoy desaparecidas, se diferenciaban entre las de los jesuitas y los indígenas.
Para la construcción de sus edificios los Jesuitas usaban una mezcla de huesos y cáscara de huevos que pegaban los ladrillos. Los edificios de Jesús de Tavarangue fueron los primeros y únicos en utilizar cal, y es por eso que lograron mantenerse en mejor forma que el resto de las ruinas en el continente.
Entre sus muros de mas de 12 metros de altura es cuando uno se da cuenta del tamaño colosal que esta iglesia tenía (o pretendía tener), con sus tres naves, y las doce columnas que cada uno de los apóstoles iba a sostener a la hora de darle el techo, un techo que nunca llego a tener.
Los Guaraníes, que eran los indígenas de la zona, recibieron de buen modo y receptivamente las enseñanzas del Cristianismo de la mano de los Jesuitas. Ya desde mediados del 1500, cuando los Franciscanos llegaron a esta tierra, que años mas tarde fueron declaradas por Roma como territorio Jesuita, cuando las fronteras de Brasil, Paraguay, Argentina, Bolivia y Uruguay todavía no estaban ni imaginadas, y estos aún no eran países. Trabajaban codo a codo con los misioneros quienes los protegían, y mas de 150.000 de ellos fueron organizados en las mas de 30 reducciones que la orden fundo en Sudamerica.
Nunca existió rebelión alguna contra los Jesuitas por parte del pueblo indígena, que incluso convivió en forma pacífica con tribus rivales.
El labor de los jesuitas puede considerarse como un caso de éxito en la conversión de indígenas al Cristianismo. Todo se desarrollo en paz. La inclusión en la vida social de al comunidad era total, y el indígena poseía bienes privados, recibía protección, educación, alimentos, labores pagos, etc.
Cuando los jesuitas fueron expulsados de América, muchos de estos indígenas fueron secuestrados y vendidos a la esclavitud. Un negocio mas rentable que la tasa que la orden jesuita le pagaba a la corona.
Algunos pudieron huir, nuevamente a la selva, su selva, que tan bien conocían. Una selva que hoy no existe. Una selva que otros intereses igualmente rentables también han hecho desaparecer.
En 10 años, o menos, todas las reducciones, todas las obras de los jesuitas en Paraguay, Bolivia, Argentina y Brasil, habían sido saqueadas y abandonadas, si no destruidas o incendiadas.
Una maravilla de lugar. Quede fascinado con el estado de conservación de su restos y la privilegiada ubicación en donde estuvo emplazada esta ciudad, que dejo los restos arquitectónicos y religiosos mas importantes del país.
En mi opinión, la mas lindas del Paraguay. No. Subo la apuesta: Las mas lindas de Sudamerica.
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