martes, 29 de abril de 2025

Unos días en la milenaria Hanoi

 Hanoi, la milenaria capital de Vietnam, no es una ciudad cualquiera. Viajar a Hanoi es sumergirse en una mezcla de culturas, tradiciones e historia entrelazada con la increíblemente vibrante energía del presente, y un pueblo con resiliencia, duro, amable, rústico, arrojado, humilde, gracioso, hábil. 
El sonido del incesante ir y venir de cientos de miles de motocicletas, el constante y delicioso aroma a comida callejera y la imposibilidad de caminar por muchas de sus calles la convierten en un festín para todos los sentidos.

Esta era mi segunda visita a la capital de Vietnam, con unos 12 años de diferencia entre ambos viajes. En la primera oportunidad, debo admitir, no disfruté para nada de la ciudad. Claro que las circunstancias y contexto eran muy diferentes, pero en esta oportunidad, en este nuevo viaje familiar a Hanoi, pude disfrutar enormemente de esta suerte de panal de abejas, de su sabrosa oferta culinaria y también de la calidez de su gente.
Temprano a la mañana siguiente de aterrizar en Hanoi nos pasó a buscar el guía previamente contratado, quien iba a acompañarnos en los primeros tramos de nuestro periplo por Vietnam. La primera parte del recorrido por la ciudad (unas 5 horas) lo hicimos en un reciclado y descapotable UAZ, el legendario 4x4 soviético con el que el norte ganó la Guerra de Vietnam. Sin duda una manera muy original y al fresco para conocer cualquier lugar. Además es fácil y rápido bajarse.
Durante esas horas recorrimos muchos de los sitios más relevantes y significativos de esta gran urbe de siete millones de habitantes, la segunda ciudad más grande de Vietnam sólo atrás de Ho Chi Minh, la antigua capital del sur, Saigon, distante a 1.760 kilómetros. Por ejemplo pasamos por el edificio de la ópera, muy bonito y prolijo y en una zona en dónde se puede apreciar más los años en los que esta parte de Vietnam estuvo bajo dominio de los franceses. 
Estamos recorriendo una enérgica ciudad que fue el centro político más importante de Vietnam entre el año 1010 y 1802,cuando por un siglo fue reemplazada por Hue a petición de la dinastía Nguyen. Sin embargo entre 1902 y 1954, fue capital de la Indochina Francesa hasta su disolución, entonces pasó a ser parte y capital de la República Democrática de Vietnam, o Vietnam del norte, para diferenciarlo de su contraparte del sur durante la Guerra de Vietnam. 
Con la victoria del norte en 1976, Hanoi pasó a ser la capital de un Vietnam unificado.

Poco tiempo llevábamos rodando por las ajetreadas calles de Hanoi, cuando pasamos por el frente de la Catedral San José, una iglesia de estilo neogótico con cierto parecido a Notre Dame de París. Su construcción comenzó en 1886 y se inauguró en la Navidad del siguiente año, resultando la más antigua de Hanoi, y lleva el nombre de José, santo patrono de Vietnam.
A las dos o tres horas de andar hicimos un alto en el camino, y tras dejar el Jeep nos dispusimos a caminar un poco por esta nueva área de la capital de Vietnam, por ejemplo en los alrededores del viejo ferrocarril, su puente y estación.
Como muchos de los barrios que veníamos recorriendo, este sector de la ciudad también es muy vívido y vibrante y parece nunca descansar. Aquí apreciamos el Long Bien, que alguna vez fuese uno de los puentes más importantes de Asia y el primero de los cinco que existen hoy en cruzar las aguas del río Rojo. Fue bombardeado en 1967 durante la Guerra de Vietnam, época en la que era el único camino hasta el puerto de Haiphong.
Todo tipo de actividades comerciales se desarrollan en las veredas de Hanoi. Si hay algo que la diferencia de otras ciudades del mundo, es que éstas no se usan para caminar, sino para estacionar las miles de motocicletas, o montar decenas de miles de mesas con bajos banquitos plásticos, que ofician como mesas de restaurantes, y como el se ve que hay un gris con la ley (no parece estar del todo permitido), estas se pueden levantar rápidamente, y si la policía las quita, no es cuantiosa o importante la pérdida material.
Desde allí penetramos las angostas callejuelas de uno de los barrios típicos y menos favorecidos. Todo un submundo dentro de la capital vietnamita, con sus leyes y peculiaridades, y si bien no entran vehículos, las motos siguen circulando por estas callejuelas dónde a veces apenas llega la luz solar.
El guía contaba que aquí dentro opera la mafia, y que cuando alguien les debe dinero, manchan con pintura roja la pared de su vivienda como única advertencia o amenaza antes de realizar una venganza sanguinaria.
También nos llamó la atención como había megáfonos aquí y allá, dónde el gobierno aprovecha para mandar mensajes y advertencias a la población, sistema que funcionó a gusto de las autoridades durante los años de pandemia y confinamiento.
Después de salir del barrio de callejuelas angostas nos dispusimos a llegar a una de las calles más turísticas de Hanoi, repleta de cafés y comercios, pero también de viviendas de locales que dos veces por día tienen que liberar la vía de sus pertenencias para darle paso a este tren que por nada ni nadie aminora su marcha pasando a centímetros de asombrados turistas. 
Tras un café helado y ser testigos del paso del antiguo tren nos acercamos a un atractivo y colorido restaurante dónde pudimos hidratarnos y comer unos platillos típicos locales antes de darle fin al día.
Al día siguiente aprovechando que era sábado y las calles estaban cerradas a vehículos, nos trasladamos a los alrededores del Lago Hoan Kiem. Un pequeño oasis en la ciudad. Desde aquí se aprecia desde cualquier ángulo el Puente Rojo, uno de los sitios más icónicos de la capital de Vietnam.
Este pequeño y romántico puente conecta el lago con una isla en dónde se encuentra el Templo Ngoc Son, sitio atestado por turistas, así que si quieren visitarlo, es mejor hacerlo durante la mañana y nunca un sábado.
Hanoi está lejos de ser una de las ciudades mas bellas de Vietnam, pero tiene esa energía innegable y única que te va a mantener entretenido. En mi caso estoy agradecido de haber vuelto y llevarme esta vez una opinión positiva sde la ciudad y su gente.
Nos volveremos a ver.