A partir del SXVII los Jesuitas fundaron treinta reducciones que se encontraban entre los ríos Paraná y Uruguay. Ocho de estas reducciones estaban en suelo guaraní. San Cosme y Damián era una de ellas, mas precisamente el observatorio de los Jesuitas.
Camino a San Cosme y Damián, veo un gran río (en realidad ya sabía de él y lo estaba esperando) . Paso, freno y retomo, y por una huella desciendo a la playa con éxito. ¿Para que?
Con 50º en el termometro de la camioneta, empezamos con las tareas de rescate. Alfombras afuera, sacar con la pala unos cuantos metros cúbicos de arena de abajo, hacer una huella. Salir.
El sudor corría con velocidad por nuestras frentes, pero en 4 o 5 minutos ya estábamos saliendo airosos de la situación.
Camino a San Cosme y Damián, veo un gran río (en realidad ya sabía de él y lo estaba esperando) . Paso, freno y retomo, y por una huella desciendo a la playa con éxito. ¿Para que?
Me encontré con una arena fina que me hizo perder tracción a cada metro, y no tardamos en quedar colgados del diferencial de la camioneta. Encajados. Me sentía un pelotudo.
Con 50º en el termometro de la camioneta, empezamos con las tareas de rescate. Alfombras afuera, sacar con la pala unos cuantos metros cúbicos de arena de abajo, hacer una huella. Salir.
Una vez fuera de la arena, la ruta hacia San Cosme continuó sin sobresaltos y sobre lo firme del asfalto.
400 kilómetros mas tarde (veníamos de Asunción e hicimos varias paradas en el camino) llegamos al tranquilo pueblito homónimo, uno de los mas lindos del Departamento de Itapuá, y que como la reducción, también es de la misma época. Justo empezaba a atardecer con una gran luz que se regalaba, y una temperatura mas amena, lo cual se agradece siempre en el Paraguay.
400 kilómetros mas tarde (veníamos de Asunción e hicimos varias paradas en el camino) llegamos al tranquilo pueblito homónimo, uno de los mas lindos del Departamento de Itapuá, y que como la reducción, también es de la misma época. Justo empezaba a atardecer con una gran luz que se regalaba, y una temperatura mas amena, lo cual se agradece siempre en el Paraguay.
Los Jesuitas dejaron huellas profundas en el Paraguay en su misión de evangelizar a los indios, de quienes supieron sacar lo mejor conviviendo en armonía.
La Compañía de Jesús estuvo presente en América entre los años 1609 y 1768 cuando fueron nuevamente expulsados. Del Paraguay y de todos los imperios coloniales de Francia, España y Portugal.
Al llegar pagamos la entrada al parque. Éramos, otra vez, los únicos en el lugar. Una chica muy bonita de 15 años nos hizo de guía, repitiendo de memoria, y sin tomar descanso entre los puntos y las comas, lo que le habían instruido acerca del pasado de la Reducción San Cosme y Damián, que lleva ese nombre en honor a los dos hermanos boticarios que fueron martirizados en Sicilia.
Aquí en la foto, la joven explica como funciona este reloj solar tallado sobre la piedra. Muy interesante.
La reducción Jesuítica de San Cosme y Damián fue fundada por el Padre Adriano Formoso en 1632. Continuamente eran atacados por los Bandeirantes (piratas de tierra) de Sao Paulo, que cada vez tenían mayores dominios e influencia por sobre los territorios al sur de su ciudad de origen.
La reducción de San Cosme tuvo que mudarse cuatro veces, alejándose de estos villanos Bandeirantes, hasta que finalmente en 1718 se establecieron en este último lugar que hoy visitamos.
Esta misión tuvo un papel muy importante en la historia de la orden, ya que los trabajos de astronomía que realizaba aquí el Padre Buenaventura Suárez, eran tan precisos que hasta se fiaban de ellos en Europa.
El Padre construyó telescopios y cuadrantes con la ayuda de los indígenas, a quienes la Compañía de Jesús siempre integro en sus actividades, pues el indio también tenía mucho para enseñar.
San Cosme fue el principal centro astronómico de América del Sur. Hoy es el único observatorio planetario que tiene el país.
Su iglesia, con su particular Cristo sin cruz, es utilizada por los habitantes de la comunidad para sus cotidianas misas y servicios.
Su colegio, en donde imparten catequesis, es la única construcción en pié de todas las reducciones jesuitas que contaron con dos pisos.
Pudimos subir por los escalones de nobles y robustas maderas, y tras una breve mirada al exterior, volvimos al nivel de la tierra.
Luego recorrimos la cripta y los frescos almacenes subterráneos que tenía la reducción. Daba ganas de quedarse un rato ahí abajo disfrutando de la inusual temperatura.
Es increíble lo fluorescente del verde musgo pegado a las paredes.
Disfrutamos de la caída del sol caminando por el corto y cuidado pasto de lo que alguna vez fuera el patio central de la reducción de San Cosme y Damián. También por sus largas galerías.
Su pórtico de entrada es diferente a la de las otras reducciones paraguayas, y pensándolo bien, en nada se parece San Cosme y Damián a las otras reducciones. Eso lo hace particular.
Con los últimos minutos de luz nos dirigimos al observatorio astronómico, y cuando el sol terminó de acostarse, nos sentamos en plena oscuridad a ver unos vídeos.
El observatorio me dejo de cama. Dormí profundamente en la sala oscura durante la corta exposición, debo confesar, pero me contaron que no era bastante interesante.
Llegamos a la ciudad de Encarnación. Siempre me río cuando recuerdo su apodo: "La perla del Paraná". La verdad es que todavía le queda un poco grande el mote.
Frente a la nueva costanera encontramos un hotel nuevo mas que decente. Comimos ahí mismo en su restaurante un rico Surubí, y cada pareja se retiro por su lado.
Al día siguiente hubo tiempo de recorrer las obras en la costanera que sin duda revalorizará el área.
La ciudad ya está mas linda. Es un buen comienzo.
Otras reducciones Jesuitas que visité en el Paraguay:
Trinidad del Paraná, el paraíso perdido
Jesús de Tavarangue, las mas lindas del Paraguay
Santa María de Fé, en Misiones, paraguay
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Trinidad del Paraná, el paraíso perdido
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