La panorámica escenografía de el Valley of Thousand Hills se encuentra en la provincia de KwaZulu Natal, a poco mas de media hora de viaje de la ciudad de Durban.
Había conocido la noche anterior a un viejo muy culto y de humor ácido. El tipo era botánico jubilado y se jactaba de tener la mejor marihuana del país.
Ya había pasado algunos días en Durban y sus alrededores, y el viejo me pareció un buen compañero de viaje, así que lo invite a pasar un día entero entre las montañas del Drakensberg. Acepto encantado, y a la mañana siguiente, cuando lo busque por su casa, me estaba esperando afuera con un pack de cervezas y una bolsa de marihuana, la cual guardaba con ajo.
El camino una vez que llegamos al àrea es muy lindo, con curvas y subidas continuas. No importa donde uno vaya, siempre obtiene vistas de pequeños valles escarpados, y tal como reza su nombre, compuesto por "mil" colinas que se pierden en el fondo de nuestro horizonte visual.
Esta zona es facilmente accesible desde la ciudad, pero hay mucho para ver y hacer, por lo que quizás lo mejor sea salir sabiendo a donde uno se dirige. Por toda la comarca hay una gran variedad de actividades para realizar entre el destacado entorno natural. La oferta gastronómica, vitivinícola y hotelera no se queda atrás y ofrece un abanico de posibilidades con una buena calidad promedio de servicio. De hecho, la zona viene recibiendo gente desde 1830, cuando los primeros colonos ingleses se aventuraban tierra adentro en esta geografía por entonces desconocida, y paraban a dormir en su primera noche en las afueras de Durban, que comento en mayor profundidad en mi post de Uhmlanga, mi base en KwaZulú Natal
Mi nuevo amigo, además de guiarme, me enseñaba mucho acerca de la rica flora de la zona. Un apasionado en la materia que mientras caminábamos, se agachaba para dar vuelta una hoja y contaarme cosas de lo mas interesantes. Dominaba el idioma Zulú, y señalando cada tanto en cuando me contaba las historias de cuando estas tierras eran el reino de Shaka, un envidiable guerrero. Un gran estratega. El último gran emperador de estos lados.
Durban, al igual que Ciudad del Cabo, tiene su propia "Table Mountain", un pico de 960 metros de altura al que los locales llaman EmKhambathini. Hacia allá nos dirigimos mientras me contaban las historias de los primeras familias de granjeros ingleses, muchas de las cuales seguían poseyendo las tierras de sus antepasados.
Nos acercamos a almorzar a Phezulu Safari Park , un complejo turístico en donde hay un parque de cocodrilos y un serpentario que cuenta con los ejemplares mas infames del continente, como la Black Mamba de Pulp Fiction, una variedad de Cobras, la Green Mamba, pitones, y otras que te ocasionarían una terrible y veloz muerte.
Allí comimos un plato típico zulú de salchichas de cordero con mucho coriandro, y acompañado de porotos y generosas raciones de chili. Una muestra de la fusión culinaria de estas tierras en la que alguna vez he comentado en el post de Comiendo en Sudáfrica.
Caminamos a un mirador a probar su cosecha personal. Se veía una gran actividad en los valles, con tierras cultivadas (plantaciones de caña de azúcar), algunas vacas pastando, hoteles que daban sobre otros miradores similares al nuestro, y muchas nuevas casas de gran porte y envergadura.
Una guía simpática y experimentada nos llevo a recorrer el lugar. Aprendimos algunas cosas de los cocodrilos, como así también de las serpientes.
Tras terminar nos unimos a un numeroso grupo de escolares para disfrutar una performance de los siempre pintorescos bailes zulúes, y como no, volver a disfrutar de unas carnes locales antes de regresar a la ciudad.
Al final del día me fui con la sensación de que hay mucho para ver y hacer en esta zona, y he de volver en alguna oportunidad a esta tierra Zulú, de parsimonia, gastronomía y cultura. Se entiende por que es el destino vacacional preferido de los habitantes de Durban, ciudad portuaria también bañada por las aguas del océano índico, de bellas y largas playas, fusión de culturas y humedad.
Había conocido la noche anterior a un viejo muy culto y de humor ácido. El tipo era botánico jubilado y se jactaba de tener la mejor marihuana del país.
Ya había pasado algunos días en Durban y sus alrededores, y el viejo me pareció un buen compañero de viaje, así que lo invite a pasar un día entero entre las montañas del Drakensberg. Acepto encantado, y a la mañana siguiente, cuando lo busque por su casa, me estaba esperando afuera con un pack de cervezas y una bolsa de marihuana, la cual guardaba con ajo.
El camino una vez que llegamos al àrea es muy lindo, con curvas y subidas continuas. No importa donde uno vaya, siempre obtiene vistas de pequeños valles escarpados, y tal como reza su nombre, compuesto por "mil" colinas que se pierden en el fondo de nuestro horizonte visual.
Esta zona es facilmente accesible desde la ciudad, pero hay mucho para ver y hacer, por lo que quizás lo mejor sea salir sabiendo a donde uno se dirige. Por toda la comarca hay una gran variedad de actividades para realizar entre el destacado entorno natural. La oferta gastronómica, vitivinícola y hotelera no se queda atrás y ofrece un abanico de posibilidades con una buena calidad promedio de servicio. De hecho, la zona viene recibiendo gente desde 1830, cuando los primeros colonos ingleses se aventuraban tierra adentro en esta geografía por entonces desconocida, y paraban a dormir en su primera noche en las afueras de Durban, que comento en mayor profundidad en mi post de Uhmlanga, mi base en KwaZulú Natal
Mi nuevo amigo, además de guiarme, me enseñaba mucho acerca de la rica flora de la zona. Un apasionado en la materia que mientras caminábamos, se agachaba para dar vuelta una hoja y contaarme cosas de lo mas interesantes. Dominaba el idioma Zulú, y señalando cada tanto en cuando me contaba las historias de cuando estas tierras eran el reino de Shaka, un envidiable guerrero. Un gran estratega. El último gran emperador de estos lados.
Nos acercamos a almorzar a Phezulu Safari Park , un complejo turístico en donde hay un parque de cocodrilos y un serpentario que cuenta con los ejemplares mas infames del continente, como la Black Mamba de Pulp Fiction, una variedad de Cobras, la Green Mamba, pitones, y otras que te ocasionarían una terrible y veloz muerte.
Allí comimos un plato típico zulú de salchichas de cordero con mucho coriandro, y acompañado de porotos y generosas raciones de chili. Una muestra de la fusión culinaria de estas tierras en la que alguna vez he comentado en el post de Comiendo en Sudáfrica.
Caminamos a un mirador a probar su cosecha personal. Se veía una gran actividad en los valles, con tierras cultivadas (plantaciones de caña de azúcar), algunas vacas pastando, hoteles que daban sobre otros miradores similares al nuestro, y muchas nuevas casas de gran porte y envergadura.
Tras terminar nos unimos a un numeroso grupo de escolares para disfrutar una performance de los siempre pintorescos bailes zulúes, y como no, volver a disfrutar de unas carnes locales antes de regresar a la ciudad.
Con la guía coincidíamos en el color de calzado |
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