El primer programa que hicimos en Samarcanda fue visitar el Observatorio de Ullugbek. No por que sea el sitio más relevante ni mucho menos, sino que se trataba de una jugada para evitar a los otros turistas que cada vez llegan en mayor número a Uzbekistán. Y funcionó. Éramos apenas un puñado de personas.
El observatorio fue mandado a construir a partir de 1424 por Ulugh Beg, un eterno gobernador y sultán de algunas regiones de Asia Central divididas entre lo que hoy es Kazajistán y Uzbekistán. Los eruditos lo consideraban el mejor observatorio del mundo islámico, de hecho el mismo Ulugh Beg fue reconocido posteriormente como el mejor astrónomo observacional del siglo XV.
El observatorio fue destruido en 1449 por fanáticos religiosos, pero gracias a datos de su ubicación precisa fue redescubierto cuatro siglos más tarde por el arqueólogo ruso-uzbeco Vassily Lavrentyevich Vyatkin en 1908.
En la foto superior podemos apreciar la trinchera de unos dos metros de ancho y once de largo dónde, en palabras lo más simples posibles, un gran arco de madera podía determinar el mediodía, y a partir de allí hacer cálculos exactos.
En 1420 Ullug Beg mandó a construir una madrasa para el estudio de las estrellas. Gustaba de elegir personalmente a sus estudiantes, y en el momento de mayor apogeo contaba con más de 70 astrónomos. Por ejemplo de allí salió (entre muchos otros) su discípulo Ali Qusji, quien dio evidencia empírica sobre la rotación de la tierra. También, para 1437, habían logrado actualizar las Tablas Iljaníes de origen persa, y que estaban en uso desde 1260. Estos descubrimientos permitieron pronosticar eclipses o la hora exacta del amanecer, o la posición exacta de 1.018 estrellas fijas.
A pesar de su destrucción en 1449, los estudios astronómicos continuaron durante setenta y cinco años más. El equipo de Ullug Beg permitieron calcular un año estelar en 365 días, 6 horas, 10 minutos y 8 segundos. Sólo un minuto más largo que los cálculos más precisos de la modernidad. También lograron calcular con extrema precisión la eclíptica de la tierra en 23.52 grados, siendo la medida más perfecta hasta el momento.
En las adyacencias del observatorio han construido en 1970 un museo para conmemorar los hallazgos y descubrimientos de Ullug Beg. Es modesto pero contiene copias de algunas tablas (las originales están en Oxford), instrumentos de medición, una maqueta del observatorio y manuscritos en árabe.
El sitio está muy bien mantenido, como todo en Uzbekistán. La visita al observatorio y el museo puede mantenerte entretenido por una o dos horas (si es que tienes un guía) y desde allí hay un montón de sitios más interesantes para ir recorriendo a lo largo de los próximos dos días.





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