Nos habían recomendado elegir entre el Parque Nacional Serengeti o el Masai Mara, pero nosotros queríamos recorrer los dos, cueste lo que cueste y sin retroceder en nuestro camino.
Nos llevo todo un día llegar a Masai Mara desde el Serengeti, pese a que la distancia no llegaba a los 400 kilómetros. Las rutas de Tanzania estaban en obra, lo que nos obligaba a tomar caminos alternativos que sacudían nuestros saltarines cuerpos hasta literalmente hacernos reír.
Pocas horas mas tarde llegamos flojos al pequeño puesto de frontera de Sirare-Isibane, donde luego de hacer los trámites migratorios pertinentes, nos despedirnos de nuestros amables guías de Tanzania entre besos y abrazos. Del otro lado estaban esperando con otras camionetas, los mismos guías con los que semanas antes habíamos comenzado nuestro viaje por Kenya. Un ameno reencuentro y a rodar por las "autopistas" keniatas. Si el camino saliendo de Tanzania había sido duro, lo peor estaba por venir en estas destruidas rutas que nos tomarían el resto del día, y donde nunca lográbamos velocidades superiores a los 40 kms por hora. Por momentos había que bajarse pare ver por donde pasar con seguridad las camionetas.
Fue fantástico. A mi no hay nada que me guste mas que viajar por tierra por la tierra, lo que te da siempre una posibilidad mucho mas grande de toparse con lo inesperado, ver como vive la gente en las afueras de las ciudades, o como van cambiando los paisajes.
Finalmente llegamos a nuestro hotel, en lo alto de una colina en el medio de la Reserva Masai Mara. El sol comenzaba a caer y las vistas eran realmente impresionantes. Apenas pase por el cuarto a dejar mis cosas antes de tomarme una rica Tusker (la mejor cerveza del este de Africa), y ya tenía una gacela a centímetros de la ventana.
Dormimos todos como lirones y con ojos hinchados salimos a recorrer por primera vez esta reserva, mundialmente famosa por la cantidad de leones que aquí habitan, y por contar entre su fauna al casi extinto rinoceronte negro, la figurita difícil al que queríamos ver sí o sí.
A diferencia de los otros parques que habíamos recorrido, hay en Masai Mara una gran población de topis. Este simpático antílope tiene un pelaje muy particular y puede desarrollar grandes velocidades si necesita escapar de un depredador.
Su comportamiento social también es único, y a diferencia de sus primos estos defienden su territorio.
Como era de esperar nos cruzamos con gran cantidad de leones, a los que fotografiamos y observamos largamente en silencio. Que animal majestuoso. ¿Puede acaso haber otro rey?
A la cebra la desaparecieron entre los tres, mientras no lejos esperaban su momento los chacales, los coyotes y un águila africano reposado en una piedra en el piso.
Al día siguiente salimos a recorrer otros sectores de este extenso parque, y nos dirigimos hacia los ríos Mara y mas tarde el Talek, en donde pudimos ver poblaciones enormes de cocodrilos. Estos son de los mas grandes del mundo a excepción de los australianos.
No se dejen engañar. No puse una sola foto de ñus o de cebras, aunque son la gran mayoría.
Las distancias entre los diferentes sectores de la reserva son bastante grandes. Lo bueno es que se puede ir a campo traviesa, cosa que hicimos repetidamente en busca del difícil rinoceronte negro.
En un momento dividimos nuestro recorrido ya que íbamos conectados con radio entre las camionetas, y los muy malditos de nuestros amigos de la otra Land Cruiser lograron ver un rinoceronte junto a su pequeña cría. No les creíamos, pero tenían fotos para confirmarlo.
El segundo animal mas difícil de avistar es el siempre esquivo leopardo, aunque tuvimos suerte y pudimos observar algunos, aunque siempre arriba de algún árbol, tal como muestra la foto que sigue. Jaja, por momento creíamos que era algún tipo de muñeco puesto ahí por los guías, pero al cabo de unos minutos movían la cabeza o una de sus patas confirmando que eran de verdad y estaban vivos.
No por nada Masai Mara esta considerado como una de las mejores zonas del mundo para la observación de animales salvajes. Los hay, y de a montones, y si van en el momento de las migraciones, como fue mi caso, el espectáculo es sobrecogedor y sinceramente impresionante.
Nos llevo todo un día llegar a Masai Mara desde el Serengeti, pese a que la distancia no llegaba a los 400 kilómetros. Las rutas de Tanzania estaban en obra, lo que nos obligaba a tomar caminos alternativos que sacudían nuestros saltarines cuerpos hasta literalmente hacernos reír.
Pocas horas mas tarde llegamos flojos al pequeño puesto de frontera de Sirare-Isibane, donde luego de hacer los trámites migratorios pertinentes, nos despedirnos de nuestros amables guías de Tanzania entre besos y abrazos. Del otro lado estaban esperando con otras camionetas, los mismos guías con los que semanas antes habíamos comenzado nuestro viaje por Kenya. Un ameno reencuentro y a rodar por las "autopistas" keniatas. Si el camino saliendo de Tanzania había sido duro, lo peor estaba por venir en estas destruidas rutas que nos tomarían el resto del día, y donde nunca lográbamos velocidades superiores a los 40 kms por hora. Por momentos había que bajarse pare ver por donde pasar con seguridad las camionetas.
Fue fantástico. A mi no hay nada que me guste mas que viajar por tierra por la tierra, lo que te da siempre una posibilidad mucho mas grande de toparse con lo inesperado, ver como vive la gente en las afueras de las ciudades, o como van cambiando los paisajes.
Finalmente llegamos a nuestro hotel, en lo alto de una colina en el medio de la Reserva Masai Mara. El sol comenzaba a caer y las vistas eran realmente impresionantes. Apenas pase por el cuarto a dejar mis cosas antes de tomarme una rica Tusker (la mejor cerveza del este de Africa), y ya tenía una gacela a centímetros de la ventana.
Dormimos todos como lirones y con ojos hinchados salimos a recorrer por primera vez esta reserva, mundialmente famosa por la cantidad de leones que aquí habitan, y por contar entre su fauna al casi extinto rinoceronte negro, la figurita difícil al que queríamos ver sí o sí.
A diferencia de los otros parques que habíamos recorrido, hay en Masai Mara una gran población de topis. Este simpático antílope tiene un pelaje muy particular y puede desarrollar grandes velocidades si necesita escapar de un depredador.
La Universidad de Michigan tiene dos centros que investigan el comportamiento de las hienas, y es usual encontrar camionetas llenas de antenas con la leyenda "Do NOT follow" en sus partes traseras.
Aunque este animal es de los menos populares, resulta muy interesante aprender de ellos.
Un fuerte rugido de leones nos estremeció, y pudimos ver como dos machos se comían a una cebra. Todo transcurría en paz hasta que comenzó a acercarse sigilosamente una hembra, y como siempre (;))sabíamos que era el preludio de una pelea entre los dos machos, y no nos equivocamos.
Como era de esperar nos cruzamos con gran cantidad de leones, a los que fotografiamos y observamos largamente en silencio. Que animal majestuoso. ¿Puede acaso haber otro rey?
A la cebra la desaparecieron entre los tres, mientras no lejos esperaban su momento los chacales, los coyotes y un águila africano reposado en una piedra en el piso.
Al día siguiente salimos a recorrer otros sectores de este extenso parque, y nos dirigimos hacia los ríos Mara y mas tarde el Talek, en donde pudimos ver poblaciones enormes de cocodrilos. Estos son de los mas grandes del mundo a excepción de los australianos.
Allí bajamos de los vehículos para aprender sobre las huellas de los animales y poder ver de cerca a los grandes grupos de hipopótamos que por aquí viven.
No le tenía mucha fe a Masai Mara. No se por que, pero me equivoqué fiero. Pese a que en realidad no es otra cosa que la continuación de el P.N. Serengeti, uno puede apreciar fauna nueva y diferente, y las vistas son difíciles de superar por el parque vecino.
En el Mara Triangle veíamos pequeños mojones tanto de Kenia como de Tanzania. Esta es la única parte en donde se recorre pisando continuamente los límites entre ambos países.No se dejen engañar. No puse una sola foto de ñus o de cebras, aunque son la gran mayoría.
Las distancias entre los diferentes sectores de la reserva son bastante grandes. Lo bueno es que se puede ir a campo traviesa, cosa que hicimos repetidamente en busca del difícil rinoceronte negro.
En un momento dividimos nuestro recorrido ya que íbamos conectados con radio entre las camionetas, y los muy malditos de nuestros amigos de la otra Land Cruiser lograron ver un rinoceronte junto a su pequeña cría. No les creíamos, pero tenían fotos para confirmarlo.
El segundo animal mas difícil de avistar es el siempre esquivo leopardo, aunque tuvimos suerte y pudimos observar algunos, aunque siempre arriba de algún árbol, tal como muestra la foto que sigue. Jaja, por momento creíamos que era algún tipo de muñeco puesto ahí por los guías, pero al cabo de unos minutos movían la cabeza o una de sus patas confirmando que eran de verdad y estaban vivos.
No por nada Masai Mara esta considerado como una de las mejores zonas del mundo para la observación de animales salvajes. Los hay, y de a montones, y si van en el momento de las migraciones, como fue mi caso, el espectáculo es sobrecogedor y sinceramente impresionante.
La vuelta a Nairobi fue mas fácil. Nuestro equipaje viajo por tierra, y nosotros tomamos un avión pequeño que nos busco en un air stripe (pista de tierra sin aduanas ni nada) cercano a nuestro hotel.
Antes tuvimos que despejar la pista de animales para que el pequeño avión pudiera aterrizar, y poco mas de una hora mas tarde llegábamos a un aeropuerto secundario de la capital keniata.
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