Una de las atracciones que propone Ushuaia, "la ciudad mas austral del mundo", es un recorrido a bordo del Ferrocarril Austral Fueguino (FCAF). Este famoso tren de trocha angosta es más conocido como "El Tren del Fin del mundo".
Para llegar sólo hay que seguir la Ruta 3 durante ocho kilómetros hasta el kilómetro 3065 en donde aparece un corto camino que conduce hasta la Estación del Fin del Mundo, un simpático edificio construido en madera al que vale la pena echarle un vistazo. De todos modos es aquí donde uno espera la salida del mítico tren que nos llevará por los mas bellos paisajes de los confines del mundo.
Ferrocarril Austral Fuegino o "Tren del Fin del Mundo" |
Suena un poco mas romántico de lo que verdaderamente es, es que nos basamos en su historia. Originalmente esta línea férrea con un tren a vapor y de trocha corta era conocido como "El Tren de los presos". Funcionó entre 1909 y 1952 haciendo un recorrido que llego a tener mas de 25 kilómetros de largo, y que partía desde La Cárcel del Fín del Mundo con destino final en el Monte Susana, desde donde los reos sacaban la leña para cocinar y quizás templar un poco las instalaciones de este recóndito penal inaugurado en 1884.
Mas de cuarenta años mas tarde un grupo inversor decide convertir este tren en una atracción turística a la que sabiamente deciden llamar "El Tren del Fin del Mundo". Para ello se re acondicionaron parte de las vías y todos los trenes a modo de hacerlos cómodos y de cumplir con las mas altas exigencias turísticas. La formación tiene vagones de Primera Clase, de Clase Premium y de Servicio Especial (VIP). Ninguna de las tres clases es barata pero claro está que se trata de un tren único y con ese condimento extra de estar que se está circulando por los confines del mundo.
Mas de cuarenta años mas tarde un grupo inversor decide convertir este tren en una atracción turística a la que sabiamente deciden llamar "El Tren del Fin del Mundo". Para ello se re acondicionaron parte de las vías y todos los trenes a modo de hacerlos cómodos y de cumplir con las mas altas exigencias turísticas. La formación tiene vagones de Primera Clase, de Clase Premium y de Servicio Especial (VIP). Ninguna de las tres clases es barata pero claro está que se trata de un tren único y con ese condimento extra de estar que se está circulando por los confines del mundo.
Grandes diques de madera construido por los castores |
El viaje empieza subiéndose a uno de los vagones arrastrados por las viejas locomotoras a vapor del Tren del Fin del Mundo. Se cruza el Puente Quemado cuyos restos aún se encuentran bajo los cimientos actuales mientras nos bordea el Cañadón del Toro. Seguido de esto pasa por el primer lugar del Monte Susana con visibles muestras del bosque talado y depredado durante 50 años por los presos del Penal de Ushuaia.
A mitad del recorrido se hace una parada programada de 15 minutos en la Estación Cascada la Macarena en donde todos los pasajeros bajan a sacar fotos de los australes paisajes y de la réplica de una carpa Yamana. Algunos llegan e esta estación para quedarse y otros para sumarse a lo que queda del recorrido.
A mitad del recorrido se hace una parada programada de 15 minutos en la Estación Cascada la Macarena en donde todos los pasajeros bajan a sacar fotos de los australes paisajes y de la réplica de una carpa Yamana. Algunos llegan e esta estación para quedarse y otros para sumarse a lo que queda del recorrido.
El Tren del Fin del Mundo funciona durante los 365 días del año. Está muy bien organizado y señalizado. Los guías son bilingües y muy atentos. Si se tiene suerte se podrán ver a través de los grandes ventanales del tren a zorros, castores, pájaros y también caballos salvajes. Mucho mas jugo no le pueden sacar a un recorrido tan corto.
Tren del Fin del Mundo Parque Nacional Tierra del Fuego |
Tras una hora de escénico viaje se llega a la Estación del Parque en donde concluye el recorrido del tren. Desde allí se puede continuar hacia el Parque Nacional Tierra del Fuego, el más austral de la Argentina, o volver a Ushuaia, esta ciudad que creció a la vera de la costa del Canal de Beagle, y que hoy está viviendo sus mejores años gracias a las políticas de promoción aduanera e industrial.
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