Shamakhi siempre fue una de las paradas importantes de la Ruta de la Seda. Está situada en una productiva zona en el este de Azerbaiyán. Con 30.000 habitantes podemos decir que es una ciudad mediana, que en este caso tiene mas de dos mil años de historia en sus espaldas que hicieron de Shamakhi un pueblo famoso por la calidad de sus alfombras y la habilidad de sus bailarines.
Tras algunos siglos funcionando bajo una relativa paz, en 1123 fue destruida por los Georgianos. Luego vinieron años donde se impuso el Chiismo, una de las ramas del Islam que en este caso buscaba separarse, o alejarse del Imperio Otomano. Mandaron hasta 1539 dónde la ciudad volvió a cambiar de manos pese a que nunca dejó de aumentar su tamaño.
En 1721 hubo una masacre contra la población Chiita. Miles murieron. El ataque fue cometido por los Lezguinos, un pueblo del norte del Cáucaso que reparte su población entre Azerbaiyán y Dagestán sumando menos de medio millón de personas. Los Lezguinos (tambíen llamados Lezgos, Lezgicos o Lezgianos) son de mayoría Sunita.
Dos años más tarde, en 1723, entraban las tropas del Imperio Ruso durante las Guerras contra Persia, pero no tardarían en dejar la ciudad abandonada a la suerte.
Los Persas tomaron el control de la zona, una región en la cuál hoy en día siguen teniendo influencia. Poco más tarde, en 1742, el Shah de Persia (Nader) mandó a destruir la Mesquita de Juma castigando a los habitantes por su fe Sunita, una minoría en el país, si pensamos que en esos tiempos la ciudad estaba habitada por unas 60.000 personas, en su mayoría de origen armenio. Cien años más tarde el 90% de la población de Shamakhi sería musulmana.
Esta ciudad también fue importante durante los tiempos del Imperio Ruso, hasta que en 1859, tras uno de esos memorables terremotos que sacuden esta región del Cáucaso cada tanto, hizo que las autoridades tuvieran que trasladar la capital hacia Bakú, por segunda vez en su larga historia. En esa oportunidad, la Mesquita de Juma volvió a caer en pedazos, y hubo que recurrir nuevamente a las donaciones de los fieles para volver a ponerla en pie.
Tras lograrlo otra vez, los vecinos pudieron disfrutar de su arquitectura, de sus dos minaretes, de su tranquilidad y de sus servicios religiosos durante algunas décadas antes de que vuelva a ser destruida, ésta vez por la potencia de un incendio en 1918.
Así es la historia de la Mesquita de Juma, la cuál parece que está destinada a reconstruirse cada vez que el destino quiera tirarla abajo. La última de esas reconstrucciones ocurrió entre 2009 y 2013 por orden de Ilham Aliyev, el presidente, máxima autoridad y dueño de Azerbaiyán.
La Mesquita de Juma está abierta al público en general y se encuentra en perfecto estado de conservación y de limpieza tanto por dentro como por fuera. Es una construcción que permite admirar un regio ejemplo de la arquitectura islámica, especialmente en el interior del recinto.
Si se cuenta con transporte propio, vale la pena también visitar el Mausoleo de Yeddi Gumbaz (no es más que un cementerio). Hay allí algunas tumbas interesantes del siglo XVIII, pero lo que mas sorprende al visitante es el arte fotográfico sobre las lápidas de los muertos. Ver para creer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario