Dentro del Palacio de Hofburg, en el centro mismo de Viena, funcionan tres museos bien puestos. Esos son el Museo de Sisí, los Apartamentos Imperiales y la Colección de Platería de la Corte.
Puede que no sea uno de los imperdibles de Viena, claro está, sin embargo la Silberkammer (tal es el nombre oficial), abierta al público desde 1923 tras juntar parafernalia de varios palacios, resulta ser el museo mas grande del mundo en su tipo (digamos, de cortejo), con mas de 7000 piezas expuestas en una superficie muy bien montada de 1350 metros cuadrados.
Como es de esperar, cada uno de los objetos expuestos representa lo mejor en su tipo, y en todos los casos fueron hechos por manos expertas. Muchos de ellos fueron regalos de reyes y emperadores a una dinastía (la de los Habsburgo) que supo gobernar desde este mismo castillo por muchos siglos.
Aquí guardan toda la cubertería imaginable. No sólo la de aquellos regalos recibidos por parte de todos los reyes del mundo, si no también la que usan los jefes de estado cuando reciben a otros jefes de estado, reyes, empresarios y miembros de ONG´s, aunque no con la fastuosidad con la que solían recibir en este palacio en "las buenas y viejas épocas", cuando era una corte que sumaba 5000 personas
Pensar que el Centro de Mesa Milanés tiene 30 metros de largo, y es sólo el centro y parte de aquella enorme mesa decorada con miles de arreglos florales, frutos y adornos capaz de recibir sentados a quien sabe cuantos. Es el conjunto expuesto mas grande de la corte y fue realizado en ocasión de la coronación del Emperador Fernando como rey de Lombardía y Venecia en 1838.
Lo cierto es que uno de sus juegos de platos mas famosos, el Grand Vermeil, un juego que se fue ampliando con el correr de los años, y que hoy consta de 4500 piezas de plata doradas al fuego, y que en conjunto pesan mas de una tonelada.
Si bien la corte de Austria tenía los propios, tuvo que saldar una deuda de Napoléon, quien los había encargado antes de su caída. Así fue como la colección se pudo nutrir para llegar al número actual. Claro que antes los orfebres de Francia tuvieron que reemplazar el escudo de Napoleón por el de Francisco de Austria.
En uno de los sectores exponen la ceramica sanitaria utilizada por los miembros de la corte (mas tarde, cuando se recorran los Aposentos Imperiales verán mas de ello), y los objetos pertenecientes al primer baño del palacio mandado a construir por la Reina Isabel en 1876.
Es muy grande la colección con mucho lo expuesto, y aunque hay centenares de objetos admirables por su manufactura y buen gusto, por momentos agota y resulta de lo mas monótono. Toneladas de plata que ya nadie se ocupa de lustrar cada tanto.
Seguro que no falta aquel que piensa que con todo esto se puede alimentar a la mitad de Somalia durante unos años, pero resulta ser un gran registro del paso del tiempo y sus costumbres a través de esta colección de la Corte Imperial de Viena, y es mejor que así siga siendo.
No es muy divertida esta visita si no se complementa con los otros dos museos que ofrece el Palacio de Hofburg, y ciertamente hay que decir que Viena tiene muchos museos tanto mejores.
La porcelana también tiene su lugar en esta colección, aunque (a excepción de los platos de postre) tardó en sumarse a las colecciones imperiales. Aquí hay objetos llegados desde las mejores, mas antiguas y refinadas casas europeas, como la Porcelana de Meissen, en Dresden
o la Porcelana de Imari (circa 1700) que el Duque Carlos Alejandro de Lorena, un coleccionista empedernido y acumulador compulsivo había comprado en un viaje a China y a Japón, y al parecer nunca había terminado de pagar.
El que también fuera gobernador de los Países Bajos y cuñado de María Teresa de Austria dejó un tendal de deudas que fueron saldadas con la venta de gran parte de sus colecciones, sin embargo su sobrino José II, administrador de su herencia, decidió guardar para la corte estas piezas únicas llegadas del Lejano Oriente.
Como complemento de los próximos dos museos a visitarse en este mismo recorrido, la Colección de Platería de la Corte resulta ideal, como para adentrar un poco mas en la intimidad de esta dinastía que fue centro político de Europa durante mas de 600 años.
Si bien estaba interesado en los dos primeros, con la misma entrada de € 9.90 (audioguía en 11 idiomas incluida) se puede acceder a la Colección de Platería de la Corte, que de hecho es el lugar por donde se comienza el recorrido, y el único en donde está permitido tomar fotografías, ergo el único de esos museos sobre el cual escribiré (si se enojan hay algo en Recorridos por el centro de Viena ).
Entramos al Palacio de Hofburg por la Michaelertor pasando por debajo de la esplendida cúpula (la Michaelerttrakt), y nos internamos en un mundo de copas de cristal, bandejas y cubiertos de plata, de moldes que sólo pueden existir en un palacio y porcelanas llegadas de oriente y no tan lejos.Puede que no sea uno de los imperdibles de Viena, claro está, sin embargo la Silberkammer (tal es el nombre oficial), abierta al público desde 1923 tras juntar parafernalia de varios palacios, resulta ser el museo mas grande del mundo en su tipo (digamos, de cortejo), con mas de 7000 piezas expuestas en una superficie muy bien montada de 1350 metros cuadrados.
Como es de esperar, cada uno de los objetos expuestos representa lo mejor en su tipo, y en todos los casos fueron hechos por manos expertas. Muchos de ellos fueron regalos de reyes y emperadores a una dinastía (la de los Habsburgo) que supo gobernar desde este mismo castillo por muchos siglos.
Aquí guardan toda la cubertería imaginable. No sólo la de aquellos regalos recibidos por parte de todos los reyes del mundo, si no también la que usan los jefes de estado cuando reciben a otros jefes de estado, reyes, empresarios y miembros de ONG´s, aunque no con la fastuosidad con la que solían recibir en este palacio en "las buenas y viejas épocas", cuando era una corte que sumaba 5000 personas
Pensar que el Centro de Mesa Milanés tiene 30 metros de largo, y es sólo el centro y parte de aquella enorme mesa decorada con miles de arreglos florales, frutos y adornos capaz de recibir sentados a quien sabe cuantos. Es el conjunto expuesto mas grande de la corte y fue realizado en ocasión de la coronación del Emperador Fernando como rey de Lombardía y Venecia en 1838.
Lo cierto es que uno de sus juegos de platos mas famosos, el Grand Vermeil, un juego que se fue ampliando con el correr de los años, y que hoy consta de 4500 piezas de plata doradas al fuego, y que en conjunto pesan mas de una tonelada.
Si bien la corte de Austria tenía los propios, tuvo que saldar una deuda de Napoléon, quien los había encargado antes de su caída. Así fue como la colección se pudo nutrir para llegar al número actual. Claro que antes los orfebres de Francia tuvieron que reemplazar el escudo de Napoleón por el de Francisco de Austria.
En uno de los sectores exponen la ceramica sanitaria utilizada por los miembros de la corte (mas tarde, cuando se recorran los Aposentos Imperiales verán mas de ello), y los objetos pertenecientes al primer baño del palacio mandado a construir por la Reina Isabel en 1876.
Es muy grande la colección con mucho lo expuesto, y aunque hay centenares de objetos admirables por su manufactura y buen gusto, por momentos agota y resulta de lo mas monótono. Toneladas de plata que ya nadie se ocupa de lustrar cada tanto.
Seguro que no falta aquel que piensa que con todo esto se puede alimentar a la mitad de Somalia durante unos años, pero resulta ser un gran registro del paso del tiempo y sus costumbres a través de esta colección de la Corte Imperial de Viena, y es mejor que así siga siendo.
No es muy divertida esta visita si no se complementa con los otros dos museos que ofrece el Palacio de Hofburg, y ciertamente hay que decir que Viena tiene muchos museos tanto mejores.
La porcelana también tiene su lugar en esta colección, aunque (a excepción de los platos de postre) tardó en sumarse a las colecciones imperiales. Aquí hay objetos llegados desde las mejores, mas antiguas y refinadas casas europeas, como la Porcelana de Meissen, en Dresden
o la Porcelana de Imari (circa 1700) que el Duque Carlos Alejandro de Lorena, un coleccionista empedernido y acumulador compulsivo había comprado en un viaje a China y a Japón, y al parecer nunca había terminado de pagar.
El que también fuera gobernador de los Países Bajos y cuñado de María Teresa de Austria dejó un tendal de deudas que fueron saldadas con la venta de gran parte de sus colecciones, sin embargo su sobrino José II, administrador de su herencia, decidió guardar para la corte estas piezas únicas llegadas del Lejano Oriente.
Como complemento de los próximos dos museos a visitarse en este mismo recorrido, la Colección de Platería de la Corte resulta ideal, como para adentrar un poco mas en la intimidad de esta dinastía que fue centro político de Europa durante mas de 600 años.
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