sábado, 31 de agosto de 2013

Luang Prabang, la perla de oriente

Volar desde Hanoi directamente a Luang Prabang sentado en un asiento verde loro de un pequeño avión de Lao Airlines  resultó una linda experiencia. La avioneta nunca tomo mayor altura por lo que pude ir disfrutando todo el viaje de verdísimas vistas aéreas solo interrumpidas por serpenteantes ríos. El vuelo fue corto pero la aerolínea logró sorprenderme gratamente por la calidad de su servicio y atención a bordo.

Estaba agotado. Necesitaba un lugar más tranquilo para poder recuperarme. Bah, quizás exagero pero de seguro quería esquivar por unos días el smog, las motos, los mendigos, ciertos olores.
Una vez fuera del aeropuerto tanteé como podía llegar a la ciudad. Las opciones resultaban mas caras que en otros países de Asia, pero seguía siendo barato en comparación a cualquier otro país del primer o ¨segundo¨mundo. El calor húmedo era sofocante.
En un moderno minibus Hyundai solo para mí pedí que me llevasen al área del río Mekong. No tenía reserva alguna pero sabía que quería tener a ese mítico río cerca.

No fue difícil encontrar un hotel. Reservé en uno muy bonito de arquitectura Francesa que daba justo frente al Mekong con una increíble vista desde un balcón privado, wi fi y no mucho mas. Desde una rajadura en la madera del piso de mi cuarto podía ver la recepción del hotel. Costaba una ganga, y del balcón de al lado colgaba una bandera comunista.
Enseguida me sentí atraído hacia la ciudad, así que no tardé en bajar para ver el anochecer y caminar hacia el colorido mercado nocturno. El Night Market, para muchos uno de los mejores mercados de Asia. Esto es sin dudas una exageración, pero es verdad que es bonito y se consiguen algunas rarezas entre tanto genero. Lo mejor es que el Laosiano (a diferencia del resto de los asiáticos) no te esta encima acosándote para que le compres algo. De hecho es un mercado muy silencioso. Si bien el mercado funciona en un rango horario establecido, cuando el vendedor se siente conforme (aquí son poco ambiciosos) levanta su puesto y se va.
El mercado se arma sobre la calle misma hasta convertirse en peatonal.

Hay otros mercados, y cerca, donde comer murciélagos, arañas, grillos, ardillas y demás exquisiteces de la cocina Laosiana.

Luang Prabang toda es Patrimonio UNESCO de la Humanidad. Es la "Ciudad de los mil templos" en el "pais del millón de elefantes". Destila magia por todos los rincones.

Laos es también el país mas bombardeado de la historia. Pero ese es otro cuento.


Los monjes salen todos los días a las 5 de la mañana a caminar por las calles juntando las limosnas que le dejan los habitantes. Estas consisten principalmente en arroz, aunque la gente pone también frutas y dulces, o cualquier cosa que quiera compartir.

Levantarse a las 5 de la mañana para ver la ofrenda a los monjes,  es algo que nadie deja de hacer cuando visita esta bella y bucólica ciudad del sudeste asiático.
Cada mañana bien temprano, como tiene que ser en Laos, bajaba a desayunar a mi lugar preferido justo arriba del río Mekong. Iba variando dia a dia con las múltiples opciones que me eran ofrecidas, pero siempre acompañado por altas dosis de frutas. Nunca comí mangos mas ricos ni ananas mas dulces, amén de otras riquísimas frutas tropicales muchas de las cuales conocí en ese viaje.
El café de Laos es reconocido  mundialmente como uno de los mejores. En las montañas del sur del país hay importantes plantaciones de café creciendo entre los 800 y 1300 msnm. Se cultivan las variedades Arábiga y Robusta. El café es vital para la economía de Laos.
Como los días terminan temprano en todo Laos, siempre me levantaba con mucho hambre, y como me la pasaba afuera no volvía a comer hasta la noche.


Realicé excursiones por el Río Mekong y recorrí en mi motocicleta todo cuanto pude. Salía siempre de ella, pero la ciudad me gusto desde el primer momento y también la recorrí a conciencia, visitando decenas de templos, perdiendome en los alrededores, comiendo, bebiendo y aprendiendo a cada paso.
Eran días de profundas reflexiones que a veces dolían en mi soledad.



Me gusto mucho el Palacio Real (Royal Palace o Ho Kham), tan diferente a cualquier otro en el mundo. El mobiliario, los regalos de los diferentes líderes del mundo y un fantástico cuarto lleno de decoraciones de animales, plantas y de gentes del pueblo laosiano, todo hecho de espejitos de colores, miles de pedacitos de espejos desde la pared hasta el techo. ¡Es bellísimo!

Los cuartos y el resto de las dependencias sorprenden por lo sencillo. Incluso el garage real donde se exponen media docena de autos. Los dos mas suntuosos son regalos de los Estados Unidos, hay un Land Cruiser de los 60, obsequio de los japoneses, etc. El garage del rey no es lo que uno puede presuponer.

Los jardínes amplios y cuidados. Me gusto mucho mas que la mayoría de sus templos, incluso el de Pho Si, al que ascendí luego de pagar la entrada subiendo sus 400 escalones. Por suerte la vista es fantástica y difícil de obtener desde otros lugares de la ciudad, pero el templo en sí, me pareció una cagada.

La misma opinión me mereció Pak Ou, o la cueva de los 1000 budas , aunque el paseo por el río Mekong si no es una aventura, es un deleite. Las vistas lo son.
El viaje en sí será incómodo y sufrido.

Dos días fui a un gran lugar llamado Big Brother Mouse donde enseñan Inglés y la práctica de la lectura. Aquí todos los días son recibidos los visitantes que quieran ayudar a que jóvenes y adultos aprendan el idioma.
No solamente es gratificante el poder ayudar económicamente (venden libros), si no que resulta una gran oportunidad para conocer las gentes y costumbres de este pueblo mediante la conversación.
Es muy ameno. La pase muy bien y reí a carcajadas con los risueños Laosianos. Es muy bueno como uno se esfuerza en explicar algún tema cuando este es personal.
A los adultos les cuesta mas, pero algunos niños parecen aprender muy rápido, y es grandioso ver como algunos toman los libros como verdaderos tesoros y se lo llevan con las dos manos a su pecho.
Recorriendo la provincia y observando a su gente pude aprender mucho acerca Laos, y como es la vida en este país comunista y sin litoral del sudeste asiático, que parece estar como dormido en el tiempo.

Laos es uno de los países mas pobres del mundo, pero en los últimos años estableció importantes relaciones bilaterales con el gobierno de China, que esta haciendo inversiones en infraestructura. Esto le permite a Laos ser un nexo entre China y sus vecinos mas poderosos, Tailandia y Vietnam.

La cosa no es fácil ni lo fue. Laos es uno de los países con mayor diversidad étnica de Asia. Los Lum (de las tierras bajas) son mayoría. Le siguen los Theung (de las tierras altas) y los Song de las montañas, pero hay mas de un centenar de etnias diferentes, cada una con sus costumbres, ritos y vestimentas particulares, además de un idioma propio. La gran mayoría de la población vive en áreas rurales. Lo que une a estas tribus es el budismo.
Un poco de historia como para comprender la idiosincracia de este país.

En el siglo XIV, el "Señor de la Guerra" y Príncipe, Fa Ngum, de la etnia Lao, se caso con la Princesa Jemer, de Angkor  fundo el reino de Lane Xang (El Reino del millón de elefantes).
En los tres siglos que le siguieron, el reino se vio involucrado en guerras con todos sus vecinos, principalmente con Burma (actual Myanmar) y Siam (actual Tailandia). Los Siameses anexaron a su reino todas las tierras que hoy conocemos como Laos, y la dividieron en tres principados que corresponden a lo que hoy son las ciudades mas importantes de Laos, es decir Luang Prabang, Champassak, y Vientiane, la actual capital del país.

Entre finales del SXIX y 1954 estuvo bajo dominio Francés, y lograron su libertad, pero esta duro poco. En 1964, Estados Unidos bombardeo sin descanso el norte del país en su guerra contra Vietnam, ya que muchos guerrilleros se escondían en Laos. Paralelamente financiaban al gobierno de Vientiane en su lucha contra los comunistas de Pathet Lao. La historia la conocemos. Los Yankis perdieron en Vietnam y su esfuerzo en Laos también fue inútil. Los comunistas estaban en su momento mas fuerte, y en esta región del mundo siguen gobernando en varios países.




Desde 1975 y hasta 1991 el país fue gobernado por Souphanouvong, un príncipe Laosiano hijo de madre plebeya. Souphanouvong, "El príncipe rojo",  tenía ideales comunistas y pro Vietnamitas. Antes había comandado a las guerrillas en sus luchas contra Francia. Se hizo del poder tras un golpe de estado contra la última monarquía del país.

Se perdieron mas tarde las relaciones con sus vecinos Tailandia, Vietnam y China.

Este es su monumento.


Los Laosianos viven en viviendas multi  familiares donde compartidas entre varias generaciones.
La hija mas pequeña de la familia nunca se casará ya que se espera que cuide de sus padres hasta que ellos mueran.

Las mujeres llevan la batuta. Son auténticos matriarcados, ya que los hombres pasan mucho tiempo fuera de las casas por el tiempo que les llevan los trabajos rurales o comerciales.

La cocina siempre esta del lado de afuera y es la comida la que junta a los familiares.
Los hombres tienen gran afición por la bebida. Por una en particular, el whisky de arroz (Lao-Lao), que pega como la puta madre y vale menos que la cerveza. Bebida difícil de soportar, especialmente al día siguiente.

La mayoría de las casas son pobres y están sin terminar o a medio hacer. A muchas les faltan techos o ventanas, pero siempre están ocupadas y hay lugar para todos. Es inusual que haya camas, siendo común que los colchones estén en el piso.
La arquitectura es difícil de adivinar, ya que las viviendas suelen ser construcciones espontáneas y se agrandan cuando tienen la posibilidad de hacerlo.


Hay gran cantidad de comerciantes en Laos. Todos venden algo.  Cada mañana reciben importaciones en su pequeño puerto. La mayoría provienen de China y de Vietnam. Mas tarde encontraremos todos estos artículos en los diferentes mercados de las ciudades. De calidad, poco y nada.

La serenidad que se encuentra en Laos es imposible imaginarla en los países vecinos. La vida acá es tranquila en serio. Nadie muere aquí por el stress, eso de seguro.

La gente es pura, simple y amigable. Su profundo vínculo con el budismo hace que el Laosiano tenga muy poco interés por los bienes materiales. Carece de ambición y le dan mas valor a lo que realmente importa, como la familia, los valores, el amor, el respeto por el otro y el culto a la amistad.
Hoy pueden verse obras viales que comunicarán mejor a las aisladas provincias de este país. Los Chinos están atrás de toda obra que involucra al estado. Aún hay mucho por hacer, pero algunas represas que están construyendo van a poner al pequeño país, algún día,  en el mapa de los grandes generadores de energía eléctrica.

Es hora de acabar con el comercio maderero que esta deforestando Laos y el mundo. De aquí salen muchas de las maderas mas caras del planeta.




Hay lugares que son para volver, y yo no veo la hora de estar nuevamente en Luang Prabang y enseñarle la ciudad a mi familia o amigos.
La gente es amigable y simpática. Se come muy bien (escribiré sobre su cocina en otro post), es baratísimo. Con decir que nunca pude sacar plata de los ATM y sobreviví muchos días con el efectivo que llevaba en mi bolsillo.

Luang Prabang es la capital cultural del país y es mucho mas inetersante que Vientiane, su capital política.
Caminar y perderse por sus calles coloniales es simplemente una delicia. Hacerlo en sus frondosos bosques es una sensación difícil de empardar.
Un destino para un reencuentro con uno mismo. Para algunos religioso, para otros culinario, los aventureros se sentirán a gusto, y los exploradores creerán ser los primeros.
Eso sí. Si te gusta el Rock n´Roll, acá no lo vas a encontrar. No existe UN solo lugar abierto por las noches. Ni para bailar, ni para tomar un trago. Los que busquen fiesta estarán a gusto en Vang Vieng, donde miles de adolescentes y jóvenes se dan cita cada año para emborracharse, fumar y comer hongos. Acá hay ruido y descontrol, y la posibilidad de hacer Tubing (flotar río abajo en una cámara de camión). El resto lo arruinaron los turistas, pero eso es otra historia.


Uno nunca sabe cuando volverá. El mundo se va haciendo cada vez mas grande para los que nos gusta viajar, pero tengo ganas de volver, y puedo decir que quede encantado con este pueblo. Un lugar auténtico, mágico y enigmático. Un paisaje de verdísimas montañas salpicadas de tanto en tanto por minúsculas aldeas y un río que lo es todo.



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