domingo, 26 de abril de 2015

Excursión a Islas del Rosario

Un día, con muy pocas horas de sueño a cuesta, tomamos una excursión hacia las Islas del Rosario, una de las atracciones mas famosas que tienen para ofrecer las agencias de turismo en la ciudad de Cartegana de Indias, en Colombia.
Éramos en esta ocasión 24 amigos que habíamos asistido previamente al casamiento de dos de los nuestros en Bogotá, y días mas tarde coincidimos en Cartagena "La Heroica" para unos días de juerga.

Estábamos felices de haber llegado a tiempo hasta el muelle Marina Santa Cruz en el barrio de Manga, y de estar todos juntos en un speedboat cruzando las aguas azules y turquesas del Mar Caribe, hacia una isla privada en donde nos iban a recibir a cuerpo de rey.
El anfitrión con el almuerzo
Habíamos comprado en el Sofitel Bóvedas de Santa Clara, uno de los mejores y mas lindos 5 estrellas de Cartagena de Indias, un paquete a una de las Islas, supuestamente la mas espectacular y exclusiva del famoso y popular Archipiélago Nuestra Señora del Rosario.
Muelle Marina Santa Cruz
Uno de nuestros amigos lo había organizado, y lo mas fácil y práctico era sumarse al plan. Nadie tenía un problema con eso. Aún así, no esperábamos lo que íbamos a encontrar.
Muelle La Bodeguita 
A lo poco de salir uno se dirige al Muelle de La Bodeguita, en donde el barco se reporta a las autoridades pertinentes. Minutos mas tarde, otra vez en camino hacia las Islas del Rosario, divisamos algunos barcos pertenecientes a la Armada de Colombia apostados en muelles o anclados en el mar.
Buque de la Armada de Colombia
En el camino divisamos a lo lejos algunas poblaciones isleñas, y pasamos a varios cientos de metros del Fuerte, o Batería de San José, que se encuentra en la isla Terrabomba, ahí en el canal de Bocachica.  Aunque nunca se uso por los españoles (pero si por los Granadinos en su intento de recuperar los territorios perdidos), este impedía el ingreso de buques enemigos a la Bahía de Cartagena.
Batería San José en la isla de Terrabomba
Tras unos 50 minutos de viaje en lancha llegamos a Isla Grande, la isla de mayor tamaño de este conjunto. Un lugar regenteado por la gente de el Hotel San Pedro de Majagua, que tienen este convenio con los del Hotel Sofitel.
En el paquete que habíamos comprado teníamos un abanico de posibilidades para hacer de nuestra estadía en la isla, "la mejor posible", como andar en kayac, hacer snorkel, o incluso bucear en sus cristalinas aguas. Puras patrañas. Pretendían un precio absurdo por cada uno de los programas.
Mapa Isla Grande
La decepción fue inmediata. El lugar tiene tres playas. La mas cercana al bar tenía literalmente 6 metros cuadrados de arena, y unas reposeras (tumbaderas) plásticas sobre una plataforma de cemento, la cual habían intentado cubrir de arena en alguna oportunidad, pero esta había casi desaparecido.

La segunda playa era mas grande, pero apenas llegaba a los 20 metros de largo, y no tenía mas de dos o tres metros de ancho. Patético que intenten vender esto como uno de los paraísos del Caribe. Evidentemente no saben de lo que están hablando.
Chicas lindas en la escollera
Habiendo contratado el servicio en un hotel 5 estrellas, esperábamos un lugar acorde, en especial cuando habíamos pagado tres veces mas que lo que pedían en otras agencias. Ciertamente esta no pude ser lo mejor del Parque Natural Corales Islas del Rosario (como te la venden). Eso no puede suceder cuando a metros de la playa hay un basural y se padece el constante asedio de los vendedores de piedras semipreciosas. El servicio es similar al de cualquier otro lugar.
Parque Nacional Islas del Rosario
Pero bueno. Ya estábamos en la isla, y lo mejor era empezar a beber lo más rápido posible. Eso fue lo que hicimos, durante horas y horas. A veces en el mar, otras tumbados en la arena o bajo la sombra de un árbol de mango en las reposeras plásticas del lugar. Un Gin&Tonic cuesta lo mismo que en el Waldorf Astoria de New York, pero  por supuesto que eso no nos iba a arruinar el día, pero no quiero dejar de hacer mención, pues por precio/beneficio ciertamente no los vale. Es un robo a mano armada. No quiero decir cuanto gaste pero les garantizo que para un "day program" no vale la pena.
Breakfast in Tiffany
Mal no la íbamos a pasar. Rara vez ocurre cuando uno está entre amigos. El tiempo pasó rápido entre idas al bar y algún que otro chapuzón en el mar.

Para el almuerzo nos habían preparado una mesa muy larga. Habían fijado un horario para ello pero trajeron los platos a destiempo. Comí un delicioso Pargo Rojo, acompañado con un magistral arroz con leche de coco y los siempre presentes Patacones. Algunos pidieron carne que ni siquiera era ofrecida. De postre tres frutas tipo mermelada (o jalea) que nadie comió.
San pedro de Majagua
En el lugar hay una serie de instalaciones para quienes se hospedan en alguno de los 17 bungalows de la isla. Los cuartos son chicos y tienen duchas de agua fría, pero cuentan con Direct Tv, pantalla plana, aire acondicionado y conexión Wi-Fi. También en las áreas comunes. Mi teléfono tenía señal completa.
Vendedores ambulantes en el Hotel San Pedro de Majagua
Con las horas uno recuerda que está sobre el Mar Caribe después de todo, aunque ciertamente este no sea uno de sus lugares mas bonitos, sigue teniendo mucho encanto.
Nuestro barco listo para el regreso
Esta isla en particular había pertenecido a Pierre Daguet, un pintor francés que se había asentado aquí fascinado por la luz que le regalaba el ambiente.
Siendo las 5 de la tarde había llegado el momento de volver a tierra firme. El tiempo se nos paso muy rápido, dejando a la mayoría sin posibilidad de hacer alguna de las actividades que con coste extra nos eran ofrecidas, tales como snorkeling, kayac, caminar por algún sendero, o ir a una playa mas decente que se encontraba no muy lejos del lugar, pero de la cual no nos habían dado aviso pues creo no pertenecía al hotel.
Todos esperamos durante algunos minutos sentados en la lancha a que lleguen los últimos pasajeros amigos que recientemente habían "descubierto" aquella playa bonita que no pudimos usar a tiempo.
Antes de salir, los miembros de la tripulación repartieron anoraks y advirtieron al pasaje que en esta oportunidad nos íbamos a mojar, por lo que recomendaban fuertemente poner nuestros bolsos a resguardo. Menos mal que lo hice.

Como el rincón de la lancha, el último asiento de atrás, o de la popa, tenía dos bordes, me pareció un lugar genial para relajarme en esa hora de regreso hasta Cartagena de Indias.
Se ve que a la vuelta hay mas corriente marina, o algo, pero al cuestión es que a los pocos minutos estaba literalmente tragando agua, completamente empapado, y obligado a sacarme los anteojos cada dos minutos para vacarlos del liquido que se había colado por dentro. Mis amigos que podían verme reían de mi, y yo también. Era absurdo. Estaba sentado en uno de los tres peores lugares de la lancha, pero el agua estaba caliente y me sentía seguro. Aunque cada tanto me venía a la mente, no fue para nada traumático como ese regreso de terror desde las Islas Phi Phi en Tailandia.

Llegamos sanos y salvos, por supuesto. Fuimos tomando los taxis que estaban en el muelle. Primero una embarazada, después las mujeres "comunes", mas tarde los recién casados, y así sucesivamente. A mi nadie me quería levantar pues caía agua de mis muslos y pantorrillas. Se me caían las bermudas por el peso empapado. Cuando logre subirme a uno, sentí culpa por mojarle el asiento de pana.

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