domingo, 17 de enero de 2016

Pisac. Un pueblo vivo del Perú

Písac es uno de los pueblos típicos que se visita cuando se recorre el circuito del Valle Sagrado del Cusco, por donde pasa un buen número de turistas cada año. Se encuentra en la provincia de Calca, al este de la Cordillera de Vilcabamba y a poco mas de 30 kilómetros de la ciudad de Cusco.
Con mi hermana, ocasional compañera de ese viaje a Perú, contratamos una de las excursiones que cada día parten desde la ciudad de Cusco y partimos junto a una docena de personas hacia el antiguo pueblo de Písac. Pese a los esfuerzos del conductor que hacía todo lo posible para dilatar el arribo al pueblo, no tardamos mucho en llegar.
Písac (o Pisaq en Quechua) está divido en dos zonas. Una nueva o moderna, que es el Písac que sigue vivo. La parte de la ciudad en donde aún vive gente en forma ininterrumpida, por lo menos desde la época del Virrey Toledo, quien en 1570 fue responsable de mandar a hacer el plano del pueblo original, construido este sobre los restos indígenas de la población original.
El otro sector es el antiguo de neta arquitectura Inca (como en el caso de Chinchero ), que tenía como en otras ciudades de los Incas, un trazado con la forma de algunos de los animales típicos del Perú. En el caso de Písac corresponde al de una perdiz, cuyo vocablo en Quechua es justamente Pisaq.

En esta parte antigua, en donde actualmente se encuentran las ruinas, es posible admirar paisajes de ensueño y los increíbles trabajos de ingeniería hídrica que utilizaron los Incas para producir alimento. Incluso en lugares como Písac, cuyo emplazamiento no parece ser el ideal. 
Písac es un pueblo que es principalmente visitado por sus ruinas, tal como sucede con Machu Picchu y con las del complejo habitacional y fortaleza de Ollantaytambo , pero quizás el mayor atractivo de esta ciudad no resida (solo) en esa zona arqueológica de considerable tamaño, si no en la atmósfera misma que se respira en este lugar que cambia día a día y sin embargo se mantiene auténtico.
En cierto sentido en Pisac la vida parece ser como siempre ha sido. Aunque el mayor ingreso económico de la ciudad hoy corresponda al turismo, por todo lo relacionado con las cercanas Ruinas de Písac, la mayor parte del pueblo esta compuesta por campesinos que siguen cultivando las laderas, o artesanos que vienen de las comunidades cercanas a vender sus tejidos u objetos.
Hace unos años que Pisaq vive un boom turístico. Son muchos los extranjeros que se enamoraron del lugar y se afincaron en el Valle Sagrado del Cusco. Hoy viven del turismo, y de alguna manera dan un "valor agregado" al lugar, ya sea regenteando hoteles, restaurantes o comercios varios de toda índole.
Es entendible. El lugar es un importante centro arqueológico que carga un aura de magia que no es casual. Según los pobladores, Pisac está dentro de un triángulo perfecto que componen las ciudades de Cusco, Pisac y Piquillacta. Lo curioso es que estas ciudades están a 33 kilómetros de distancia entre sí, y todas emplazadas a 3.300 m.s.n.m.
Como toda gran ciudad Inca que se precie de tal, Písac también tiene su leyenda. Los guías (que son muchos) la repiten una y otra vez a los diferentes grupos de turistas que acercan hasta aquí cada día. La repiten tanto que uno acaba memorizando nombres en Quechua difícil de recordar.
La Leyenda de Huayllapuma cuenta que había una vez en estos valles un Cacique rico, con muchas tierras y una sola hija como única heredera de ese pequeño imperio. Como era una costumbre practicada por culturas anteriores a los Incas se consultaron a un Oráculo quien dictaminó que aquel que pudiera construir un puente sobre el río Vilcamayo, sería merecedor de la mano de la bella Princesa Inkil Chumpi. La tarea parecía imposible.

¿Quien podría llegar a pedir su mano con semejantes pretensiones?
Eso era algo que entristecía y preocupaba a la romántica Inkil Chumpi (que en español significa algo así como "la de Cintura Florida"), pero un buen día fueron varios los que se acercaron a ver de que se trataba el asunto.
Entre esos pretendientes se encontraba el Príncipe Asto Rímac, un joven valiente que aceptó el desafío de construir ese puente en ese lugar en donde parecía imposible unir las dos orillas del río.

El Cacique y los príncipes bebieron y comieron. Como muestra de amor la Princesa había recibido por parte del Príncipe un misterioso pájaro que guardaba los conocimientos mas profundos de la naturaleza.
A cambio tenía un sólo pedido a modo de prueba de amor. La princesa tenía que subir a un cerro cercano sin mirar nunca hacia atrás, de caso contrario ambos se convertirían en piedras.
A la mañana siguiente la Princesa salió a subir el cerro tal como habían acordado con el Príncipe, dejando huellas en el camino para su prometido.
Aquella mañana el pueblo se despertó con un nuevo puente que apareció "como por arte de magia" sobre las aguas del río Vilcamayo, tal como había prometido el Príncipe y pretendiente Asto Rímac.
En el momento en el que el Cacique termina de abrazar al joven Príncipe, como dándole la bienvenida a la familia, la Princesa estaba llegando a lo mas alto del cerro. Claro que la curiosidad pudo mas que una promesa, y cuando se dio vuelta, y tal como se lo había anunciado Asto Rímac, ambos quedaron convertidos en piedras. Las aguas del río desmoronaron el puente llevándose consigo al Príncipe, y la joven Inkil Chumpi, "La Princesa Petrificada" cuya figura aún puede verse en un monolito de piedra que se encuentra cerca de la entrada al pueblo de Písac Colonial.
El Mercado Indio de Písac es el más grande de la zona. Funciona varias veces por semana, siendo el día domingo el de mayor actividad y concurrencia. Para muchos es la razón principal para venir a Písac, pues es un buen lugar para adquirir las típicas mantas peruanas, algo de ropa de alpaca, recuerdos varios, baratijas "Made in China" y artesanías de cerámica que imitan los viejos diseños indígenas.
A sólo 9 kilómetros del pueblo, y "barranca arriba" se encuentra el Parque Arqueológico de Písac con sus famosas ruinas, las cuales se desconoce a ciencia cierta (como pasa muchas veces) el verdadero origen de las mismas. Están conectadas con una serie de caminos pre Hispánicos construidos por los Incas, y se cree que la finalidad del emplazamiento de este lugar, construido sobre terrenos irregulares y a una altura que no es casual, era la de unir las sierras y los valles con las aguas del Océano Pacífico.


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