Alrededor del año 1.100 los habitantes del Reino de Georgia se protegían como podían de los continuos ataques de las hordas mongoles que todo asolaban en su paso por Asia Central y Europa. Las montañas de la zona representaban los límites del reino pero también del Cristianismo, muy cerca de la actual frontera con Turquía. Para poder profesar su credo en paz, los reyes mandaron a construir un enorme monasterio enclavado en las piedras del sur de Georgia, con más de 500 metros de largo y 19 niveles o pisos escondidos tras las rocas. Así nacía Vardzia.
La tarde anterior llovía y faltaba media hora o algo así para que se cerraran las puertas de Vardzia. No tenía sentido hacer una visita mala. Podíamos volver al día siguiente, eso no resultaba un problema ya que teníamos una reserva en un complejo cercano. Al despertar al día siguiente una casi constante llovizna desalentaba la excursión al monasterio. Lo bueno es que no hacía calor y las posibilidades de mojarnos eran relativamente bajas. Quedarnos en el hotel no era una opción (aunque alguno del grupo prefirió sus comodidades).
Desde el vamos podíamos apreciar unas vistas espectaculares por sobre los verdes valles y montañas de la zona. Tras pagar la entrada nos subimos a un mini bus que sube a los visitantes algunos cientos de metros. El transporte olía pésimo y el chauffeur discutía fuertemente con algún otro empleado. Seis u ocho personas a bordo esperábamos pacientes.
Recorrer el Monasterio de Vardzia exige cierto estado físico. No solamente por que el recorrido demanda casi dos horas. No. Hay que subir miles de escalones, agacharse en posiciones indignas durante metros y metros, bajar, sacudirse el polvo de los choques contra las paredes, seguir por pasarelas, también por puentes, túneles y pasadizos. Sepan los visitantes que en el área hay decenas de lugares enclavados en las rocas, cuyo recorrido es peor o más demandante que el de éste monasterio medieval.
La historia demuestra que la zona de las montañas de Erusheli fue habitada al menos desde los tiempos de la Edad de Bronce, no obstante nos interesa el período comprendido entre los siglos XII y XVI. Aquellos eran tiempos conocidos como la "Època dorada del Reino de Georgia". En ese período inicial gobernaba el rey Giorgi III de la Dinastía Bagrationi mandó a construir millares de recintos o refugios (hay más de 6.000) para todo aquel cristiano que fuera perseguido por la amenaza musulmana llegada de este, sur y oeste del Reino de Georgia.
Tamara o Tamar (თამარი) era hija del rey Giorgi III. Fue la primera mujer en gobernar el extenso Reino de Georgia, pero además de eso resulta ser uno de los personajes más importantes de la identidad y de la historia del pueblo georgiano.
Tras solo un año en el trono "Tamara La Grande" ordena la construcción de lo que podemos llamar un santuario subterráneo de gran tamaño en la misma citadela iniciada años atrás (circa 1184) por su señor padre.
Durante las tres décadas (o casi) en las que gobernó Tamara, la política exterior del Reino de Georgia fue agresiva y defensiva para con sus vecinos musulmanes a ambos lados de la frontera. Tiempos de enfrentamientos con la aristocracia local, Tamara supo controlar el poder de los señores feudales. La leyenda cuenat que Tamara siempre tuvo ayuda divina en cada uno de sus enfrentamientos.
Paralelamente a los acontecimientos políticos del país, el Monasterio de Vardzia y toda la citadela a la izquierda del río Kura crecía en tamaño hasta que un devastador terremoto en 1283 dejó gran parte del lugar en ruinas, causando la rotura de un millar y medio de las habitaciones existentes, y el colapso de un complejo sistema de túneles.
Tras el terremoto de 1283 muchos de los 119 complejos de cuevas quedaron expuestos en uno de los frentes de la montaña En el complejo que recorre el visitante hay un total de 409 habitaciones. El tamaño de las mismas varía. Hay 13 iglesias que ocupan los cuartos más grandes y coloridos del Monasterio de Vardzia. Existe una docena de cuartos con hornos de pan. Estando en Georgia a nadie le sorprende saber que estos tipos ya producían vino.
El Monasterio de Vardzia pudo recomponerse y recuperar parte de su esplendor oculto tras rocas, túneles y estrechos atajos que obligan a uno a agacharse. Durante unos buenos años reinó la paz aparente, hasta que en 1551, un ejército de persas comandado por Sash Tahmasp destruyeron todo cuánto encontraron a su paso, estableciendo un control parcial pero mayoritario por sobre el territorio del Reino de Georgia y sus misteriosas cuevas.
Durante años hubo escaramuzas y enfrentamientos en muchas de las cuevas de Vardzia. Casi todas las pinturas religiosas y de gran calidad fueron quemadas por los persas. Paradójicamente ésto fue lo que permitió salvarguardarlas en el tiempo.
Tras más de una hora caminando por este intrincado sistema de túneles podemos darnos cuenta de la magnitud de esta ciudad enterrada dentro de una montaña.
En 1578 la zona es invadida desde el otro lado, esta vez por los Otomanos. Desde entonces los cristianos abandonan el lugar durante varios siglos.
En algún momento del recorrido pasamos por otras iglesias, hornos, dependencias, y también unos protegidos pozos naturales con agua pura desde donde siglos atrás sacaban el líquido vital para un eficiente sistema de riego para sus viñedos y vegetales. La citadela no deja de sorprendernos mientras vamos ascendiendo y descendiendo por sus miles de rudimentarios escalones.
Con mis compañeros de viaje llegamos desde la industrial ciudad de Kutaisi , pero por supuesto que es posible hacerlo en transporte público o privado desde Tbilisi, Akhaltsikhe y otras.
La oportunidad del día era el caviar. Mientras bajamos generosas dosis de huevas de esturión con shots de vodka, sufríamos a un grupo de adolescentes que cantaban karaoke desde unas mesas cercanas. Eran odiables. Molestaban y desentonaban. Sin embargo en algún momento de la noche (supongo que el alcohol ayudaba) nos hicimos amigos y doblegamos nuestras fuerzas hasta lograr una noche inolvidable. Al menos para ellos.
La tarde anterior llovía y faltaba media hora o algo así para que se cerraran las puertas de Vardzia. No tenía sentido hacer una visita mala. Podíamos volver al día siguiente, eso no resultaba un problema ya que teníamos una reserva en un complejo cercano. Al despertar al día siguiente una casi constante llovizna desalentaba la excursión al monasterio. Lo bueno es que no hacía calor y las posibilidades de mojarnos eran relativamente bajas. Quedarnos en el hotel no era una opción (aunque alguno del grupo prefirió sus comodidades).
Desde el vamos podíamos apreciar unas vistas espectaculares por sobre los verdes valles y montañas de la zona. Tras pagar la entrada nos subimos a un mini bus que sube a los visitantes algunos cientos de metros. El transporte olía pésimo y el chauffeur discutía fuertemente con algún otro empleado. Seis u ocho personas a bordo esperábamos pacientes.
Recorrer el Monasterio de Vardzia exige cierto estado físico. No solamente por que el recorrido demanda casi dos horas. No. Hay que subir miles de escalones, agacharse en posiciones indignas durante metros y metros, bajar, sacudirse el polvo de los choques contra las paredes, seguir por pasarelas, también por puentes, túneles y pasadizos. Sepan los visitantes que en el área hay decenas de lugares enclavados en las rocas, cuyo recorrido es peor o más demandante que el de éste monasterio medieval.
La historia demuestra que la zona de las montañas de Erusheli fue habitada al menos desde los tiempos de la Edad de Bronce, no obstante nos interesa el período comprendido entre los siglos XII y XVI. Aquellos eran tiempos conocidos como la "Època dorada del Reino de Georgia". En ese período inicial gobernaba el rey Giorgi III de la Dinastía Bagrationi mandó a construir millares de recintos o refugios (hay más de 6.000) para todo aquel cristiano que fuera perseguido por la amenaza musulmana llegada de este, sur y oeste del Reino de Georgia.
Tamara o Tamar (თამარი) era hija del rey Giorgi III. Fue la primera mujer en gobernar el extenso Reino de Georgia, pero además de eso resulta ser uno de los personajes más importantes de la identidad y de la historia del pueblo georgiano.
Tras solo un año en el trono "Tamara La Grande" ordena la construcción de lo que podemos llamar un santuario subterráneo de gran tamaño en la misma citadela iniciada años atrás (circa 1184) por su señor padre.
Durante las tres décadas (o casi) en las que gobernó Tamara, la política exterior del Reino de Georgia fue agresiva y defensiva para con sus vecinos musulmanes a ambos lados de la frontera. Tiempos de enfrentamientos con la aristocracia local, Tamara supo controlar el poder de los señores feudales. La leyenda cuenat que Tamara siempre tuvo ayuda divina en cada uno de sus enfrentamientos.
Paralelamente a los acontecimientos políticos del país, el Monasterio de Vardzia y toda la citadela a la izquierda del río Kura crecía en tamaño hasta que un devastador terremoto en 1283 dejó gran parte del lugar en ruinas, causando la rotura de un millar y medio de las habitaciones existentes, y el colapso de un complejo sistema de túneles.
Tras el terremoto de 1283 muchos de los 119 complejos de cuevas quedaron expuestos en uno de los frentes de la montaña En el complejo que recorre el visitante hay un total de 409 habitaciones. El tamaño de las mismas varía. Hay 13 iglesias que ocupan los cuartos más grandes y coloridos del Monasterio de Vardzia. Existe una docena de cuartos con hornos de pan. Estando en Georgia a nadie le sorprende saber que estos tipos ya producían vino.
El Monasterio de Vardzia pudo recomponerse y recuperar parte de su esplendor oculto tras rocas, túneles y estrechos atajos que obligan a uno a agacharse. Durante unos buenos años reinó la paz aparente, hasta que en 1551, un ejército de persas comandado por Sash Tahmasp destruyeron todo cuánto encontraron a su paso, estableciendo un control parcial pero mayoritario por sobre el territorio del Reino de Georgia y sus misteriosas cuevas.
Durante años hubo escaramuzas y enfrentamientos en muchas de las cuevas de Vardzia. Casi todas las pinturas religiosas y de gran calidad fueron quemadas por los persas. Paradójicamente ésto fue lo que permitió salvarguardarlas en el tiempo.
Tras más de una hora caminando por este intrincado sistema de túneles podemos darnos cuenta de la magnitud de esta ciudad enterrada dentro de una montaña.
En 1578 la zona es invadida desde el otro lado, esta vez por los Otomanos. Desde entonces los cristianos abandonan el lugar durante varios siglos.
En algún momento del recorrido pasamos por otras iglesias, hornos, dependencias, y también unos protegidos pozos naturales con agua pura desde donde siglos atrás sacaban el líquido vital para un eficiente sistema de riego para sus viñedos y vegetales. La citadela no deja de sorprendernos mientras vamos ascendiendo y descendiendo por sus miles de rudimentarios escalones.
Con mis compañeros de viaje llegamos desde la industrial ciudad de Kutaisi , pero por supuesto que es posible hacerlo en transporte público o privado desde Tbilisi, Akhaltsikhe y otras.
La oportunidad del día era el caviar. Mientras bajamos generosas dosis de huevas de esturión con shots de vodka, sufríamos a un grupo de adolescentes que cantaban karaoke desde unas mesas cercanas. Eran odiables. Molestaban y desentonaban. Sin embargo en algún momento de la noche (supongo que el alcohol ayudaba) nos hicimos amigos y doblegamos nuestras fuerzas hasta lograr una noche inolvidable. Al menos para ellos.
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