Como escribo un blog de viajes, me encuentro un poco limitado, ya que siento que solo debiera escribir sobre aquello que he visto con mis propios ojos.
Por ello, en esta ocasión he elegido hablar del trabajo infantil en Camboya, donde lamentablemente esta costumbre esta muy extendida, y nadie parece querer hacer nada para detenerlo.
Uno de los males que afecta a Camboya, y que no puede ser peor es el de la prostitución infantil.
Lo mas preocupante es que esta muy instaurada en la psiquis local. Ya he comentado alguna vez en mi post de Phnom Penh, cuan instaurada esta la prostitución de menores en el día a día del país. Toda persona con la que cruces una palabra va a ofrecerte, tarde o temprano, servicios sexuales, y la palabra "young, young "(joven, joven) siempre esta presente al final de cada oración.
Aquí, en Camboya, una chica de 18 años ya esta considerada vieja, o muy usada.
Muchas de estas niñas son vendidas a la trata por sus mismos padres, quienes reciben muy poco dinero a cambio de entregar la potestad e integridad física y mental de sus hijas, e hijos también, por que los (pequeños) hombres no se quedan afuera de este flagelo.
He visto niñas menores de edad a la vera de las rutas de varios países, trabajando con sus cuerpos en lugar de estar aprendiendo en las escuelas, o contenidas por sus familias.
Siempre hay un adulto responsable de explotar al menor. El padre que vende a la niña, el proxeneta que maneja su vida, el cliente que consuma el acto y alimenta la demanda.
Estas agresiones sexuales sin retorno no ocurrirían sin un mercado, sin una demanda.
Estas prácticas dañan la vida de los niños para siempre. Son cicatrices en el alma que nunca van a sanar. Son heridas que no van a permitirle jamás al niño desarrollarse en normalidad, y lo que es peor, lo ponen constantemente en peligro.
Durante todo el SXX hubo apostados cientos de miles de soldados en Camboya, lo cual fue visto por muchos como una oportunidad de negocio, y así es como se empezaron a construir en Phnom Penh los infames barrios rojos, o zonas donde vale todo, controlados por mafias mejor armadas y preparadas que la policía local, que nada hace para saber que es lo que sucede puertas adentro.
Cuando llegó por fin la paz a Camboya, la gran mayoría de estos soldados abandonaron el país, pero estas Zonas Rojas, y la prostitución, especialmente de menores de edad, permaneció, ya que la demanda por sexo con niños no ha cambiado.
Mientras Tailandia parece ser el paraíso del sexo pago en el Sudeste de Asia, Camboya se encarga de proveerle al cliente, todo aquello que no puede conseguir en el vecino país, o sea menores de edad.
En un país tan devastado por las guerras, todo esta en vías de construcción. Aún no hay en Camboya un sistema legal o jurídico que castigue a los proxenetas y perversos clientes. Aún no hay en Camboya quien defienda a los niños ante estas y otras agresiones.
Ante la evidencia internacional de este mal, algunos países han tomado la determinación de castigar a sus ciudadanos con la dureza de sus propias leyes. Repatriarlos y asegurarles unos cuantos años tras los barrotes. Una buena iniciativa, que sería mucho mas eficiente si contase con el apoyo del gobierno.
Por ello, en esta ocasión he elegido hablar del trabajo infantil en Camboya, donde lamentablemente esta costumbre esta muy extendida, y nadie parece querer hacer nada para detenerlo.
Uno de los males que afecta a Camboya, y que no puede ser peor es el de la prostitución infantil.
Lo mas preocupante es que esta muy instaurada en la psiquis local. Ya he comentado alguna vez en mi post de Phnom Penh, cuan instaurada esta la prostitución de menores en el día a día del país. Toda persona con la que cruces una palabra va a ofrecerte, tarde o temprano, servicios sexuales, y la palabra "young, young "(joven, joven) siempre esta presente al final de cada oración.
Aquí, en Camboya, una chica de 18 años ya esta considerada vieja, o muy usada.
Muchas de estas niñas son vendidas a la trata por sus mismos padres, quienes reciben muy poco dinero a cambio de entregar la potestad e integridad física y mental de sus hijas, e hijos también, por que los (pequeños) hombres no se quedan afuera de este flagelo.
He visto niñas menores de edad a la vera de las rutas de varios países, trabajando con sus cuerpos en lugar de estar aprendiendo en las escuelas, o contenidas por sus familias.
Siempre hay un adulto responsable de explotar al menor. El padre que vende a la niña, el proxeneta que maneja su vida, el cliente que consuma el acto y alimenta la demanda.
Estas agresiones sexuales sin retorno no ocurrirían sin un mercado, sin una demanda.
Estas prácticas dañan la vida de los niños para siempre. Son cicatrices en el alma que nunca van a sanar. Son heridas que no van a permitirle jamás al niño desarrollarse en normalidad, y lo que es peor, lo ponen constantemente en peligro.
Durante todo el SXX hubo apostados cientos de miles de soldados en Camboya, lo cual fue visto por muchos como una oportunidad de negocio, y así es como se empezaron a construir en Phnom Penh los infames barrios rojos, o zonas donde vale todo, controlados por mafias mejor armadas y preparadas que la policía local, que nada hace para saber que es lo que sucede puertas adentro.
Cuando llegó por fin la paz a Camboya, la gran mayoría de estos soldados abandonaron el país, pero estas Zonas Rojas, y la prostitución, especialmente de menores de edad, permaneció, ya que la demanda por sexo con niños no ha cambiado.
Mientras Tailandia parece ser el paraíso del sexo pago en el Sudeste de Asia, Camboya se encarga de proveerle al cliente, todo aquello que no puede conseguir en el vecino país, o sea menores de edad.
En un país tan devastado por las guerras, todo esta en vías de construcción. Aún no hay en Camboya un sistema legal o jurídico que castigue a los proxenetas y perversos clientes. Aún no hay en Camboya quien defienda a los niños ante estas y otras agresiones.
Ante la evidencia internacional de este mal, algunos países han tomado la determinación de castigar a sus ciudadanos con la dureza de sus propias leyes. Repatriarlos y asegurarles unos cuantos años tras los barrotes. Una buena iniciativa, que sería mucho mas eficiente si contase con el apoyo del gobierno.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario