Visitar el Museo Medieval de la Tortura no estaba dentro de mis planes en Tallin, pero un día, caminando por sus centenarias calles con un primo, nos topamos con este lugar y entramos a conocerlo.
Se encuentra no muy lejos de la plaza principal, o plaza del ayuntamiento (Raekoja Plats) en una típica casa de proporciones muy humanas, en donde se exponen en dos de sus cuartos, más de 50 de los más variados instrumentos de tortura empleados en toda Europa medieval.
Podemos ver con su correspondiente explicación en varios idiomas, modelos de cinturones de castidad, rompedores de cráneos, destructores anales y guillotinas varias. Hay unos sillones o sarcófagos de madera llenos de pinches, que solo demuestran cuan imaginativos y crueles pueden ser los humanos a la hora de hacer sufrir a sus semejantes mediante el daño real y/o psicológico.
El día era largo como cualquiera de verano en el norte de Europa. Miles de tulipanes estallaban de colores. El jengibre invadía el resto de los sentidos. Tallin, Reval. Allá afuera, tan joven y vibrante, ansiadamente libre y llena de vida. Un lugar que promete.
Se encuentra no muy lejos de la plaza principal, o plaza del ayuntamiento (Raekoja Plats) en una típica casa de proporciones muy humanas, en donde se exponen en dos de sus cuartos, más de 50 de los más variados instrumentos de tortura empleados en toda Europa medieval.
Podemos ver con su correspondiente explicación en varios idiomas, modelos de cinturones de castidad, rompedores de cráneos, destructores anales y guillotinas varias. Hay unos sillones o sarcófagos de madera llenos de pinches, que solo demuestran cuan imaginativos y crueles pueden ser los humanos a la hora de hacer sufrir a sus semejantes mediante el daño real y/o psicológico.
El día era largo como cualquiera de verano en el norte de Europa. Miles de tulipanes estallaban de colores. El jengibre invadía el resto de los sentidos. Tallin, Reval. Allá afuera, tan joven y vibrante, ansiadamente libre y llena de vida. Un lugar que promete.
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