En mi segundo día en Valdivia me vine a conocer una serie de parques nacionales que se encuentran a unos 30 kilómetros de la ciudad. El que mas me gusto de ellos fue el Parque Oncol sito en lo mas primitivo y conservado de la Selva Valdiviana.
Tras abonar un ticket y charlar un rato con la atenta y super bonita guarda parque de la entrada, me dispuse a iniciar el recorrido.
La velocidad máxima permitida es de 15 kilómetros por hora, la cual es buena mantener a todo momento por la cantidad de curvas cerradas que no dejan ver a quienes vienen en dirección contraria. Además el camino, aunque muy bien mantenido, es angosto, y apenas pasan dos autos.
El Parque Oncol dispone de algunos miradores desde donde es posible estirar la vista.
Se puede apreciar el valle en el que está asentado la ciudad de Valdivia a lo lejos, varios volcanes y también las sierras de la Cordillera de la Costa.
Este tipo de bosques templados solo se repiten en Nueva Zelanda y no existen en ningún lugar del hemisferio norte.
Existen dentro del Parque Oncol una serie de senderos de diversa dificultad y longitud. El mas lindo es el que llega hasta la parte mas elevada del terreno.
Es buena idea llevar zapatos adecuados, una botella de agua y algún impermeable para proteger los equipos electrónicos de las frecuentes lluvias y de la humedad reinante.
Vale la pena venir al Parque Oncol. Son pocos los kilómetros que lo separan de la urbe, pero un mundo la diferencia. Además el camino hasta la entrada también es muy bonito.
Tras abonar un ticket y charlar un rato con la atenta y super bonita guarda parque de la entrada, me dispuse a iniciar el recorrido.
La velocidad máxima permitida es de 15 kilómetros por hora, la cual es buena mantener a todo momento por la cantidad de curvas cerradas que no dejan ver a quienes vienen en dirección contraria. Además el camino, aunque muy bien mantenido, es angosto, y apenas pasan dos autos.
El Parque Oncol dispone de algunos miradores desde donde es posible estirar la vista.
Se puede apreciar el valle en el que está asentado la ciudad de Valdivia a lo lejos, varios volcanes y también las sierras de la Cordillera de la Costa.
Uno de los programas preferidos de quienes visitan el Parque Oncol es el Canopy. Esta nueva actividad de origen militar, también conocida como Cable o Tirolesa, consiste en dejarse caer por un cable de acero sujetado a una polea mediante ganchos, aprovechando la fuerza de la gravedad haciendo siempre un recorrido descendiente. Este deporte es ideal para hacerla por entre las copas de los árboles ¿ y que mejor lugar para ello que la Selva Valdiviana?
Este recorrido aquí ofrecido consta de 3 estaciones de 60, 150 y 200 metros de largo por las que el visitante se va dejando caer por el cable metálico.
La particularidad que tiene el Parque Oncol, o esta porción de la Selva Valdiviana es que no fue afectada por las glaciaciones de hace 18.000 años atrás, dejando lugar a que años mas tarde se forme un bosque muy diverso biologicamente, y que siempre es verde y húmedo.Este tipo de bosques templados solo se repiten en Nueva Zelanda y no existen en ningún lugar del hemisferio norte.
Existen dentro del Parque Oncol una serie de senderos de diversa dificultad y longitud. El mas lindo es el que llega hasta la parte mas elevada del terreno.
Es buena idea llevar zapatos adecuados, una botella de agua y algún impermeable para proteger los equipos electrónicos de las frecuentes lluvias y de la humedad reinante.
Vale la pena venir al Parque Oncol. Son pocos los kilómetros que lo separan de la urbe, pero un mundo la diferencia. Además el camino hasta la entrada también es muy bonito.
Al final del camino vehicular esperan los baños y la confitería, en donde se puede reponer energías. Quienes quieran, pueden alquilar una de las cabañas que hay en las inmediaciones, inmersas entre la espesura del bosque. De haberlo sabido, hubiera considerado esta opción.
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