Minca es un pequeño pueblo de unos 500 habitantes que se haya recostado sobre una de las laderas de la Sierra Nevada, y a solo 14 kilómetros de Santa Marta. La distancia parece corta, pero salir o cruzar las diferentes zonas de la ciudad lleva un buen tiempo, por lo que el viaje puede demandar mucho mas de lo esperado. Una hora y media en mi caso.
Hasta hace una década atrás, hubiera sido una pésima idea visitar Minca. Desde 1970 la zona estaba bajo control de grupos alzados en armas como las F.A.R.C., el E.L.N. (ambos Marxistas-Leninistas), quienes operaban desde aquí mucho antes que ningún otro grupo narco en Colombia, sembrando y vendiendo marihuana en una época de bonaza conocida por todo colombiano como "Marimbera".
Mas tarde vendría el boom de la cocaína, que hasta esos años solo era producida en los países andinos (Bolivia, Perú y Ecuador). Como la materia prima para la elaboración del estupefaciente llegaba ahora desde el sur del país, surgieron nuevos grupos mafiosos. Los primeros cárteles se multiplicaban y no tardaron en ser organizaciones muy poderosas de la mano de los hermanos Rodríguez Orejuela en Cali, Pablo Escobar en Medellín, o Carlos Lehder en Armenia, solo por nombrar a unos pocos capos.
La zona del corregimiento de Minca estaba atestada de grupos alzados en armas. Ya no era secreto que la guerrilla se financiaba con el narcotráfico. Tampoco que recibían armamento desde la frontera con Venezuela. Para combatir a estos grupos ante la ausencia total por parte del estado, surgieron los primeros grupos paramilitares que ayudarían al ejército nacional en su lucha contra la guerrilla. Con mas de 30.000 combatientes en sus filas, las Autodefensas Unidas de Colombia se hicieron del control de las rutas que las narco guerrillas usaban para el comercio de drogas. Este grupo de derecha no tardo en sumarse al redituable negocio.
Tipos bravos estos de las AUC. Descuartizaban a sus víctimas con motosierras, masacraban aldeas enteras y sembraban el pánico por doquier.
El estado tuvo que crear una fuerza especializada, el Batallón de Alta Montaña, con lo que al menos logró, con el apoyo del grupo paramilitar, hacer retroceder a los guerrilleros hacia las zonas mas altas de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Hoy es posible visitar Minca y vale la pena. Para llegar a este pueblo cafetero es necesario tomar un camino de montaña parcialmente mejorado, y que al momento de mi visita se encontraba en obra.
Minca se encuentra 650 metros mas elevado que la ciudad, sobre la frondosa selva pedemontana de la Sierra Nevada de Santa Marta, la montaña tropical y litoral mas alta del mundo, cuyo pico mas alto alcanza los 5.775 metros sobre el nivel de los mares.
La naturaleza se muestra exuberante. Parece mentira estar tan cerca del mar y de Santa Marta. Este ecosistema de Colombia con tanta maravillosa diversidad biológica fue declarado por la UNESCO como Reserva del Hombre y de la Biosfera en el año 1980. Justo en años donde los grupos narcos talaban millones de hectáreas para crear lugar para el cultivo de coca y/o marihuana.
Minca fue territorio de los bravos indios Tayrona, que antes de la llegada de los conquistadores contaba con una población superior al millón de habitantes. Con el paso de los años fueron asesinados hasta casi desaparecerlos por completo.
Actualmente viven las comunidades Kogi (que dicen ser descendientes de los Tayrona), los Wiwa, los Kankuamos y los Arhuaco . Lo que está claro es que los indígenas fueron los grandes perdedores. Primero a manos de los españoles, y mas tarde por el accionar de los grupos guerrilleros, del estado, los narcos y los paramilitares.
Antes de recorrer el pueblo, unas gratificantes compras en el mercadito que se encuentra del otro lado del puente de la entrada a Minca. Además funciona como centro de información para las múltiples actividades que pueden realizarse en los alrededores de Minca, tales como cabalgatas, la caminata a Pozo Azul y otras al margen del río desde donde se ven las Cascadas de Marinca. También se puede ascender al Cerro Kennedy o simplemente quedarse tumbado en alguna hamaca paraguaya.
Lindo caminar un rato por este lugar cuya tranquilidad solo es interrumpida cada tanto por los sonidos de las motocicletas de sus habitantes.
Minca se caracteriza por las plantaciones orgánicas de café, siendo uno de los mayores productores de este tipo de café en todo Colombia. De las fincas locales, "Santa Victoria" es la mas famosa de ellas. Puede visitarse con un tour guiado que explica todo el proceso del café, desde que se siembra hasta que llega a una taza en otro continente. Las maquinas de la finca cafetera están operadas hace casi doscientos años con la energía que provee el agua del cercano Río Minca.
El sol se estaba por esconder detrás de los cerros. Conseguir un lugar con un claro entre tanta y espedsa vegetación no fue fácil. Foto rápida y a seguir. Era hora de volver al auto.
Decidimos tomar el camino mas largo hacia Santa Marta. Aunque vale la pena no tenía sentido para mí dormir en Minca estando tan cerca de un lugar con miles de hoteles que satisfacen cualquiera de nuestras pretensiones. Además ya tenía otros planes para el día siguiente.
Tras abandonar Minca continuamos el periplo. Tras subir y subir por el camino de montaña comenzamos con las patinadas. La tierra floja salía escupida para todos lados por la tracción delantera de nuestro vehículo alquilado. El camino lo tenía que hacer en primera marcha, pues en segunda el auto no encontraba la fuerza motriz necesaria.
Así íbamos, tocando el carter, las suspensiones y los bajos. Alguna vez tuve que acomodar algún plástico suelto de la parte delantera.
Definitivamente no era un camino para hacer en un auto alquilado como era nuestro caso.
A mas de una hora de andar luchando contra el camino, dos motos nos hacen frenar. Si bien no tuve un solo problema con temas de seguridad en Colombia, no sabía si iba a correr con buena suerte. Era buena gente y nos recomendaron pegar la vuelta, advirtiendonos que el camino hacía una "o" para terminar nuevamente en Minca. Además se tornaba intransitable en la última parte.
Entre pitos y flautas estuvimos dos horas divagando por ese camino, ensuciando todo el auto que había mantenido impoluto al cabo de los días, si hasta esquivaba los charcos.
Por supuesto llegamos de noche, y sólo estábamos de nuevo en Minca. Nunca tan lejos de Santa Marta.
Minca resultó un placer. También de noche. Es un lugar a pocos kilómetros de Santa Marta con una oferta tan diferente. Aquí reina la paz, gobierna el verde y uno siente estar en un lugar mucho mas alejado y remoto.
Aunque el pueblo no es turístico tiene un buen número de alojamientos y restaurantes, y tiene todo a su favor para que el día de mañana sea mayor el número de viajeros que visiten este pueblo.
Llegar a Santa Marta para encontrar un hotel y dormir fue otra vez un tedio. El sistema de carreras con las que trazan las calles de las ciudades nunca logré entenderlo. Al no llevar nombre las calles, se me hacía imposible darle ordenes a mi GPS, obligando a buscar en el mapa la ubicación que creía, y haciéndome fracasar en cada intento.
La mayoría de las veces, el colombiano, que sabe ser tan atento y gentil no tiene la mas pálida idea de a donde están parados.
Dos horas mas tarde, tras lograr salir de una favela llena de calles sin salida y cruzar al otro lado de la sierra logré hacerme de un hotel en uno de los barrios satélites de la ciudad.
Hasta hace una década atrás, hubiera sido una pésima idea visitar Minca. Desde 1970 la zona estaba bajo control de grupos alzados en armas como las F.A.R.C., el E.L.N. (ambos Marxistas-Leninistas), quienes operaban desde aquí mucho antes que ningún otro grupo narco en Colombia, sembrando y vendiendo marihuana en una época de bonaza conocida por todo colombiano como "Marimbera".
Mas tarde vendría el boom de la cocaína, que hasta esos años solo era producida en los países andinos (Bolivia, Perú y Ecuador). Como la materia prima para la elaboración del estupefaciente llegaba ahora desde el sur del país, surgieron nuevos grupos mafiosos. Los primeros cárteles se multiplicaban y no tardaron en ser organizaciones muy poderosas de la mano de los hermanos Rodríguez Orejuela en Cali, Pablo Escobar en Medellín, o Carlos Lehder en Armenia, solo por nombrar a unos pocos capos.
La zona del corregimiento de Minca estaba atestada de grupos alzados en armas. Ya no era secreto que la guerrilla se financiaba con el narcotráfico. Tampoco que recibían armamento desde la frontera con Venezuela. Para combatir a estos grupos ante la ausencia total por parte del estado, surgieron los primeros grupos paramilitares que ayudarían al ejército nacional en su lucha contra la guerrilla. Con mas de 30.000 combatientes en sus filas, las Autodefensas Unidas de Colombia se hicieron del control de las rutas que las narco guerrillas usaban para el comercio de drogas. Este grupo de derecha no tardo en sumarse al redituable negocio.
Tipos bravos estos de las AUC. Descuartizaban a sus víctimas con motosierras, masacraban aldeas enteras y sembraban el pánico por doquier.
El estado tuvo que crear una fuerza especializada, el Batallón de Alta Montaña, con lo que al menos logró, con el apoyo del grupo paramilitar, hacer retroceder a los guerrilleros hacia las zonas mas altas de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Iglesia del Perpetuo Socorro |
Minca se encuentra 650 metros mas elevado que la ciudad, sobre la frondosa selva pedemontana de la Sierra Nevada de Santa Marta, la montaña tropical y litoral mas alta del mundo, cuyo pico mas alto alcanza los 5.775 metros sobre el nivel de los mares.
La naturaleza se muestra exuberante. Parece mentira estar tan cerca del mar y de Santa Marta. Este ecosistema de Colombia con tanta maravillosa diversidad biológica fue declarado por la UNESCO como Reserva del Hombre y de la Biosfera en el año 1980. Justo en años donde los grupos narcos talaban millones de hectáreas para crear lugar para el cultivo de coca y/o marihuana.
Minca fue territorio de los bravos indios Tayrona, que antes de la llegada de los conquistadores contaba con una población superior al millón de habitantes. Con el paso de los años fueron asesinados hasta casi desaparecerlos por completo.
Actualmente viven las comunidades Kogi (que dicen ser descendientes de los Tayrona), los Wiwa, los Kankuamos y los Arhuaco . Lo que está claro es que los indígenas fueron los grandes perdedores. Primero a manos de los españoles, y mas tarde por el accionar de los grupos guerrilleros, del estado, los narcos y los paramilitares.
Antes de recorrer el pueblo, unas gratificantes compras en el mercadito que se encuentra del otro lado del puente de la entrada a Minca. Además funciona como centro de información para las múltiples actividades que pueden realizarse en los alrededores de Minca, tales como cabalgatas, la caminata a Pozo Azul y otras al margen del río desde donde se ven las Cascadas de Marinca. También se puede ascender al Cerro Kennedy o simplemente quedarse tumbado en alguna hamaca paraguaya.
Lindo caminar un rato por este lugar cuya tranquilidad solo es interrumpida cada tanto por los sonidos de las motocicletas de sus habitantes.
Minca se caracteriza por las plantaciones orgánicas de café, siendo uno de los mayores productores de este tipo de café en todo Colombia. De las fincas locales, "Santa Victoria" es la mas famosa de ellas. Puede visitarse con un tour guiado que explica todo el proceso del café, desde que se siembra hasta que llega a una taza en otro continente. Las maquinas de la finca cafetera están operadas hace casi doscientos años con la energía que provee el agua del cercano Río Minca.
El sol se estaba por esconder detrás de los cerros. Conseguir un lugar con un claro entre tanta y espedsa vegetación no fue fácil. Foto rápida y a seguir. Era hora de volver al auto.
Decidimos tomar el camino mas largo hacia Santa Marta. Aunque vale la pena no tenía sentido para mí dormir en Minca estando tan cerca de un lugar con miles de hoteles que satisfacen cualquiera de nuestras pretensiones. Además ya tenía otros planes para el día siguiente.
Tras abandonar Minca continuamos el periplo. Tras subir y subir por el camino de montaña comenzamos con las patinadas. La tierra floja salía escupida para todos lados por la tracción delantera de nuestro vehículo alquilado. El camino lo tenía que hacer en primera marcha, pues en segunda el auto no encontraba la fuerza motriz necesaria.
Así íbamos, tocando el carter, las suspensiones y los bajos. Alguna vez tuve que acomodar algún plástico suelto de la parte delantera.
Definitivamente no era un camino para hacer en un auto alquilado como era nuestro caso.
A mas de una hora de andar luchando contra el camino, dos motos nos hacen frenar. Si bien no tuve un solo problema con temas de seguridad en Colombia, no sabía si iba a correr con buena suerte. Era buena gente y nos recomendaron pegar la vuelta, advirtiendonos que el camino hacía una "o" para terminar nuevamente en Minca. Además se tornaba intransitable en la última parte.
Entre pitos y flautas estuvimos dos horas divagando por ese camino, ensuciando todo el auto que había mantenido impoluto al cabo de los días, si hasta esquivaba los charcos.
Por supuesto llegamos de noche, y sólo estábamos de nuevo en Minca. Nunca tan lejos de Santa Marta.
Minca resultó un placer. También de noche. Es un lugar a pocos kilómetros de Santa Marta con una oferta tan diferente. Aquí reina la paz, gobierna el verde y uno siente estar en un lugar mucho mas alejado y remoto.
Aunque el pueblo no es turístico tiene un buen número de alojamientos y restaurantes, y tiene todo a su favor para que el día de mañana sea mayor el número de viajeros que visiten este pueblo.
Llegar a Santa Marta para encontrar un hotel y dormir fue otra vez un tedio. El sistema de carreras con las que trazan las calles de las ciudades nunca logré entenderlo. Al no llevar nombre las calles, se me hacía imposible darle ordenes a mi GPS, obligando a buscar en el mapa la ubicación que creía, y haciéndome fracasar en cada intento.
La mayoría de las veces, el colombiano, que sabe ser tan atento y gentil no tiene la mas pálida idea de a donde están parados.
Dos horas mas tarde, tras lograr salir de una favela llena de calles sin salida y cruzar al otro lado de la sierra logré hacerme de un hotel en uno de los barrios satélites de la ciudad.
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