La Reserva Natural Cuenca de Quebrada Valencia se compone de 27 predios privados que en conjunto suman el 50 % del territorio de la cuenca. Entre todos los productores luchan por recuperar la fisionomía natural de la vertiente norte de la Sierra de Santa Marta, una zona que hasta no hace mucho tiempo estaba plagada de plantaciones de coca y marihuana en las mas de 150.000 hectáreas que las moto sierras de los Narcos se encargaron de crear, derribando milenarios árboles de una selva espléndida.
Unos 20 kilómetros pasando la entrada del Parque Nacional Tayrona, y hacia el lado de La Guajira, se encuentra el camino que nos conduce a ella.
Para que la idea se sustentable había que promover una acción para reemplazar los antiguos y rentables cultivos, por otros mas tradicionales, de modo de ofrecerle a los pobladores una alternativa de subsistencia.
Tras abonar COL5000 por dejar nuestro auto (el único que había) en el "aparcadero", y pagar otros COL3000 por la entrada al parque, nos dispusimos a caminar el único sendero habilitado para tal fin.
En la primer parte del recorrido se atraviesa un bosque de cocoteros. Esta es una de las nuevas producciones que abundan en la zona. También se hacen notar los primeros puestos al margen del camino. Se ofrece café, artesanías, comidas típicas, té de coca y varias cosas mas. Los gritos de los vendedores y el quilombo que hacen las gallinas alteran un poco la paz del recorrido.
Jodiendo le saque una foto a estas vacas. Me gustaba el fondo. Sin saberlo iba a ser casi la única fauna que divisaría en mi recorrido.
Un esplendoroso ejemplar de Ficus parece caminar por el medio del camino. Este árbol siempre está presente en zonas ultra tropicales.
Tras cruzar otro bosque, esta vez de platanales (otro cultivo recurrente en toda la zona de Santa Marta), el sendero se va cerrando y vamos pisando gruesas y centenarias raíces que ofician de escalones. En algunas partes es ensordecedor el sonido que producen las cigarras.
Cuando nos detenemos hay que estar atento a las hormigas coloradas, grandes protagonistas de la tarde, y que con suma rapidez suben por nuestras piernas y muerden con hambre.
Prometimos pasar a la vuelta, y así lo hicimos. En este puesto atendía una nativa que estaba cumpliendo un ayuno de 7 días por infección del intestino, siguiendo las instrucciones de un médico argentino.
Comprámos unas barras de cereales y tomé un té de coca que me venía en un vasito plástico en el que entraban dos ridículos sorbos. - "Así se toma el té de coca", me dijo. Así se tomará en Colombia.
En otras partes del camino se forman bosquecillos de cañas de bamboo que superan con frecuencia los 20 metros de altura.
Hay que cruzar siete veces el río, el cual nunca es profundo pero siempre transparente. Estos son los sectores mas abiertos de la reserva. Es aquí donde uno puede estirar la vista algunos cientos de metros en un ambiente que en la mayor parte del recorrido presenta bosques muy cerrados.
La Quebrada Valencia aparece ante nosotros luego de caminar media hora. Quizás un rato mas, pues a cada paso uno va deteniéndose mirando hacia arriba buscando algún pájaro o algo que llame nuestra atención.
Es una gran roca de granito que aparece rompiendo atrevida lo verde del paisaje. Además puede treparse hasta lo mas alto si se posee el tipo de calzado adecuado.
El agua de las cascadas proviene de los vecinos ríos Don Diego, Buricata y Guachaca, que le da nombre a la localidad en donde está asentada la Reserva Natural Cuenca de Quebrada de Valencia.
Un lindo lugar para tirarse un rato en su playa bajo la sombra de los frondosos árboles. No había nadie, pero un cartel ofrecía alquilar sillas.
Tras pasar un rato, el mismo camino esperaba. A la vuelta es mejor, pues nuestros sentidos están mas agudizados.
Lamentablemente el mediodía no es la mejor hora para el avistamiento de fauna, así que proseguimos nuestra ruta de regreso al auto para continuar avanzando hacia lo desconocido.
Hoy se ve movimiento en toda la Carretera Troncal del Caribe que siempre estaba bajo dominio de las FARC y otros grupos guerrilleros. La región toda esta empezando a desarrollarse en un rubro que les fue vedado durante años.
Para llegar hay chivas o guaguas (pequeños colectivos de 20 pasajeros) que salen desde la ciudad de Santa Marta.
Quienes anden corto de efectivo y no tengan problemas morales con no apoyar a reservas ecológicas, es muy fácil colarse (o ingresar sin pagar la entrada).
Las opciones de alojamiento aumentan cada día, y mientras la paz dure en Colombia, la gente va a poder acercarse a disfrutar de esta bella region del país.
Unos 20 kilómetros pasando la entrada del Parque Nacional Tayrona, y hacia el lado de La Guajira, se encuentra el camino que nos conduce a ella.
Para que la idea se sustentable había que promover una acción para reemplazar los antiguos y rentables cultivos, por otros mas tradicionales, de modo de ofrecerle a los pobladores una alternativa de subsistencia.
Tras abonar COL5000 por dejar nuestro auto (el único que había) en el "aparcadero", y pagar otros COL3000 por la entrada al parque, nos dispusimos a caminar el único sendero habilitado para tal fin.
En la primer parte del recorrido se atraviesa un bosque de cocoteros. Esta es una de las nuevas producciones que abundan en la zona. También se hacen notar los primeros puestos al margen del camino. Se ofrece café, artesanías, comidas típicas, té de coca y varias cosas mas. Los gritos de los vendedores y el quilombo que hacen las gallinas alteran un poco la paz del recorrido.
Jodiendo le saque una foto a estas vacas. Me gustaba el fondo. Sin saberlo iba a ser casi la única fauna que divisaría en mi recorrido.
Un esplendoroso ejemplar de Ficus parece caminar por el medio del camino. Este árbol siempre está presente en zonas ultra tropicales.
Tras cruzar otro bosque, esta vez de platanales (otro cultivo recurrente en toda la zona de Santa Marta), el sendero se va cerrando y vamos pisando gruesas y centenarias raíces que ofician de escalones. En algunas partes es ensordecedor el sonido que producen las cigarras.
Cuando nos detenemos hay que estar atento a las hormigas coloradas, grandes protagonistas de la tarde, y que con suma rapidez suben por nuestras piernas y muerden con hambre.
Prometimos pasar a la vuelta, y así lo hicimos. En este puesto atendía una nativa que estaba cumpliendo un ayuno de 7 días por infección del intestino, siguiendo las instrucciones de un médico argentino.
Comprámos unas barras de cereales y tomé un té de coca que me venía en un vasito plástico en el que entraban dos ridículos sorbos. - "Así se toma el té de coca", me dijo. Así se tomará en Colombia.
En otras partes del camino se forman bosquecillos de cañas de bamboo que superan con frecuencia los 20 metros de altura.
Hay que cruzar siete veces el río, el cual nunca es profundo pero siempre transparente. Estos son los sectores mas abiertos de la reserva. Es aquí donde uno puede estirar la vista algunos cientos de metros en un ambiente que en la mayor parte del recorrido presenta bosques muy cerrados.
La Quebrada Valencia aparece ante nosotros luego de caminar media hora. Quizás un rato mas, pues a cada paso uno va deteniéndose mirando hacia arriba buscando algún pájaro o algo que llame nuestra atención.
Es una gran roca de granito que aparece rompiendo atrevida lo verde del paisaje. Además puede treparse hasta lo mas alto si se posee el tipo de calzado adecuado.
El agua de las cascadas proviene de los vecinos ríos Don Diego, Buricata y Guachaca, que le da nombre a la localidad en donde está asentada la Reserva Natural Cuenca de Quebrada de Valencia.
Un lindo lugar para tirarse un rato en su playa bajo la sombra de los frondosos árboles. No había nadie, pero un cartel ofrecía alquilar sillas.
Tras pasar un rato, el mismo camino esperaba. A la vuelta es mejor, pues nuestros sentidos están mas agudizados.
Lamentablemente el mediodía no es la mejor hora para el avistamiento de fauna, así que proseguimos nuestra ruta de regreso al auto para continuar avanzando hacia lo desconocido.
Hoy se ve movimiento en toda la Carretera Troncal del Caribe que siempre estaba bajo dominio de las FARC y otros grupos guerrilleros. La región toda esta empezando a desarrollarse en un rubro que les fue vedado durante años.
Para llegar hay chivas o guaguas (pequeños colectivos de 20 pasajeros) que salen desde la ciudad de Santa Marta.
Quienes anden corto de efectivo y no tengan problemas morales con no apoyar a reservas ecológicas, es muy fácil colarse (o ingresar sin pagar la entrada).
Las opciones de alojamiento aumentan cada día, y mientras la paz dure en Colombia, la gente va a poder acercarse a disfrutar de esta bella region del país.
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