Si bien el gobierno de Tanzania participa en convenios internacionales contra el trabajo infantil, lo cierto es que están muy lejos de lograr una merma en la participación de menores en los diferentes ámbitos de su economía.
Tanzania es el cuarto mayor productor de oro en el continente africano. La extracción del apreciado metal se hace en minas de poca envergadura, muchas de ellas clandestinas, por ser artesanales.
Los niños son muy buscados. No solo por que su paga es poca, o nula, si no por que pueden meter sus frágiles cuerpecitos en lugares donde los adultos no entran.
La mayoría de estos niños que trabajan en las minas son huérfanos. Muchos han sido testigos de como se llevaban a sus hermanos a la densidad de las vecinas selvas del Congo o Uganda, a pelear como niños soldados por causas e intereses que no entienden.
Otros, con lógico miedo, se sienten amparados por los buscadores de oro, y el plato de comida que les ofrecen al final de la jornada. Jornadas eternas bajo tierra, respirando polvo en el mejor de los casos, con el peligro constante de derrumbes en estos improvisados agujeros en la tierra desde donde extraen el dorado metal.
Para liberar el oro atrapado en el mineral molido, se utiliza Mercurio. El Mercurio es muy tóxico y dañino, incluso a varios kilómetros de distancia. Los niños están constantemente inhalando los vapores venenosos de este metal pesado, arriesgándose a múltiples discapacidades, ya que afecta principalmente el sistema nervioso central, o a la muerte.
Los grandes compradores de oro tienen que asegurar al mundo que hacen todo lo posible para no contribuir con estas minas ilegales en donde se emplean menores de edad.
Tanzania es el cuarto mayor productor de oro en el continente africano. La extracción del apreciado metal se hace en minas de poca envergadura, muchas de ellas clandestinas, por ser artesanales.
Los niños son muy buscados. No solo por que su paga es poca, o nula, si no por que pueden meter sus frágiles cuerpecitos en lugares donde los adultos no entran.
La mayoría de estos niños que trabajan en las minas son huérfanos. Muchos han sido testigos de como se llevaban a sus hermanos a la densidad de las vecinas selvas del Congo o Uganda, a pelear como niños soldados por causas e intereses que no entienden.
Otros, con lógico miedo, se sienten amparados por los buscadores de oro, y el plato de comida que les ofrecen al final de la jornada. Jornadas eternas bajo tierra, respirando polvo en el mejor de los casos, con el peligro constante de derrumbes en estos improvisados agujeros en la tierra desde donde extraen el dorado metal.
Para liberar el oro atrapado en el mineral molido, se utiliza Mercurio. El Mercurio es muy tóxico y dañino, incluso a varios kilómetros de distancia. Los niños están constantemente inhalando los vapores venenosos de este metal pesado, arriesgándose a múltiples discapacidades, ya que afecta principalmente el sistema nervioso central, o a la muerte.
Los grandes compradores de oro tienen que asegurar al mundo que hacen todo lo posible para no contribuir con estas minas ilegales en donde se emplean menores de edad.
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