Torre del Greco es una apacible ciudad de casi 100.000 habitantes, municipio de la Región de Campania, en lo que sería la Ciudad Metropolitana de Nápoles. Me metí a recorrer por curioso y sin darme cuenta que se trata de la última parada citadina antes de ascender por las verdes praderas del Parco Nazionale del Vesuvio, relato que quedará para otra ocasión.
Todo a 18 kilómetros a la redonda del volcán Vesubio quedó sepultado bajo varias capas de lava,como en Erculano, de lodo, o de piedra pómez,como en el caso de Pompeya, pero las cenizas de esta erupción se expandieron a sitios tan alejados como Siria o Egipto.
Durante todo el período romano y los siglos posteriores los frentes marítimos de este golfo y de todos se fueron poblando con vilas de gente rica y patricia. Todas estas construcciones desaparecieron tras una nueva erupción volcánica, esta vez durante una mañana de 1631.
Había dejado el auto alquilado en alguna de las plazas de la ciudad, y tras caminar un rato por calles que casi siempre invitaban a bajar hacia el mar, finalmente acepté la propuesta y hacia el puerto me dirigí.
Muy tranquilo. No había nadie arriba de las embarcaciones. No se escuchaba el rugir ronco de los motores náuticos ni se percibía actividad alguna en el puerto, no obstante se divisaba un restaurante desde dónde se oían algunas voces confirmando que no estaba solo aquella tarde en Torre del Greco.
Bajar es fácil. Ahora restaba subir nuevamente por esas calles y escaleras que me depositarían nuevamente en el centro de la ciudad, dónde esta vez en auto seguiría buscando edificios de mi interés o cualquier cosa que llame la atención o considere destacada.
Ya en el centro pude ver la cantidad de iglesias que hay en Torre del Greco que acabo de borrar de esta nota para no tener que escribir nada sobre ellas. O quizás sobre una sola
Basílica de Santa Croce, el edificio más importante de Torre del Greco
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