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lunes, 18 de enero de 2021

La Parroquia Santa Ana en Glew

La Parroquia Santa Ana puede que sea uno de los templos más bonitos del sur del Gran Buenos Aires. No es tan antigua ni opulenta como otras, pero en el interior de su cuerpo rectangular de ladrillos a la vista, que con sus techos a dos aguas y su campanario forma un perfecto triángulo, se esconde una de las joyas pictóricas religiosas más famosas y significativas de la provincia.

Tras pujar en un remate de tierras hasta el máximo de su límite personal, Juan Glew, un inglés llegado de niño, se hizo de estas tierras dónde algún día pasaría el ferrocarril. Estaban muy cerca del viejo Camino Real (hoy Ruta 210) que conectaba Buenos Aires con el Alto Perú. 
Quizás ansioso y para acelerar los tiempos, donó los terrenos en dónde hoy está la estación de tren que lleva su nombre. Allí también montó una pulpería (o almacén de ramos generales) alrededor de la cual se fue conformando el pueblo. El 14/8/1865 a las 10 AM el tren pasó por primera vez. 

Juan Glew desapareció sin dejar rastros. Nada se supo de él. En los registros figuraba como soltero pero sus 5 hijos eran bien conocidos en la zona, y cuando decidieron heredar comenzaron los primeros loteos de tierra. Aparecieron los primeros tambos que perduraron durante décadas dándole a Glew una impronta rural qué, aunque cada vez menos, aún identifica a la hoy ciudad.

Con la llegada del ferrocarril, la población de Glew (se pronunciaba "Glú" por aquel entonces) fue creciendo. Sus pobladores acudían a misa en San Vicente, pero gracias a la donación de doña Vicenta del Castillo de Calvo y a don Nicanor Ezeiza se posibilitó la erección de la Parroquia Santa Ana en 1905, obra que estuvo a cargo del constructor Pablo Regazzoni.
El barrio de Glew era manso, tranquilo y apenas interrumpido por el paso de algún "sulky" lechero, todo eso según las palabras del pintor Raúl Soldi. Inmediatamente se sintió atraído por la paz de este lugar cercano a la ciudad y a la vez tan lejano, dónde las sombras de los árboles ya eran largas y los calores del medio día invitan a largas siestas. Cuando conoció la Parroquia Santa Ana y descubrió que compartían el mismo año de nacimiento se ofreció para pintar unos murales en sus blancas paredes y compró una casa dónde se instalaría en los veranos y pasaría gran parte de sus fines de semana.
No fue una tarea sencilla, o al menos Raúl Soldi no se lo tomó como tal, y durante 23 veranos a partir del de 1953, comenzó con este trabajo, probablemente su obra más reveladora. Se pasaba subido a un rudimentario andamio casi de sol a sol, unas 8 horas por día. Primero picaba 30 centímetros de las paredes, luego las revocaba y sólo entonces se ponía a trabajar de manera renacentista, pintando en la pared húmeda con pinceles y espátulas que colgaban de su cinturón. 
La del ábside fue su última obra, y la hizo el mismo año en el que dejaba plasmada lo mejor de su impronta en la cúpula del Teatro Colón en Buenos Aires.
La Parroquia de Santa Ana es famosa por contener en su interior una serie de frescos brillantemente ejecutados por Raúl Soldi. Los murales describen la vida de Santa Ana, madre de la Virgen María. Subido a los armazones de madera trazaba en lápiz lo que pintaba en las paredes inspirado en la mística de los evangelios manchados en tonos pastel y marinos con el metal de sus espátulas. A veces estaba el párroco como testigo, y otras veces las gallinas que se metían impávidas por la puerta de la parroquia.
En los murales de Raúl Soldi aparece el pueblo de Glew como el escenario de la vida de Santa Ana y también el de los momentos importantes de la Virgen María hasta la aparición del Niño Jesús. De hecho el nacimiento de la Virgen María ocurre, según la representación de Soldi, en el patio trasero de una casa ubicada en la esquina del templo mismo.
En el altar mayor hay tres frescos que sólo son parte de los más de 60 diseminados a lo largo de todo un conjunto pictórico que supera los 250 metros cuadrados. Antes de ejecutar esta obra, Raúl Soldi se aprendió todos los evangelios, incluso los apócrifos, antes de plasmar su arte en las paredes hasta entonces completamente blancas de la Parroquia de Santa Ana.
Frente al altar de la Parroquia Santa Ana se aprecia un rosetón en dónde predominan el blanco y el azul, que iluminan al templo desde seis claraboyas de los mismos colores ubicadas en los laterales de la construcción, creando una linda brisa de luz.
Hijo de músicos, Raúl Soldi nació el 27 de marzo de 1905 en Buenos Aires. Ya de joven sentía inclinaciones por las artes, y antes de pintar había incursionado en el mundo de los cuentos y la poesía.
A los 16 años viaja a Europa por primera vez y pasa algunos años merodeando por Alemania (Berlín y Hamburgo) y luego viaja a Italia con la intención de conocer el lugar dónde había transcurrido la juventud de su madre. Así llega a Pinceto, un pequeño pueblo con una capilla dedicada a San Fermín, dónde el artista pintó el primero de sus frescos con sólo 16 años de edad.
Convencido de que la pintura era lo suyo, vuelve a Buenos Aires y cursa durante 3 meses en la Academia Nacional de Bellas Artes. Como su familia decide volver a la Italia natal, el joven Soldi los sigue hasta Milán y continúa sus estudios en la Academia Brera.
En 1933 Raúl Soldi regresa a la Argentina y de inmediato comienza a trabajar como escenógrafo para Argentina Sono Films, con quienes hace más de 80 producciones hasta que en 1940 gana una beca para estudiar escenografía en EE.UU.

Con la mitad de su obra pintada en la Parroquia de Santa Ana, Raúl Soldi se instala unos meses en Israel y en 1968 pinta un fresco de 6 x 2 metros en la cúpula de la Basílica de la Anunciación en la ciudad de Nasareth, dónde Jesús transcurrió su infancia.
Apenas terminada volvió a Glew a continuar con su trabajo, con pasión y esmero y esa técnica en dónde resaltan tan bien los colores de su obra.

Junto a su mujer crea en 1979 la Fundación Santa Ana de Glew (hoy Fundación Soldi) en dónde se encuentra su colección privada y gran parte de su obra. Otras forman parte de las colecciones del Museo del Vaticano, la Galería Uffizi de Florencia, el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires o el MoMA de la ciudad de New York.
La Parroquia Santa Ana se encuentra en la ciudad de Glew, Partido de Almirante Brown, a unos doscientos metros de la Estación Glew del Ferrocarril Roca y a poco más de 40 kilómetros de distancia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires


jueves, 10 de diciembre de 2020

Villa Fortabat (Loma Negra)

Corría 1866 cuando Luciano Fortabat compró tierras en la zona de Olavarría. No sabía que esa decisión iba a cambiar para siempre la fortuna de uno de sus herederos. Alfredo, el menor de tres hermanos tuvo astucia, coraje, suerte, tenacidad y la visión necesaria para formar la empresa cementera Loma Negra, que con el correr de las décadas se convertiría en una de las más grandes de la República Argentina, y daría con ello todas las condiciones para que Olavarría se desarrolle como una pujante ciudad con economía diversificada, y que hoy se conoce como la "Capital Minera de Buenos Aires".
A principios de 1920, Alfredo Fortabat, nativo de la cercana ciudad de Azul (Buenos Aires), había vuelto de cursar sus estudios en la Sorbone de Paris, y se enteró casi de casualidad de la existencia de una pequeña calera en Olavarría, explotada por un tal Carlos Landi. Curioso y entusiasmado, Fortabat contrató a un geólogo para tomar muestras de los suelos de los campos de su padre estanciero. Estos estudios arrojaron que los mismos estaban asentados sobre una importante cantidad de roca caliza (roca sedimentaria de Carbonato de Calcio) y caolín, un mineral de arcilla necesario para la elaboración de cemento.
Con estos datos promisorios, Alfredo Fortabat se lanzó a la aventura. Primero le compró la calera existente a Carlos Landi sin contarle acerca de su hallazgo ni intenciones, y luego la parte que le correspondía a cada uno de sus hermanos por el campo perteneciente a su padre. Para ello don Alfredo tomó un crédito en el banco de Olavarría.
En 1924, el vecino y calero Carlos Landi fue contratado por Alfredo Fortabat, y de hecho fue uno de los primeros habitantes en mudarse cerca de la fábrica de Loma Negra junto a su mujer y sus 10 hijos.
Se montaron unos galpones precarios que aún existen para solucionar el tema habitacional de los inmigrantes solteros que llegaban a Loma Negra para trabajar en esa primer calera en 1926
Don Alfredo decidió llamar a su empresa "Loma Negra" por ser esta cualidad geográfica el rasgo más característico de la región, conocida así durante los años de la Conquista del Desierto (1878 - 1885).

Cinco años más tarde, en 1929, Alfredo Fortabat decide poner en venta algunos terrenos continuos a la zona de Loma Negra (frente a la cementera) para que sean ocupados por sus trabajadores. Se daba así inicio a la formación de Villa Fortabat.
La Estafeta de Correos y Comunicaciones llegaba en 1930 para atender la demanda de los trabajadores inmigrantes que cada día conformaban un número más grande y no querían perder contacto con su lugar de origen. Cuentan los más adultos que por las calles de Villa Fortabat se escuchaban decenas de idiomas. Las juntadas y romerías eran cada vez más frecuentes entre los vecinos, quienes habiendo descubierto una suerte de paraíso pesquero en el cercano balneario de Claromecó, fundaron en el Club de Pesca y Recreativo La Corvina Negra.

En 1937 Loma Negra decide edificar  100 casas tipo chalet que iban a ser alquiladas a los trabajadores a cambio de un bajo alquiler, y con la ventaja de estar frente a la fábrica en lugar de hacerlo en la ciudad de Olavarría distante a 15 kilómetros. Vale aclarar que los trabajadores inquilinos de Loma Negra no pagaban impuestos, tasas o servicios.
Ese mismo año aparece también el primer Destacamento Policial que con el correr de las décadas se convertiría en una sub comisaría de la ciudad de Olavarría.
Villa Fortabat (o Loma Negra, como la llaman sus habitantes) se iba consolidando como núcleo urbano. En 1941 se pavimentan varias de sus calles, años antes de que sucediera lo mismo con la Ruta Provincial 51 que la une con Olavarría.

Una noche en una función del Teatro Odeón, Alfredo Fortabat quedó cautivado con la belleza de una mujer casi 30 años más joven que se encontraba con su prometido en el palco de enfrente. Le hizo llevar unos bombones rellenos y captó por primera vez la atención de María Amalia Lacroze Reyes.
Fortabat estaba casado pero estaba dispuesto a dejarlo todo por esta ninfeta que lo tenía deslumbrado.
Amalia y su pareja Hernán Lafuente fueron invitados a navegar por el Delta del Tigre. El dueño del barco (el "Pichi - Hue") era propiedad de Alfredo Fortabat, quien con un plan de a bordo logró tener un momento a solas con la futura Amalia y le declaró su amor pidiéndole que se case con él. No tuvo suerte y la deseada mujer se casó con su pareja y poco después quedó embarazada de Inés, su única hija. Esto no fue un obstáculo para Alfredo quien se las arreglaba para tener contacto con la pareja y cortejar, con la mirada aunque fuera, a su enamorada, y así fue como a fines de 1944, cuando Amalia y Lafuente viajaron a Europa, Fortabat los siguió y aprovechó la "casualidad" del encuentro para volver a declararse, y esta vez pedirle casamiento a Amalia Lacroze.
Ambos estaban casados y los trámites de divorcio no eran nada sencillos en esa época, además de que no estaba bien visto en los estratos altos de la sociedad a la cuál ambos pertenecían. No fue fácil. Se amaron a escondidas y los papeles de divorcio de ambas parejas llegaron desde Montevideo tras utilizar influencias y una significativa suma de dinero. Finalmente Alfredo Fortabat se casaba en secreto y por primera vez con Amalia Lacroze. La pareja pasó una inolvidable Luna de Miel en Paris y algunas islas griegas, y pasaron el año nuevo en El Cairo junto al rey Farouk y la estrella Rita Hayworth.

Loma Negra seguía creciendo como así también Villa Fortabat, que para aquel entonces ya superaba los 4000 habitantes. Entre 1958 y 1984 se abrieron 5 escuelas o centros educativos y también una sala de primeros auxilios gracias al mecenazgo de don Alfredo Fortabat, y en 1964 se mandó a edificar la Capilla Santa Elena, que le empresario erigiera en memoria de su madre, Elena Pourtalé de Fortabat.
En 1976 muere a los 81 años don Alfredo Fortabat de un accidente cerebrovascular, y es la Capilla Santa Elena el lugar elegido para que descansen sus restos (en 2005 los mudan a la bóveda familiar del Cementerio de la Recoleta en Buenos Aires). 

Fortabat deja atrás una importante herencia. Ese mismo año, Amalia, la mujer de su vida, y quien lo acompañase los últimos 30 años decide vender los terrenos de Villa Fortabat a sus ocupantes y, tras coquetear con todos los gobiernos y gracias a la obra pública (en especial durante el gobierno de Carlos Saúl Menem en la década del noventa) logra agrandar 100 veces su fortuna.

En 2005 Amalia vende Loma Negra al Grupo Camargo de Brasil en  1025 millones y se dedica mayoritariamente a labores en su Fundación Amalia Lacroze de Fortabat y a la construcción del Museo Fortabat, inaugurado en 2008 en dónde expone su gran colección de arte. Un gusto que pudo darse antes de morir en 2012.



martes, 29 de octubre de 2019

Khor Virap, el agujero más profundo

Es horrible el lugar dónde estuvo preso Gregorio "El Iluminador". Difícil de imaginar un sitio más lúgubre,oscuro, solitario, cruel y espantoso. Pasar un rato adentro de esa fosa ya da claustrofobia.
Si bien estaba condenado a morir allí, 14 años tuvieron que pasar para que el hoy santo y patrono de la Iglesia Ortodoxa Armenia pudiera comenzar junto a Tiridates III, su rey y captor, las tareas de proselitismo para convertir a Armenia en la primer nación Cristiana del mundo .
A muy pocos metros de la frontera con Turquía (cerrada y altamente militarizada), a unos 30 kilómetros al norte de Yereván, la capital económica y cultural y ciudad más poblada e importante de Armenia, en la ribera izquiuerda del río Ararax y sobre una colina de 70 metros de alto en el Valle de Ararat se encuentra el antiguo Monasterio de Khor Virap. En el complejo se encuentran también las ruinas de la ciudad de Artashat, que fuera capital de Armenia durante más de 600 años.
Entre el 200 y el 100 a.C. vivieron aquí unas 150.000 personas lo que hacían de esta ciudad una de las más grandes del período helenítico. 

Como en otros lugares en Armenia , aquí se practicaba el Cristianismo.Fue precisamente en 642 cuándo Nerses III "El Constructor" manda a hacer una capilla de piedras calizas blancas para venerar la figura y memoria de San Gregorio. Alrededor de esta capilla se hizo todo el monasterio.
Más de 1.000 años tuvieron que pasar hasta la construcción de una iglesia que reemplace en importancia a la Antigua capilla. Santa Astvatsatsin (Santa Madre de Dios), la actual, es de 1662, y es la estructura más importante del monasterio. Se diferencia de otras construcciones de la época ya que tiene una forma muy alargada y no la clásica forma cruciform de otras iglesias medievales.
El Monasterio de Khor Virap es un famoso sitio de peregrinación cristiano por ser el lugar de prisión de Grigor Lusavorich, más conocido como Gregorio "El Iluminador". Sus partes más antiguas tienen más de 1.700 años, y otras fueron reconstruidas en varias ocasiones. En primer lugar tras invasiones enemigas durante el siglo XIV, y más tarde tras los terremotos de 1.939, 1.949 y 1.957.
No muy lejos habría encallado el Arca de Noé.
Los visitantes o peregrinos que quieran o puedan (hay que ser flaco y tener una minima destreza) tienen la opción de bajar 6 metros por una estrecha y horizontal escalera hasta el Khor Virap (algo así como "El Agujero más profundo"). Este lugar es muy húmedo, lo cuál es muy incómodo durante los meses de verano y extremadamente frío durante los de invierno.
Unos 4 metros cuadrados y apenas una Ventana del tamaño de una pelota. Así es la antigua fosa o mazmorra en dónde estuvo detenido San Gregorio durante casi 14 años.

Hoy en día existe sobre esta antigua fosa y prisión una capilla que lleva el nombre de St Gevorg.
Con mis amigos veníamos viajando desde algún lugar ya en camino hacia Erevan (o Yereván). Ni siquiera era un mes de verano, pero las temperaturas en Armenia pueden ser muy altas. Khor Virap era la última parada de ese día. El sitio está muy cuidado y bien mantenido, tanto los templos como los espacios exteriores. A tiro de piedra se encuentra Turquía. Un poco más allá están los picos del bíblico, mítico e histórico Monte Ararat y cualquier día claro permite ver las tierras de Irán.


jueves, 19 de septiembre de 2019

Stalin vive

Es increíble que existan en el mundo museos que glorifican vida y obra de sujetos tan nefastos como Stalin. Eso sucede en Gori, dónde sus habitantes no tienen pudor en recaudar con la memoria del que fuera el mayor criminal de todos los tiempos y un hombre que se portó especialmente mal con los georgianos. No obstante el Museo estatal Iósef Stalin resulta el mayor atractivo de una ciudad gris. 
Para llegar no hay más que seguir la avenida Stalin derecho hasta la plaza Stalin, la principal de la ciudad de Stalin. La plaza Stalin no existía y fue proyectada especialmente para que pueda destacar un gran palacio dónde funciona desde 1957 la casa-museo de Stalin.
Gori es una ciudad de unos 50.000 habitantes sin otro mayor atractivo que ser el lugar de nacimiento de Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, más conocido como Stalin ("Hombre de acero"). La urbe se encuentra a unos 90 kilómetros de distancia de Tbilisi, la capital y ciudad más grande, y conecta el este y el oeste de Georgia, razón por la cuál fue ocupada por las tropas rusas durante la reciente Guerra de Osetia del Sur, en 2008. 
Este gran palacio fue construido con el fin de albergar un museo que diera a conocer la historia del socialismo, pero terminó siendo un gran memorial tras la muerte del dictador en 1953. Lo sospechoso es que justo se ubica allí su casa natal. Sea como sea, el museo se divide en seis salas que muestran memorabilia de Iósef Stalin en orden cronológico. El museo está lleno de mármol, como les gusta a los comunistas. Mantiene las características soviéticas de cuando abrió sus puertas.
El museo estatal Iósif Stalin (იოსებ სტალინის სახელმწიფო მუზეუმი) muestra al dictador como todo una estrella. Es la historia de un hombre desfavorecido en la vida que supo vencer todas las adversidades para llegar a lo más alto. Las salas nos enseñan que Stalin tenía un gran corazón detrás de su imágen de hombre duro. Mujeres y niños todos lo adoraban. Cantaba bien y escribía los más bellos poemas. Gracias a él los pueblos fueron unidos y nunca fue tan próspera la gran nación.
Hay decenas de cuadros, objetos de todo tipo y cientos de fotografías y documentos de alto valor histórico. Miles de personas visitan cada año este sitio, movidos por la curiosidad, la propaganda, la nostalgia o el morbo, en uno de los pocos sitios de la tierra dónde admiran la figura de Stalin, aunque nadie aquí guarda buenos recuerdos de esos tiempos, ni de los que siguieron.
Con la caída de la ex Unión Soviética el museo cerró sus puertas en 1989, y no volverían a abrir durante un buen tiempo.
Tras la guerra en 2008 Georgia perdió los territorios de Osetia del Sur a mano de los rusos, a efecto de ello, el ministro de cultura quizo reconvertir este palacio en un museo que explique la agresión rusa contra Georgia. El proyecto se discutió durante años según el humor del momento hacia Rusia. Finalmente en 2017 la gente del pueblo impone su voluntad y el museo se queda y tendrá que ser mantenido por el estado.
Guías anglo parlantes nos conducen por grandes pasillos a salas que logran transportarnos a la era soviética. Repiten un discurso y siempre se idolatra la figura de Stalin. La sensación es que las atrocidades cometidas por el mayor genocida de la historia, aquí son una mera anécdota.
Rodeado por un gran mausoleo y frente a una explanada y la plaza que lleva su nombre, se encuentra la pequeña casa en dónde naciera Iósif Vissariónovich Dzhugashvili en diciembre de 1878. Fue el tercer hijo de madre joven, pero el único en sobrevivir. Su padre era zapatero.
En esta casa Stalin vivió sus primeros años. Su madre tenia fama de promiscua y en algún momento incluso se dudó de la paternidad del futuro "Hombre de Acero". Vissarion Dzugashvili,su padre, se volvió alcohólico y la violencia doméstica se hizo presente en el pequeño hogar de ésta familia georgiana.
En el exterior del complejo museístico hay un vagón blindado y extremadamente pesado que usó Stalin en 1943 para ir a la Conferencia de Teheran a reunirse con sus aliados Winston Churchill y Franklin Delano Roosevelt. Años más tarde lo volvería a usar, esta vez en febrero de 1945 en la polémica Conferencia de Yalta. Faltaban apenas meses para terminar la Segunda Guerra Mundial y ya se estaba gestando la Guerra Fría.
Stalin era un hombre con muchas fobias, inseguridades y paranoias. Para hacer rodar este tren hubo que hacer modificaciones en todo el recorrido de las vías y también en los sistemas de suspension.
El vagón es de un largo considerable y en su interior hay una serie de cuartos o dependencias,tanto para el uso de Stalin como el del personal.
El vagón estaba dotado con la tecnología más avanzada de la época y todo el lujo posible, como le gustaba a Stalin y a casi todos los comunistas que llegan al poder.

En lo personal me resultó una visita interesante. Aunque sesgado, el museo no deja de ser atractivo.

jueves, 10 de enero de 2019

Anitkabir, el mausoleo de Atatürk

El Mausoleo de Atatürk, uno de los sitios emblemáticos que nadie debe perderse en una primer visita a Ankara, la capital y segunda ciudad mas poblada de Turquía. No debíamos estar muy lejos desde el hotel en donde pasamos la primer noche. Quizás unas 20 o 30 cuadras, por lo que decidimos ir caminando. Ese día volvía a llover  en la capital turca, que una semana antes había sufrido las peores inundaciones en los últimos 500 años. Gran parte de la ciudad aún se encontraba con anegamientos. El día anterior habíamos padecido llegar a la ciudad en auto, con eternos embotellamientos y por momentos un poco de miedo de dañar el vehículo de alquiler.
Era nuestro segundo día en Ankara cuando decidimos, mis amigos y yo, que era momento de ir a conocer el mausoleo de Mustafa Kemal Atatürk, héroe de la nación turca, y es que gracias a él es que existe Turquía como país. Primeramente participó encabezando el Movimiento Nacional Turco tras la derrota del Imperio Otomano tras la Primera Guerra Mundial, y luego como mariscal de campo (el rango más alto del ejército turco) durante las Guerras por la Independencia.
Los restos de quien fuera fundador y primer presidente de la República de Turquía descansan aquí.
Anitkabir significa literalmente "tumba conmemorativa". Se trata de una monumental construcción en honor al máximo héroe de Turquía, sitio que es visitada por cientos de miles de personas cada año. La mejor manera de llegar es cruzando la Calzada de los leones, una calle de casi 300 metros de largo con 12 pares de estatuas de leones, tal como existieron en algunas ciudades hititas.

El mausoleo se encuentra apostado sobre una colina que podía verse desde gran parte de la ciudad.
Durante su construcción se encontraron miles de piezas y artefactos de la civilización frigia, quienes habitaron la región de Anatolía unos 12 siglos antes de Cristo.
Hubo un concurso organizado por el gobierno turco con más de 50 participantes. Lo ganaron los arquitectos Emin Onat y Orhan Arda en 1941, y desde entonces se tomaron 9 años completos para concluir en cuatro etapas una de las obras mas monumentales y significativas jamás erigidas durante el Segundo Movimiento Nacional de Arquitectura, período que se caracteriza por la simetría y por su influencia con la arquitectura selyúsida y otomana, y también de la arquitectura de Alemania nazi.
La entrada al museo y mausoleo de Anitkabir es libre y gratuita. Se trata de un sitio muy lindo y extremadamente cuidado que los turcos saben aprovechar para dar a conocer la figura del fundador y primer presidente de la república, aunque también cabe destacar que está enterrado también el General Ismet Inonu, segundo presidente de Turquía, amigo personal de Atatürk y compañero durante las Guerras por la Independencia.
Son 750.000 metros cuadrados de los cuales unos 120.000 corresponden al mausoleo propiamente dicho. El parque está decorado con 50.000 árboles de 104 especies, y se utilizaron decenas de mármoles llegados desde todos los rincones de Turquía. Números que impresionan, y es que el de Anitkabir es uno de los mausoleos más grandes y espectaculares del mundo.

domingo, 1 de enero de 2017

Sanssouci, el palacio que debía morir con Federico el Grande

Potsdam es una ciudad en el Estado de Brandenburgo que se encuentra a unos 20 o 25 kilómetros del centro de Berlin.
Aunque sus orígenes datan del siglo VII (cuando aún era un pueblo eslavo que llevaba Poztupimi por nombre) Potsdam no había tenido mayor relevancia histórica si no hasta 1660, cuando Federico Guillermo de Prusia puso un ojo en ella para hacer un coto de caza, deporte que el rey practicaba con gran destreza.
Aquella mañana de lluvias abandonamos nuestra cómoda suite en el piso 14 de un hotel de Berlin. En mis seis visitas anteriores a esta ciudad  nunca se me había dado la peculiaridad de dormir en un piso tan alto.
Tras cargar el GPS con nuestros datos de interés y retirar el vehículo alquilado de la playa de estacionamiento descubierta del edificio, apuntamos sin mas hacia Potsdam, para sentir mas de cerca aquellos lugares importantes en la vida de Federico "El Grande", como lo es Sanssouci.

En aquellos tiempos eran pocos los que disfrutaban de los extensos bosques y de la calidad de la caza en Potsdam. Con el paso del tiempo la ciudad creció y hoy son 150.000 personas que las que viven en un entorno que sigue estando compuesto por una mayoría (el 70%) de espacios verdes.
Algunas costumbres como la de la caza aún están permitidas en cotos habilitados varios siglos atrás.
Cuando llegamos a Potsdam había salido el sol por un rato así que aprovechamos para recorrer brevemente su sereno centro y algunos de los atractivos en los alrededores de los palacios, como son la interesante colonia rusa Alexandrowka, el Holändisches Viertel (una pequeña Holanda) y el Molino Histórico de Sanssouci, que alguna vez estuvo "entre ceja y ceja" de Federico "El Grande", y es que su padre, Federico I de Prusia le había dado permiso a un tal Johann Wilhem Gravenitz para erigir en ese sitio un molino, ocho años antes de la construcción del Palacio de Sanssouci.

En 1787, cuarenta años mas tarde de la conclusión del palacio y sus jardines,  Federico II "El Grande" arregló el deteriorado molino cerealero con fondos de la corte, pero luego amenazó a su dueño con quitárselo, molesto por el sonido que ocasionaba cuando giraban sus aspas.
Gravenitz mandó una carta a Berlin, y la justicia dictaminó que podía quedárselo.

Durante los últimos días de la Segunda Guerra Mundial, el Molino Histórico de Sanssouci fue completamente destruido. Días mas tarde y no muy lejos de aquí, se llevaba a cabo una reunión entre los aliados Stalin, Churchill y Truman (entre otros). Tras la "Conferencia de Potsdam" se sellaron varios acuerdos como la devolución de todos los territorios anexionados por Alemania a partir de 1938, la separación de Austria como parte de Alemania, y los detalles para la rendición de Japón, entre otras decisiones que derivarían años mas tarde en la Guerra Fría, pero eso es otra historia que nada tiene que ver con Potsdam.

Para ese entonces el molino era todo un símbolo para la ciudad de Potsdam. Un símbolo que era un Monumento Nacional desde hace por lo menos 150 años y que recién pudo ser reconstruido entre 1983 y 1993, con Alemania ya unificada.
Cerca del molino histórico estacionamos el auto en un playón semi desierto a unas pocas cuadras del palacio. He de suponer que durante los meses de verano los espacios aquí son codiciados. Quizás lo mas práctico entonces sea venir en tren desde Berlin, y tomar un ómnibus desde la estación.
Había visitado el Palacio de Sanssouci una sola vez en algún momento de los años noventa, un día muy caluroso de verano en el que quede impactado por la belleza del lugar mientras mi padre, que además de prusiano era un tipo muy culto, me contaba historias y hazañas de Federico "El Grande". Recuerdo ese día como uno en el que nos la pasamos caminando.
En invierno la cosa es diferente, con sus cuidados jardines esta vez opacados por las bajas temperaturas. No importaba mucho si estaban cerradas (y en obras) las dependencias reales, pues un paseo por los jardines y bosques circundantes al Palacio de Sanssouci (que gozan el status de ser Patrimonio UNESCO de la Humanidad desde 1990) ya ameritan de por si una visita a este sitio. 
El Schloss Sanssouci fue mandado a construir por Federico "El Grande" como un lugar alejado del ajetreo propio de una ciudad grande como Berlin y de sus respondablidades, y es por eso que lleva el nombre de "Sans souci"  ("sin preocupaciones" en francés). Allí gustaba de caminar por los jardines mientras meditaba en soledad o en compañía de su amigo Voltaire a quien terminó expulsando de Alemania luego de hospedarlo durante casi dos años. 
Originalmente el palacio contaba solamente con 10 habitaciones en donde Federico y sus huéspedes vivían con cierta austeridad, y es que a Federico no le sentaba bien la idea de ser rey por derecho divino, así que siempre trató de comportarse como un eficiente administrador. De hecho se hizo llamar rey sólo después de conquistar todos aquellos territorios que habían pertenecido en algún momento a Prusia.
El mismo año que asume le arrebata Silesia a Austria, gran potencia del momento. Mas tarde se volverían a enfrentar en la Guerra de los Siete Años (Prusia y Gran Bretaña contra Austria, Rusia, Francia, Sajonia y Suecia). Fue muy duro para Prusia, que si bien no sumó nuevos territorios, pudo quedarse con Silesia, lo que le valió gran popularidad al rey.
Federico, quien había invertido cientos de horas en el diseño de Sanssouci quería que el palacio, su palacio, muriese con él, por eso siempre mostraba resistencia a la hora de hacer arreglos.
El palacio fue construido sobre una loma pero al ras del piso (o sea sin aprovechar las ventajas arquitectónicas) a petición del propio Federico, quien buscaba dimensiones mas humanas. 

Si bien funcionaba la corte, prefería no tratar asuntos de estado en Sanssouci, dejando espacio para su vida de escritor o de consumado flautista. Federico era amante de la literatura francesa y gozaba de la música de Johann Sebastian Bach, asiduo visitante de Sanssouci.

Como quien ve la suerte sellada en su destino, Federico "El Grande" muere sentado en un sillón de su Sanssouci un 17 de agosto de 1786.
Federico II "El Grande" fue uno de los monarcas mas queridos y respetados de la historia moderna. Fue un eficiente administrador y un genio militar, admirado por sus tácticas y estrategias en el campo de batalla a cargo del Ejército de Prusia, un reino pobre al que convirtió en la quinta potencia económica de Europa. Dos ejemplos bastan. El primero ocurre en 1762 con la muerte de la zarina Isabel I de Rusia. Tras seis años de guerra, apenas asume Pedro III al trono, decide sacar a Rusia de la contienda por ser éste un gran admirador de Federico.
El segundo hecho ocurre en 1807, cuando Napoleón Bonaparte vence a la Cuarta Coalición y pide permiso al gobernador de Potsdam  para visitar la tumba de Federico en Sanssouci. Una vez allí hace saber su admiración por el monarca prusiano y pronuncia: "Si Federico estuviera vivo, nosotros no estaríamos aquí" .
El palacio estuvo abandonado por casi 100 años antes de ser agrandado por Federico IV, sobrino nieto de Federico "El Grande", quien lo convirtió en lo que hoy conocemos, haciendo de este lugar el preferido de la dinastía Hohenzollern hasta los días previos a su caída en 1918.

Fue en estos tiempos cuando se contrató la mano experta del arquitecto Ludwig Ferdinand Hesse, se agrandan las dependencias agregando una parte para el uso de las mujeres, se agregan muchos templetes y pabellones diseminados por el parque y Sanssouci empezó a ser conocido por muchos como "El Versalles Alemán".
A unos pocos metros del Shloss Sanssouci se encuentra el Palacio de la Orangerie (Orangerie Schloss), bonito edificio de estilo Renacentista Italiano que fue plasmado a la realidad entre 1851 y 1864 a partir de bocetos originales de Federico Guillermo IV de Prusia.
En el límite norte de Sanssouci se encuentran los invernaderos o la "Neue Orangerie". Tienen 106 metros de largo, 16 de ancho y  fueron pensados originalmente para el cultivo de naranjas. Su sistema de calefacción era todo un adelanto para la época y sigue funcionando a la perfección.
En este sector de Sanssouci se replica la arquitectura del Renacimiento Italiano y el arte típico que se puede encontrar en grandes conjuntos arquitectónicos como en Villa Medici en Roma o en la Galleria degli Uffizi de Florencia.
Afuera del sector en donde estaban los apartamentos reales y de su personal hay Atlantes en una serie de figuras alegóricas a las diferentes estaciones del año, que muestran de alguna manera el proceso de las vides plantadas en los jardines de Sanssouci.
El Palacio de Sanssouci iba a ser mas grande, pero los acontecimientos de 1848 ("La Primavera de los Pueblos"), año de revoluciones como nunca antes había sucedido en Europa que ocurrieron desde Francia hasta Hungría, no dejando afuera a Prusia. Eso mantuvo ocupado durante algunos meses a Federico IV, conocido como "El Romántico al trono", quien de alguna manera había sido responsable y participado bien de cerca de la erección de varios edificios memorables en Berlin y Potsdam, así como la finalización tras largo siglos de construcción de la catedral de Colonia.
Al momento de mi visita a Sanssouci (febrero 2016), el palacio se encuentraba en plena remodelación, con todos los espacios cerrados y las clásicas torres cubiertas por andamios.
Firme y en el mismo lugar el monumento post mortem de un Federico II contemplativo, que fuera mandado a colocar por su mujer,  Isabel Cristina de Brunswick-Bevern, con quien Federico se había casado en 1733 y no volvió a compartir hogar desde su ascenso al trono.
Quizás lo mejor de una visita a Sanssouci sea poder caminar por sus jardines y los bosques de los alrededores con el debido tiempo, como para encontrar decenas de rincones pensados alguna vez para el goce o la meditación.
El 17 de agosto de 1991, cuando se cumplían 205 años de su muerte, Federico pudo al fin concretar su deseo de ser enterrado en los jardines de Sanssouci, su lugar en el mundo. Previamente había estado enterrado junto a su padre en la Iglesia de la Guarnición de Potsdam (Garnisonkirche), la cual fue destruida durante el último año de la guerra. Hitler había tomado la precausión de esconder el cuerpo de Federico II en una mina de sal al endurecerse la contienda.
No siguieron las indicaciones al pie de la letra, pero finalmente descansa al ras del suelo sin otro adorno u ornamento en su tumba mas que su nombre: Friedrich der Große.