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lunes, 30 de diciembre de 2024

Complejo Cascade en Yereván

Ajenos y locales coinciden en que si hay un lugar imprescindible que visitar cuando en Yereván la capital de Armenia, ese sitio es sin duda alguna el "Complejo Cascade".
Construido enteramente en piedra Travertino, ya que era la única piedra que podía conseguirse en tal cantidad (además es más barata que el mármol), y ubicado en la parte norte del centro de la ciudad muy cerca del edificio de la ópera y ballet, se encuentra este monumental y significativo proyecto cuya primera parte se remonta hasta 1920 cuando fue propuesto por Alexander Tamanyan, responsable de algunos de los edificios mas importantes de esta ciudad varias veces milenaria.
La cascada de 50 metros de ancho está compuesta por 5 terrazas y 572 escalones que la elevan hasta los 312 metros de altura ocupando un área total de 13 hectáreas.

Un sinfín de sucesos y mucha burocracia estiró el comienzo de las obras hasta los años setenta. La obra apenas comenzaba pero Moscú era anfitrión de los Juegos Olímpicos de 1980 y no había fondos para las naciones bajo la órbita de los soviéticos. Luego se colocaron dos o tres piedras más y llegó el brutal terremoto de 1988, y para peor la URSS caería pocos años más tarde en 1991. 

(En la foto vemos la graciosa obra de un Kiwi del escultor estadounidense Paul Woytuk).
Quien ha estado en Armenia sabe de lo durísimo que han sido estos últimos siglos, razón por la cual se pudieron retomar las obras en 2002, más de noventa años más tarde de lo proyectado, y es que siempre había urgencias urgentes para atender.

(En la foto la escultura "Lo gato" de Fernando Botero, genial artista colombiano)

Tras siete años de obras ininterrumpidas, finalmente se pudo concluir en 2009 la segunda etapa del proyecto, gracias a la donación de Gerard Cafesjian, armenio que amaso una fortuna en el real estate de Philadelphia. Cajesjian era un gran filántropo y donó los 128 millones de Dólares que permitieron terminar esta segunda etapa del "Cascade Yerevan", y su museo al aire libre.
En la parte inferior de las escalinatas se encuentra este paseo lleno de cafeterías y restaurantes que funciona como un museo al aire libre. Ciertamente este pedazo de la ciudad resulta muy atractivo.

(En la foto vemos"Mujer fumando un cigarrillo", obra del famoso escultor Fernando Botero)
Tanto el enorme parque que se encuentra en la parte superior de las escalinatas (la inconclusa Terraza Monumental), como las calles aledañas a la parte inferior corresponden a los sectores más cuidados de la ciudad y más occidentalizados aunque nunca perdiendo su esencia.
Debajo de las escalinatas funcionan una serie de escaleras mecánicas que permiten trasladarse entre los extremos admirando otro remanente de obras de arte de menor envergadura que las expuestas en el exterior de este paseo, preferido de jóvenes, locales y visitantes.
"La gran tetera", obra de Joana Vasconcelos, francesa residente en Portugal también decora este paseo peatonal

jueves, 22 de abril de 2021

Paseo por el Estrecho del Bósforo

El Estrecho del Bósforo es un codiciado estrecho que separa la parte europea de la parte asiática de Turquía, y para muchos oficia de límite natural entre los dos continentes. Es la única unión existente entre el Mar Negro y el Mar de Mármara. Separa dos continentes pero une a mucho más que dos mares, razón por la cuál es un punto estratégico para la navegación y el libre comercio.

Tras la derrota del Imperio Otomano en la Primer Guerra Mundial, el control del estrecho fue expropiado en 1918 y administrado hasta 1936 por una comisión integrada por Gran Bretaña, Francia, Italia y Japón. Les fue devuelta la soberanía sobre el estrecho a los turcos ante la promesa de que pueda pasar por allí cada embarcación que se lo propusiese pese a las dificultades de navegación que presenta este estrecho de cambiantes mareas y curvas pronunciadas. 
Para los locales el Bósforo es mucho más que un canal, o un estrecho. Es un punto de recreación y de esparcimiento con un montón de bares y restaurantes a su vera. Un sitio dónde los enamorados ven el vuelo rasante de las gaviotas o el salto gracioso de los delfines, pero también un lugar que recuerda lo grandioso del pasado de una ciudad milenaria, imperial y poderosa como lo es Estambul

Un paseo por el Bósforo es una de las clásicas excursiones que se pueden realizar en Estambul, la ciudad más populosa de Turquía. No importa cuanto se haya recorrido de esta fantástica metrópoli, este paseo sólo puede completar y hacer más visible y obvia la grandeza de esta gran e histórica urbe. Existen servicios variados para recorrer esta porción del planeta, y salen desde el barrio de Eminönü  en el Cuerno de Oro, el corazón de la antigua Constantinopla, capital de imperios.
Elegimos el paseo más largo y a los minutos de navegación ya estábamos admirando desde el agua algunos de los puntos más destacados de la ciudad. 

En la foto superior apreciamos la Mezquita Nustretiye, construida por ordenes del sultán Mahmut II entre 1823 y 1826. Esta mezquita también conocida como "Mezquita de la victoria", tiene la particularidad de conservar un estilo Barroco que la diferencia de las demás. 
Esta singular mezquita es obra del arquitecto armenio Krikor Balyan, el primero de una dinastía que con el paso del tiempo dejaría obras y templos por todo Estambul.
Sigue el recorrido y los pasajeros admiramos a diestra y siniestra algunas de las más de 600 mansiones que se encuentran a la vera del Bósforo (la mitad de ellas protegidas por ser parte del patrimonio histórico de la ciudad de Estambul. Algunas de ellas cuestan decenas de millones de Dólares. 

Sobre la costa europea se hace visible el primer palacio de estilo Neobarroco de la ciudad, y el más grande de la antigua capital imperial. Se trata del Palacio de Dolmabahçe (Dolmabahçe Sarayi), construido entre 1842 y 1853 por encargo del sultán Abd-ul-mejid I, quien no reparó en gastos, dejando atrás el equivalente a 35 toneladas de oro.
El  espléndido Palacio de Dolmabahçe funcionó como residencia de los sultanes, y también  como centro administrativo del Imperio Otomano entre los años 1853 y 1922. 
Pasó aquí sus últimos años de vida Mustafa Kemal Ataturk, héroe, fundador y primer presidente de Turquía, quien solía utilizar el sitio para reuniones sociales.
Inspirado en la arquitectura morisca, el Palacio de Çırağan es otro de los edificios destacados que pueden divisarse desde este paseo lacustre por el Bósforo. Sus paredes exteriores son de diferentes tipos de mármoles y las del interior estaban recubiertas en bellas maderas antes de desaparecer por acción  del devastador incendio del 19 de enero de 1910, que se cobró enorme parte del patrimonio.
Como otros edificios imperiales de Estambul, este también fue construido por un arquitecto de la dinastía Balyan entre los años 1864 y 1871.

Muchos años pasaron hasta que en 1991 dejó de reinar el abandono y fue reconstruido. Hoy funciona administrado por la cadena Kempinski como uno de los mejores hoteles de lujo de la ciudad.
También sobre la orilla occidental  y junto a uno de los tres puentes que cruzan el Estrecho del Bósforo se encuentra la Mezquita de Mecidiye, o Mezquita de Ortakoy (Büyük Mecidiye Camii) .Erigida en sólo dos años por (vaya sorpresa) arquitectos armenios de la familia Banyan, por ordenes del sultán Abdulmecit en 1854. En su interior aún se conservan muestras de caligrafía del propio sultán.
El ahora mítico Estrecho del Bósforo tiene 30 kilómetros de largo y alcanza los 3.700 metros en su parte más ancha. La parte más angosta es dónde se encuentran los castillos, esos castillos que orquestaron la caída de Constantinopla y del Imperio Romano Todo.
Mehmed II mandó a construir la Fortaleza de Rumeli en 1451 con planes claros y aprendiendo de los errores de sus antepasados. Eligió el lugar más angosto del Bósforo para poder controlar el tráfico marítimo, y el estar enfrente de la Fortaleza de Anadoluhisari (lado asiático), hizo las cosas más fáciles.

Mehmed II Fatih no es un sultán cualquiera en esta saga. En 1453 tomó Constantinopla y dio la estocada para la caída final del Imperio Romano. Inmediatamente fue hacia los Balcanes a disputarle el poder a cualquier dinastía que osara enfrentarlo y se quedó allí por 10 años, tiempo en el que llegó hasta el corazón de Buda y a sitiar a la ciudad de Belgrado. Allí recibió una herida de flecha en uno de sus muslos e inició la retirada de la zona.
Más tarde logró agrandar los territorios de Anatolia, derrotando al Imperio de Trebisonda, y aniquilando a los últimos Bizantinos. Luego se hizo de Grecia, Bosnia, Serbia y Albania.

En 1509 el Castillo de Rumeli fue parcialmente destruido por un terremoto, pero no tardó en volver a oficiar como albergue para prisioneros de guerra. Estuvo abandonado hasta que fue convertido en un barrio residencial en el siglo XIX. Hoy funciona como uno de los tantos museos de la ciudad.
Este resulta un paseo indispensable en ocasión a cualquier visita a la mágica ciudad de Estambul, la única ciudad en el mundo apostada sobe dos continentes. 

viernes, 13 de noviembre de 2020

Gandzasar, la montaña del tesoro

El Monasterio de Gandzasar es el sitio religioso más importante de la República de Artsaj, y da muestras y pruebas de cuan antigua es la presencia de los armenios y del Cristianismo en esta región de Eurasia disputada entre la República de Azerbaiyán, a la que pertenece de iure, y la separatista República de Artsaj, a la que sigue perteneciendo de facto, luego de las guerras que ambas naciones sostuvieron en tres oportunidades durante los últimos 100 años. 

El recinto que comprende al Monasterio de Gandzasar es uno de los sitios más importantes en lo que refiere a la Arquitectura Medieval Armenia y tiene alto valor histórico y cultural por todos los sucesos aquí acontecidos.

Al momento que escribo hay un alto al fuego luego de seis semanas de guerra entre los ejércitos de Azerbaiyán (con apoyo aéreo de Turquía y mercenarios Sirios) y de Arsaj, con apoyo de Armenia y más tarde de Rusia, quien abogó por la tregua. Este monasterio sigue en pie de milagro.
El complejo religioso se encuentra en la provincia de Martakert, en el peculiar pueblo de Vank (monasterio en armenio), un poblado de 1.500 personas que viven a los pies de las montañas de Gandzasar (que en armenio significa "Montaña del tesoro").
Este pueblo ecléctico vive su mejor momento gracias a los millonarios aportes que hizo en su momento el empresario y filántropo Levon Hairapetyan, antes de morir en una prisión de Moscú acusado de recibir una dádiva de USD 50 millones en la venta de Bashneft, una compañía petrolera. Entre las  curiosidades de Vank, el pueblo donde nació el empresario, podemos encontrar una réplica del Arca de Noé en dónde funciona un restaurante, y una cabeza de un león que además, cada tanto, ruge. También hay una linda colección de autos antiguos suspendidos sobre columnas.
Se dice que en el Monasterio de Gandzasar, más precisamente bajo el altar de la iglesia principal, se encuentra enterrada la cabeza de San Juan Bautista. Por ello es que aquí los visitantes piden por milagros que les son concedidos. También allí hay reliquias de su padre Zacarías, que figura tanto en la Biblia como en el Corán.

La historia también nos cuenta que Grigor Lusavorich , mejor conocido como San Gregorio "El Iluminador" (Patrono de Armenia), visitó está región en 301 luego de pasar 14 años encerrado en un pozo en la llanura de Ararat (Hoy Monasterio de Khor Virap). En ese viaje de libertad evangelizó a Urnair, un jefe tribal. Desde entonces Artsaj es Cristiano y fue por aquellos tiempos, dicen, cuando se construyó la primer iglesia precaria de madera en dónde actualmente funciona el monasterio. 
La historia del Monasterio de Gandzasar, propiamente dicha, comienza cuando el príncipe Asan-Jalal Daula trae de Palestina la cabeza de San Juan Bautista. En honor a ese episodio y dado el valor de la reliquia capturada comienzan las obras que se llevaron a cabo entre 1216 y 1238 gracias al financiamiento del Principado de Khachen. De forma inmediata los fieles empezaron a erigir la catedral central en honor a Hovhannes Mkrtich (San Juan Bautista), la iglesia más grande e importante del complejo monástico, y también de la región. 

El 22 de julio de 1240 la Catedral de San Juan Bautista fue consagrada y santificada ante 700 curas, un número exorbitante para la época, e incluso grande para nuestros tiempos. Cientos de textos  escribieron los monjes de Gandzasar durante los siglos siguientes, haciendo de este monasterio uno de alta jerarquía dentro de la Iglesia Apostólica Armenia.
Durante algunas décadas el monasterio experimentó los primeros saqueos a manos de hordas mongoles. En el siglo XIV la región comenzó a estar bajo dominio del Imperio Safávida, el más grande imperio iraní desde la conquista musulmana de Persia. Esta situación duró unas décadas, hasta que la zona pasa a formar parte del Imperio Otomano.

Hacia finales del siglo XV, y pese a el dominio musulmán en los alrededores, el Monasterio de Gandzasar se había consolidado en la zona como un reducto no sólo espiritual, sino de índole cultural y política. El Patriarca tenía autoridad sobre 330 iglesias y unos 900 asentamientos en la región. 

Desde el altar de la Catedral de San Juan Bautista se escribió en 1701 la carta que los 5 príncipes armenios mandaron a Pedro el Grande de Rusia pidiendo que sumen esta zona a su imperio a modo de protegerse de los musulmanes, y preservar la fe cristiana. El movimiento de resistencia comenzaba a tomar forma, ya que Rusia tardó muchos años en intervenir en el asunto.
En 1914 la Diócesis de Karabaj aún contaba con 222 iglesias. Luego de la Revolución Rusa, Nagorno Karabaj se convirtió en el único territorio de la URSS en dónde no funcionó una sola iglesia, pese a que el 90% de la población era cristiana y practicante. 
Ese caldo de cultivo y la búsqueda de identidad en el rompecabezas soviético por parte de los actores involucrados, provocó la Primer Guerra entre Armenia y de Azerbaiyán (1918-1920), y eso que ambas repúblicas democráticas llevaban apenas unos días de existencia.

Desde el Monasterio de Gandzasar se comandaban las acciones en el Alto Karabaj, y fue allí cuando resurgió el espíritu separatista de los habitantes de esta región, pero no lo lograron aquella vez por no asegurar un corredor de comunicación con Armenia.

En un juego de ajedrez en el que se buscaba un acercamiento a Turquía, la URSS entrega en 1923 los territorios de Nagorno Karabaj a la recientemente formada República Democrática de Azerbaiyán. Una decisión sin sentido que acarrearía problemas en el futuro, y así fue. 
En febrero de 1988, años antes la caída de la URSS, estalló la Guerra de Nagorno Karabaj, el más grave de todos los conflictos librados entre pueblos tras el colapso de la Unión Soviética.

A mitad de la contienda, entre 1991 y 1992, las tropas azeríes comenzaron a atacar con bombas, helicópteros y  artillería los alrededores de Vank y especialmente al Monasterio de Gandzasar, ya que querían desmoralizar a los locales. Los más fanáticos cuentan que los misiles se desviaban antes de lograr el objetivo. Sólo uno de esos misiles logró impactar el muro del monasterio, pero no explotó, y aún se encuentra en el mismo lugar. Fue lo primero que vine a ver en ocasión de mi visita.
En esa segunda guerra entre Armenia y Azerbaiyán, las tropas azeríes contaban , entre otros grupos, con el apoyo de 1500 muyahidines llegados de Afganistán,y un nutrido y experimentado contingente de mercenarios chechenos que tuvieron una irregular campaña con poco éxito entre 1992 y 1993, y que estaban comandados por el temible Shamil Basáyev (nombre de guerra Emir Abdallah Shamil Abu-Idris), un peligroso fundamentalista que gustaba de degollar a sus enemigos y beber su sangre, y que también fuera Primer Ministro de Chechenia antes de ser asesinado.
En esos días sucedió lo que más tarde sería conocida como la Batalla de Gandzasar, en dónde sólo 40 hombres, entre los que participaba el cura y jefe del monasterio, se enfrentaron valientemente a las tropas azeríes que, en esa ocasión contaban con al menos 400 guerreros entre sus filas. Este acontecimiento sólo hizo agrandar el sentimiento y la mística de que el Monasterio de Gandzasar es, cada vez más fehacientemente, un sitio milagroso y protegido, y que con el correr de los años, si es que hay paz en la región, puede acercar a miles de fervientes peregrinos, que sin duda serán bien atendidos y recibidos por los Kharabakhtsi.
En 2020, el Monasterio de Gandzasar, y por suerte para todos, volvió a salir ileso en esta última guerra librada entre Azerbaiyán y "su" territorio rebelde, la República de Arstsaj, que no quiere jamás formar parte de él. 

Según cuenta la BBC, que mandó varios emisarios a la reciente contienda, los habitantes de este pueblo abandonaron este área distante a unos 50 kilómetros de Stepanakert, la capital de un país que no existe
Nosotros también, como otros previos visitantes, salimos de la capital de esta autoproclamada república a explorar esta zona que cuenta con decenas de monumentos en sus alrededores. 
Por una ruta ascendente y ahora pavimentada se llega a un abra en dónde se adivina majestuoso y a la distancia, el Monasterio de Gandzasar, que sin duda es una de las grandes joyas arquitectónicas medievales existentes en Eurasia.

sábado, 31 de octubre de 2020

El Sitio de Anatori

Al este de Georgia y perdida entre las montañas del Cáucaso se encuentra Khevsureti, una región histórica y muy rica, etnográficamente hablando. Un área dónde nunca existió el sistema feudal, sino que sus habitantes se regían por un Código Civil basado en antiguas tradiciones y valores, dónde los niños de las familias nobles eran educados para introducir valores Cristianos, fraternales, valientes y generosos entre sus gentes a través de la tradición oral y el ejemplo.
Es esta una zona de paisajes dramáticos, remota y desolada a la cual se accede por un viejo paso de montaña que desde 1799 se conoce como la Carretera Militar Georgiana, y que suele estar cerrada varios meses al año por las intensas nevadas que se producen en este área. Estamos a sólo 3 kilómetros del puesto de control de la frontera entre Georgia y Chechenia. Metros abajo se escucha la confluencia de dos ríos y las montañas al frente son bien escarpadas. 
Pasamos la noche Durmiendo en una verdadera aldea medieval, una experiencia inolvidable que vivimos en Shatili, que con 22 habitantes resulta el mayor asentamiento de la zona. Al día siguiente, tras un rato por caminos de montaña nos acercamos a el Sitio de Anatori.
Anatori era el nombre de una aldea que dejó de existir tras una Epidemia de Peste Negra que asoló a la zona en el siglo XVIII. Por aquellos tiempos la población de la Región de Khevsureti superaba las 15.000 personas, y desde entonces no ha dejado de disminuir. Claro que los Comunistas de la ex URSS tuvieron algo que ver, ya que en 1951 invitaron a retirarse a todos los pobladores descontentos con sus ideas, pero eso es otra historia.
En los años de Peste Negra, o Zhami como la llaman los locales, la gente moría como moscas. Uno a uno iban cayendo enfermos, y perdían la vida. En el afán de no seguir contagiando a sus familias y vecinos, muchas personas se fueron alejando de las zonas pobladas, y en lo remoto, dónde ya no podían poner en peligro a nadie, construyeron por voluntad propia, su lecho de muerte.
Construidas con piedras amontonadas, estas tumbas son la prueba de amor, coraje y compromiso social de los habitantes de este pueblo, que tomaron la decisión de no contagiar al resto y ganarle de esta manera la batalla a la temida Peste Negra, o Peste Bubónica, la epidemia más mortífera.
Por estar en un lugar tan remoto, y por el enorme respeto que despierta esta historia, estas tumbas permanecen casi inalteradas, como si no hubiera pasado casi el tiempo desde el siglo XVIII. En las ventanas hay copas tipo Cáliz y monedas antiguas que la gente va dejando para hacer más placentera la vida en el más allá para aquellos que obsequiaron su vida a favor de los demás.
Todo es original menos las ventanas con rejas, ya que gente llegada de Chechenia robaba los huesos para utilizarlos en ceremonias paganas.
El Sitio de Anatori es emotivo e invita a reflexionar como es que hicieron estos mártires para construir estas tumbas e irse encerrando adentro sin la ayuda de un tercero.
Una de las teorías más aceptadas es que estas construcciones ya existían y los muertos se acostaban sobre la tierra, bajo estas estructuras a dejarse morir. Esta teoría cobra sentido ya que algo similar sucede en Dargavs ("La ciudad de los muertos") en la vecina Osetia del Norte distante a sólo 65 kilómetros de distancia de Anatori. La idea pudo haber sido tomada de estos pobladores al otro lado de la montaña, pero las tumbas no guardan otro parecido.
Desde allí continuamos camino a La aldea medieval de Mutso en donde nos aguardaba un recorrido interesante pero de alta exigencia física.

miércoles, 30 de septiembre de 2020

Tigranakert, la nueva joya de Artsaj

Tigranakert fue una antigua ciudad armenia fundada unos 80 años antes del inicio de nuestra era. Se encuentra en la provincia de Martakert, al norte de la auto proclamada República de Artsaj, y muy cerca de la frontera con Azerbaiyán (Rayon Agdam), país al que pertenece de iure, pues el territorio les fue arrebatado tras la última guerra de Nagorno Karabaj (1988-1994).

Este sitio no fue descubierto sino hasta 2005, cuando tras una serie de excavaciones se dio conocimiento de esta ciudad del Período helenístico fundada por Tigranes I, padre de Tiranes "El Grande", responsable de convertir a Armenia en la mayor potencia en el este del Imperio Romano.
Tigranakert es el monumento arqueológico más importante de la República de Artsaj, ya que todo lo encontrado da muestras fehacientes de la presencia de los armenios desde tiempos muy lejanos, y les da también un argumento sólido en su vieja disputa territorial con Azerbaiyán, país con el que se encuentra en una nueva guerra al momento que escribo estas líneas. 
El sitio arqueológico de Tigranakert es  un yacimiento de unas 50 hectáreas dónde, con el correr del tiempo han desenterrado una serie de tesoros que datan de varios períodos, siendo los más antiguos del siglo I a.C. Lo más vistoso es sin dudas el Castillo de Shahbulag ("Primavera del Sha) construido en los tiempos en el que la zona estaba bajo dominio del Imperio Persa. Tiene 450 metros de largo, 120 de ancho y unas paredes que superan los 5 metros de altura. 
En 1748 la capital del Kanato de Karabaj de Azerbaiyán fue trasladada a este castillo.

El sitio es bonito y está muy bien armado y arreglado. Desde 2010 funciona un pequeño museo dividido en tres salas en dónde exponen muchos de los objetos encontrados durante las excavaciones.
A los sufridos habitantes del Alto Karabaj de etnia armenia, lo que más les interesaba era toda prueba de su larga estadía en estas montañas, y los descubrimientos llevados a cabo tras las excavaciones a cargo del Instituto de Arqueología y Etnografía de la Academia de Ciencias Sociales de Armenia, así lo confirman, especialmente a los márgenes del cercano río Khachenaguet.
La historia de la región es larga y compleja, razón por la cuál ha enfrentado a Armenia y Azerbaiyán en un conflicto en la que ambas partes tienen razón a la hora de hacer válidos sus reclamos. Para entender un poco más sobre esta peculiar república pueden leer El caso Artsaj o de Nagorno Karabaj.
Si bien las excavaciones comenzaron en 2005, diferentes urgencias económicas, políticas y sociales han detenido las investigaciones en diversos momentos (en esta provincia se libraron enfrentamientos con el ejército Azerí en 2008, en 2010 y nuevamente en 2020). No obstante los locales han sacado provecho de lo encontrado para hacer propaganda pro Armenia, y pro Artsaj, pues es una república independiente pero completamente dependiente de Armenia.
Además del mencionado castillo, en Tigranakert se han encontrado restos de la antigua citadela, varios siglos más antigua. También los cimientos de una basílica de una sola nave del siglo V o VI. 
La importancia de su tamaño y la calidad y cantidad de los hallazgos arqueológicos hacen suponer que aún resta mucho por encontrar en los alrededores.
El sitio está en pleno proceso de restauración aunque al momento de nuestra visita no vimos actividad alguna, en cuanto a refacciones refiere. 
Hay bastante para ver pero se requiere de un moderado estado físico para caminar mucho y de un poco de imaginación, claro que en un sitio como este, se agradece y aprecia el esfuerzo por todo lo hecho.
Esta ciudad que desapareció tras más de 1.300 años de presencia humana hoy, quizás, vea un poco de luz al final del túnel. La historia de Tigranakert se sigue escribiendo.

miércoles, 26 de agosto de 2020

Stepanakert, la capital de un país que no existe

Stepanakert es una bella ciudad ubicada a las orillas del río Karkar. Está rodeada de bosques y montañas y en la actualidad cuenta con unos 50.000 habitantes. Es la capital de la autoproclamada República de Artsaj, y en ella se construye un sueño solo interrumpido por eternos conflictos étnicos de su población armenia con sus vecinos de Azerbaiyán, país al que pertenece de iure según la ONU.
El status de la república es una independencia de facto tras el alto al fuego de 1994 tras la sangrienta Guerra de Nagorno Karabaj.

Llegar hasta aquí sólo es posible vía terrestre desde Armenia, dónde existe un corredor que pasa por suelo azerí, aunque técnicamente siempre lo es. O no. Depende desde donde se mire.
Por una ancha avenida de doble mano pasamos por el símbolo más reconocible de Stepanakert, o incluso de Artsaj. Se trata del monumento de Papik Tatik ("Somos nuestras montañas"), construido en Piedra Toba en 1967 por el escultor Sargis Baghdasaryan. Está emplazado en lo más alto de un cuidado parque en una de las entradas a la ciudad.

Si no han obtenido la visa de Artsaj en su consulado en Yerevan (la capital de Armenia), el paso siguiente es ir al Ministerio de Asuntos Exteriores de la República de Artsaj. Los formularios se llenan rápido. Además de los datos básicos, se firma una declaración jurada en dónde uno se compromete a no visitar las zonas de fronteras, ya que si bien se emitió un alto al fuego en 1994, la guerra, técnicamente aún continúa, tal como contaba en El Caso Artsaj (o de Nagorno Karabaj) .
En 1926 la ciudad de Stepanakert experimentó una ampliación que estuvo a cargo de Alexander Tamanian, el mismo arquitecto que hizo La Plaza de la República en Yerevan. Este proyecto se estiró durante 30 años entre 1930 y 1960, dotando a la ciudad de un teatro, varios colegios, plazas y los caminos necesarios para convertir a esta ciudad en un núcleo industrial.
Las primeras impresiones de Stepanakert me resultan buenas. Si  bien es una ciudad mediana, y en teoría todo llega desde Rusia, a primera vista parece ofrecer todo lo que tiene una capital.

Antes de la guerra entre Armenia y Azerbaiján la ciudad contaba con un importante núcleo industrial con más de 90 empresas asentadas, principalmente basadas en la producción de vino y en productos de seda como las mundialmente famosas alfombras del Alto Karabaj.
En aquellos tiempos Stepanakert tenía una población de 189.000 personas que tuvieron que abandonar la zona por los grandes daños edilicios causados por los bombardeos azeríes.
La ciudad de Stepanakert lleva su nombre en honor a Stepan Georgevich Sharimian, un revolucionario bolchevique conocido como "El Lenin del Cáucaso".

Según cuentan las leyendas armenias, en el mismo emplazamiento en dónde hoy está asentada la ciudad de Stepanakert existió una población armenia llamada Yararakn ("Primavera fugaz"), nombre que se mantuvo vigente hasta 1847.
La versión oficial por el lado Azerí es que nunca hubo poblado alguno aquí hasta que la ciudad fuera fundada por un Kan (máximo gobernante) a finales del siglo XVIII.
Desde las ventanas del Hotel Yerevan se consiguen fantásticas vistas del Estadio de Stepanakert. Este estadio de usos múltiples y capacidad para 12.000 espectadores sentados fue también utilizado en una ocasión por el seleccionado de la República de Artsaj (que obviamente no participa en torneos de la FIFA) y por el Lernayin Arstsaj FC de la ciudad. 
Inaugurado en 1956 con el nombre de Joseph Stalin (regente de la URSS en aquellos tiempos), el estado fue remodelado en 2015 y bautizado con el nombre de la capital.
El Palacio Presidencial (no está permitido tomar fotografías) se encuentra en la Plaza del Renacimiento, conocida por los locales como Veratsnound. La misma fue construida en 1994 y hoy es la principal de la ciudad de Stepanakert. A sus alrededores también se encuentran los edificios del Palacio Legislativo, el centro de veteranos de guerra, la embajada de Armenia y el Hotel Armenia.
También han recientemente renovado un aeropuerto, pero por razones de seguridad aún no se han efectuado vuelos, ya que podrían ser fácilmente derribados desde Azerbaiyán.
La ciudad cuenta con un Museo Estatal que vale la pena visitar, ya que tienen buen material histórico para entender el continuo conflicto en esta región del Cáucaso. También cuenta con antiguos manuscritos, artefactos domésticos, armamento de las últimas guerras, fotografías, etc. 
Este Shuka o mercado es conocido como "El Mercado de los Campesinos". Hay una gran variedad de vegetales frescos, frutas de estación, especias, y por supuesto una interesante diversidad de aguardientes realmente potentes hechos a base de mora u otros frutos. También hay otros sectores en dónde venden ropa y accesorios de moda, artículos de ferretería, herramientas de esas que conocemos todos y un pan de miel con hierbas y especias muy famoso por estos lares y otros, que se conoce como Jinjgalob hac. 
Stepanakert resulta una capital pequeña y compacta y fácil de recorrer. Encontré en ella más vibra y movimientos del que podía imaginar, pero lo mejor y más interesante de la identidad de esta república no reconocida por nadie se encuentra en las afueras de la capital, en las entrañas de las montañas. Lo que es cierto es que desde que ha logrado ser energéticamente independiente, el Producto Bruto Interno de Artsaj no ha parado de crecer.

Disfruté mi visita a esta ciudad, y superó mis expectativas.