Mostrando las entradas con la etiqueta La Pampa. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta La Pampa. Mostrar todas las entradas

martes, 4 de agosto de 2015

Un paseo por la Reserva Provincial Parque Luro

La Reserva Provincial Parque Luro se encuentra a unos 32 kilómetros de Santa Rosa, la capital provincial de la provincia de La Pampa. Estas tierras que en antaño pertenecieran a don Pedro Olegario Luro, un importante estanciero de la época, serían el 1er coto de caza de Argentina.
Luro era un Bon Vivant, y como quería de alguna manera reproducir sus días de juventud en Europa, importó, primero en barco, y después en un tren de ramal exclusivo hasta la estancia, varias parejas de ciervos colorados (Cervus elaphus) que venían de los Montes Cárpatos en Europa. También mandó a traer jabalíes (Sus scrofa scrofa) y faisanes de China.

Pedro Luro administraba estas tierras de su suegro Ataliva Roca, hermano del 2 veces presidente de la nación Julio Argentino Roca, quien fuera el ideólogo de la Campaña del Desierto. Ataliva, militar como su hermano había recibido 180.000 hectáreas de compensación en la zona del Caldenal de la provincia de La Pampa, por sus servicios en dicha campaña contra el indio. Pedro Luro, marido de su hija era dueño de una porción. Así nacía el "Establecimiento San Huberto" el primer coto de caza de la Argentina, y que no en vano llevaba por nombre al patrono de los cazadores.
Bosques de Caldenes en la Reserva Provincial pedro Luro
Una señora atenta en la entrada me explica las reglas y me da un mapa y folletería del lugar. La entrada es gratuita. La reserva tiene 7.600 hectáreas, pero poco mas de 1.600 están abiertas al público.

Tras doblar a la derecha por un camino pavimentado que bordea un sector del parque en donde aún se aprecian bosques de Caldenes, árbol que sufrió la tala indiscriminada, pues se usaba para el carbón de las locomotoras inglesas. Sólo aquí, en la provincia de La Pampa persiste un sector que se conoce como Bosque de Espinal en donde las Acacias y otros arbustos pinchudos también proliferan.
A poca distancia de la entrada me topé con un sendero que va hasta la laguna que se ve desde la ruta. Me llevó media hora llegar hasta las mansas aguas y volví acompañado por el sonido de algunas de las 180 especies de pájaros que habitan en el lugar. Como el suelo es arenoso es posible divisar sin ser un experto las huellas de varios animales salvajes.

Tras continuar por el sendero vehicular llego a la segunda parada que es el Centro de Interpretación en donde se explica mediante imágenes varias todo acerca de la Reserva Provincial Parque Luro. Ahí aprendemos de la fauna existente, el eco sistema del lugar, los insectos que pululan, los árboles que no son muchos, la historia de la casa y la gran amplitud térmica a la que está sometida la zona.
Centro de Interpretación
Como faltaba solo media hora para la visita guiada al Museo del Castillo (como lo llaman aquí), y no tenía ningún apuro, me sume a una pareja para hacer el recorrido por las entrañas de la casa, que hace varias décadas es Monumento Histórico Nacional, y Patrimonio Natural, Histórico y Cultural de la provincia de La Pampa.
El casco, a la postre, termina siendo una construcción bastante típica del período argentino de la Belle Epoque en donde la aristocracia porteña quería dejar plasmada su riqueza.
Manuela, la guía, era muy simpática y linda como suelen ser las mujeres de La Pampa. Ella nos contó todos los secretos del lugar, pero lamentablemente se tomaba su trabajo muy en serio y no me permitió sacar fotografía alguna del interior de la casa, en especial de la gran chimenea del living, que da muestra de la riqueza de Pedro Luro. La historia es así:
Alguna tarde en la que Pedro Luro estaba bebiendo con amigos en un restaurante de Paris, se vio sorprendido por la magnífica chimenea del lugar. Llamó entonces al dueño y le ofreció comprar a buen precio dicho artefacto. Como el dueño no aceptó, y don Pedro Luro estaba encaprichado con la chimenea, y se lo podía permitir, mandó a comprar el restaurante, lo cerró y se trajo la chimenea que hoy vemos en el living de la casa en donde hay otros espléndidos muebles.

Si mal no recuerdo casi todos los cuartos se pueden visitar. Guardan vajilla de la época, cuadros, la biblioteca y una fantástica escalera de roble de Eslavonia que lleva a la planta superior.
Antiguamente la mitad de la construcción que Pedro Luro mandara a construir era de madera. Sus herederos no pudieron pagar una deuda que el empresario tenía con el Banco Hipotecario Nacional, y fue entonces cuando su segundo dueño, el Conde español Antonio Maura y Gamazo compró la propiedad en 1939 y le agregó las dos alas laterales para darle una mejor puesta visual e importancia al conjunto edilicio que encontramos hoy en día.

Antes del estallido de la Primera Guerra Mundial la estancia había sido utilizada como coto de caza solo durante los meses de otoño, y como punto cómodo de reunión para los futuros negocios de Luro.

Aquellos ciervos del primer coto de caza que importase Pedro Luro se fueron multiplicando en libertad hasta alcanzar los 3.000 ejemplares que hoy pueblan la reserva. Esto suena lindo pero trajo resultados desastrosos para la fauna local existente, desplazando a decenas de especies que ahora se encuentran amenazadas por estos ciervos y jabalíes introducidos artificialmente en el ecosistema provincial.
Tambo modelo
Siempre avanzando por el sendero vehicular y en contra de la agujas del reloj se pasa por las instalaciones del Tambo Modelo que don Pedro Luro importase desde la Exposición Rural de Paris de 1905. El tambo era muy moderno para la época pero se dice que nunca fue puesto en funcionamiento.
Mas tarde se pasa por las caballerizas que Pedro Luro tenía para la crianza de sus caballos Pura Sangre.
El comprador de la estancia, don Antonio Maura y Gamazo, continuó con la crianza de caballos, solo que suplanto los de polo, por los pequeños ponys, que creía más conveniente para su proyecto de convertir a la Estancia San Huberto en un country club. El nuevo dueño nunca llegó a hacer realidad esta idea. Ni tampoco sus herederos.
Mas adelante y tras una breve caminata cuesta arriba se llega al Tanque del Millón, otro de los "atractivos" de la Reserva Provincial Parque Luro. Aunque tiene nombre singular la verdad es que el tanque de forma oval y de casi tres metros de profundidad tiene capacidad para 2 millones de litros que eran los que se requerían para abastecer a la estancia del agua necesaria para sus actividades.

En los meses de verano, si era visitado por sus dueños, este tanque funcionaba como una suerte de balneario para los invitados de la escasa clase alta vecina.
Tanque del Millón
La Reserva Provincial Parque Luro es dueña de un paisaje singular ya difícil de encontrar otras partes de la provincia de La Pampa, al margen de la rica historia que supone en el avance del hombre blanco por sobre los territorios del indio.

Todo el área habilitado para el turismo es muy limpia y ordenada. Las instalaciones están bastante cuidadas y el mantenimiento es correcto, si bien hay algunas cosas por mejorar.

Existe en la reserva un Museo del Carruaje el cual se encontraba cerrado al momento de mi visita, pero que expone una serie de carros que según dicen son de lo mas bonito.
La Reserva Provincial Parque Luro tiene un sector de camping con capacidad para 100 personas, aunque el sector habilitado para uso público puede albergar con facilidad a varios miles. En el lugar se encuentra un almacén, un restaurante (cerrado en el momento de mi visita), decenas de parrillas, baños y todo lo necesario para pasar el día o incluso una noche bajo el manto de miles de estrellas.

Sin duda la mejor época para visitar este lugar es durante los meses de marzo y abril,  en donde el sonido de la Brama aturde. Son los ciervos machos clamando por sus hembras y sus territorios. Los tímidos animales nos huelen a la distancia y verlos no es tarea fácil, pero con paciencia se puede.

Otras entradas de la provincia de La Pampa:

Conociendo Lihué Calel

Colonias Menonitas de Guatraché

Paseo Don Tomás

martes, 16 de junio de 2015

Conociendo Lihué Calel

Le tenía ganas hace mucho al Parque Nacional Lihué Calel. Sentía curiosidad pues había pasado por la puerta en varias oportunidades, pero se me hacía difícil congeniar el tiempo para visitarlo, teniendo en cuenta que las distancias hacia la Patagonia siempre son grandes.

Esta vez no se me podía escapar. Venía volviendo desde Chile y sabía que hacía noche en algún lugar en General Acha, la ciudad mas cercana al parque, a "sólo" 120 kilómetros de distancia.

Al cruzar la puerta sentí una leve satisfacción que se fue agrandando con el correr de las horas.
Inmediatamente uno nota el ecosistema que se ha formado en el espacio protegido de Lihué Calel difiere de las llanuras del resto de una provincia chata como pocas en el mundo. Lihué Calel es un verdadero oasis en medio de la pampa seca y espinosa gracias a las "Sierras de la Vida" que cruzan en sentido noroeste- sureste este desconocido parque nacional de la Argentina.
El Calden
A lo poco de haber entrado me presenté ante el guarda parques para dar aviso de mi presencia (es poca la gente que llega hasta aquí), me hice de un mapa y me dispuse a recorrer el sendero vehicular.
Este parque nacional, creado en 1977, guarda entre sus serranías mas de 10.000 años de historia. Su peculiar geografía protegía del viento a los antiguos habitantes, cazadores y recolectores como los Tehuelches y los Araucanos, quienes encontraban en este lugar la posibilidad de acumular agua, vital en una zona con bajas precipitaciones anuales. También abundante vegetación y fauna.
Mas tarde serían los Jesuitas que aprovecharon las ventajas de las sierras para usar de base en su camino desde Valdivia hasta Asunción del Paraguay.
Una de serie de caminos nos van acercando a las atracciones que este desconocido parque nacional de 32.000 hectáreas tiene para ofrecer. No existe la posibilidad de perderse. Son muchos los carteles indicativos y son tan prolijos que llamaron mi atención.
Me dispuse luego a recorrer caminando el primero de los senderos interpretativos que existen y que nos van explicando la historia del lugar. Esa primer parada nos lleva a las ruinas de lo que fuera el casco de la Estancia Santa María de Lihué Calel, expropiada por un decreto del Poder Ejecutivo Nacional veinte años mas tarde de su construcción, con el fin de crear una reserva natural y proteger los restos de las culturas originarias quienes enterraban a sus muertos en esta zona.
Restos del casco de la Estancia Santa María de Lihué Calel
Quedan algunos de esa casa que aunque joven (1944), supo mantenerse poco en pie. La casa de adobe deja entrever en sus paredes los restos de huesos, cáscara de huevo y piedras con que los antiguos habitantes labraban sus instrumentos, o sea restos arqueológicos.
Poco para ver. En cambio me sorprendía gratamente por el paisaje que me era ofrecido en una provincia que por lo general es muy plana. Lihué Calel es una verdadera isla desde el punto de vista geomorfológico. Algunos de los cerros que atraviesan esta porción del centro de la provincia de La pampa rozan los 600 metros de altura (Cerro Sociedad Científica).
Flora en Parque Nacional Lihué Calel
Un segundo sendero nos acerca a lo que antiguamente era un cementerio de los mas antiguos habitantes. A este lugar se lo conoce como El Chenque, y al menos hay personas de dos culturas diferentes. Se cree que estos grupos intercambiaban creencias religiosas con otros de lugares lejanos.
Creían en la trascendencia, o vida mas allá de la muerte. Se embellecían los cuerpos con tinturas e incluso han encontrado restos de perros junto a sus dueños.
Gracias al estudio de los huesos en este lugar sagrado, se pudo determinar que padecían las mismas enfermedades de la actualidad. Algunos cráneos encontrados habían sido deformados en vida, probablemente para diferenciar el status social dentro del grupo.
Un halcón patrulla desde lo alto
La vegetación brota con mas facilidad alrededor de los arroyos estacionales que guardan en estos suelos impermeables el agua de lluvia caída durante la primavera y el otoño. A sus lados crecen los alpatacos, las jarillas, Sombra de Toro, el chañar, los algarrobos y el caldén, el árbol mítico de La Pampa del cual existían millones de ejemplares hoy desaparecidos por la mano del hombre.
A medida que se avanza entre el camino y los fachinales, divisando zorros, guanajos y vizcachas por doquier, el entorno se vuelve mas especial. Esta singular geografía se creo hace unos 240 millones de años cuando una gran masa de gases provenientes del interior del planeta explotó haciendo salir la lava por la corteza de la tierra.
Al no poder recorrer una gran extensión, dado a lo chato del terreno, la lava se enfrió dando origen a estas piedras que son tan duras y compactas como el granito mismo, y que hacen que la geografía de Lihué Calel difiera del resto de la provincia.
Ya próximos a terminar el sendero vehicular, luego de haber transitado poco mas de 20 kilometros, nos vamos acercando a uno de los platos fuertes que tiene para ofrecer Lihué Calel, y que fuera además el asiento de las tolderías del Cacique Ceferino Namuncurá hasta que el avance del ejercito en la Campaña del Desierto lo obligó replegarse y abandonar la zona.
Es el Valle de las Pinturas. Aquí encontraremos luego de una caminata de 600 metros por sobre las redondeadas piedras, un alero de unos 3 metros de largo con una serie de pinturas rupestres correspondientes al arte rupestre tardío de unos 2.000 años de antigüedad.
Pinturas rupestres en el Parque Nacional Lihué Calel
Las pinturas rupestres se encuentran en gran estado de conservación y con certeza pertenecen a la Cultura Tehuelche (dentro de este grupo están los Querandíes, los Hets y los Pampa),  que mas tarde fue adaptada por los Araucanos. Se advierten en las paredes del alero un número de figuras geométricas y de tipo abstracto no siempre fáciles de entender.
Estas manifestaciones gráficas dejan plasmadas la forma de ver el mundo que tenían los antiguos habitantes, y las formas y materiales que utilizaban para subsistir.
Para hacer estas pinturas usaban de pigmento a la Hematita (también conocido como Ocre Rojo), que curiosamente se sigue usando hoy en día con el mismo propósito. Las pinturas suelen ser de dos colores, y usaban un tercero, el blanco como fondo.
Me gusto poder conocer este esquivo parque nacional. Sin duda es un oasis, y eso es justamente lo que mas sorprende al visitante de Lihué Calel. Cuan diferente es al entorno que rodea estas sierras.

Ya había visto la caída del sol (siempre un espectáculo en La Pampa) y aún pretendía llegar a General Acha a tiempo para ducharme y comer, dormir algunas buenas horas y continuar sin mas mi camino hacia Buenos Aires.

Para tener en cuenta

Hay una estación de servicio de bandera blanca y algunos hoteles de mala muerte en Puelches, poco mas que un paraje a 35 kilómetros de la entrada a Lihué Calel. Para encontrar mas comodidades no queda otra que llegar a las ciudades de General Acha y Santa Rosa, a 120 y 240 kilómetros respectivamente.

Existe un camping dentro del parque, pero ofrece poco mas que sombra, así que si su plan es acampar, deben traer todo lo necesario.

Las temperaturas son bajas durante el invierno y altas en el verano.

Hay una enorme cantidad de insectos.

Otras entradas de la provincia de La Pampa:

El Paseo Don Tomás

Las Colonias Menonitas de Guatraché

viernes, 26 de diciembre de 2014

Paseo Don Tomás

Santa Rosa, la capital de La Pampa, tiene este paseo, el Parque Recreativo Laguna Don Tomás.
Yo nunca lo supe, pero cuando era joven, siempre parábamos a dormir en Santa Rosa en nuestro trayecto de dos días hacia San Martín de los Andes. Por aquel entonces veía a Santa Rosa como un lugar en el que no hay "nada" para ver o hacer. Un lugar de paso.

Años mas tarde decidí dedicarle dos días, como para ponerme al día con esta ciudad en la que tantas veces dormí, pero sentía no conocer.
Santa Rosa, de unos 125.000 habitantes me sorprendió por su pujanza, limpieza, su oferta cultural, el nuevo gran casino y la belleza de sus mujeres. Entre mucho mas de lo que esperaba, descubrí este paseo, que es el lugar recreacional y de esparcimiento de los habitantes de Santa Rosa. Son 500 hectáreas con bosques, almacenes, parrillas, juegos para niños y la laguna. Pero no termina ahí.

Apenas comenzada la vuelta se llega a la estación del pequeño tren de trocha, "El Pamperito", que hace un recorrido de 20 minutos por el parque. Curiosamente existe una segunda opción de recorrerlo de la misma manera en otro tren conocido como "El Puelchito" que inicia su recorrido en la plaza principal de la ciudad haciendo una suerte de City Tour.
Mientras se avanza a marcha lenta por el camino de circunvalación, y siempre en sentido anti-horario se observan diferentes islas (Isla Grande, Isla de los Pájaros), todo en un marco muy cuidado.
También hay un lugar para los chicos, La Isla de los Niños, que cuenta con un centro de interpretación tipo castillo, en donde explican la flora y fauna de la provincia, que dicho sea de paso es bastante rica. Hay algunos juegos. Al fin de cuentas esta es La Isla de los Niños.
Desde el Mirador de la Cruz se observa el skyline de Santa Rosa al fondo. Desde este punto sale una huella hacia la derecha que lamentablemente decidí seguir y que conduce a un basurero. Algo difícil de comprender ¿Como van a poner un basurero en el mismo espacio que supone ser el gran "Pulmón Verde" de la ciudad?
Poco mas adelante el camino nos vuelve a ofrecer un desvío. Esta vez son solo 400 metros mas hasta la Reserva Natural Urbana La Malvina (antes "Estancia La Malvina"), que perteneciera a don Tomás Mason (de ahí el nombre del parque), quien fuera fundador de Santa Rosa, cuando corría 1892.
Con esfuerzo vecinal se hizo aquí una réplica de lo que fuera la casa en la que don Tomás Mason vivía en las épocas en que esta propiedad era parte de "Estancia La Malvina", nombrada así en honor a su hija Malvina Mason, casada con el Coronel Remigio Gil.
Adentro funciona este sencillo museo que no siempre está abierto, como en el caso de mi visita. No hay mucho para ver de todos modos, mas que un pedazo original de la casa guardado cual joya arqueológica, y lo que está en la fotografía inferior que capturé desde una de las ventanas.
En los alrededores de la casa hay un Jardín Sensorial (?). Un asador como obra de arte, que según la visión de su artista recreaba el principal lugar de encuentro de quienes tomaron las primeras decisiones en la provincia, lo cual es altamente probable.
Ya alejándonos por la parte trasera de la casa hay un sendero que lleva a un pequeño bosque de Caldén* que no recorrí, pues ya conocía los mas antiguos y portentosos de la provincia y el país.

Volviendo al camino de circunvalación al lago uno se encuentra con un romántico faro rosa en donde funciona un club náutico, con embarcadero propio para salidas de pesca.
Después sigue el camino de circulación obligada, y se termina el paseo. Eso es todo. La siempre transitada Avenida San Martín espera para devolvernos al cercano centro de Santa Rosa.


martes, 26 de agosto de 2014

Colonias Menonitas de Guatraché

En la provincia de La Pampa, cerca de Guatraché, existe la Colonia Nueva Esperanza, que un grupo de Menonitas llegados desde Bolivia y México fundaron en 1985.

Llegaba desde Santa Rosa, la capital provincial. Cuando estaba acariciando los 200 kilómetros en el odómetro de mi camioneta (la mitad por pistas de tierra), vi a lo lejos de estas desiertas llanuras una gran fila de árboles que me confirmaban la presencia de vida humana. Hacia allá me dirigí.

Los Menonitas compraron 10.000 hectáreas en estas desiertas tierras, y las dividieron en 10 colonias diferentes que van numeradas del 1 al 10. Cada una de esas colonias a su vez esta sub dividida en diferentes parcelas, cuyo tamaño corresponde a la cantidad de dinero que puso cada familia antes de largarse a cumplir sus sueños por estas alejadas pampas.

Lo primero que vi  cuando accedí por la Colonia #3 fue esta imagen, y cuando el Menonita en el Buggy llego hacia donde yo estaba, lo saludé. Dos veces, para asegurarme, pero ninguno de los dos saludos me fue devuelto. De inmediato pude comprender a esta gente que hasta aquí llego buscando otro modo de vida, y llegan otros (unos pocos) a sacarle fotos como si fuesen "cosas raras".
Por este motivo guarde discreción al máximo en todo momento a modo de respetar el modo de vida de las mas de 1.500 personas bautizadas que viven en Colonia Nueva Esperanza. Aproximadamente el 1% del total mundial de Menonitas.

Las colonias están unidas y organizadas mediante 9 calles, a cuya vera están las casas. En cada una de estas casas se encuentran los carros en donde las familias Menonitas ponen su producción láctea diaria. El tambo, o negocio de la leche, es fundamental para la economía de los Menonitas aquí en La Pampa, tal como lo es en otros lugares del mundo en donde fueron aceptados.
A estos carros con leche los pasan a buscar con estos carromatos, o Buggies, y el tipo sin bajarse y muy cancheramente levanta desde arriba la producción comunal.
Toda la familia participa en este gran negocio lechero, incluso los hombres, quienes prestan su ayuda en el primer ordeñe mañanero antes de ir a sus respectivos trabajos dentro de las colonias.
Pero no solo de leche vive el Menonita, para quien no hay nada mas importante que el trabajo, virtud que imponen a sus hijos desde tierna edad.
En las colonias, además del tambo, hay otras actividades productivas. Los Menonitas han montado fábricas metalúrgicas en donde construyen silos y comederos para animales que son muy apreciados por los productores rurales de la zona. Solo para el trabajo les es permitido el uso de la electricidad, lujo que ninguno de los Menonitas se permite en su casa. En las colonias no hay televisión. No escuchan mas música que la de los domingos de iglesia, ni han navegado por internet jamás.
En las colonias también hay una fábrica de zapatos de cuero y al menos otras tres en donde hacen quesos que salen a vender al exterior. Los Menonitas trabajan muy bien la madera y hacen sólidos muebles de calden que se venden en toda la provincia.

Siguiendo por los caminos de las colonias, en parte de lo que antiguamente era una porción de Estancia Remecó, se ven muestras de cuan austeros pueden ser los Menonitas, que llevan sus creencias al límite usando sus tractores con ruedas de cemento, o metálicas para que no se gasten, y según se cuenta por acá,  "para que los mas jóvenes no puedan escaparse a la ciudad". Lo dicen con tanta seriedad que no me cabe duda que eso sea cierto.
Lo notable es que se pasan todo el día arriba de estos viejos tractores, y labran la tierra de la misma forma en que se hacía varios siglos atrás.
Los Menonitas permanecen totalmente indiferentes a los adelantos tecnológicos que tanto mas fácil y rentable podría hacer sus trabajos. Desde afuera da la sensación de que es un pueblo que gusta sufrir, con tanta renuncia y aislamiento al que se someten.
Pese a sus métodos rudimentarios, han convertido en pocos años un páramo como es este, en un pueblo muy productivo. Con el paso de los años, cuando estén mas asentados, y hayan crecido esos muchos cipreses, Colonia Nueva Esperanza va a a ser un lugar bonito, y una suerte de oasis en estas infinitas y desiertas llanuras castigadas por el incesante viento patagonico.
La vida en las colonias es muy cerrada, y según me compete no hay miembros ajenos a la comunidad viviendo entre estas familias anabaptistas seguidoras de Menno Simons , originarias de Holanda y Alemania.

Las mujeres, además de ordeñar dos veces por día a sus vacas, y de sus quehaceres domésticos, confeccionan las prendas para el resto de su familia, e incluso algunas de mas para vender a propios y ajenos. Los hombres usan siempre un overol de tela de jean, y su gorro tipo cap. Las mujeres usan vestidos plenos o floreados, pero nunca estridentes. Como los hombres llevan siempre la cabeza tapada, y se identifica su condición civil por un pañuelo blanco en el caso de las solteras, o uno negro en el caso de las casadas.
Con grasa de chancho, aceite y un poco de cloro, las mujeres también se encargan de producir el jabón necesario para bañarse y lavar la ropa.
Los mas chicos dan una mano en los huertos que tienen a los costados de sus casas.

Cuando contraen matrimonio lo hacen siempre con otro miembro de la comunidad. Llegado el día, las familias de los enamorados se juntan un sábado para fortalecer sus vínculos. La mujer llevará en esta ocasión una prenda color camello, que ocho días mas tarde cambiará por una de color negro para casarse por iglesia al domingo siguiente.
Los novios se han mantenido sexualmente puros durante toda su vida premarital, y por lo general no tienen mucho tiempo para conocerse. Una vez establecida la unión amorosa no habrá lugar para el divorcio, ya que no les está permitido.
Es de imaginar que con tan poco para distraerse, los recién casados pasan su tiempo libre procreando, por lo que el crecimiento demográfico en las colonias suele ser muy rápido, y a la larga obliga a los Menonitas a buscar mayores extensiones de tierras para su comunidad, ya que cada uno de esos hijos heredará una porción de tierra para la subsistencia de su propia familia.
Ya habiendo salido de la Colonia #3 divisé el primer grupo de chicos que en forma inmediata se mostraron abiertos y amigables, aunque tímidos, ya que se mantuvieron a la distancia.
Los pequeños se tomaron de las manos, y dando una imagen de paz y sencillez difícil de ver en estos días, me regalaron esta serie de fotos.

Cada una de las colonias tiene su propia escuela en donde los niños Menonitas asisten a clases en doble turno, pero solo hasta los doce años (trece en el caso de los hombres).
Pese a múltiples peleas con el Gobierno de La Pampa, los Menonitas no aceptan que sus hijos vayan a las escuelas públicas. Prefieren educarlos a su manera siguiendo los viejos métodos, e impartiendo las clases en  bajo alemán (Platdeutsch).
Siempre fue el idioma (dialecto) la principal barrera entre los Menonitas y el resto del mundo. Aquí en Argentina, los Menonitas han logrado mantenerse afuera de las leyes del país (tienen las propias), pero se han comprometido a enseñar el castellano a sus hijos.
Nos saludamos a la distancia y proseguí en mi afán de pasar por todos los rincones de la colonia.
Se ven muchos aparatos reciclados con metales que probablemente provengan de los campos petroleros de la Patagonia.
Los hijos ven desde temprana edad la importancia del trabajo y permanecen toda la jornada junto a sus padres o hermanos, pese a la rigurosidad extrema del clima, de veranos largos y duros inviernos fríos de vientos inacabables.
Para muchos los Menonitas no son mas que una mera organización sectaria, y los métodos que usan para mantener y retener a los jóvenes han sido siempre cuestionados.
Entre tanta tierra trabajada, tanto tarro de leche, se observa que cada que cada casa, además de tener sus cortinas dobladas exactamente igual al resto, tiene su buggy (como les gusta llamarlo a ellos). El transporte Menonita por excelencia, cumple las mismas funciones que los autos, cuyo uso tienen prohibido.
Las iglesias apenas pueden reconocerse desde afuera, y carecen de adornos y decoración. Siempre cuentan con dos puertas de entrada, y los bancos están puestos en forma transversal, y no longitudinal como suelen estar en las demás iglesias del mundo. Una vez dentro, hombres y mujeres mayores de 12 años no podrán mirarse los unos a los otros.
La vida religiosa juega un papel central entre los colonos Menonitas.
Cuando comprendan los Santos Evangelios y los pecados, llegando con 18 años a su vida adulta, los Menonitas eligen por Motus propio el bautismo, momento en el que son considerados y contados como un miembro mas de la comunidad.

Como los Menonitas creen que todos son iguales ante los ojos de Dios, no tienen mayor rito funerario que enterrar a sus muertos en el cementerio común sin identificación alguna, ya que nunca volverán a visitar a su fallecido. Solo velan al muerto durante 4 días a modo de darle tiempo a sus familiares de acercarse a la colonia para despedirse por única vez.
Los Menonitas son gente orgullosa de sus firmes creencias y forma de vida. Es un pueblo que (casi) no conoce de la mentira y otros malos hábitos.
Nunca adoptaron la nacionalidad de los países que los reciben, y siempre permanecen ajenos a la política y los conflictos locales. Ellos siempre se sienten extranjeros. No hay nacionalismo válido entre estas gentes, y siempre consiguen ventajas del gobierno, razón por la cual son odiados en algunos de los lugares en donde viven. Esta falta de integración del pueblo menonita hacia el lugar que los acoge los hizo pasear por medio mundo.

En sus casas hablan el Bajo Alemán, y es probable que solo el hombre domine la lengua extranjera del país en donde viven, y solo tiene propósitos comerciales.

Pocas costumbres parecen haber cambiado en estos mas de 400 años que pasaron desde que se separaron de la Iglesia Católica. Visitar una colonia Menonita es como un viaje a una isla del pasado.