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jueves, 18 de julio de 2013

La Pachamama tiene su museo

Si me preguntás si vale la pena ir desde Buenos Aires a Tucumán solo para ver el Museo de la Pachamama te digo que no, pero como en los alrededores hay muchos pueblos bonitos (especialmente del lado de las yungas) siempre es bueno hacerse un rato y venir a conocer este lugar.

El de la Pachamama no es un museo con un patrimonio rico, pero le agrega valor a la zona. Se encuentra en Amaicha del Valle, un pequeño pueblo de poco mas de 2000 habitantes en los Valles Calchaquíes, donde la mayoría de sus habitantes son indígenas descendientes de los Calchaquíes, los Quilmes, Tolombones, Diaguitas y Colalao.
El museo esta bien puesto, sobre todo considerando la zona en donde está (a 180 kms de San Miguel de Tucumán, la capital provincial).

En las salas de adentro exponen una réplica de una vivienda Tafí, construída en piedra y paja y muchas copias de objetos indígenas hechos por Héctor Cruz, el dueño del museo.

Lo mejor: Hay una maqueta muy bien hecha de los Valles Calchaquíes y algunos de los pocos objetos reales que son del 800 a.C.
Entrando al complejo, Inti, el Dios Sol (foto arriba) nos da la bienvenida aca en Amaicha del Valle, donde el sol brilla casi todos los días del año.

Los exteriores están muy bien trabajados. Los pisos y las paredes están dibujadas con piedras de la zona. Han de haber traído un montón de camiones.

Me gusto mucho mas la parte de afuera que los interiores, y allí permanecí mas tiempo.
La Pachamama tiene un gran significado para los habitantes de los andes centrales (Aymaras, Quechuas, etc). Para los nativos es una deidad que representa la madre tierra en un concepto integrado con el universo. La Pachamama es vida, por eso esta asociado a las lluvias y las siembras.

Este museo pretende ser un altar para la Pachamama. Es lindo, tiene puesto mucho amor y trabajo.
El museo lo hizo este artesano, Héctor Cruz, que ya lleva varias décadas transitando en el arte indígena, y como el museo lo hizo él, y es su lugar, esta hecho a medida de sus intereses. Allí, en un enorme salón expone tapices (algunos son muy lindos), esculturas, pinturas y alfombras. Como todo lo expuesto es del Sr Cruz, el lugar termina siendo muy comercial y es como que pierde un poco la gracia. Uno siente que todo ese "respeto" por la Pachamama esta hecho para beneficio propio. No está mal. El tipo es de ahí y con este museo le dió algo a la comunidad y además atrae a curiosos como yo, pero uno siente que todo es falso, que todo es mentira. Que es solo un lugar donde venden las cosas de Héctor Cruz (que además son carísimas). No sé. Me fuí con esa sensación.



El calor ya golpeaba. Veníamos manejando desde Catamarca y ya nos quedaba un corto camino hasta Tafí del valle. Allí cruzaríamos por el "Abra del Infiernillo" desde los Valles Calchaquíes al Valle de Tafí, el punto mas alto de la provincia de Tucumán, que sobrepasa los 3000 msnm.

Es muy loco como uno puede pasar en tan pocos kilómetros de un sol radiante y 35°, en un lugar donde apenas llueve a un "infierno" en el camino de cornisa, metido entre las densas nubes, la llovizna y temperaturas que apenas acarician los 5°, y que es tan verde que casi lastima los ojos.

Por suerte (esa vez) no nos caímos del camino y pudimos llegar sanos y salvos a destino.
No recuerdo hasta ahora niebla mas densa que la del Infiernillo.

Si llegaste hasta acá te puede interesar las cercanas Ruinas de los Indios Quilmes

lunes, 6 de mayo de 2013

Las Ruinas de los Indios Quilmes

En medio de los Valles Calchaquíes, en lo que actualmente es la provincia de Tucumán, existió un enorme asentamiento muy desarrollado tanto social como económicamente. Se 
trata de un pueblo valiente y guerrero que supo enfrentarse no solo a sus vecinos, los Indios Calchaquíes, si no también a los Incas en sus invasiones, y a los Españoles mas tarde, resistiendo la ocupación de sus tierras durante mas de 100 años, pese a que era un pueblo no muy hábil en las guerras.
Fueron asediados, sus aguas fueron envenenadas, sus mujeres violadas , y sus cultivos comidos durante todo lo que duro la época de la conquista.
De hecho los Quilme fueron el último pueblo en caer derrotado por las tropas realistas.
Las ruinas están a 26 kms de Amaicha del Valle y a 170 de San Miguel de Tucumán, la capital provincial , aunque nosotros veníamos desde algún lado en Catamarca, a unas 4 o 5 horas de camino. 

El acceso está en buen estado y se puede hacer con cualquier tipo de vehículo durante todo el año.
Llevábamos recorriendo el lugar por mas de una hora, trepando,saltando de piedra en piedra, bajando, sacando fotos de todos los restos, cuando alguien desde abajo me chifla moviendo sus brazos. Al no poder entenderlo bajé y era un supuesto descendiente Quilme que pretendía cobrar una entrada y obligarnos a tomar un tour guiado con el, cosa que no acepté y volví a lo mas alto de las ruinas.

Las pocas instalaciones que hay estaban cerradas y eramos los únicos en el lugar.
Es una lástima que no cuiden mas el lugar, ya que se nota que alguien, en algún momento, ha puesto mucho esfuerzo en reconstruir parte del entorno. 
Alguna burocracia administrativa detuvo hace años las obras y las investigaciones.      
Existe también un conflicto de intereses por las tierras que son pretendidas por los descendientes indígenas.
Las Ruinas de los Indios Quilmes fueron descubiertas en 1888 por el arqueólogo e industrial Samuel Alejandro Lafone Quevedo. Nunca existió una investigación arqueológica seria, y muchos de sus restos fueron construidos sin supervisión alguna por parte de expertos.
La vista de la ciudadela de lo que fue el mayor asentamiento prehispánico de la Argentina. Hoy hay poca densidad poblacional en esta zona de los Valles Calchaquíes.

El ascenso al cerro "Alto del Rey" se va complicando, pero solo un poco. Desde arriba se aprecia la totalidad del conjunto y miles de cardones centenarios tan típicos de la zona.
Los Españoles nunca llegaron a someter del todo al pueblo Quilme, y aunque al final estos se habían rendido, fueron obligados por el gobernador de aquel entonces a mudarse a 1.000 kilómetros de su valle querido. El lugar asignado fue un sucio pantano cerca del Río de la Plata en Buenos Aires.

Cuenta la historia que las mujeres se arrojaban a los precipicios con sus chicos en manos, incapaces de entregárselos a los usurpadores de sus tierras.

Fueron obligados a recorrer a pié la enorme distancia que los separaba de Buenos Aires.
La gran mayoría murió en el camino, y varios mas de tristeza o nuevas enfermedades.

Hoy, ese lugar es una gran ciudad de 250.000 habitantes, y lleva el nombre de Quilmes.

Ya nada tenía sentido para este pueblo que estaba muerto.