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jueves, 12 de noviembre de 2015

De Belén a Mina Capillitas, la "única" mina de Rodocrosita en el mundo

La Mina Capillitas, en Andalgalá, provincia de Catamarca, viene siendo explotada desde hace cientos de años. De sus entrañas el hombre ha extraído oro, plata, plomo, zinc y cobre, aunque hoy en día es conocida por ser de las pocas minas activas de Rodocrosita en el mundo. El camino para llegar es una larga cuesta con vistas de esas que dan ganas de grabar en nuestras retinas.
Día 10:
Si te interesa el relato viene de esta travesía

Esa mañana desperté en la ciudad de Belén. Desayunamos con Eduardo y Diego, parte del grupo con el que acabábamos de compartir 8 nuevos días de travesía por la Puna catamarqueña. Ellos seguían para Formosa y a mi me esperaban dos semanas en la provincia de Salta.

Cargué gasoil en el Automóvil Club Argentino y sin mas partí a la ruta por el camino largo. Tras terminar de subir por la Cuesta de Belén seguí por un camino que tiene una recta larga de ripio en donde sólo crucé con una o dos camionetas. Me llamó la atención pues este no es un sitio tan aislado como tantos otros que existen en la provincia de Catamarca.

En ciertos tramos del camino antes de llegar a la ciudad de Andalgalá se adivinan restos de pavimento en la cinta asfaltica, producto de la campaña electoral de algún intendente de turno.

Tras un breve periplo por el pueblo de Andalgalá pasé bajo un puente que me llevaba a la intersección en donde debía doblar para seguir a la famosa Cuesta Capillitas. Esos primeros kilómetros habían sido rápidos pese a mis paradas.
Casi en la salida de Andalgalá (a unos 4 o 5 kilómetros) el camino (o mas precisamente la Ruta Provincial 47) pasa por la localidad de Chaquiago (no confundir con Chuquiago), pueblo de unos 1.000 habitantes famoso por la calidad de sus membrillos y dulces regionales donde el cayote, el durazno, las nueces y los zapallos también son protagonistas de la vida diaria de sus pobladores.
A partir de aquí el camino que lleva a Mina Capillitas se empieza a adivinar por las laderas verdes.
Será siempre ascendente y en mas de una oportunidad amerita detenerse para apreciar las vistas.
En un punto del camino hay un cuidado altar al costado. Alguna mujer cumple una promesa y deja su largo cabello como ofrenda por los favores recibidos.
No importa si uno tiene o no interés en conocer la Mina Capillitas, las vistas del recorrido sobre las sierras homónimas ya son motivos suficientes para tomar este camino de cornisa.
Aclaro esto, pues mi plan inicial era hacer una visita guiada a la mina de Rodocrosita, además de darme el lujo de conocer otra de las notables cuestas de Catamarca.
Debo admitir que en un momento se me hizo largo el camino, mas a sabiendas que mi destino era algún lugar de la provincia de Salta, todavía distante a una considerable distancia. Entre tanta curva y contra curva, siempre en subida, se hace difícil desarrollar mayor velocidad si se pretende ser cauto.
En otra parte mas abierta del camino hay un pequeño oratorio que estaba cerrado. Enfrente del camino todavía queda lugar para el puesto de una familia y algunos corrales para sus cabras.
Había oído historias de derrumbes, de calzadas que cedían ante el paso de los vehículos, de precipicios abruptos. Lo del precipicio es verdad, pues nos acompaña durante todo el recorrido, pero el camino no es peligroso para nada. Es ancho y está muy bien mantenido. Al menos al momento de mi paso.
En un 4x4 vas muy tranquilo. También se puede hacer en vehículos de tracción simple, pero "cagando un poco a palos" el embrague y la caja.
Tras un desvío de pocos kilómetros se llega a un punto del camino abierto a pico y pala por la
familia Yampa.
Esta es la única parte del camino en donde hace falta Primera de Baja, o doble tracción. Sabiendo a donde nos lleva, la huella es ridículamente empinada.
Allí esta el Refugio del Minero, un sueño materializado por la familia Yampa, cuya obra estuvo a cargo del arquitecto Ricardo Lacher.

Miguel Yampa es un minero y gran conocedor de la zona. Cuando fue despedido en 1992 por Fabricaciones Militares cobró 27 sueldos y un día antes de terminar el año encontró una veta de Rodocrosita. Decidió entonces adquirir los derechos de explotación de un área que según su convencimiento estaba llena de Rodocrosita (o Rosa del Inca) . Su olfato le dio la razón.

Desde aquí salen caminatas guiadas hasta la mina de rodocrosita en donde se puede acceder a un túnel de 60 metros que hicieron a pico y pala.
En esta oportunidad no había nadie en los dominios, sólo dos amigables perros con los que compartimos un momento agradable. Es verdad que no llamé antes para avisar de mi paso, pero a veces me gusta viajar sin que nadie me espere. Tuve que quedarme con las ganas de conocer mas sobre este emprendimento. Cosas que suceden por no llamar antes y decidir todo a último momento. Costumbres que de seguro no he de cambiar, al menos viajando en solitario.

A unos centenares de metros, según pude ver, se encuentra el Museo Mineralógico Samuel Reinoso montado por la familia Yampa, en donde enseñan, entre otras cosas, algunos de los mas de 100 minerales que abundan en la zona.
En el camino de vuelta que te lleva desde El Refugio del Minero hasta la intersección con la RP 47 se pueden apreciar algunos restos de un antiguo cable carril de 1904 que transportaba los minerales desde los +3.000 metros de Mina Capillitas hasta la localidad de Muschaca (a 1.110 m.s.n.m.), cerca de Andalgalá, en un recorrido de 27.5 kilómetros con 5 estaciones.

Esta colosal obra de ingeniería se hizo en 1904 ante la ausencia de caminos. Fue financiada por Capillitas Cooper Mining Company. Este grupo inglés apenas explotó la mina durante algunos años, y en 1909 logran vender, y a un muy buen precio, la explotación de las minas a la compañía francesa Capillitas Consolidate Mines. Parecía un negocio maravilloso, mas a sabiendas de la llegada del ferrocarril en 1910. El tren llegó (Estación Huaco), pero no con los resultados esperados. El brillante negocio se desmoronó con la Primera Guerra Mundial en 1914 y desde entonces nunca mas se usó el cable carril.

Me pareció escuchar que el cable carril está protegido por la provincia de Catamarca, por el valor testimonial e histórico de la minería en el área. Ninguna de las torres se encuentra de pie.
Entre las sierras se aprecian corrales para animales que no tienen pinta de ser muy antiguos.
Me acerco hasta un primer conjunto de casas y resultó ser el "puterío" (burdel, whiskería, prostíbulo, garito, casa de citas, bar de copas, lupanar, mancebía, quilombo, puti club, antro, etc). Un lugar en donde los solteros de Mina capillitas se daban cita para satisfacer sus necesidades sexuales básicas.
No había nadie. Ningún servicio me fue ofrecido. Quizás no era la hora correcta ;)
Aunque ya las veía de lejos, ahora si me siento en los dominios de los alrededores inmediatos de la mina. La Mina Capillitas era originalmente una de las tantas  propiedades que el arqueólogo (fue el descubridor de Las Ruinas de los Indios Quilmes), escritor, etnógrafo, linguista, humanista e industrial,  Samuel  Alejandro Lafone Quevedo supo tener en la provincia de Catamarca. Desde 1859 estuvieron bajo su administración hasta el momento en el que vendió los derechos de explotación de la propiedad a los de Capillitas Cooper Company.
Las instalaciones de Mina Capillitas, la única mina de Rodocrosita en funcionamiento del mundo.
La Rodocrosita es la Piedra Nacional Argentina, supongo que por lo difícil que es encontrar este mineral semi precioso en otras partes del mundo.
No falta la escuela (aquí un cartel donde los ladrones de Minera Alumbrera hacen saber que ellos pagaron los techos), ni la plaza sin verde pero con hamacas (o columpios) para los niños.
La iglesia existe desde 1995 y es ahí donde se congregan las 20 familias que viven en los alrededores de Mina Capillitas. Por su puerto está dedicada a Santa Rita, Patrona de los Mineros.

Desde ahí el camino nos da la posibilidad de volver hasta Andalgalá o de continuar hacia la provincia de Salta, a donde precisamente me dirigía. Ese día pude manejar hasta Coronel Moldes, en donde se encuentra el Dique Cabra Corral. Allí, en un cuarto con "la vista del millón de dólares" permanecí dos días limitando mis actividades al mínimo hasta recuperarme. Me esperaba una semana en Salta y en Tilcara (Jujuy) con mis amigos. Y a mis amigos los conozco.

lunes, 12 de octubre de 2015

Mina El Quirquincho y una serie de lagunas en Tinogasta

Habíamos llegado golpeados a Belén luego de nuestra visita de varios días al Bolsón del Pipanaco. Repuestos y bien dormidos repartimos los bártulos a las camionetas que seguíamos firmes y dimos inicio a una serie de cosas a resolver cada uno por su lado. Nos esperaban otras jornadas a pura aventura, en donde intentaríamos dar con antiguos restos arqueológicos, lagunas desconocidas y toda la incertidumbre que regala cada viaje a la Puna.

Día 5:

Desde la ciudad de Belén tomamos la legendaria Ruta 40 hasta El Eje y después la RP 43. El clásico camino que lleva hacia Antofagasta de la Sierra. Nuestro plan era seguir con esta expedición arqueológica que habíamos iniciado 4 días antes en Aimogasta, provincia de La Rioja y relevar algunos tracks para Viajeros4x4.com
En el camino nos detuvimos en el Museo Rural Comunitario de Barranca Larga, una nueva iniciativa de los pobladores de Barranca Larga (340 habitantes).
Allí básicamente explican todas las actividades que realizan los habitantes de esta región para su subsistencia y el modo de construcción para sus viviendas y corrales. Está muy bien mantenido y se aprecia el esfuerzo de su atento guía que hace de esta una valiosa visita.
Unos kilómetros mas adelante paramos a por un rápido almuerzo en el Almacén de Doña Pirucha, donde nuestro querido Aldo Lombardi nos contaba la historia de valientes arrieros y antiguos nativos de la zona que estábamos por recorrer. Para mi era una verdadera incógnita. No había podido encontrar información alguna sobre los sitios que estábamos por recorrer.

Proseguimos nuestro camino. Era pasado el mediodía y todavía no habíamos salido fuera del camino, cosa que hicimos a la altura de Pasto Ventura saliendo a una gran pampa apuntando hacia el lado de la Cordillera de los Andes para dar inicio a una nueva jornada cargada de aventura
A la hora de andar acampo traviesa nos topamos con un tractor. Era casi una imagen surrealista en el "medio" de la Puna. No se que planes tenía para hacer aquí, pero quien lo manejaba tuvo que caminar un buen trecho después de romperle el tren delantero.
Pampas de Pasto Ventura
Por gigantes pampas de altura (las Pampas de Pasto Ventura), de esas que nos recuerdan por que nos gusta tanto andar por aquí, fuimos siempre circulando por alturas cercanas a los 4.000 m.s.n.m. acercándonos a nuestros objetivos del día.
Aldo se protege del fuerte viento
El viento soplaba tan fuerte allí arriba que si dejaba mi camioneta en punto muerto esta comenzaba a rodar hacia atrás. Una locura.
Como en otra media decena de oportunidades, aproveché el paráte para orinar. Me puse de espaldas al viento e intenté hacer que mi chorro llegáse lo mas lejos posible, cuando un repentino cambio de aire dirigió una ráfaga de meo hacia mi cara. Menos mal que era el mío.
Por suelos rocosos de lava volcánica filosa, y por cuestas de 30º de inclinación, que a 4.000 metros de altura resultan mas difíciles, fuimos trepando algún que otro volcán sin otro fin que conquistar su cima y gozar de las buenas vistas intentando no salir volando. Si pretendíamos bajar, a las puertas había que abrirlas de a una y en forma sincronizada para evitar que salgan volando. En todos los días siguientes el viento fuerte y ruidoso sería un compañero inseparable y a la postre insoportable.
La temperatura había bajado varios grados. Por laderas de ceniza volcánica y arena floja íbamos circulando por la ladera de una montaña tapizada de coirones y con cierta inclinación lateral.

- "Guarda con la piedra", me dice mi buen copiloto Gabriel.
- "Si, si. La veo".

Claro que no pude ascender unos metros pues la arena me empujaba hacia abajo. Hacia la piedra.
- " ¡La puta madre!"

Intento sin éxito y con lógico cuidado pasar por sobre la piedra pero quedo trabada en ella.

El viento áspero estrellaba arena gruesa contra nuestros rostros. En menos de 5 minutos comprendimos que íbamos a necesitar ayuda de alguno de nuestros amigos si pretendíamos mover esa piedra. Las otras dos camionetas se encontraban algunos centenares de metros mas arriba. Tras el aviso por radio, Denis y Andy bajaron con músculos y alguna pala mientras Diego, Aldo y Eduardo seguían buscando la recta final que nos llevase hacia nuestra morada.
Mina El Quirquincho
Con la última luz del día llegamos al refugio de lo que era la Mina El Quirquincho (a 3.800 msnm), en donde pasaríamos la noche resguardados.

Las instalaciones de esta cercana mina abandonada desde los años 80 fueron parte de un plan llevado a cabo por la Compañía Minera Gavenda en una época en la que el ónix de Catamarca gozaba de cierto renombre, y tenía sentido explorar por mas vetas.
Desde 1930, la empresa de Salta se había dedicado a explotar vetas de ónix, que aunque se considera un tipo de mármol, este en realidad no es un mineral. Lo hizo durante 50 años antes de que cayeran los precios y el interés. Habíamos pasado varios de nosotros en el mes de enero de 2015 por la mina "Casa de Zorro", la mas grande de esas explotaciones (ver De campos minados, estaciones y cornisas ) de ónix en la Puna.
Andy, Aldo, Eduardo y Diego. Gente de primera. Nótese la bolsa de pan en la pared
Sentado en un rincón del refugio de la mina experimento un "mareo de tierra". No me sorprendía tras pasar varias horas en el auto circulando por terrenos accidentados y de planos inclinados. Aldo venía sufriendo del "Soroche" o mal de altura desde hacia varias horas pero suelta el comentario del mareo de tierra. Andy menciona estar padeciendo el mismo sentimiento. No tardé en darme cuenta que era la misma sensación previa a un terremoto que había vivido por última vez en marzo de este mismo año en la ciudad de Cartagena de Indias, en Colombia.

Cuando miro la bolsa de pan que habíamos colgado de un clavo esta se tambaleaba de lado a lado. Lo supe. Estábamos viviendo un sismo. Lo que no me quedaba claro era si debíamos abandonar el refugio ante peligro de derrumbe, o no salir al exterior hasta que pase el temblor. Tampoco me quedaba claro en que nos cambiaba estar a 3.800 m.s.n.m. y a muchas horas de la huella mas cercana.

Marcamos la hora (minutos después de las 20 hs), y tras salir a la civilización algunos días mas tarde pudimos comprobar que se trataba del terremoto de 8.3 grados de magnitud en la Escala Richter que tuvo lugar unos 180 kilómetros al norte de Valparaíso, en Chile.

Un calórico Puchero se estaba gestando arriba de la Coleman a nafta de Andy, la envidia de todas las demás cocinas de camping. Lo repartimos en dos o tres boles y comimos hasta casi vaciar la Marmicoc, la fantástica olla a presión que nos permitió comer alimentos cocidos que si no tardarían una eternidad en cocinarse a 3.800 metros de altura o mas, como comprobaríamos días mas tarde.
Decidí pasar la noche sentado en la camioneta y para protegerme del frío la puse contra uno de los muros del refugio. Otra noche larga e incómoda en la montaña esperando que se haga de día. Si podía dormir alguna hora, tanto mejor.
El mecanismo de cierre del portón trasero de la camioneta se había trabado, de modo que la puerta quedaba solamente apoyada. Un continuo "taka-taka-taka"me acompañó durante toda la noche. El golpeteo metálico y el frío que por debajo se colaba.

Mas de uno escuchó algo parecido al ronroneo de un motor diesel, lo que sabíamos era imposible en ese lugar, y cuatro horas mas tarde, pasada la media noche veo que mi linterna de minero colgada del espejo retrovisor de la camioneta comienza a oscilar con cierta violencia de lado a lado. Estaba ocurriendo una nueva réplica del terremoto en el cercano país vecino.
Día 6:

Al día siguiente del sismo todo parecía estar en su lugar. En cuanto el sol asomó por tras las montañas, todos gozamos un rato de su necesario calor divino antes de emprender una nueva jornada. Levantar campamento y entrar en calor nos llevó casi tres horas.
Al rato de salir fuimos avanzando por inmensas pampas de altura de esas que están solo tapizadas por algún ocasional coirón. Mas tarde por arenales. Íbamos en busca de mas restos arqueológicos de los antiguos nativos y de algunas lagunas fuera del radar.
Rodeamos entonces el "joven"  Volcan Rojo. Ahora el suelo cambia. Circulamos por sobre la lava expulsada alguna vez por los cercanos volcanes. Estamos en los Andes Centrales en una zona que se conoce como la Zona Volcánica Central.
Grupo de vicuñas - Foto de Andrés Pino
A nuestro lado pudimos ver numerosos grupos de vicuñas camufladas entre los pastos duros, y notamos una vez mas cuan bien adaptadas están a las mil dificultades de los territorios de la Puna.
Proseguimos hasta dar con Laguna sin nombre, la primera de una serie de lagunas altiplánicas prácticamente desconocidas que visitaríamos a lo largo del día. El lujo de ver lo desconocido.
En este tipo de lagunas, la mayoría de las veces uno encuentra grupos de parinas o flamencos en sus aguas salobres o alcalinas. Es su hábitat natural.
Tras las fotos de rigor continuamos nuestro camino hasta una laguna que figura sin nombre en algunos mapas, pero que figura como "Aguada de las Barrancas" en los del Instituto Geográfico Militar (IGM).
Tormenta de arena
El viento no paraba de soplar. La arena golpeaba con fuerza contra nuestras camionetas acumulándose en los burletes de las ventanas y dificultando nuestra visión.
Hasta que vimos en las pantalla de nuestros GPS que tras una gentil loma se encontraba la próxima laguna que buscábamos.
Al observar desde la cima a la Aguada de las Barrancas,  comprendimos el por qué de su nombre.
Tirarse dentro para cruzar por su superficie seca nos podría haber dejado ahí abajo por mucho tiempo. Esta vez no tenía sentido acortar camino por lo que la bordeamos durante algunos kilómetros.
En el intento de ir buscando algunos antiguos restos arqueológicos que el ojo afilado de Aldo ya percibía a la distancia. No tardamos en encontrar nuevas trampas de arena u otras dificultades que retrasaban nuestro paso. Veníamos comiendo tan bien que no queríamos perder la oportunidad de detenernos para un rico almuerzo.
Lo creímos posible cuando llegamos a un lugar que (creo) se conoce como "Puesto de los Sosa", una serie de corrales que se mantienen en buen estado de conservación.
El viento era demasiado, incluso dentro de las paredes del puesto, por lo que ese día desistimos de almorzar. Nadie quería comer arena.
Seguimos hasta la Laguna Pairique y volvimos a disfrutar de los flamencos. Mas tarde cuando llegamos a el Salar de Pairique, Aldo nos cuenta que por aquí pasaba la antigua huella que utilizaban en caravana los antiguos nativos para llegar a las poblaciones "cercanas" de Fiambalá o Saujil llevando burros cargados de sal que volvían por ejemplo con frutos secos.

A un costado una solitaria tumba de alguien que perdió la vida en un ojo de agua del salar.
foto Andrés Pino
Ya veía en el GPS cargado con los indispensables mapas de Viajeros4x4 que había una huella cercana, pero no apuntaríamos hacia ahí, si no todo lo contrario. Dimos una enorme vuelta intentando llegar a lo que en antaño fuera un puesto de observación nativo del cual tenía conocimiento Aldo.

- "Muchachos. Miren que el puesto no es la gran cosa. Me van a querer matar después. Mejor volvamos" dice Aldo Lombardi por la radio.

No le hicimos caso y nos metimos por supuesto en quilombo. Aldo nos estaba haciendo disfrutar a lo grande mientras compartía con nosotros sus conocimientos.

Desde ahí habría que buscar algún abra en la montaña que nos permitiese pasar al próximo valle, para desde ahí comenzar a emprender nuestro regreso. Con tanto viento no queríamos pasar la noche en el lugar inadecuado.
Cuando el sol acariciaba los filos mas altos de las montañas nos encontrábamos en una olla.  Las dos Toyota Land Cruiser habían podido subir una pendiente de arena muy suelta no sin gran esfuerzo, pero mi Toyota no tenía la fuerza necesaria. Mas no quería soltar el preciado aire de mis neumáticos ya que después me esperaban suelos de filosas piedras.

Tuve que realizar siete intentos, cada vez tomando mayor carrera para encarar la pendiente a la mayor velocidad posible. No había caso.
Para peor la camioneta volvía a calentar su motor por la cantidad de pasto acumulado en mi radiador. Aprovechamos una de esas paradas para desinflar los neumáticos y jugarnos así nuestra última carta.

El viento soplaba fuerte, ya lo dije. Golpeaba con fuerza las partes desprotegidas de nuestros cuerpos. Con la arena entrando a raudales en las orejas no lográbamos escucharnos con Gabriel.

Una vez dentro lo volvimos a intentar. Fue un  milagro haber sorteado esa subida. Lo logramos a puro acelerador, saltando por la arena y con la camioneta calentando nuevamente.

- "Muchachos. Ya estamos arriba".

En esos momentos uno se pregunta ¿Que nos trae voluntariamente a desafiar (con respeto) a la naturaleza? ¿Cual es la fuerza que nos arrastra hasta estas latitudes en donde uno toma conciencia de lo pequeño que somos, o de la vida misma?
La capacidad física ya es un límite. Un error o la mala fortuna nos puede costar la vida o dañar seriamente nuestros vehículos. Es duro e incómodo. Se requiere de buen temple y paciencia. De coraje y de autosuficiencia.

Sabemos como hacerlo, donde y cuando. ¿El porqué? Eso es un misterio, pero volveremos una y otra vez hasta descubrirlo.

Nota de autor:
Pocos días mas tarde de concluir esta expedición por algunas de las zonas mas remotas de las provincias de La Rioja y de Catamarca, sus lugares preferidos, la noticia mas triste. Nuestro querido amigo Aldo Lombardi falleció de manera inesperada dejando un enorme vacío entre todos los que tuvimos el enorme placer de conocerlo. Q.E.P.D.
Buen viaje, Aldo. Se te va a extrañar.