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lunes, 14 de octubre de 2019

Las Tumbas saadíes

Las Tumbas saadies hoy son uno de los sitios más visitados de Marrakesh. Dar con ellas nunca fué fácil, de hecho estuvieron escondidas de los infieles durante siglos. Las encontraron los franceses de casualidad cuándo en 1917 sobrevolaban la ciudad en busca detomas aéreas y perspectiva para hacer algunos estudios urbanos. Desde entonces han estado abiertas al público.
Las Tumbas saadies se encuentran junto al muro sur de la mezquita de la Kasbah (Moulay Al -Yazid, o mezquita de los viernes). Para entrar hay que saber hallar el pasillo o hueco en la muralla que lleva al interior del recinto, y todavía todo parece raro por la angostura del mismo. Una vez dentro y pagado la entrada se llega a un lugar que a primera vista podría pasar como uno de los tantos jardines públicos que tiene esta ciudad, aunque en realidad se trate de una verdadera y destacada necropolis. 
Los saadíes eran una tribu del sur de Marruecos que se decían descendientes de Mahoma. A mediados del siglo XV destituyeron a los benimerines. Una vez ocurrido esto, los saadíes mudaron sus bastiones a Marrakesh. La historia nos cuenta que a partir de este momento llegaron años de mucho esplendor, de bonanza, franco desarrollo y crecimiento. Tanto fue el crecimiento que hicieron de Marrakesh una de las ciudades más habitadas del mundo árabe.
Puede que las Tumbas saadíes no sean para todo el mundo. Los menos interesados en el arte y la arquitectura se sentirán un poco decepcionados, o incluso estafados, aunque la entrada valga lo mismo que cualquier otro museo estatal. Quienes quieran cuidar el dinero quizás puedan ir directamente al Palacio de la Bahía que se encuentra muy cerca y tiene más fama o relevancia. La otra mitad va a disfrutar del trabajo meticuloso, del lujo y el ambiente relajado.
Las Tumbas saadíes se dividen en dos mausoleos. El primero y principal tiene forma cuadrada y es la que mayor ornamentación, sofisticación y ostentación. Allí se encuentra la Sala de las12 columnas, lugar dónde descansan los restos mortales del gran sultan Al Mansur, y de su familia directa.
Esta sala puede que sea el mejor exponente de los 400 años de cultura saadí en todo Marruecos.
Vale la pena ir informado ya que, al menos al momento de mi visita, el lugar carecía de información alguna acerca de lo que estamos observando. Es la nada o contratar un guía.
Con azulejos coloridos y de gran ornamentación y trabajadas cenefas de madera luce la tumba o Qubba de Lalla Messauda, madre del sultán Al Mansur (1578-1603), colocada por sobre la del padre del sultán, Mohamed Cheikh.

Cuándo la dinastía saadí fue derrocada, las paredes del recinto fueron tapiadas por Mulay Ismael, y de este modo permanecieron secretas durante tantos años.
En el exterior del recinto hay 170 tumbas que pertenecen a los soldados más fieles de la dinastía.
La gente viene a la mañana por el clima más benigno, y vale aclarar que el lugar cierra al mediodía, no obstante las tardes suele ser el mejor horario para tener el lugar todo para uno. O casi.

martes, 25 de abril de 2017

El Palacio de la Bahía

Desde afuera no dice mucho y con sus muros color terracota el Palacio de la Bahía logra pasar un tanto desapercibido entre otras edificaciones de Marrakesh. El Palacio de la Bahía (قصر الباهية) se encuentra a una corta caminata de la gran plaza Yamaa el Fna, la de los encantadores de serpientes y el bullicio propio del epicentro mismo de la vida social y comercial de Marrakesh.


Con un poco de cambio (10 Dirham) se puede ingresar a uno de los palacios mas atractivos de esta vibrante ciudad. Quizás con la idea de refugiarse un poco del intenso ritmo de vida de Marrakesh o del implacable sol marroquí, ya que adentro es muy fresco, el Palacio de la Bahía (قصر الباهية)  se presenta como una buena parada. Hay varios patios y rincones en donde uno puede (además de trasladarse en el tiempo) encontrar un lugar en donde descansar. Lo mejor es hacerlo antes del medio día, en donde se empiezan a agolpar los visitantes, todos buscando sombra, claro.
El Palacio de la Bahía fue construido en dos etapas y sin planos a partir de finales del siglo XIX. Primero por el arquitecto El Mekki bajo ordenes de Bah Ahmed Ben Moussa, Grand Vizier o Jefe de Estado del Sultán Mulay El Hassan, y mas tarde del ambicioso Mulay Abd- Al Aziz (o Abdelaziz), quien quizo construir el palacio mas grande de todos los tiempos. Para ello fue adquiriendo todas las propiedades circundantes hasta llegar a los 8.000 metros cuadrados con los que cuenta el palacio. De forma irregular tiene 340 metros de longitud y 95 en su parte mas ancha.

Actualmente el Palacio de la Bahía es usado para recibir a comisiones de gobiernos extranjeros. En una de sus alas funcionan las oficinas del Ministerio de Cultura de Marruecos y sus patios son ustilizados en ciertas ocasiones para desfiles militares. Así y todo, y guardando cierta objetividad, uno no puede decir que el estado del inmueble sea óptimo, y eso que tampoco es tan viejo. Uno se queda con la sensación de que se le podría sacar mayor provecho a las 150 habitaciones del edificio, la mayor parte de ellas vacías. En antaño cada una de ellas cumplía una función diferente, razón por la cual el recorrido guiado de uan hora y media de duración puede ser una buena idea. Además no hay carteles como para obtener información de lo que estámos viendo.
Las habitaciones mas importantes del complejo del Palacio de la Bahía daban a un Patio de Honor de 50 x 30 metros, el mas grande de varios patios. Este tiene pisos de mármol y una fuente cuadrada en su centro. Las 12 habitaciones con salida a este patio en su momento eran utilizadas por las 24 concubinas de los sultanes. Hoy en día funciona una importante sala de recepción utilizada por el gobierno de Marruecos.
Lo mejor sin dudas es caminar mirando siempre hacia arriba, a modo de poder admirar el fino trabajo de los artesanos de arte islámico y marroquí, especialmente en los techos y cielorrasos.
El Palacio de la Bahía (o Palais Bahia) no te va a dejar con la mandíbula por el suelo, eso de seguro. De todos modos resulta uno de los imperdbles de la ciudad.


hay mas de 170 tumbas en los patios. Estas corresponden a los restos de los sirvientes y empleados mas leales de la Dinastía Saadie

viernes, 3 de febrero de 2017

Escenas de mercados en Essaouira

Cuando uno visita Marruecos o cualquiera de los países que forman parte del Magreb, las imágenes de los mercados o souks parecen multiplicarse, y Essaouira y los pueblos que la circundan no son la excepción.
En "la capital africana del viento" (como se conoce a Essaouira gracias a la constante acción de los Vientos Alisos) los mercados de especies, de ropa, carne, cerámicas y otros se van repitiendo por doquier. Existen decenas. Al andar uno siempre termina internado en una suerte de laberinto en donde es imposible no perder el sentido de orientación, y eso lo hace tanto mas divertido.
Las calles de Essaouira nunca dejan ver del todo lo que se esconde mas allá de los 40 o 50 metros inmediatos, pero de seguro que a la vuelta de la esquina te toparás con alguno de ellos. En la Medina funciona el souk Jdid con varios mercados dentro (carne, cereales, comida en general). A la postre se van repitiendo hasta hacer de ésta una experiencia quizás monótona para quienes llegan hasta aquí sin buscar algún producto en particular como pueden ser las especias o el famoso aceite de Argán.
El aceite de Argán De hecho aquí, y en especial en la ruta que va o viene de Marrakesh, existen un montón de cooperativas de aceite manejadas generalmente por mujeres. En esta oportunidad conocí la de Afous Argan (a 20 kilómetros de Essaouira), una típica trampa para turistas en donde, por ejemplo, venden el aceite mucho mas caro que en las ciudades grandes. Aún así vale la pena la experiencia de ver su manufactura, colaborar, y disfrutar del paisaje circundante, en donde es muy común ver a las cabras trepadas a lo mas alto de los árboles tratando de llegar a sus frutos.
En Marruecos el regateo parece ley. Los mercados de comida hacen excepción a esta regla y son, junto a los hoteles, los restaurantes y el transporte público, de las pocas cosas en el país que funcionan con precios fijos. No vale la pena intentarlo. Allí no hay lugar para el regateo ni las negociaciones.
Si uno muestra interés en algún producto de los caros (por ejemplo una alfombra), les será ofrecido un vasito con té de Hierbabuena (شاي بالنعناع - parecido a la menta) como gesto de hospitalidad y para entablar la negociación necesaria con el vendedor.
Luego se vuelve a servir una segunda ronda de té, y es en esa instancia cuando se espera acordar en el precio. Recuerden no ofertar "al divino botón", pues esta gente esta tratando de ganarse el pan.
A la salida de la Medina de Essaouira se encuentra el Mercado Bab Doukkala. Este mercado está orientado al marroquí, y no al turista. Se vende mucha baratija, de la onda de "Todo x $2". Una de esas bolsas de nylon reforzado que se ve a la derecha de la foto superior todavía la tengo. Es irrompible.
En los alrededores de la ciudad, digamos en un radio de unos 40 kilómetros cuadrados, existen numerosos souks. Se trata de los "mercados semanales" (casi siempre al aire libre), en donde la actividad rota alrededor de los pueblos como para darle lugar y protagonismo a todos.
En cualquiera de los mercados se consiguen todos los ingredientes básicos de la gastronomía Marroquí. Naranjas, pimientos, aceitunas, especias y dátiles se van repitiendo en las estanterías de los puestos.
En los mercados especializados de ciertas calles se vende carne de cabra y de cordero, que son las mas consumidas en Marruecos y el Magreb.
Cuando hay tiempo para un recreo se ve a hombres jugando al Fetach, un juego de estrategia originado en Medio Oriente (probablemente Egipto) y que es antecesor del juego de Damas.
En español es conocido como Alquerque.
No tan grande como el de Marrakesh, aunque igualmente interesante, el Mercado de las Especias es un festín para los sentidos.
Como en tantos otros mercados del mundo, en Essaouira también venden esas yerbas milagrosas que todo lo curan.
La alfarería está muy presente en la cultura de Marruecos. Cada ciudad tiene su propio tipo de cerámica. Son habituales las tiendas de recuerdos donde venden platos y tajines, y dispares los precios acorde a la calidad de cada uno de los trabajos o tipo de material utilizado.
En el puerto de Essaouira hay una verdadera ciudad de pescadores. Allí se encuentra el bien ponderado Fish Market , una de las propuestas imperdibles de esta ciudad que basa gran parte de su economía en la pesca, en especial para quienes nos gusta todo lo que sale del mar.
Sólo las sardinas y los langostinos cuestan menos que en otras latitudes, y como uno tiende a tratar de probar cosas nuevas, habrá que desembolsar unos cuantos Dírham.
Lo bueno es que uno elige el pescado, acuerda un precio con tal o cual vendedor, y te lo preparan ahí mismo a la parrilla. Más fresco imposible. Sin duda el mejor lugar de la ciudad a la hora de comer.

domingo, 19 de junio de 2016

Entre especias y hierbas en Marrakesh

Un actor principal de Marruecos son los diferentes Souks (سوق) o mercados que nadie debiera perderse. Los hay de todo tipo, especialidad y tamaño, y Marrakesh no es la excepción a esta colorida tradición del mundo árabe.

Durante miles de años, el mundo árabe ha comercializado especias llegadas desde todos los rincones del sub continente indio. Para perderse en ese clima que involucra a los 5 sentidos sólo hay que acercarse hasta el final de los Souks que se encuentran por fuera de la Medina, y encontrar la escondida plaza de Rabha Kedima, con sus famosas herboristerías y sus farmacias tradicionales (Aashab), en donde es posible conseguir alguna medicina o "poción mágica" (y hasta animales disecados) para tratar todos y cada uno de los males que aquejan a la humanidad.

Las mujeres y los mas coquetos tienen aquí un sitio en donde las cremas, los tónicos, los maquillajes y los aceites (en especial el de Argán) parecen hacer maravillas para tratar las arrugas. Sea como sea, si buscas con seguridad encontrarás algo que te venga bien.
Hay cremas, aceites, remedios y pociones, pero las especias son el mayor protagonista de los puestos y locales de Rabha Kedima. Cada uno de los comerciantes hace su propia mezcla de especies. Son muy orgullosos y competitivos al respecto. Entre esas mesclas destaca el Ras al Hanout, la mas famosa y tradicional. Según quien la haga puede llevar entre 4 y 32 especias diferentes. El nombre significa algo así como "Cabeza de Tienda", o lo mejor que tiene para ofrecer el vendedor, o la tienda.

Estas especias son las que le dan ese toque tan exótico a la gastronomía marroquí. En cada bocado aparece el sabor del cardamomo, la intensidad del jengibre, la pimienta negra, el color del azafrán y de la cúrcuma, el aroma de la canela, el anís y la nuez moscada estarán presentes en cada plato que comamos en Marruecos, no importa la hora. Todas estas especias se consiguen en cualquier ciudad del mundo, pero hay otras que no, y quizás te quieras llevar algo a casa para recordar tus días por aquí.
Como en todo mercado en Marruecos, la consigna y el Modus Operandi es regatear. Verdad que a la corta se convierte en algo tedioso y hasta aburrido a la hora de hacer compras, en especial para los menos pacientes, pero resulta una oportunidad para acercarse mas al vendedor y a la cultura local.

Como punto de partida y "regla implícita" es bueno saber que a la hora de hacer las compras nunca deberías pagar mas de la mitad del precio inicial propuesto por el vendedor.
Viajar siempre nos da la oportunidad de incorporar nuevos sabores, y son muchos los países a los que se acercan miles de personas cada año solo para comer. El Turismo Gastronómico se consolida como una firme opción a la hora de elegir un destino. Desde los diferentes países se ofrece sin complejos la posibilidad de hacer un circuito o ruta culinaria generalmente concentrada en una región (la Toscana en Italia, la Provence en Francia, etc) o en un producto en particular, como puede ser el vino o los quesos.

Si en Durban (Sudáfrica) existe la Ruta del Curry, Holanda tiene la de sus quesos, España tiene varias como la Ruta del Jamón Ibérico, del bacalao o la oliva, Portugal la del Oporto, Croacia la de las ostras, México la del agave o Tequila, Escocia la Ruta del Whisky y Suiza la del chocolate, no veo por que Marruecos no puede tener su Ruta del Ras al Hanout (رأس الحانوت) la mas famosa mezcla de especies.
Después de un rato en la Plaza de Rabha Kedima uno pierde el olfato y la paciencia, si es que no se desmayó antes por el calor. Aunque este no sea el sector mas concurrido por los turistas, el asedio de los vendedores tratando de acercarte a sus puestos resulta agotador. Las terrazas son un buen lugar para relajar un rato y refrescarse con un jugo de frescas naranjas del Atlas o tomar un té verde mientras se observa las horas bulliciosas de Marrakesh. 

lunes, 14 de marzo de 2016

Los Jardines de la Menara

Marrakesh es la ciudad mas visitada de Marruecos. Las hay mas interesantes, pero no carece de atractivos turísticos. Uno de esos lugares que recomiendan visitar son los Jardines de la Menara, un sitio muy querido y visitado por parejas y familias locales.
Resulta que los "jardines" no son lo que uno espera, y la sorpresa puede ser grande y decepcionante. Había hecho mis investigaciones por Internet, y aunque las opiniones de quienes habían estado no siempre eran buenas, decidí arriesgarme pese a no contar con tanto (preciado) tiempo.
Lo primero que llama la atención en los Jardines de la Menara es el gran lago artificial que domina la escena (200 x 100 metros). Aparentemente el agua llega desde las Montañas del Atlas distantes a unos 30 kilómetros de este lugar, mandado a construir 9 siglos atrás por el primer Califa de los Almohade, un imperio de origen Bereber que dominó el norte de África y el sur de la Península Ibérica por poco mas de 100 años.
El nombre de "Menara" viene de "Menzeh" y fue usado a partir de la construcción del pequeño pabellón de techos verdes que se encuentra apostado junto al lago. Era el lugar a donde gustaba pasar los veranos el Sultan Abd ar Rahman Ibn Hisham, quien lo mandó a construir en 1659, durante los últimos años del Sultanato Saadí. La leyenda (por que siempre hay una) cuenta que el Sultán ahogaba a todas las jóvenes con las que había tenido relaciones sexuales pero no pasarían a formar parte de su harem. No quería compartirlas con nadie.

En los Jardines de la Menara (حدائق المنارة) funcionaba un gran huerto y son miles los árboles de olivos que regalan un poco de sombra. Debe ser interesante visitar este lugar en época de cosecha.
Lo primero que pensé al entrar tras una larga caminata desde la Medina (se encuentra a unas 25 cuadras) fue: "Menos mal que al menos no cobran entrada en este lugar". Minutos después pagaba para ver absolutamente nada en el pequeño pabellón de techos verdes.

Realmente no vale la pena acercarse hasta aquí mas que para ver un atardecer, fumar un poco de Hashish, caminar o ver comer a las Carpas del lago. Quizás para algunos la posibilidad de sacarse una foto montado en alguno de los camellos flacos y descuidados que hay justo afuera del lugar.

Le guste a quien el guste, los Jardines de la Menara no tienen ni por asomo el encanto y la magia que si tienen Los Jardines de Majorelle , uno de los rincones mas bonitos de Marruecos, y para el caso unos jardines de verdad, aunque no carguen con tantos años de historia.
Para los que gustan ver el vaso medio lleno, este es un buen lugar para ver caer el sol (asediados continuamente por los vendedores ambulantes), pero en caso contrario, la visita resulta de lo mas prescindible. La próxima vez que venga (casi vuelvo este año) no pienso venir. Hay mas y mejor para ver y hacer allá afuera en Marrakesh.

lunes, 25 de enero de 2016

Los Jardines de Majorelle (o la casa de Yves St Laurent)

Los Jardines de Majorelle (حديقة ماجوريل) son uno de los rincones mas bonitos de Marrakesh y uno de los sitios mas visitados de todo Marruecos, lo cual es completamente entendible. Se trata de los jardines creados alrededor de la casa estudio que el francés Jacques Majorelle tuvo alguna vez en el norte de África. Un paraíso con una atmósfera única.
Jacques Majorelle (1886-1962), hijo del ebanista Louis y pintor quedó fascinado con la luz de la ciudad de Marrakesh, y tras volver en una o dos ocasiones compra esta finca en las afueras de la Medina con la idea original de instalar su taller. Mal recuperado de Tuberculosis, el lugar resultaba ideal, tanto por su clima seco como por ser (en aquellos años) un Protectorado francés.
Para la construcción de su casa-taller utilizó los conocimientos del arquitecto Paul Sinoir. La casa, si bien es de estilo morisco, tiene claras influencias de modernismo. Desde hace algunos años funciona un Museo Bereber, en donde se exponen, entre otras cosas, manuscritos, fotografías de las tribus nómades características del norte de África y toda la colección que perteneciera a Yves St Laurent.
Con el paso de los años el interés del pintor por la botánica fue creciendo, y ese tímido jardín alrededor  del estanque se fue agrandando. Majorelle siguió trayendo plantas desde todos los rincones del mundo, logrando crear un ambiente digno de un jardín botánico. Muchas plantas son exóticas y desconocidas. Destacan los cactus, de los cuales hay a montones.
Cuando en 1937 crea ese famoso color azul cobalto que hoy lleva su nombre, Majorelle decide aplicarlo en cada lugar que le daba la oportunidad de pintarse. De este modo logra "enfriar" todo el conjunto del jardín creando un lugar fascinante y eléctrico. En 1947 decide abrir su casa al público, ya que para ese entonces los jardines eran mas conocidos que sus cuadros y la gente ya empezaba a hablar del "Azul Majorelle". Quizás esta sería su obra maestra. Lo cierto es que millones conocen este particular azul, muchos han visitado sus jardines y pocos saben como son sus cuadros.

Los Jardines de Majorelle son un espacio en donde participan los 5 sentidos. Es una suerte de oasis. Un lugar que propone un descanso en la siempre ajetreada ciudad de Marrrakesh (مراكش ). Uno oye a las ranas de los estanques croar. Su sonido no logra confundirse con el de las aves, pero si con el batir de las hojas de esos árboles que regalan una de las sombras mas memorables del viaje.
En 1980, el famoso modisto Yves St Laurent y su pareja Pierre Bergé compran la casa en Marrakesh por temor a que esta sea destruida, ya que había planes de construir un gran hotel. No se equivocaron. Hoy la propiedad se encuentra en la zona nueva de Marrakesh, en donde están las grandes marcas internacionales y residen los empresarios extranjeros.
Con ayuda del arquitecto y diseñador de jardines Madison Cox le devuelven el esplendor que supo tener en sus años de gloria. O más. Todos eran enamorados de Marrakesh y sus encantos. Madison por los misterios de los jardines árabes y St Laurent y Bergé por ser el lugar en donde pasaban las tardes enamorados bajo la sombra de los árboles en cada visita a la ciudad. Vivieron felices en esta casa durante varios años. Otras épocas de exceso y descontrol, y más de una página escrita entre los escándalos del momento y los anales de la justicia.

Fueron muchas las mejoras y la casa siempre estuvo abierta al público respetando los deseos de Jacques Majorelle, su creador. La entrada que se cobra es para paliar a los 20 jardineros que se necesitan para mantener al lugar de la manera espléndida en la que se encuentra.

Yves St Laurent murió en Paris en junio de 2008. Bajo una columna romana traída desde Tangier, descansan en estos mismos jardines las cenizas de Yves St Laurent. Desde 2010 la calle en donde está la entrada a los Jardines de Majorelle lleva su nombre.
Para disfrutar el lugar a pleno, lo mejor es venir mas de una vez o llegar temprano en la mañana, ya que por las tardes son muchos los turistas que hasta aquí se acercan.

Entradas relacionadas: Los Jardines de la Menara
                                     El Jardín Botánico de Durban

lunes, 24 de agosto de 2015

En el puerto de Essaouira

Una de las ciudades mas bonitas de la costa atlántica de Marruecos es sin duda Essaouira, con sus millones de gaviotas volando el cielo y un viento que nunca deja de soplar. Un soplido al que llaman Taros en Beréber. No por nada se conoce a Essaouira como "La Ciudad Africana del Viento".
Aunque habitada desde tiempos remotos, Essaouira fue fundada por los Fenicios en el siglo V. En los siguientes centenares de años estuvo bajo dominio de los Romanos, de los Cartagineses y de los Bizantinos. Durante el siglo X se la conocía como Sidi Megdoul , y en el siglo XV como Mogador, cuando estaba bajo dominio de los Portugueses, quienes construyeron el Castelo Real de Mogador en 1506. El fuerte que les permitiría proteger sus intereses durante unos pocos años.
Luego vendría el intento de conquista por parte de los Ingleses, Españoles Franceses y Holandeses. Ninguno de estos países pudo arrebatarle las tierras a los pobladores locales.

De todos modos, y pese a haber cambiado de manos tantas veces, no cobro mayor importancia hasta 1760, cuando el Sultán Mohammed III, quiso darle un puerto a la ciudad de Marrakesh y desarrollar la frontera del reino que da contra el Mar Atlántico, haciendo que Essaouira fuera el puerto mas importante de Marruecos durante todo el siglo XVIII y mitad del XIX. De esta manera perjudicaría también a los rebeldes que desde Agadir le hacían la vida difícil rivalizando con el reino.Eran años en los que pasaba por este, conocido en aquel entonces como Puerto de Timbuctu,  mas del 40% del tráfico de esclavos proveniente del África subsahariana, y un creciente mercado de especias y marfil.
Vista de la Medina de Essaouira desde el puerto
Essaouira es llamada así solo desde la independencia de Marruecos. Hoy tiene poco mas de 70.000 habitantes, que eligen las cercanías a las grandes aguas como su lugar en la ciudad. Essaouira se encuentra a menos de 200 kilómetros de Marrakesh, (o el doble desde Casablanca). Si van en auto alquilado, el viaje no debería demandar mas de dos horas y media, si es que los controles de la policía en la ruta no les hace perder tiempo y Dirhams. En el camino se ven las famosas cabras trepadas a los árboles y al rato se llega a una ciudad de lo mas tranquila, con una temperatura mas agradable y muchas cosas que la hacen única.

Al suroeste de la Medina de"La Bella Durmiente" o "La Perla del Atlántico", como también se conoce a Essaouira, se encuentra su bonito puerto, vibrante y frenético de larga data comercial entre el mundo árabe, el europeo, y el africano.
Skala du Port
El Puerto de los Pescadores es el cuerpo y alma de Essaouira. Aquí y en los alrededores inmediatos sucede gran parte de la actividad comercial de la ciudad.
Cerca de las 10 de la mañana la gente se agolpa para recibir a los barcos pesqueros que vuelven de su faena. La nube de gaviotas que los acompañan desde el aire se hace cada vez mas grande y ruidosa. Las del puerto se les suman. Las aves insisten y demandan su tajada. Los pescadores guardan para ellas los pescados podridos que no pudieron vender los dias anteriores. Es su forma su pagar el "peaje" para entrar al puerto. Algunos turistas no soportan el olor y patalean. A partir de entonces comienzan a bajar gran cantidad de pescado desde las decenas de barcos azules alineados, y ahora son los gordos gatos quienes maúllan de alegría y se relamen por adelantado.
La ciudad de Essaouira siempre atrajo a bohemios. En sus calles, dentro de los límites de la Medina, hay músicos, artistas, artesanos, y muchas galerías de arte. Existen algunas tiendas de antigüedades en donde es posible encontrar verdaderas joyas, y en comparación a otras ciudades marroquíes es muy fácil moverse gracias a su plano urbanístico amigable.

En Essaouira se percibe un ambiente mucho mas relajado que en otras ciudades de Marruecos. En Essaouira hay un ambiente hippie, con mucha gente llegada en los años 60 (barrio Diabat). Aquí paso una temporada Jimmy Hendrix, justo el año anterior a su muerte, y  Orson Welles y en 1952 filmo las murallas de la ciudad portuaria para la primer escena de su film "Otelo"( Las murallas del fuerte son desde 2001 Patrimonio UNESCO de la Humanidad, por ser un buen ejemplo de como eran las fortificaciones en el norte de África). La ciudad también fue escenario de la película Alejandro Magno (Alexandre) de Oliver Stone y de El Reino de los Cielos (Kingdom of Heaven) del Británico Ridley Scott, y hace poco tiempo, parte de la popular serie Game of Thrones.
La ciudad tiene una mezcla de cultura muy interesante, en donde conviven varios grupos de Árabes (Bereberes, etc), Judíos, y Europeos cansados de sus lugares de origen y otros grupos menores. El ambiente relajado la hace parecer una villa de pescadores, pero es un paraíso para todo lo relacionado.
Desde el mismo puerto de Essaouira pueden organizarse excursiones de pesca de todo tipo y duración. He visto gente muy entusiasmada llegada desde lugares lejanos, por lo que supongo que debe ser un buen lugar para despuntar el vicio, para quien lo tenga. Por lo que oí, además de sardinas hay grandes bancos de tiburones y de Atún Rojo, uno de mis pescados preferidos.
Muy cerca del puerto hay una kilométrica playa, que, debido al viento, especialmente durante los cálidos meses de invierno, pocas personas disfrutan. En verano la cosa cambia, ya que Essaouira recibe a millares de turistas, y el ambiente es diferente. Son los meses en que sus calles están llenas y ruidosas.
Como es una suerte de capital del viento, en algunas playas mas alejadas es común ver a gente profesional practicando Windsurf y Kitesurf.
En el puerto de Essaouira todos los barcos son azules, y eso tiene un porqué . Los pescadores engañan de este modo a las millones de sardinas. Cómo no lo puedo explicar. No se si es por la riqueza natural propia de la zona, o por que los pescadores de aquí conocían este secreto que los otros no, pero esta región de Marruecos, fue durante mucho tiempo, el sardinero mas importante del mundo.
Ese azul domina en el puerto, pero se repite por doquier, por ejemplo en muchos de los marcos de las ventanas de las casas o de los hoteles, y en los ropajes que utilizan los locales. Ese blanco con azul que identifica a la ciudad de Essaouira inmediatamente nos recuerda a las casas de las islas griegas, igualmente pintadas a la cal.
Al fondo se ve la Puerta de la Marina
Además de las subastas de pescado, uno tiene la posibilidad de comer in situ una aceptable oferta de pescados y mariscos, que generalmente cocinan a la parrilla. Mirando con atención se ve como arreglan con maestría las redes utilizadas para pescar.
Todo está cerca en este paseo marítimo, en donde se encuentra un gran número de hoteles y restaurantes donde comer por apenas unos pocos Dirhams mas que de parado en el puerto, con un plato en nuestras manos y el té de menta apoyado en el piso, como a la espera de ser bebido.
Aunque Essaouira este contra el mar, y la pesca es una parte muy importante de su economía, el pescado resulta mas caro que en muchos países. De todos modos nadie debiera perder la oportunidad de comer algo salido del mar hace apenas unas horas, por ejemplo sus cangrejos gigantes.
Essaouira sigue construyendo en forma constante, y hace varias décadas, un numeroso grupo de reincidentes que cada año vuelven a sus costas. Es una ciudad muy diferente a otras en Marruecos, lo que es muy fácil de advertir cuando se mira su arquitectura, que mezcla lo Bereber con lo portugués y francés, y en donde es muy fácil caminar por las partes mas antiguas de la ciudad. Essaouira sabe que tiene algo distinto para ofrecer cuando en Marruecos, y no necesita copiar nada de las otras ciudades para ser atractiva.