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lunes, 12 de mayo de 2014

El templo de los 100.000 tesoros

Luang Prabang es "La Ciudad de los Mil Templos" y la riqueza de su arquitectura tradicional elaborada,  y los vestigios que dejaron los franceses de la época de Indochina, hicieron que la UNESCO declarara a todo Luang Prabang como Patrimonio Mundial de la Humanidad.

El espíritu de la ciudad es mucho mas relajado que el de cualquier otra urbe del Sudeste Asiático. Es silenciosa y apenas hay tráfico. La gente es muy calma, reflexiva, espiritual, religiosa y familiera.

En poco tiempo uno se convierte, como el resto, en un gran madrugador.

Cerca del río Nam Khong y del río Mekong, donde se concentran muchos de los edificios mas relevantes y emblemáticos de toda la bucólica ciudad de Luang Prabang, se encuentra este templo, que ha sido de los que mas me han gustado.
Vat Sensou kharam, también conocido como "El templo de los 100.000 tesoros" fue construido en el año 1714 con 100.000 piedras traídas del río Mekong. Esto sucedió durante el reinado de Kithasarat.

Este templo sobresale del resto por la rica ornamentación en oro de sus paredes, además fue el que mas me ha llegado. El que mas profundo calo en mi alma.

Fue completamente remodelado en 1957 con motivo de los festejos del 2.500 aniversario del nacimiento de Buda.

Los techos de los templos en esta parte de Asia están generalmente solapados en diferentes niveles (3, 5, 7 o 9) según la doctrina budista a la cual representan. El remate de los mismos en cada esquina imitan la forma de una llama de fuego (Chaw Faa), y es una influencia directa de la arquitectura Thai.
Este es el edificio mas importante de el complejo de Vat Sensoukharam (que también es conocido como Wat Sen).
Dentro del complejo hay una serie de edificios menores que cumplen diferentes funciones sociales y administrativas. Acompañan a los costados pequeñas filas de cuartos mínimos, en donde apenas entra una cama, que funcionan como viviendas para los muchos monjes que aquí habitan, y vienen a aprender sin mas que un taparrabos naranja y quizás algún libro con las enseñanzas del profeta.
Dentro de estos muchos templos, los pequeños futuros monjes budistas, reciben la educación pertinente acorde a la rama acorde a su religión. Los Vat o Wat funcionan como un centro de unión religiosa en donde suceden muchas cosas. La gente llega hasta Luang Prabang, una ciudad sumamente espiritual, para sanarse y dejar del otro lado del muro que rodea a estas construcciones, las costumbres del mundo ordinario. Vienen a profundizar sus creencias y aplicarlas en la vida diaria.


Los pequeños pabellones están siempre sobre dos escalones que representan el Monte Meru, una montaña mítica que es el centro del universo según las tradiciones budistas, que aunque difieren entre ellas, siempre veneran al lugar en donde reside el Dios Shivá.
Los Budistas Therevada (doctrina de los antiguos) son una de las 19 escuelas que surgieron tras la muerte de Buda. Son de los budistas mas ortodoxos, y piensan que no hay nada mas importante que la introspección para llegar al profundo auto conocimiento y al esperado estado de Nirvana, en donde logran reducir la materia y la energía para llegar a un estado de liberación total. Es un tanto complejo.

Los budistas Therevada celebran la luna llena del tercer mes del calendario lunar, dando tres vueltas a los templos con velas en sus manos que mas tarde dejarán en las pagodas creando una bonita iluminación festiva en un marco de silencio y respeto absoluto.
No es de los mas conocidos y recomendados de los muchos templos que hay para ver en Luang Prabang, pero sobre gustos, ya saben.

sábado, 31 de agosto de 2013

Luang Prabang, la perla de oriente

Volar desde Hanoi directamente a Luang Prabang sentado en un asiento verde loro de un pequeño avión de Lao Airlines  resultó una linda experiencia. La avioneta nunca tomo mayor altura por lo que pude ir disfrutando todo el viaje de verdísimas vistas aéreas solo interrumpidas por serpenteantes ríos. El vuelo fue corto pero la aerolínea logró sorprenderme gratamente por la calidad de su servicio y atención a bordo.

Estaba agotado. Necesitaba un lugar más tranquilo para poder recuperarme. Bah, quizás exagero pero de seguro quería esquivar por unos días el smog, las motos, los mendigos, ciertos olores.
Una vez fuera del aeropuerto tanteé como podía llegar a la ciudad. Las opciones resultaban mas caras que en otros países de Asia, pero seguía siendo barato en comparación a cualquier otro país del primer o ¨segundo¨mundo. El calor húmedo era sofocante.
En un moderno minibus Hyundai solo para mí pedí que me llevasen al área del río Mekong. No tenía reserva alguna pero sabía que quería tener a ese mítico río cerca.

No fue difícil encontrar un hotel. Reservé en uno muy bonito de arquitectura Francesa que daba justo frente al Mekong con una increíble vista desde un balcón privado, wi fi y no mucho mas. Desde una rajadura en la madera del piso de mi cuarto podía ver la recepción del hotel. Costaba una ganga, y del balcón de al lado colgaba una bandera comunista.
Enseguida me sentí atraído hacia la ciudad, así que no tardé en bajar para ver el anochecer y caminar hacia el colorido mercado nocturno. El Night Market, para muchos uno de los mejores mercados de Asia. Esto es sin dudas una exageración, pero es verdad que es bonito y se consiguen algunas rarezas entre tanto genero. Lo mejor es que el Laosiano (a diferencia del resto de los asiáticos) no te esta encima acosándote para que le compres algo. De hecho es un mercado muy silencioso. Si bien el mercado funciona en un rango horario establecido, cuando el vendedor se siente conforme (aquí son poco ambiciosos) levanta su puesto y se va.
El mercado se arma sobre la calle misma hasta convertirse en peatonal.

Hay otros mercados, y cerca, donde comer murciélagos, arañas, grillos, ardillas y demás exquisiteces de la cocina Laosiana.

Luang Prabang toda es Patrimonio UNESCO de la Humanidad. Es la "Ciudad de los mil templos" en el "pais del millón de elefantes". Destila magia por todos los rincones.

Laos es también el país mas bombardeado de la historia. Pero ese es otro cuento.


Los monjes salen todos los días a las 5 de la mañana a caminar por las calles juntando las limosnas que le dejan los habitantes. Estas consisten principalmente en arroz, aunque la gente pone también frutas y dulces, o cualquier cosa que quiera compartir.

Levantarse a las 5 de la mañana para ver la ofrenda a los monjes,  es algo que nadie deja de hacer cuando visita esta bella y bucólica ciudad del sudeste asiático.
Cada mañana bien temprano, como tiene que ser en Laos, bajaba a desayunar a mi lugar preferido justo arriba del río Mekong. Iba variando dia a dia con las múltiples opciones que me eran ofrecidas, pero siempre acompañado por altas dosis de frutas. Nunca comí mangos mas ricos ni ananas mas dulces, amén de otras riquísimas frutas tropicales muchas de las cuales conocí en ese viaje.
El café de Laos es reconocido  mundialmente como uno de los mejores. En las montañas del sur del país hay importantes plantaciones de café creciendo entre los 800 y 1300 msnm. Se cultivan las variedades Arábiga y Robusta. El café es vital para la economía de Laos.
Como los días terminan temprano en todo Laos, siempre me levantaba con mucho hambre, y como me la pasaba afuera no volvía a comer hasta la noche.


Realicé excursiones por el Río Mekong y recorrí en mi motocicleta todo cuanto pude. Salía siempre de ella, pero la ciudad me gusto desde el primer momento y también la recorrí a conciencia, visitando decenas de templos, perdiendome en los alrededores, comiendo, bebiendo y aprendiendo a cada paso.
Eran días de profundas reflexiones que a veces dolían en mi soledad.



Me gusto mucho el Palacio Real (Royal Palace o Ho Kham), tan diferente a cualquier otro en el mundo. El mobiliario, los regalos de los diferentes líderes del mundo y un fantástico cuarto lleno de decoraciones de animales, plantas y de gentes del pueblo laosiano, todo hecho de espejitos de colores, miles de pedacitos de espejos desde la pared hasta el techo. ¡Es bellísimo!

Los cuartos y el resto de las dependencias sorprenden por lo sencillo. Incluso el garage real donde se exponen media docena de autos. Los dos mas suntuosos son regalos de los Estados Unidos, hay un Land Cruiser de los 60, obsequio de los japoneses, etc. El garage del rey no es lo que uno puede presuponer.

Los jardínes amplios y cuidados. Me gusto mucho mas que la mayoría de sus templos, incluso el de Pho Si, al que ascendí luego de pagar la entrada subiendo sus 400 escalones. Por suerte la vista es fantástica y difícil de obtener desde otros lugares de la ciudad, pero el templo en sí, me pareció una cagada.

La misma opinión me mereció Pak Ou, o la cueva de los 1000 budas , aunque el paseo por el río Mekong si no es una aventura, es un deleite. Las vistas lo son.
El viaje en sí será incómodo y sufrido.

Dos días fui a un gran lugar llamado Big Brother Mouse donde enseñan Inglés y la práctica de la lectura. Aquí todos los días son recibidos los visitantes que quieran ayudar a que jóvenes y adultos aprendan el idioma.
No solamente es gratificante el poder ayudar económicamente (venden libros), si no que resulta una gran oportunidad para conocer las gentes y costumbres de este pueblo mediante la conversación.
Es muy ameno. La pase muy bien y reí a carcajadas con los risueños Laosianos. Es muy bueno como uno se esfuerza en explicar algún tema cuando este es personal.
A los adultos les cuesta mas, pero algunos niños parecen aprender muy rápido, y es grandioso ver como algunos toman los libros como verdaderos tesoros y se lo llevan con las dos manos a su pecho.
Recorriendo la provincia y observando a su gente pude aprender mucho acerca Laos, y como es la vida en este país comunista y sin litoral del sudeste asiático, que parece estar como dormido en el tiempo.

Laos es uno de los países mas pobres del mundo, pero en los últimos años estableció importantes relaciones bilaterales con el gobierno de China, que esta haciendo inversiones en infraestructura. Esto le permite a Laos ser un nexo entre China y sus vecinos mas poderosos, Tailandia y Vietnam.

La cosa no es fácil ni lo fue. Laos es uno de los países con mayor diversidad étnica de Asia. Los Lum (de las tierras bajas) son mayoría. Le siguen los Theung (de las tierras altas) y los Song de las montañas, pero hay mas de un centenar de etnias diferentes, cada una con sus costumbres, ritos y vestimentas particulares, además de un idioma propio. La gran mayoría de la población vive en áreas rurales. Lo que une a estas tribus es el budismo.
Un poco de historia como para comprender la idiosincracia de este país.

En el siglo XIV, el "Señor de la Guerra" y Príncipe, Fa Ngum, de la etnia Lao, se caso con la Princesa Jemer, de Angkor  fundo el reino de Lane Xang (El Reino del millón de elefantes).
En los tres siglos que le siguieron, el reino se vio involucrado en guerras con todos sus vecinos, principalmente con Burma (actual Myanmar) y Siam (actual Tailandia). Los Siameses anexaron a su reino todas las tierras que hoy conocemos como Laos, y la dividieron en tres principados que corresponden a lo que hoy son las ciudades mas importantes de Laos, es decir Luang Prabang, Champassak, y Vientiane, la actual capital del país.

Entre finales del SXIX y 1954 estuvo bajo dominio Francés, y lograron su libertad, pero esta duro poco. En 1964, Estados Unidos bombardeo sin descanso el norte del país en su guerra contra Vietnam, ya que muchos guerrilleros se escondían en Laos. Paralelamente financiaban al gobierno de Vientiane en su lucha contra los comunistas de Pathet Lao. La historia la conocemos. Los Yankis perdieron en Vietnam y su esfuerzo en Laos también fue inútil. Los comunistas estaban en su momento mas fuerte, y en esta región del mundo siguen gobernando en varios países.




Desde 1975 y hasta 1991 el país fue gobernado por Souphanouvong, un príncipe Laosiano hijo de madre plebeya. Souphanouvong, "El príncipe rojo",  tenía ideales comunistas y pro Vietnamitas. Antes había comandado a las guerrillas en sus luchas contra Francia. Se hizo del poder tras un golpe de estado contra la última monarquía del país.

Se perdieron mas tarde las relaciones con sus vecinos Tailandia, Vietnam y China.

Este es su monumento.


Los Laosianos viven en viviendas multi  familiares donde compartidas entre varias generaciones.
La hija mas pequeña de la familia nunca se casará ya que se espera que cuide de sus padres hasta que ellos mueran.

Las mujeres llevan la batuta. Son auténticos matriarcados, ya que los hombres pasan mucho tiempo fuera de las casas por el tiempo que les llevan los trabajos rurales o comerciales.

La cocina siempre esta del lado de afuera y es la comida la que junta a los familiares.
Los hombres tienen gran afición por la bebida. Por una en particular, el whisky de arroz (Lao-Lao), que pega como la puta madre y vale menos que la cerveza. Bebida difícil de soportar, especialmente al día siguiente.

La mayoría de las casas son pobres y están sin terminar o a medio hacer. A muchas les faltan techos o ventanas, pero siempre están ocupadas y hay lugar para todos. Es inusual que haya camas, siendo común que los colchones estén en el piso.
La arquitectura es difícil de adivinar, ya que las viviendas suelen ser construcciones espontáneas y se agrandan cuando tienen la posibilidad de hacerlo.


Hay gran cantidad de comerciantes en Laos. Todos venden algo.  Cada mañana reciben importaciones en su pequeño puerto. La mayoría provienen de China y de Vietnam. Mas tarde encontraremos todos estos artículos en los diferentes mercados de las ciudades. De calidad, poco y nada.

La serenidad que se encuentra en Laos es imposible imaginarla en los países vecinos. La vida acá es tranquila en serio. Nadie muere aquí por el stress, eso de seguro.

La gente es pura, simple y amigable. Su profundo vínculo con el budismo hace que el Laosiano tenga muy poco interés por los bienes materiales. Carece de ambición y le dan mas valor a lo que realmente importa, como la familia, los valores, el amor, el respeto por el otro y el culto a la amistad.
Hoy pueden verse obras viales que comunicarán mejor a las aisladas provincias de este país. Los Chinos están atrás de toda obra que involucra al estado. Aún hay mucho por hacer, pero algunas represas que están construyendo van a poner al pequeño país, algún día,  en el mapa de los grandes generadores de energía eléctrica.

Es hora de acabar con el comercio maderero que esta deforestando Laos y el mundo. De aquí salen muchas de las maderas mas caras del planeta.




Hay lugares que son para volver, y yo no veo la hora de estar nuevamente en Luang Prabang y enseñarle la ciudad a mi familia o amigos.
La gente es amigable y simpática. Se come muy bien (escribiré sobre su cocina en otro post), es baratísimo. Con decir que nunca pude sacar plata de los ATM y sobreviví muchos días con el efectivo que llevaba en mi bolsillo.

Luang Prabang es la capital cultural del país y es mucho mas inetersante que Vientiane, su capital política.
Caminar y perderse por sus calles coloniales es simplemente una delicia. Hacerlo en sus frondosos bosques es una sensación difícil de empardar.
Un destino para un reencuentro con uno mismo. Para algunos religioso, para otros culinario, los aventureros se sentirán a gusto, y los exploradores creerán ser los primeros.
Eso sí. Si te gusta el Rock n´Roll, acá no lo vas a encontrar. No existe UN solo lugar abierto por las noches. Ni para bailar, ni para tomar un trago. Los que busquen fiesta estarán a gusto en Vang Vieng, donde miles de adolescentes y jóvenes se dan cita cada año para emborracharse, fumar y comer hongos. Acá hay ruido y descontrol, y la posibilidad de hacer Tubing (flotar río abajo en una cámara de camión). El resto lo arruinaron los turistas, pero eso es otra historia.


Uno nunca sabe cuando volverá. El mundo se va haciendo cada vez mas grande para los que nos gusta viajar, pero tengo ganas de volver, y puedo decir que quede encantado con este pueblo. Un lugar auténtico, mágico y enigmático. Un paisaje de verdísimas montañas salpicadas de tanto en tanto por minúsculas aldeas y un río que lo es todo.



viernes, 26 de julio de 2013

El hilito de Tad Thong

Las indicaciones eran simples. Había que tomar la ruta que va hacia la capital Vientiane y en donde está el Mercado Chino, doblar. Me iba a dar cuenta por que esta enfrente del nuevo estadio que construyeron. Ahí nacería un camino que debía tomar. Perderse era, aparentemente imposible.

Al Mercado Chino lo encontré al rato (me di cuenta por el estadio). Baje a conocerlo. Es bastante grande y la mayor parte es cubierta. Al estar en las afueras, este mercado no es turístico para nada en comparación con el Night market o el Morning market. En los puestos venden frutas y verduras. También ropa muy fea y barata, tipo jeans con lentejuelas o cierres en la rodilla, o remeras de Hello Kitty y hasta una toalla con el escudo del Colo-Colo con la cual me tome una foto para mis amigos Chilenos. Afuera vendían herramientas y artículos de ferretería.

Subí nuevamente a la moto y tome el camino que me llevaría a las cascadas.
Tuve que preguntar a los locales en mas de una oportunidad por la ubicación de las mismas. La mayoría desconocía el nombre o no llegaba a hacerme entender.

Tras unas idas y vueltas me tope finalmente con el lugar.
Hay ciertos lugares y momentos donde no me importa nada estar perdido. Este era el caso.Además aca estaba a poco mas de media hora de Luang Prabang si es que no equivocaba mi camino de vuelta.

Fui pasando por aldeas de tímidos pobladores. Mas de una vez tuve que alejar desde la motocicleta gallinas con mis piernas.

De lejos ví este viejo puente. No se a donde irá.
Llegué a lo que supondría era la entrada al lugar. No había nadie. Parecía que el predio estaba cerrado. Como divisé una moto afuera de la casa del cuidador, llamé varias veces entre aplausos y gritos. Al final salió un tipo del norte de Laos a cobrarme la entrada y dejarme pasar.

Se veían otras instalaciones (confitería, baños, creo que hasta una pileta) pero me explico que estaban cerrados.

El hombre me acompaño a donde debía empezar mi ascendente recorrido. Deje la moto y me interne en el único sendero existente. Esta hecho de cemento para que la vegetación, que crece por minuto, no avance sobre el mismo.
Mientras subía por el sendero interno en completa soledad, iba mirando el débil salto como va bajando escalonado entre una muy densa vegetación, que apenas me permitía encontrar un claro como para sacar al menos una foto. Decepcionado me preguntaba si esta era la cascada o llegaría acaso después del esfuerzo de la caminata.

El sendero uno los va haciendo hacia arriba en zig-zag cruzando cada dos por tres los arroyos que se van generando en el camino.
Penetra muy poca luz por la cantidad de vegetación que crece en la zona. Además el sol se esconde atrás de los cerros a media tarde.

La caminata toma al menos 1 hora, y se transpira a chorros por la alta humedad que aquí reina.
Un error quizás no haber traído zapatos mas adecuados, es que el calor de aquí no es fácil de soportar. Ví montones de serpientes, escorpiones y arañas, pero estaba tan en armonía con la naturaleza que sabía que nada malo iba a ocurrirme. (Años mas tarde Un gran susto )
La cascada en sí me pareció una cagada. Un hilo de agua cayendo unos pocos metros hacia un arroyo angosto.
El entorno en cambio, me pareció espectacular. Uno se mete en la oscuridad por tan densa vegetación, y estando solo, como fue en mi caso, uno casi siente que esta descubriendo el lugar. Se ve que hace rato que nadie caminaba por ahí. Las telas de araña que cruzaban el sendero eran enormes. Tan blancas que cuando les sacaba una foto con flash, la luz rebotaba.

El lugar estuvo cerrado varios años, pero abrió nuevamente sus "puertas". A esta altura se merece un cartel con letras occidentales.


miércoles, 29 de mayo de 2013

El día que todo el aeropuerto me estaba esperando para volar

Cargué mi valija en el Tuk Tuk. Apenas entraba en el espacio guardado para las piernas. Miré hacia mi derecha y me despedí del Río Mekong prometiéndole un nuevo encuentro.
El conductor iba lento como todo en Laos. Yo no tenía apuro. Iba sentado de costado con un brazo por fuera, chocando el aire caliente, y separando con la otra mano la camisa limpia de mi pecho empapado.

Llegué al Aeropuerto de Luang Prabang (LPQ) 40 minutos antes de abordar. Tiempo mas que suficiente para un aeropuerto de esas dimensiones. Encontré algunos cajeros automáticos (ATM) e intenté hacerme de algunos millones de Kip para pagar mi pasaje. No lo conseguí. Me acerqué a ventanilla y me enteré que el vuelo del mediodía había salido a la mañana.

- "¿Pero como? ¿Para donde están volando hoy?"

La mala noticia, el calor húmedo y pesado, y el estar cargado como una mula (cosa que no hago nunca en mis viajes), me estaban poniendo de mal humor.

- "Sale un vuelo en 40 minutos a Vientiane"(VTE).
- "O.K., lo agarro", mientras pensaba para mis adentros que desde la capital tendría que ser más fácil abandonar el país.

Cuestión que saco unos Dólares, y me dicen que no los aceptan. Pelo mi tarjeta de crédito y la empleada de la única aerolinea que volaba ese día me informa que tampoco aceptan tarjeta de crédito.
Deben ser contados los aeropuertos internacionales que no aceptan tarjeta de crédito. ¿De que me estás hablando? No me digas que no aceptan tarjeta y yo no puedo sacar guita. De hecho en toda mi estancia en Laos sobreviví con el cash que llevaba encima, y nunca pude hacerme de mas.

Me dicen que hay un lugar en el centro donde me podían entregar los dos millones y medio que necesitaba para mi pasaje. Dejo mi pasaporte (error) para agilizar el papeleo, y mi enorme valija (error II). Salgo corriendo afuera del aeropuerto a emprender un ida y vuelta a la ciudad. Para colmo los Kip que me habían sobrado no alcanzaban ni para pagar un Tuk Tuk de vuelta a Luang Prabang, si es que hubiese tenido la oportunidad de tomar uno, ya que en el aeropuerto solo están estas taxi combis que valen varias veces más. Me subo una combi y le digo al tipo:
- "Vamos a tal lugar. Estoy apurado".

El tipo manejando en cuarta marcha a 35kms/hora.
- "Dale que no llego. Por favor maneja más rápido y te pago más, pero dale, pone un poco de esfuerzo y apura el tramite. Pisa un poco el acelerador".

Las calles pasaban lentas y tuve que putearlo. En Laos no se putea. No existe el malhumor y está muy mal visto. Me chupaba un huevo, y la mitad del otro.

Finalmente llegué corriendo a la casa esta que parecía una sucursal de Western Union. Tuve que colarme y correr gente de mi camino para que me atendieran rápido. Los locales me odiaban.Yo trataba de explicar que se me iba el avión, mientras ascendía la mano y hacía un poco convincente sonido motoro.
- "Nooooo. No me digas que necesitás el puto pasaporte para cambiarme unos Dólares".
La puta madre, yo soy pelotudo pero la mina de la aerolinea me podría haber avisado que en 'su' lugar iba a necesitar de mi pasaporte, para hacerme de un poco de cambio.
Lo puteo al empleado una vez que fracasé en mi intento de que me haga el favor. Salgo corriendo a la combi, ya pidiéndole desde afuera al tipo que la vaya arrancando.
Esta vez logré que vaya más rápido al aeropuerto pese a que la ruta era en subida.

Llegamos. Le dije que quede pronto para salir de nuevo a la ciudad. Busqué mi pasaporte no sin antes propiciarle un rosario de insultos a la pobre chica de la aerolinea que me decía que el avión estaba por despegar. La miré con mi mirada asesina. No se les ocurra.

De vuelta en la combi fuimos bajando como dos campeones mientras yo felicitaba al piloto cada vez que chillaban las gomas, casi perdiendo adherencia en las curvas.
Llegué al lugar de cambio. Nuevamente me colé y busque desde lejos la mirada del tipo que me había negado el cambio un rato antes. Los minutos pasaban. Mis oídos estaban atentos al sonido de los aviones. El reloj de la agencia acercaba peligrosamente el paso del tiempo. Tic-toc.Tic-toc.
Le puse el pasaporte en la mesa. Me cambió los Dólares y rajé por última vez a la combi, otra vez camino al aeropuerto.

Mas que tarde estaba. Diría que para aquel entonces llevaba unos 50 minutos de retraso. Estaba seguro de haber perdido el avión, pero lo íbamos a intentar hasta último momento.
Llegamos nuevamente en tiempo récord. Le di una buena propina por las varias carreras, las últimas llenas de adrenalina y velocidad.

Me bajo a la carrera. Toda la gente estaba en la única puerta del aeropuerto alentándome a correr aún más rápido. Parecía la meta del maratón que nunca corrí. La escena parecía suceder en cámara lenta, pero las gotas gruesas de sudor resbalaban mi cara a toda velocidad. Mientras entraba me pusieron el pasaje en el bolsillo de la camisa, y pagué justo ahí, en la mismísima puerta. Pregunté por mi valija, pero ya estaba arriba del avión.
Sonreí de lejos a la empleada de Lao Airlines, mientras el piloto, de visible malhumor, me tomaba del brazo y me empujaba con fuerza hacia el avión.

Subí a bordo. La gente hablaba de mí. No les entendía pero sentía su mirada de desaprobación . Sorry por el retraso, muchachos. No saben lo que me paso.

Completamente empapado en sudor y sin saber si me habían puesto  algo en la valija, partí hacia el Aeropuerto Internacional de Wattay, en Vientiane. Lo había conseguido.

viernes, 3 de mayo de 2013

Las cascadas de Tat Kuang Si

Saque con la mano el agua sobre el  asiento de mi moto, y parti hacia las Cascadas de Kuang Si, a solo 30 kms de distancia de Luang Prabang. Resultaron muchos mas.

Al cabo de unos días uno termina levantándose muy temprano en la capital espiritual de Laos y apenas después del alba me encontraba en movimiento, como el resto de la gente.

Estaba feliz. Viajando solo por Asia, en una moto, por los caminos  para mi desconocidos de Laos. Iba cruzando sierras por laderas selváticas y pequeñas aldeas que se iban presentando cada tanto.

El camino a las cascadas comienza asfaltado, sigue ancho y de ripio para terminar siendo de tierra.
Soy distraído pero no está bien señalizado. Me perdí en más de una oportunidad. Los locales que nos vamos cruzando no siempre tienen idea de la ubicación de las cascadas. No tenía ningún apuro. Disfrutaba a tope de estos desvíos involuntarios que además me servían para no llegar tan temprano.

En el camino me había cruzado a un Alemán en bicicleta. Era en una de las tantas cuestas que tiene el recorrido. Quise engancharlo con la moto, pero rehusó mi ayuda. Una gorda vena casi salía de su frente enrojecida. Que esfuerzo hacía.

Finalmente llegue al parque y tras abonar mi entrada me dispuse a recorrer el lugar.
Eramos muy pocos. Todos Laosianos menos yo.

Que lugar maravilloso!
Hay varios piletones de agua turquesa que van bajando entre las rocas blancas de piedra caliza y todo esto rodeado por un bosque tropical de mil verdes distintos. Esta lleno de flores y las mariposas vuelan de a montones.

Soy friolento pero tenía que meterme al agua. Quería disfrutar de este entorno, uno de los más lindos que jamás vi.
Para el momento en el que me puse el traje de baño ya tenía frío pero me metí casi de golpe. El piso lastimaba un poco y obligaba a nadar. Salí a ponerme unas ojotas, y volví al agua.
Cada vez que sacaba los hombros empezaba a temblar, por lo que me mantuve semi sumergido todo el tiempo que pude.

Para cuando salí estaban llegando los primeros grupos. Entre los presentes estaba Karl, el Alemán que venía subiendo en bicicleta. Me presenté y decidimos hacer el recorrido juntos con Nadine,una Francesa que se nos sumo.

Aqui dentro hay un centro de cuidado y recuperación para los osos Malayos. Estos son los osos mas chicos de todos los existentes en el mundo. Miden poco mas de un metro de altura y su peso ronda los 40 kgs.
Resulta que en gran parte del continente asiático, estos osos salvajes negros son capturados para sacarle su preciada Billis que luego usan y venden como tónico.

Los osos que viven aquí bajo la tutela de la fundación han sido recuperados de cazadores furtivos y lamentablemente no pueden ser devueltos a la naturaleza por el daño que se les ha ocasionado.





Decidimos hacer un poco de trekking hacia la parte mas alta de la cascada.
El camino era sumamente patinoso. Debíamos continuamente ayudarnos entre nosotros y tomarnos de raises o lianas. Así y todo íbamos cayendo al piso de a uno.

Mas gente se sumaba al convoy. Una obstinada señora de Corea quería llegar a lo alto también.
El calor ya era abrumador y nos sobre volaban nubes de bichos. Estábamos todos embarrados y mojados y solo seguíamos subiendo. Pobre Coreana mas de una vez quedó en indecentes posiciones tratando de lograrlo.
Ya estábamos llegando, solo quedaba por cruzar un sector en el que el agua nos llegaba a las rodillas. El piso pinchaba a veces y por momentos era cenagoso.
Todos haciendo equilibrio y con los zapatos en una mano, todo con máximo cuidado pues la caída al vacío estaba ahí nomás a nuestro lado izquierdo.

El entorno es privilegiado y la vista magistral. Me alegra haber hecho el esfuerzo de subir hasta aquí.
La naturaleza manifiesta a pleno, y una foto mientras me recupero antes de bajar

Para cuando bajamos, el lugar ya estaba lleno de grupos de jóvenes ruidosos saltando al agua desde las lianas. Nos quedamos mirando la nueva fauna mientras comíamos alguna fruta.

Seguí mi camino hacia ninguna parte. Estaba donde quería estar.

Esa noche  comeríamos comida Coreana. Elegimos compartir un enorme Shabu-Shabu*


* El Shabu-Shabu es un plato típico de origen Japonés, en el que cada comensal mete trozos de carne, verdura, tofu, o lo que sea, en una olla con caldo y algas hirviendo que sitúan en el centro de la mesa.