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domingo, 24 de junio de 2018

Recorrido lacustre por el Delta de Okavango

El Delta de Okavango (tambien Okovango o Kavango) era uno de los platos fuertes cuando en Botswana. Este lugar, considerado como una de las 7 Maravillas Naturales de África, no podía fallar. El Delta de Okavango tiene una gran cantidad de fauna mayor estimada en 200.000 ejemplares, se pueden divisar los Big 5, y con un poco de suerte ver en acción a la única población de leones nadadores en el mundo.
Tras un reparador descanso en el Nata Lodge de la ciudad homónima salimos sin apuro hacia la ciudad de Maun. En una ruta en muy buen estado nos paró la policía por exceso de velocidad. Era verdad. Había carteles alertando de una velocidad máxima de 80 (por estar circulando en áreas protegidas) y veníamos a casi 120 kilómetros por hora. Nos muestran las cámaras y una lista que según el exceso tenía su coste en Pulas, la mondeda local. Habíamos vuelto a ingresar a Botswana tras unos días en Zimbabwe y en Zambia y no habíamos hecho tiempo para hacernos de metálico. Pudimos llegar a tiempo para tomar un paseo en lancha por algunos brazos de este gran delta.
El Delta de Okavango es una gran masa de agua de mas de 2 millones de hectáreas. Es agua del río Okavango que en estas tierras super planas encuentran lugar para asentarse allí donde casi se besan con el Desierto del Kalahari. No es un verdadero delta, pero a diferencia de otros que sí lo son, el de Okavango no desemboca en el mar, como suele suceder. Es un río que olvidó su camino al mar.

Hay al menos dos maneras de recorrer esta gigante superficie. Las más comunes son por aire o por agua. Nuestra idea inicial era hacer el recorrido en un vuelo escénico. Hay varias compañías trabajando en la zona pero no conseguimos lugar en ninguna y tuvimos que conformarnos con un paseo en lancha ofrecido por el Island Safari Lodge, nuestro hotel en aquella oportunidad.
Aún no estaba todo perdido. Un paseo lacustre también es bonito y puede ser otra forma de ver y acercarse a la fauna.
El capitán de la embarcación era un "Don Juan" y a cada mujer de la lancha le regaló un collar que hizo ahí mismo con flores tomadas del delta. Terminada su coquetería dimos inicio al recorrido por algunos de los muchos brazos de esta gran masa de agua.
Al rato el capitán de la embarcación y guía de turno nos alerta sobre una pareja de pájaros posando entre las ramas internas de un árbol frondoso en segunda línea y a unos 300 metros de donde nos encontrábamos. Costó encontrarlos, pero nosotros queríamos ver algún mamifero. Minutos después identificaba un solitario ave endémico en estas latitudes.
El recorrido siguió observando aves a diestra y siniestra. A esta altura nuestras esperanzas de ver fauna mayor se habían caído por la borda, así que aprovechando que entre los pasajeros se encontraba un experto en aves, nos dedicamos a escuchar y aprender sobre el comportamiento de algunos de los ejemplares locales.
El pasajero había viajado exclusivamente para hacer Birdwatching para una revista especializada y estaba dotado de mucha información y con una de esas máquinas de fotos de grandes tele objetivos que ya a la distancia se ven serios y profesionales.
Nuestro recorrido cobraba mayor interés cuando nos sumábamos al juego e identificábamos algún ejemplar difícil de ver, o aprendíamos de alguna conducta inusual por parte de las aves. Pese a no haber visto animales en esta suerte de Safari fotográfico, fue un plácido recorrido como (casi) siempre lo es el estar en contacto con la naturaleza. Claro que un lugar de la magnitud del Delta de Okavango merece dedicarle un poco más de tiempo del que teníamos nosotros en esta oportunidad

sábado, 28 de abril de 2018

Para muestra sobra un botón

La salida de Zimbabwe fue un tanto inesperada. Nuestros amigos habían salido a la mañana, cada uno con diferentes opciones de alojamiento en diferentes puntos del camino. No los veríamos esa noche. Cuando salimos del hotel tras nuestra visita a Livingstone sólo había que desandar unos 12 kilómetros hacia la misma frontera por donde habíamos ingresado a Zimbabwe. En un momento miro la pantala del GPS y este marcaba que me había pasado 2 o 3 kilómetros. No recordaba ese detalle, pero pegué la vuelta y me dirigí hacia donde marcaba mi instrumento de geo posicionamiento satelital. Al llegar al punto donde debía doblar,  nuevas ordenes que marcaban un triángulo en la pantalla con retorno al mismo punto en donde nos encontrábamos.
Podría haber seguido mis huellas, pero tras analizar el mapa vi que podría llegar a otro puesto de frontera cruzando el Zambezi National Park y conocer de esa manera algo mas de Zimbabwe.
Estábamos solos, bastante apurados, y todo a nuestro alrededor estaba quemado por un reciente fuego. No cruzamos un solo auto en un centenar y medio de kilómetros hasta el puesto fronterizo, y cuando finalmente llegamos no había un alma allí. Ya olfateaba que nos iba a salir caro.

Dejé la camioneta prolijamente estacionada y nos anunciamos en el interior del puesto. A los 5 minutos aparece un agente de la ley que quería revisar la camioneta así que hasta allá fuimos. Como no encontró nada fuera de lugar y miraba nuestra heladera le regalamos las bebidas que teníamos y volvimos al interior del puesto migratorio a esperar a que llegue quien nos selle los pasaportes. Un trámite sencillo en la mayoría de las fronteras del mundo, pero en Zimbabwe, tratar con el turista es una oportunidad de sacarle plata y no la van a desaprovechar. Primero se agarrarron de que
supuestamente no teníamos el seguro que hay que pagar para circular por Zimbabwe. Habíamos pagado USD 120 para ese permiso, además del costo de la visa. Discusión ya que sin ese permiso no hubiéramos podido siquiera ingresar al país. Ya sabía que lo único que querían era mi dinero y ya estaba con las bolas al plato de la policía de Zimbabwe.
Cuando estaba por pegar la vuelta y regresar a Victoria Falls para retomar el camino original los policías se apuran y me sellan el pasaporte. Técnicamente estábamos fuera de Zimbabwe y me hicieron saber que las reglas la ponían ellos. Extorsiones de este tipo son las que hacen que el turismo vaya desapareciendo, perdiendo Zimbabwe una fuente importante de ingresos.

Mascando rabia subimos a la camioneta y una vez dentro los policías no me abrían la barrera. Tenía ganas de tocar bocina para preguntar que es lo que pasaba, pero decidí bajar a preguntar y no me sorprendí con la respuesta del agente: " We want money".
Un asco lo corrupto de la gente de Mugabe. Tuve que sacar nuevamente unos billetes de Dólar y me prometí no volver a Zimbabwe por un tiempo (*).

A los pocos metros nos esperaba la frontera de Botswana. Allí fuimos recibidos por una alegre señora que oficiaba de anfitriona de su país y estaba contenta de tenernos en su tierra. Nos regaló folletos varios y nos hizo una visa por un período más largo del que necesitábamos por si teníamos algún problema en el camino o quisiéramos pasar mas tiempo en el país.
Ingresar a Botswana fue un alivio. En nuestro camino a la ciudad de Nata vimos cientos de elefantes en las rutas, y al llegar al lodge nos encontramos con un amigo y comimos rico bebiendo cerveza.

(*)Al poco tiempo de terminar este periplo africano muere Robert Mugabe, militar y presidente de Zimbabwe entre 1980 y 2017. Tenía 93 años y fue el presidente mas longevo del mundo y uno de los mas corruptos de la historia. Tras su paso, Zimbabwe quedó en la ruina.

martes, 30 de enero de 2018

Paseo en barco por el río Chobe de Botswana

El Parque Nacional Chobe es la tercer reserva en tamaño de Botswana, y una de las mas especiales de África. Se encuentra dentro de los límites del Desierto del Kalahari, en el norte del país.
Gracias a la gran vegetación y al agua siempre presente en el área, Chobe National Park resulta ser un verdadero santuario para los cientos de miles de animales que aquí habitan.
La mejor manera de recorrer el lugar es contratando un paseo lacustre, y casi llegamos tarde a nuestra reserva tras un considerable retraso en la frontera.
Día 14:
Aunque podíamos dormir un poco mas, nuestro reloj biológico nos despertó a las seis de la mañana como venía sucediendo la mayor parte de los días. Estabamos en Katima Mulillo (Franja de Caprivi- Namibia) en un hotel sobre las costas del río Zambezi mirando las costas de la vecina Zambia. Sólo quedaba esperar a la gente de ASCO, la compañía a la cual le habíamos alquilado las camionetas. La mía tenía la homocinética rota, y no podía continuar. A las 9 en punto estaba firmando los nuevos papeles, y poco mas tarde llenando los tanques de combustible de las dos camionetas antes de alcanzar a mis amigos en la ruta. Nos separaban 120 kilómetros de la frontera con Botswana.
El grupo había dormido en varios hoteles, pero pronto y sin problemas llegamos al puesto fronterizo de Wenela/Sesheke. La salida de Namibia fue rápida, y la de Botswana demandaría un poco mas de tiempo por el tema del pago de los visados, sin embargo pasaron casi dos horas hasta que descubrimos que uno de nuestros nombres figuraba en la lista de personas buscadas por INTERPOL.
El problema es que uno de nuestros amigos, que no se llama Juan Pérez, pero casi, tenía un tocayo que por suerte era de otro lugar y con diferentes rasgos. Lo que hizo lento el trámite fue que el puesto de Sesheke tenía que triangular la información con Gabarone (la capital de Botswana), para desde ahí chequearla con las oficinas de Buenos Aires, donde se había expedido el pasaporte.
Una vez aclarado el problema proseguimos camino por una buena ruta. Con un mensaje de texto pudimos ganar algo de tiempo pidiendo por adelantado el almuerzo en el Chobe Safari Lodge, desde donde saldría nuestro barco. Aún quedaba algo en las bandejas.

Tras unas fotocopias a nuestros pasaoportes pudimos dar comienzo a esta nueva aventura en el Chobe National Park, una de las joyas mas bonitas de la corona de Botswana.
El Chobe National Park tiene casi 11.000 kilómetros cuadrados. Es el parque nacional mas antiguo de Botswana y también el de mayor biodiversidad. La mejor manera de recorrer el área es a bordo de alguna de las embarcaciones (hay barcos, cruceros, lanchas) que van acercándote a los diferentes brazos del río Chobe, un curso de agua que viene bajando desde Angola hasta encontrar aquí sus aguas mas tranquilas. La presencia de agua durante todo el año hace que se de una muy buena concentración de animales, entre las que (dicen) no faltan los Big 5.
Desde el minuto uno veíamos animales a diestra y siniestra. Los capitanes de los barcos van adentrando los diferentes brazos del río Chobe y se acercan a ellos  para que la contemplación sea mayor. Inolvidable momento viendo a los elefantes nadar, copular y jugar en las aguas del río.
Un espectáculo fantástico de la naturaleza que hipopótamos y cocodrilos también parecían disfrutar. El Chobe National Park está considerado como uno de los mejores safaris del mundo por la altísima concentración de elefantes, unos 120.000 si es que se visita durante el invierno, o época seca (mayo a octubre), como lo hicimos nosotros. En este período no hay agua por doquier, si no en ciertos sectores del parque, y es ahí a donde van con toda lógica los animales.
En el recorrido lacustre por los diferentes brazos del río Chobe se dan una serie de paisajes y ninguno defrauda. Los animales están siempre cerca y acostumbrados al asombro de los pasajeros. Existen embarcaciones de todo tamaño para hacerlo a gusto.
El de Chobe en barco es sin duda un tipo de safari diferente en donde hay tiempo para el relax (¿quizás un Gin & Tonic o dos?) y la fotografía mientras se avanza en forma silenciosa por las aguas del río. También ofrecen paseos nocturnos.
En lo particular me encanta ver manadas de elefantes en su hábitat, que son el grupo mas numeroso de mamíferos dentro de Chobe. También hay muchos Búfalos del Cabo, jirafas, antílopes de varios tipos, hienas, chacales, cebras, hipopótamos, monos, roedores, leones y rinocerontes, aunque a estos dos últimos no los pudimos ver.
En un momento del recorrido pasamos por el Canal de Savuti, donde hay cientos de árboles muertos por el irregular crecimiento de las aguas de río Chobe. Este sector suele ser un preferido para los amantes de los leones. Yo soy uno y me hubiera encantado poder ver al rey de la selva, pero el mas bello de los animales no se mostraba aún.

En Chobe NP hay registradas 450 especies de aves, lo que hace de este lugar un paraíso para Birdwatchers. Los aves tienen un reino en Botswana, pero de este capítulo me encargaré mas tarde.
El paseo terminaba con un gran atardecer y con rostros de satisfacción entre todos los presentes. Lo habíamos pasado fenomenal. El Parque Nacional Chobe es único y se entiende por que es uno de los mas famosos de África.

Teníamos posibilidad de hacer otro paseo nocturno en bote, pero preferimos ir a buscar un poco de tiempo en solitario, pero lamentablemente el Hotel Big 5 no estaba a la altura de las expectativas, lo que nos lleva a concluir que a veces una buena ubicación no lo es todo. Empezamos nuestra experiencia con un recargo en el precio pactado. Mas tarde comimos Impala. Estaba rico.
Los ruidos de cientos de camiones se oían constantemente por las ventanas sin vidrio del baño, que además es un asco, en una noche de 10 grados.
Busquen otro lugar, que hay decenas, por que Chobe lo vale.