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domingo, 4 de octubre de 2020

La Mina de Incahuasi

Las Minas de Incahuasi están  rodeadas de varios volcanes  extintos a poco más de 4.000 m.s.n.m. en el límite septentrional de la provincia de Catamarca, en Argentina. Más precisamente se encuentran a los pies del S.O. del Salar del Hombre Muerto en un área muy remota, que hoy cobra cierta fama por estar dentro del codiciado "Triángulo del Litio" que se extiende hasta el "Salar de Uyuni" en Bolivia y el "Salar de Atacama", en dónde aparentemente se concentra el 85% del litio del planeta.

Unos días antes de la primavera de 2019 organicé un viaje junto a mi madre y una amiga por la provincia de Catamarca, una de mis tres preferidas de Argentina. Claro está que no podía quedar exento un recorrido por algunos de los paisajes más lindos de la Puna argentina. Aprovechando que salíamos de Antofagasta de la Sierra hasta Tolar Grande (paisajes espectaculares que van cambiando notablemente con el correr de los kilómetros), en la vecina provincia de Salta, encontré una nueva oportunidad para recorrer este sitio sin apuro, aunque tampoco con tanto relajo pues, días antes había caído una nevada que podría dificultar nuestros planes originales. De hecho tuvimos que recalcular algunas etapas por fuertes "Vientos Blancos". Cosas de la Puna.
Las Minas de Incahuasi ("Casa del Inca" en Quechua) fueron explotadas originalmente por los Incas, sin embargo años más tarde llegaron los españoles y tras algunas décadas lo hicieron los seguidores de la Orden de San Ignacio de Loyola. Ha de haber supuesto un enorme esfuerzo para los Jesuitas el establecerse en esta región tan aislada de la Puna en dónde el agua más cercana se encuentra a poco más de 4 kilómetros de distancia, en la "Vega de Agua Salada", en dónde existió un segundo y más pequeño núcleo poblacional de las Minas de Incahuasi.
Dentro de los restos de esta antigua explotación minera, hoy podemos encontrar los indicios de al menos 31 complejos arquitectónicos en dónde existen vestigios de una iglesia con campanario, también de algunos corrales para animales, un número de almacenes para guardar los laminados de oro y al menos 70 habitaciones, la mayor parte de ellas, para uso comunitario.
Antiguamente esta mina llevaba el nombre de "Nuestra Señora de Loreto de Incahuasi". Los únicos documentos que dan fe de este momento corresponden a 1766, un año antes de la expulsión de los Jesuitas de América, por orden de Carlos III, rey de España. Esos documentos enseñan que la explotación de las Minas de Incahuasi respondían a las órdenes del Corregimiento de Atacama, al otro lado de la Cordillera de los Andes, y en lo que actualmente es Chile. De hecho, para gran parte de la construcción de las minas se valieron de la ayuda de los Atacameños.
En el año 1775 los españoles que explotaban las Minas de Incahuasi tuvieron un conflicto con los trabajadores nativos, quienes abandonaron las instalaciones de la mina ante temores de represalia
Aunque no eran muy afectos a este tipo de trabajo duro, especialmente en estas latitudes dónde nada se hace sin un considerable esfuerzo físico, los españoles agregaron algunas construcciones de adobe a la estructura original de la mina de oro.
No había agua cerca y los alimentos, la mayor parte de las veces llegaban desde varios valles lejanos, desde la provincia de Tucumán.
Hasta 1933 la explotación de las Minas de Incahuasi continuaron de forma esporádica durante las dos décadas siguientes. En 1954 llega al lugar una nueva empresa con ánimos de exploración. Se trata de la Compañía Minera Incahuasi quien permanece explotando las minas durante algunos años antes de perder interés por este sitio apenas accesible. El precio del oro no amerita el esfuerzo.
Las Minas de Incahuasi estuvieron abandonadas varias décadas hasta despertar el interés de nuevos inversores. Esta vez no se dedicarían a la extracción de oro, como se vino haciendo aquí durante siglos, sino que algunos grupos inversores comenzarían a prestar atención a la nueva y fuerte demanda del Litio, conformándose en 2017 la Argentinia Lithium & Energy Corporation (Grosso Group de Canadá), que tiene el 100% de los derechos de explotación sobre las más de 23.000 hectáreas del Salar del Hombre Muerto, en dónde también existen cantidades considerables de Potasio.
Lo mejor de este recorrido sin duda serán los espectaculares y cambiantes paisajes que nos regala el recorrido por la Ruta Provincial 43 en su recorrido entre las localidades de Antofagasta de la Sierra en Catamarca y el poblado de Tolar Grande en la provincia de Salta.
Las Minas de Incahuasi (Monumento Histórico Nacional) siempre será una interesante parada para los buscadores de gemas ocultas de paisajes remotos.

En esta ocasión encontramos la ruta tapada por nieve, pese a la época del año. Los desvíos obligaron a tomar algunos riesgos no recomendados para aquellos que se aventuren solos en estas remotas tierras de la Puna de Catamarca. Lo mejor siempre por aquí es ir acompañado al menos por un segundo vehículo.
Con tres o cuatros desvíos a campo traviesa que alargaron dos horas nuestro recorrido, pudimos finalmente llegar a salvo a la localidad de Tolar Grande, que supo tener un ramal de tren, el C-14 del Ferrocarril General Belgrano que comunicaba esta pequeña población con en importante puerto de Antofagasta en Chile a través del Paso Socompa a 3.876 m.s.n.m.


lunes, 23 de mayo de 2016

Minas de Sal de Wieliczka

Las Minas de sal de Wieliczka, en las cercanías de Cracovia, forman parte de los primeros sitios en ser declarados Patrimonio de la Humanidad en 1978, y no es para menos, pues se trata de un lugar espectacular que cada año es visitado por mas de 800.000 personas.
Salimos desde Cracovia a media mañana y una hora mas tarde ya habíamos recorrido el pequeño poblado y estábamos estacionando nuestro auto alquilado y prontos a comenzar el recorrido por las entrañas de la "La Catedral Subterránea de la sal de Polonia", como también se conoce a las minas.
Pagamos un poco menos de €20 la entrada (+ un pequeño recargo para poder sacar fotos o filmar). No se nos ocurrió en ese momento, pero lo lógico sería juntarse con algún otro ahí adentro antes de adquirir las entradas, pues los costes bajan considerablemente para grupos de mas de 4.

Esperamos unos 15 minutos, lo que es poco para un sitio tan visitando como este, y mas que cuando se llega sin reservas.
Se ofrecen guías (obligatorios) en varios idiomas. Tomamos una excursión en inglés, que era la siguiente en salir, pero si no dominan otros idiomas tendrán que esperar el momento acorde para realizar la visita, o sacar los turnos de ante mano por internet e ir en el horario acorde a la salida en tu idioma de preferencia.
Tras pasar una angosta puerta de la Pozo Histórico de Danilowicz, bajamos por una de las 700 escaleras durante unos cuantos minutos. Si mal no recuerdo hasta los 327 metros de profundidad.
Siempre es un tanto incómodo no poder bajar unas escaleras a tu propio ritmo y mas cuando alguien te hace sentir el calor de su respiración en tu nuca por nada menos que 50 pisos.
(Hay ascensor y un sector adaptado a personas con movilidad reducida).
Finalmente llegamos a la primera de las galerías. Había leído que algunas personas habían sufrido claustrofobia en este lugar. Las paredes del pasillo están forradas en madera y son mucho mas altas que la de otras minas que tuve la oportunidad de conocer. En (casi) ningún momento se siente una sensación incómoda de encierro. Muchos de estos pasillos están pintados de blanco, de modo de reflejar mas la poca luz y ayudar también a prevenir incendios.

La temperatura se mantiene estable entre 14º y 17ºc durante todo el año, por lo que son frescas en verano y cálidas durante el invierno, momento de mi visita.
Monumento a Nicolás Copérnico
Las Minas de Wieliczka (Kopalnia soli Wieliczka) tienen 15 millones de años de antigüedad y vienen explotándose casi sin interrupción desde el siglo XIII. Son una de las minas de sal mas viejas (de hecho la mas antigua del mundo -Bochnia- se encuentra en las cercanías). Esta mina de sal tiene mas de 300 kilómetros de galerías subterráneas, historias de Nazis y leyendas de princesas.
Las Minas de Wieliczka guardan una historia que permanece muy cerca del corazón de los polacos.
Había una vez una princesa muy bonita y bien educada, hija del rey Bela IV, gran artífice de la reconstrucción de Hungría, tal como comenté alguna vez en El Alma de Buda . Su nombre era Kinga o Cunegunda (en español). A los 15 años fue obligada a casarse con Boleslao V, un Gran Duque de Polonia. La leyenda dice que la Princesa Kinga, no contenta con este hecho arroja su anillo de matrimonio a lo mas profundo de unas minas de Hungría, y este milagrosamente es encontrado por su marido tiempo mas tarde, quien le vuelve a pedir la mano, esta vez de manera privada y en las profundidades de esta misma mina.

La princesa Kinga era hermana de Santa Margarita de Hungría (canonizada por Pío XII) y sobrina de Santa Isabel de Hungría. Desde niña fue afecta a la vida religiosa, tal como era de suponer con esa cuna. Se dice que que Kinga y su marido nunca consumaron el coito. La historia confirma que Boleslao tambien era un profundo creyente, razón por la cual a él se lo conoce como Boleslao "El Casto". Apenas muere su marido, la Princesa Kinga funda un monasterio que dedica a Santa Clara en donde pasa el resto de su vida, y es el lugar de su morada final.

En 1690 Kinga fue beatificada por el Papa Alejandro VIII y canonizada como Santa Kinga por el Papa Juan Pablo II en 1999.
Desde hace siglos es venerada tanto en Polonia como en Hungría.
Durante los 3.5 kilómetros (mínimo) por lo que se extiende el recorrido, la guía va haciendo paradas en varias oportunidades para explicarnos detalles de las Minas de Wieliczka.
En la foto superior se apagan las luces de la cámara subterránea para ver la recreación de como los obreros mineros hacían explosiones controladas para ir ganando profundidad en la explotación.
Mientras vamos cruzando alguna de las 19 galerías con que cuenta este sector de la mina vemos a nuestros lados varios dioramas (maquetas de muñecos o esculturas) que recrean las condiciones laborales de los primeros tiempos en las minas. Incluso se ve por ahí algún enano que inmediatamente me recordaba a La capital de los duendes , y que según cuentan por aquí, estaban para alertar a los trabajadores ante situaciones de peligro.
La explotación de la sal era un derecho solo para monarcas, privilegio del cual gozaron todos los reyes de una Polonia que recién estaba naciendo y que pretendía estar mas cerca de la Europa Occidental. Fue gracias a la sal que Polonia pudo consolidarse como una nación cristiana.
En la cámara Casimiro "El Grande", el querido rey y responsable de regular el deseado mercado de la sal, trabajaban los caballos. Si descendían hasta las entrañas de la mina, sería para no volver a salir.
La fuerza de los caballos era utilizada para mover las pesadas roldanas que subían o bajaban a los trabajadores, las herramientas y otros caballos. Sólo en 2002 dejaron de bajar pingos.
Se sabe que al aire que rodea a la sal suele ser sano por lo que tanto los caballos como los trabajadores de la mina vivieron mas tiempo que sus coterráneos del exterior.
La forma en la que tienen organizado el recorrido por las Minas de Wieliczka y la presentación de los diferentes sitios en donde se van haciendo paradas es "para sacarse el sombrero". En ningún momento se hace denso o aburrido, y eso que el recorrido lleva varias horas.
Este es el que llaman "La Ruta Turística", la que ya fue visitada por mas de 40 millones de personas desde que abriera sus puertas. Sin lugar a dudas es uno de los sitios mas relevantes de Polonia y uno de los imprescindibles que nadie debiera perderse si es que llegó hasta Cracovia.

Para quienes quieran involucrarse mas con las tareas mineras también se ofrece otra ruta en la que vestidos como mineros y con linterna a la cabeza se trabaja algunas horas bajo tierra bajo la estricta supervisión de los expertos.
El interior de las Minas de Wieliczka sirvió desde tempranos tiempos como un lugar en donde los trabajadores pudieron expresar su religiosidad. Hay varios recintos donde cada mañana se hacían misas antes de comenzar la jornada laboral, como la Capilla San Antonio (la mas antigua), la Capilla de San Juan (con su interior de madera), la Capilla de Santa Cruz, o la Capilla de Juan Pablo II, quien vino a las minas en varias oportunidades.
Capilla de Santa Kinga
Sin embargo la que sorprende y fascina es la Capilla de Santa Kinga, Patrona de los Mineros y orgullo de quienes participaron de su construcción con el correr de los años. Es la joya de Wieliczka, y por supuesto la capilla de mayor tamaño (40 x 15 metros) capaz de albergar a casi 500 personas para una misa o 400 para una obra de teatro con una de las mejores acústicas de Europa.
Esta obra maestra escarbada en las rocas, a 101 metros de profundidad hacen de Santa Kinga la iglesia subterránea mas grande del mundo.
Altar con la escultura de Santa Kinga
Además del altar, el púlpito y varias estatuas (todo hecho de sal, claro) hay varios bajo relieves del Nuevo Testamento que han sido agregados a lo largo de las paredes del templo por los hermanos Tomasz y Jósef Markowski, unos escultores locales.
Con una altura de 12 metros, y con todo a nuestro alrededor hecho de sal (incluso los fantásticos candelabros), la Capilla de Santa Kinga deslumbra por su belleza. Es uno de esos lugares en donde uno quisiera pasar un rato a solas, pero después llegaron hordas de turistas que me devolvieron a la realidad.
"La Última Cena"
Solo queda pegar las narices a las paredes para apreciar los detalles esculpidos en la roca a partir del siglo XIX. Años mas tarde fue Antoni Wyrodek , un escultor minero auto didacta, quien continuó con la obra de los hermanos Markowski. Hay varios bajo relieve ejecutados con maestría sobre la roca, entre los que destaca "La Última Cena" de Leonardo Da Vinci (ver la profundidad).

Otro sitio impresionante de las Minas de Wieliczka es la cámara Michalowice de 35 metros de altura y capacidad para mas de 100 personas. Este depósito de sal enorme que se encuentra a 109 metros de profundidad fue explotado durante mas de 100 años seguidos entre los siglos XVII y XVIII.

Durante el siglo XX hubo peligro de derrumbe por lo que se empleó esta funcional estructura de madera en la que no se emplearon máquinas. Cada tronco fue puesto de a uno en su respectivo lugar.
La Mina de Wieliczka recibió a través de los años la visita de varios personajes ilustres de nuestra historia, como Johann Goethe, Copérnico, Humboldt, Frederic Chopin, varios reyes y presidentes. Muchas de las figuras de estos visitantes están plasmadas en esculturas hechas de sal, muchas de ellas labradas por manos expertas y afamadas.
Terminando el recorrido se pasa por una serie de lagos internos de las Minas de Wieliczka. Hasta la Primera Guerra Mundial funcionaba un recorrido en bote que permitía llegar hasta la boca de entrada a la Gruta de Josef Pilsudski, pero permanece cerrada desde que varios soldados se ahogaron intentando salir de las aguas salinas. Una pequeña estatua de San Juan Nepomuceno recuerda no sólo ese momento, si no también cuando las minas sufrieron una inundación durante el siglo XIX.  San Juan Nepomuceno que es el Patrono de las Inundaciones murió ahogado en el río Moldava cuando fue arrojado a las aguas desde el Puente de Carlos en Praga.
Las Minas de Wieliczka es un lugar espectacular que recomiendo fervientemente. No veo a quien no pudiera gustarle un sitio tan maravilloso. Millones de personas no pueden estar equivocadas.

martes, 19 de abril de 2016

A un pelo de salir (día 7)

Atrapados en el monte espinoso no quedó otra que armar campamento ahí, tan cerca de salir y tan lejos a la vez. Ya lo veía en la pantalla de mi GPS desde el día anterior. Estábamos a muy pocos kilómetros en línea recta de la Ruta 40 pero aún quedaba ver como hacer el cruce mas peligroso del río Bermejo.
(El relato viene de: Una jornada dura en el Paso Lamar)
Viéndolo en retrospectiva siempre es lindo estirar cualquier encuentro entre amigos, pero la noche anterior me había quedado "con la espina en el ojo" por no poder concluir a tiempo esta travesía que nos trajo por las provincias de San Luis, San Juan y La Rioja. Ahora que lo escribo meses mas tarde me siento un pelotudo por que el amor sabe esperar, pero en ese momento hacía poco mas de un mes que había conocido a mi actual novia y en el medio había metido dos viajes por lo cual estábamos llevando una relación a la distancia justo al principio, el peor momento. También tenía obligaciones que cumplir en Buenos Aires, tal como el resto del grupo.

Después se me pasó. El cielo estaba cubierto de estrellas, disfruté de las charlas nocturnas alrededor del fuego y del vino Sanjuanino. También del entorno, tanto mas ameno si se hace de a pie. La arena blanda hizo de colchón hasta que las voces de mis amigos me despertaron a la mañana siguiente.
Desayunamos alrededor del fuego y levantamos campamento. Exactamente a las 9:26 AM comenzábamos nuestro último día de travesía, con la idea fija (al menos yo) de ir hacia el Este buscando la salida hacia la ruta y el cruce de este último río.

La primer parte del recorrido consistió en salir de el monte en el cual estábamos atrapados, otra vez avanzando como podíamos por sobre la (no tan) rala y siempre espinosa vegetación.
Finalmente, tras salir del monte, estábamos frente a frente a la parte mas complicada de sortear. Por la época del año el cauce del río se encontraba con poco caudal de agua. De todos modos es ancho y el mayor peligro radica en la ciénaga en la que se convierte su piso.

Teníamos a mano todos los implementos de rescate, así que sin mas comenzamos a cruzar el río. Todo "manso" pero a 20 metros del final, mis dos ruedas traseras desaparecen en el fango. Si miraba hacia atrás solo veía grandes burbujas que ratificaban mi hundimiento. Ni valía la pena intentar traccionar a riesgo de hundirme mas, por lo que le pasé el cable de plasma de mi malacate a Tobhias, quien me lo cruzó al otro lado. Una vez ahí usé su camioneta de ancla y pude salir sin problemas.
Con todo el grupo sano y salvo del otro lado del río Bermejo continuamos nuestro camino por el lecho de este buscando un lugar en donde los "escalones" no sean tan pronunciados. Allí nos aguardaba un vistoso y divertido campo de arena color manteca, con trepadas cortas y empinadas y la ocasional apariciones de árboles de mucho mayor porte del que habíamos estado viendo los últimos días.
Saliendo de ahí nos subimos a unas huellas bastante marcadas que iban hacia la Ruta 40. Al cabo de unos pocos kilómetros llegamos hasta el puesto (o "Balde") de Montegrande, en donde estaban todos sus pobladores, e incluso algunos familiares de ellos que habían llegado de visita.
Siempre con ánimo de hacer nuevos amigos y aprender mas sobre las costumbres de los lugareños de los los sitios que visitamos (y que la mayoría de las veces son remotos), paramos a presentarnos.
El dueño del lugar nos llevó con orgullo a conocer el "Balde" del Puesto Montegrande, sin el cual no sería posible la vida permanente en este lugar desértico.
Un "Balde" es como se conoce a este tipo de pozos desde donde se extrae agua de las capas freáticas. Se encuentran en algunas zonas remotas y desérticas. En la región del Cuyo se usan hace 400 años.
Estos pozos de agua suelen ser cuadrados y están empalizados con alguna madera dura como el Quebracho, el Algarrobo, Guayacán  o Lapacho. En algunos casos (y a un coste obviamente mayor) pueden ser redondos y revestidos de ladrillos.

Siempre es una bendición al acceso al agua potable, y está clarísimo como influye en el desarrollo de los pueblos.
Vimos el funcionamiento del balde. Como van subiendo el agua de a poco, para pasarlo a otros recipientes y ser aprovechada. Primero se llenan los bebederos para los animales (cabras, gallinas, algún caballo o mula) y mas tarde los bidones que son para consumo humano. Mientras charlábamos tomamos unos sorbos de agua.
Estamos en la cercanía de las Minas de Gualcamayo (de Yamana Gold). La boca del túnel de entrada a esta mina se encuentra a 2.200 metros sobre el nivel de los mares. Desde ahí y 500 metros bajo tierra extraen 2.500 toneladas de mineral cada día (oro y plata).

Paradójicamente se usa una cantidad desproporcionada de agua, justo aquí, en un lugar que tanto falta. Ni hablemos del uso de Cianuro y otras sustancias que envenenan las napas.

Consultando el tema aquí nos dicen que "las cosas son como son", pero lo dicen como en el buen sentido. Ellos ven el desarrollo de la mano de las mineras. Los empleos (500 trabajadores sólo este yacimiento minero), los caminos, todo sienten que se lo deben a ellas, aunque el precio se pague con la salud de las generaciones venideras.
Como era un día especial para la familia, algunos de los hombres estaban carneando un cabrito, que acompañado con vino de Damajuana nunca falta en estas zonas. Con mucho gusto les hubiéramos bien comprado un animal para sumarnos al "festejo", pero la realidad era que siendo domingo y estando a mas de 1.400 kilómetros de nuestras casas, ya debíamos emprender la vuelta.
Llegados a la ruta nos despedimos con besos y abrazos felicitándonos por otra exitosa y divertida travesía por la geografía argentina. Desde ahí, y cada uno a su ritmo comenzaríamos nuestro lento regreso hacia nuestros hogares.

Le metí pata en la ruta como un "caballo desbocado". Los kilómetros caían bastante rápidos entre las canciones de José Larralde, Ramones, Dire Straits, Led Zeppelin, Johnny Cash y Bob Marley. Quizás pararía unas horas en algún lugar hotel de la ruta. Así es que van apareciendo cada vez con mas frecuencia las ciudades a la vera del camino, mejoran las rutas y hasta aparece la luz por momentos. Estaba tentado con frenar en Rosario, pero faltaba "tan poco" que seguí. Así fue como cerca de las 4 AM estaba entrando a mi casa en Buenos Aires. 

domingo, 10 de abril de 2016

Hacia la mina abandonada de Amaná (dia 3)

La idea de este tercer día de travesía era intentar llegar a unas antiguas minas abandonadas que hay en la provincia de La Rioja, y desde ahí proseguir nuestro camino por los mismos lugares que habitaron los primeros dinosaurios del planeta hacia nuestros verdaderos objetivos.

Casi no pegué un ojo esa noche en San Agustín del Valle Fértil así que a la mañana siguiente fui al primero en apersonarme en la mesa de desayuno del hotel en donde NO había dormido. Tuve que tomar varias infusiones para entrar en calor mientras mis compañeros de travesía iban apareciendo uno a uno y con caras de bien dormidos. (Viene de acá)
Tras actualizar algún que otro GPS y comprar un poco de pan fresco y una botella de Fernet partimos por la Ruta Provincial 510. No tardamos mucho en salirnos del camino ya flanqueados por esos cerros colorados que caracterizan tanto a la provincia de La Rioja, y que pertenecen a la misma cuenca geológica que el Parque Nacional Talampaya (al día siguiente andaríamos por su "patio trasero".
En la primer parte del recorrido abandonamos la provincia de San Juan y fuimos buscando el lecho de un río que nos permitiera avanzar a mayor velocidad y por el cual ingresamos a la provincia de La Rioja. Todavía nos rodeaban una buena cantidad de algarrobos y chañares.
Íbamos en busca de una vieja huella minera abandonada hace mas de 20 años que nos depositaría en una suerte de villa minera con dos bocaminas cercanos.

Poco después adivinamos por sobre un cerro una huella que no es la que estábamos buscando, pero que podría eventualmente acercarnos a nuestro próximo objetivo. Lo "único" que quedaba era subirla, pero a lo poco de andar vimos que nos iba a demandar cierto tiempo.
El camino presentaba varias partes angostas que nos obligaban a prestar mucha atención y dejarnos guiar por alguno de nuestros compañeros, para no poner nuestras ruedas en los grandes socavones provocados por dos décadas de lluvia o el vacío mismo.
A los poco de andar nuestra querida Elsa, quien venía al frente, comandando la caravana con Eduardo de Copiloto, destalona una de sus cubiertas delanteras intentando sacar la camioneta de una pequeña grieta del camino a la cual había caído.
No hubo forma de salvar la Yokohama Geolandar  que queda con un gran tajo en su lateral exterior. Nada que a Elsa le importe ni que pusiera en riesgo la continuidad del viaje.
La ubicación de la camioneta no deja mucho lugar para maniobras ni para cambiar el neumático con la mayor de las comodidades, pero tampoco teníamos otra opción.
Mientras tanto algún buen samaritano siguió ascendiendo a pata para ver que es lo que deparaba aquella huella mas adelante, volviendo con noticias de las malas. Era una posibilidad que ahora confirmábamos. Por allí no podríamos seguir, por lo que tuvimos que descender marcha atrás nuevamente hacia el valle.
Probamos otras variantes rodeados de estos valles en antaño conocidos como "Amanao", y que fueron habitados por la Cultura Aguada, de la que aprendimos mucho de la mano de Aldo Lombardi (Q.E.P.D.) en un posterior viaje en el que nos pasamos Buscando la ciudad perdida del Pantano.

No tardamos en dar con la huella que teníamos marcada, y que (aún no lo sabíamos) tras cierto esfuerzo físico nos dejaría en un lugar ideal para pasar esta tercera noche de travesía.
Claramente abandonada por el gobierno y la empresa que explotaba la mina durante la década del 90´, la huella requirió de constante atención. Por la gran cantidad de derrumbes de los últimos años hubo que mover piedras y cuidar los bajos de las camionetas cuando estas eran superables.

Con el sol pegando de frente en mi parabrisas sucio no pude leer correctamente el terreno cayendo en un socavón de considerable tamaño. El golpe del diferencial contra las piedras parecía como una campanada marcando exactamente las 13 horas.
Con un poco de esfuerzo físico colocamos algunas piedras sueltas bajo la rueda que quedaba en el aire a modo de otorgarme la tracción necesaria para salir de aquella trampa.
Seguíamos ganando altura. La huella todavía nos dejaba avanzar. A poca velocidad pero alejándonos de la civilización cada vez mas. Hubo tramos con piso muy suelto que solo pudimos superar con la ayuda de los malacates de nuestras camionetas.
Una hora mas tarde vuelvo a quedar colgado del diferencial, esta vez con dos piedras flojas en el camino que se empecinaron en no dejarme pasar. Nada grave. En dos minutos y con alguna nueva abolladura en mis bajos estaba pronto.
Paramos a almorzar en cuanto el camino nos dio la oportunidad (la única parte ancha) ya sabiendo que "nos nos daba el día" para conocer las minas abandonadas y proseguir nuestro camino en el que intentaríamos llegar a la localidad de Pagancillo.
Repusimos energías de la mano de unas ricas milanesas con ajo, papas fritas y berenjenas, todo hecho al disco con maestría.
Hacia las 15 horas proseguimos nuestro avance por un camino angosto en exceso y en donde en varios momentos hubo que bajar de las camionetas para mover piedras que bloqueban la antigua huella. Algunas enormes y sólo negociables con un poco de dinamita, que claro está no teníamos.
Foto Elsa Ons
Nunca pegaríamos la vuelta salvo que sea estrictamente necesario. En alguna oportunidad quise mover una de las piedras grandes con poderes adquiridos en los monasterios de Laos, pero no me fue posible.
Tuvimos que bajar todos los hombres. Ya saben: "La unión hace la fuerza", y siguiendo con la Tercera Ley de Newton pudimos correr la maldita roca afuera de la calzada.

Habíamos avanzado hasta entonces muy pocos kilómetros por este camino ascendente y de buenas vistas pero que obligaba a ir siempre atento.
Villa Minera
Cuando divisamos las instalaciones de la Mina Amaná fue reconfortante. Aún quedaban dos o tres horas de luz por lo que nos acercamos hasta donde nos fue posible en las camionetas pasando por arriba de arbustos tan altos como nuestros capots, y cuando ya no podíamos avanzar continuamos de a pie hasta la antigua bocamina desde donde se extraía Basalto, dando mano de obra a todo un pueblo que desde entonces lucha por sobrevivir.

Estoy francamente agotado como muchos en el grupo. Para ese entonces ya sabemos que lo mejor es pasar la noche en las instalaciones de la mina ¿Hubo acaso otro plan?
Cuando volvimos de las entrañas de la antigua mina nos dispusimos a conocer las instalaciones de la Villa Minera en donde vivían los trabajadores, muchos de ellos, según pudimos constatar mas tarde, habían llegado desde Bolivia.

A excepción de casi todos los vidrios rotos, las cosas están en el mismo lugar en el que se encontraban 30 años atrás. Todas las casillas de los obreros aún se encuentran con su mobiliario original. En varias de ellas es posible ver tapas de las revistas "El Gráfico" con los jugadores de River Plate levantando la Copa Libertadores de América de la mano del Beto Alonso, pósters de vedettes de la época como Monica Guido, Edda Bustamante o Beatriz Salomon, y cosas por el estilo que afirman que todo en este lugar está como detenido en el tiempo.
Por suerte el camino hasta aquí es difícil, si no los "amigos de lo ajeno" ya se hubieran robado todo el remanente mobiliario de las instalaciones, pero son pocos los que han llegado hasta aquí, y bien identificables.
Suite delux 
Cada uno se buscó un lugar en donde pasar la noche. Dos en carpa y bajo techo, uno en la camioneta y el resto en algunas de las casillas para obreros. Yo encontré una que supongo era para algunos de los jefes de la mina, ya que contaba con dos o tres habitaciones y hasta una chimenea.
Intuía que mi buena suerte no iba a ser tal. Había logrado unir dos camas en donde colocar mi colchón infalible de plaza y media. Había restos de madera seca en la zona así que hice un fuego para enfrentar la fría noche que se venía.
Como dicen los americanos "too good to be truth". El cuarto se llenó de humo y tuve que hacerme de un nuevo lugar para dormir, esta vez en el comedor, pegado a una ventana sin vidrios que pude parcialmente cubrir utilizando una mesa.
La comida de esa noche empezó temprano y vino acompañada de muchas risas. Incluso festejamos el cumpleaños de Panastas con todos los elementos que debe acompañar una circunstancia tal.
Elsa se copó haciendo unos huevos con panceta y cebolla que fueron regados con generosas dosis de vino tinto para ir paliando el frío.
Tras ordenar todo y levantar nuestra basura nos fuimos sin mas a dormir. En mi caso fue mas complicado ya que estuve siempre acompañado por el ronquido de don Eduardo Cinícola. Lo mas loco es que en dos momentos de la noche me levanto y veo que por la ventana me observaba alguien sonriendo. Uno con gorro y facciones indígenas. Era imposible que haya llegado otro humano hacia aquí sin que lo advirtiéramos, sin embargo días mas tarde al ver las fotos, aparecía en una de ellas….

El relato sigue aquí >>>>> La Quebrada de Ikebana