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jueves, 29 de julio de 2021

En Tornquist

Tornquist es sin duda una de las ciudades más bonitas del sudoeste bonaerense, y más allá. Es cabecera del partido homónimo y también centro de las actividades sociales y municipales del partido, uno de los 135 en los que está administrativamente dividida la provincia de Buenos Aires.

La Plaza Ernesto Tornquist tiene 4 hectáreas. Es un espectacular espacio diseñado en 1905 por el más famoso paisajista de Argentina, el francés Charles Thays. 
Añosas arboledas, flores por doquier, fuentes de agua y dos lagos artificiales llenos de cisnes, dotan al lugar de mucha gracia.

Como sucede casi siempre, alrededor de la misma se concentran algunos de los edificios más importantes o representativos del poblado.
Sobre el centro de la plaza misma se encuentra la Parroqia Santa Rosa de Lima construida completamente con piedras de la zona. Tiene un simpático diseño con una destacada torre central y campanario sobre el acceso principal que mira hacia la estación de Tornquist. Los techos son a dos aguas. 
En la parte trasera existía un acceso curvo para que los carruajes pudieran acercarse al atrio. Este camino se cerró con la segunda remodelación de la plaza, obra que estuvo a cargo del famoso arquitecto ítalo argentino Francisco Salamone. 

En el austero y limpio interior de la parroquia se puede apreciar una nave central de generoso volumen acompañada con un techo a dos arcos.
A un costado del altar, una figura de la Virgen de Luján.

El cielorraso aporta un poco de ambiente y lujo ante tanta austeridad, con atractivos frescos pintados en colores pastel.
Cada 30 de agosto, los vecinos de Tornquist y devotos se acercan hasta aquí a celebrar el día de Santa Rosa de Lima, patrona de la ciudad.

No había pasado siquiera una década desde la campaña de extender las fronteras sobre los territorios no conquistados, que fuera iniciada por Adolfo Alsina. El ferrocarril apenas tenía unos años pero dota a este ignoto paraje de todo lo necesario para que, Ernesto Tornquist, un importante empresario, hijo del cónsul del Estado Libre de Bremen en Montevideo, compre varios campos ganaderos en la zona y los aglutine bajo la misma razón social: "Estancia y Colonia Tornquist".
Poco tiempo más tarde, el 17 de abril de 1883, don Ernesto Tornquist funda la ciudad que lleva su nombre. Hoy Tornquist cuenta con unos 6.500 habitantes.
Entre 1937 y 1938, el arquitecto Francisco Salamone realiza una serie de modificaciones en la plaza y el entorno, a modo de darle una cuota de futurismo y monumentalidad a la misma, como venía haciendo en otros tantos pueblos, con decenas de obras diseminadas en la provincia de Buenos Aires, gracias a la amistad que lo unía con el entonces gobernador, Manuel Fresco. La obra pública presentaba grandes oportunidades.
Bajo esas condiciones, o en ese momento particular de la historia bonaerense es que erigen el Palacio Municipal, probablemente el símbolo o landmark de el Partido de Tornquist y de su cabecera homónima en particular.

La torre de la municipalidad rompe con la horizontalidad del edificio y se presenta como elemento dominante apuntando al mástil de la plaza y desafiando a la iglesia, ya que la supera en altura.
Francisco Salamone también construyó las delegaciones municipales de los pueblos de Tres Picos y de Saldungaray, como así también los mataderos y el pórtico del cementerio, todas dentro del Partido de Tornquist.

El plato fuerte del partido es el Parque Provincial Enrique Tornquist, un área protegida de 6.718 hectáreas enclavadas en el centro del Sistema de Ventania, uno de los más antiguos del mundo. 
Una vez dentro del parque se pueden realizar una serie de exigentes circuitos, como por ejemplo la excursión al "Hueco de la Ventana", en dónde se asciende en unas 5 horas a la cima del Cerro Ventana, el tercero más alto de la provincia de Buenos Aires.

El Cerro Tres Picos es con 1.239 metros, el más alto de la provincia de Buenos Aires, y otro de los atractivos del partido. Se accede desde la RP 76 por camino de tierra hasta la Estancia Funke, desde dónde comienzan los senderos.


sábado, 1 de mayo de 2021

El Titanic de las Sierras

 La historia del Club Hotel de la Ventana es corta pero intensa, como tantas otras en Argentina. Fue el primer complejo hotelero en Sudamérica, uno de los primeros casinos del país, y el más lujoso del continente todo. Era punto de reunión de las altas esferas de poder de la época, conformado por la aristocracia, los diplomáticos, los políticos, la realeza y los empresarios que más hilos podían mover. 

Corría el 1900 y era una época dorada en el país. La gente se animaba a invertir en esta tierra soñada y prometida, con todo el futuro por delante. Así fue como un día, Félix Muñoz, doctor especialista en vías respiratorias estudió el tema y le presentó un proyecto a un amigo para hacer un hospital especializado en enfermedades respiratorias, aprovechando el aire puro de las sierras. Ese amigo era el empresario Ernesto Tornquist, fundador de la ciudad y del partido que llevan su nombre, y dónde está emplazado este "Titanic de las Sierras".
Ernesto Tornquist era un emprendedor de pura cepa. Uno de esos tipos que hacen que las cosas sucedan. Un día se comunicó con Samuel Hale Pearson, representante del Ferrocarril del Sud y le contó acerca del proyecto hospitalario. A medida que avanzaba la conversación, Pearson estaba fascinado con las cualidades del lugar, y tuvo una mejor idea. Le propuso a Tornquist comprar 120 hectáreas de las 3.000 originales, y montar allí un Hotel Casino de lujo para recibir al creciente número de turistas europeos que se acercaban a pasar una temporada en el país.

Tornquist había levantado ese mismo año el majestoso Plaza Hotel, frente a Plaza San Martín en Buenos Aires y le entusiasmaba tener otro gran hotel, esta vez en tierras cercanas a sus dominios. En paralelo, Samuel H. Pearson se encargaría de montar un tendido de vías de trocha angosta que llegaría hasta el hotel mismo desde la Estación Sierra de la Ventana, distante a 19 kilómetros de distancia.
Al final los capitales terminaron siendo ingleses. Para erigir la obra contrataron a los arquitectos Gastón Louis Alcindor Mallet, y a su socio suizo Jacques Dunant (autor del Hotel Carrasco de Montevideo, la Catedral de San Isidro, la fastuosa Estancia Huetel, entre otros).

En 1903 comenzó a funcionar la estación de ferrocarril de Sierra de la Ventana, en aquel entonces bautizada como Sauce Grande, cercana al emprendimiento. En 1904 dieron comienzo a las obras que se extenderían hasta su inauguración en 1911, dando como resultado uno de los más bellos exponentes de la Belle Epoque de Argentina. Todos los ladrillos fueron fabricados por Ernesto Tornquist, y podemos ver que ha hecho un buen trabajo. 

El día de la apertura, el 11 de noviembre de 1911, contó con la presencia del ex Presidente Julio Argentino Roca, quien en su discurso ante 1.300 invitados atendidos por personal traído desde el Plaza Hotel de Buenos Aires, definió al sitio como "la maravilla del siglo".
El Club Hotel de la Ventana tenía una superficie cubierta de 6.400 metros. Contaba con tres casinos y un comedor para 1.500 personas. Los baños ostentaban grifería de oro y de plata. Contenía un bonito teatro, peluquerías, y un cine que pasaba las últimas películas de la época. En el hotel funcionaba una bella cancha de golf de 18 hoyos y el parque estaba diseñado por el afamado francés Charles Thays, quien remodeló la mayoría de los espacios verdes de la Ciudad de Buenos Aires, y dejó también su sello en diversas ciudades como Rosario, Mar del Plata, Paraná, Córdoba, Tucumán y Salta, y en estancias.
El hotel contaba con energía eléctrica, todo un adelanto para la época. Un frigorífico propio, panaderías y la huerta abastecían de productos frescos a los visitantes, siempre servidos en vajillas de Limoge. También tenía sala de juegos, algunas canchas de tenis, una pileta, y una surtida biblioteca llena de grandes obras y con pisos cubiertos por exquisitas alfombras de Persia.
El mundo estaba convulsionado con el estallido de la Primera Guerra Mundial, y fue la contienda lo que, de alguna manera, le puso fecha de caducidad al emprendimiento, ya que dejaron de llegar turistas europeos atraídos por la belleza y calidad de vida de esta tierra prometida sumida entre las sierras más altas de la provincia de Buenos Aires. Verdad que la crisis ya se sentía desde un año antes.
No obstante, y pese a todos los acontecimientos internacionales, el 9 de julio de 1916 se festejó aquí el primer centenario de la Independencia Argentina con una fiesta magnífica que contó con la presencia de la infanta Isabel de Borbón, el príncipe Eduardo de Gales, el presidente de Brasil y variopintas figuras de la época.
El Club Hotel de la Ventana  tenía apenas unos años de vida, y aunque Argentina gozaba de algunos de sus mejores días, el contexto internacional no acompañaba, y un proyecto de esta magnitud, y en este lugar, se hacía insostenible.

La "gota que rebalsó el vaso" vino de la mano del entonces presidente Hipólito Yrigoyen, cuando por un decreto mandó a cerrar todos los casinos y salas de juegos del país. 

El 20 de marzo de 1920 el Club Hotel de la Ventana cerraría sus puertas para siempre.
Exactamente veinte años pasaron hasta que la propiedad fue adquirida por el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires en 1940. La provincia tenía planes de desarrollar una colonia de vacaciones. El proyecto quedó trunco, y a manos del estado, desatendido, descuidado y olvidado, el Club Hotel de la Ventana fue "perdiendo" casi todo el mobiliario original.
Nadie sospechaba este futuro para el hotel, pero en 1943 funcionó como centro de detención para 350 marinos Nazis. Esos marinos formaban parte de la tripulación del Admiral Graf Spee, el famoso acorazado alemán (o crucero pesado), hundido por su capitán en las aguas del Río de la Plata, esta vez en años de la Segunda Guerra Mundial. Estos mismos marineros se encargaron durante algún tiempo del mantenimiento de la vía de trocha angosta que comunicaba al hotel con Sierra de la Ventana. Una historia que tiene algunas similitudes con las del  Hotel Eden en La Falda, provincia de Córdoba

En estos tiempos el edificio ya presentaba un estado calamitoso, y poco quedaba en su interior para recordar sus buenos años dorados. Breves, cortos, como patada de chancho.

Todo venía en franca decadencia desde 1920 cuando cerró sus puertas. El Club Hotel de la Ventana había perdido toda magia, y todo empeoró el 8 de julio de 1983, cuando un voraz incendio solo dejó en pie lo que alguna vez fuera el hotel más lujoso de Sudamérica. Nada de lo que fuera de uno de los más bonitos exponentes de la Belle Epoque puede apreciarse hoy en día-
El ex Club Hotel de la Ventana atrae desde hace décadas a turistas y curiosos que se acercan hasta aquí a conocer la rica historia que cosechó este hotel con tan solo 6 años de funcionamiento. Todo el marco de este lugar es de una destacada belleza y bien vale venir a saber de buena tinta los sucesos aquí acontecidos.
El sitio es desde 1999 Monumento Histórico Nacional, y es uno de los grandes atractivos de la Municipalidad de Tornquist, y los circuitos de la Comarca de la Ventana.