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viernes, 11 de noviembre de 2016

Una emotiva travesia a "El Tucumanao"

El lugar en donde estábamos no era casual, y es que habíamos organizado este viaje con el propósito de juntarnos a recordar a nuestro amigo Aldo Lombardi, quien había abandonado el plano físico exactamente un año atrás. Elegimos esta zona por ser un área que él recorriera durante mas de 30 años, en busca de rastros de "los antiguos", como solía llamar a los habitantes de las diferentes culturas nativas que se desarrollaron en estos y otros valles de nuestro país.
En el segundo día de esta travesía despertamos en las inmediaciones de los restos de lo que unos pocos conocen como "Iglesia pintada", y que a la vez hacen de portada en aventuratucma.com.ar , sitio que le perteneciera a Aldo, y en donde ha plasmado un montón de interesantes artículos relacionados con este área y tantas otras del NOA argentino.

Pasamos una noche fantástica bajo un manto de estrellas con buenas charlas, un asado insuperable importado desde la ciudad de Sunchales, temperatura de lo mas agradable, un viento que había dejado de hinchar los huevos y hasta una curiosa luz que surcó el cielo, como para sorprendernos y agregarle condimentos a una zona que está cargada de misterios.
Tras unas infusiones calientes acompañadas por budín, nos fuimos acercando a unos puntos anteriormente relevados por viajerosmapas . Se trata de algunos sitios en donde hay restos de hornos visibles, en donde las antiguas culturas de la zona realizaban sus vasijas de cerámica, ya sea para uso cotidiano o para urnas funerarias. También hay marcados algunos posibles cementerios, sitios que desde las fotos satelitales se veían "raros" y algunos médanos grandes que reinan por sobre los otros de la zona, y que como siempre andamos con ganas de trepar a lo mas alto, no podíamos dejar de visitar. Hay mas sobre esto en Buscando la ciudad perdida del pantano .
Primero fuimos avanzando por donde se podía buscando el lecho del río Belén. Mas tarde lo hicimos por el lecho de un río mismo (absolutamente seco y casi como un autopista) buscando nuestro camino hacia las "atracciones" del día, parando cada tanto a agregarle unas libras a la goma de Denis que seguía perdiendo aire a través de un traicionero corte lateral, reparado anteriormente con un tarugo. Luego se sumaría la otra Toyota Land Cruiser. Las otras camionetas veníamos safando.
La idea de este día era adentrar en esta inhóspita y remota zona del Tucumanao, que alguna vez conformó mas de la mitad del territorio nacional y en la actualidad cuenta con muy poca presencia del hombre. Justamente hacia allí, hacia las zonas pobladas de los Bañados del Pantano es hacia donde nos interesaba dirigirnos esta vez.
Claro que "se hace camino al andar", y por las arenas nos fuimos acercando hasta donde en teoría nace (o muere, o surge, no me acuerdo) el lecho o cauce del río Colorado, uno de los tres grandes ríos de la zona por las que alguna vez corriera agua.
Había algún video por ahí en donde los eruditos del grupo daban explicación de este particular. Quizás mas tarde y con mejor señal lo suba.
Mientras tanto aprovechamos que estábamos todos abajo de las camionetas para sacar una foto grupal.
Desde ahí seguimos camino buscando un lugar con un poco de sombra en donde parar a almorzar. Encontramos un buen punto sobre el lecho de un río. Dos o tres se ocuparon de la comida mientras el resto del grupo aguardaba bajo un gran algarrobo que nos brindaba sombra. De la parrilla salieron unos (para mi) inéditos chorizos de pollo hechos por Maxi, uno de los Tucumanos que nos acompañaron en esta travesía. La verdad que entre dos panes eran una delicia.
Me hubiera quedado toda la tarde bajo ese algarrobo, pero nunca hay tiempo para esos lujos y los muchachos querían seguir.

Sin que casi me diera cuenta estábamos adentrando en una zona de monte mas verde, aunque igualmente seca como el entorno de estos dos primeros días. Esta es la única parte "poblada" de esta amplia zona (hay menos de 300 habitantes). A lo poco de andar alternando entre la sombra y el sol, marchando sobre el fesh-fesh llegamos al primero de los baldes (un balde es un sitio en donde existe un pozo desde el cual sacar agua para la subsistencia humana y animal).
Este balde en particular leva el nombre de Puesto Taco Suma, y allí hicimos una nueva parada.
No es que bajábamos a tomar fresco, pues la temperatura superaba los 30 grados con comodidad, pero teníamos interés en hablar con el dueño del puesto como para aprender mas acerca de la idiosincrasia de este desconocido lugar, y de la lucha y el constante esfuerzo que les significa a sus habitantes vivir en un sitio como este, que tan pronto como puedan será abandonado por los mas jóvenes, que migrarán a los centros urbanos mas desarrollados de Catamarca y La Rioja.
Al salir del puesto nos encontramos con un panorama completamente diferente con la aparición de los primeros montes con árboles vivos. Circular entre ellos era puro placer, aunque entre la alta velocidad a la que circulábamos para no perder de vista al que iba adelante y la nula visibilidad producto del polvo hacían de los árboles una seria amenaza, jaja. Esta fue la parte del recorrido que mas disfruté en este día. Estos árboles le daban un aspecto completamente diferente a lo que hasta ahora conocía de la zona, y ademas eran mas gentiles con nuestra chapa, amén de alguna que otra rama arrancada por los techos de nuestros vehículos.
Tras andar algunas decenas de kilómetros llegamos al puesto mas grande del Tucumanao. Siempre me gustó mirar mapas. En especial esas zonas en las que casi no hay presencia del hombre. Mirando los de este área siempre me había llamado la atención los "Baldes" (unos pocos) señalizados por el ex Instituto Geográfico Militar, y especialmente este punto marcado como el Tucumanao, que era exactamente en donde estábamos ahora.

Según historiadores Jesuitas la provincia de Tucumán fue nombrada así como una deformación de "Tucumanao" como se conocía a este gran área que en aquel entonces conformaba mas de la mitad del territorio nacional argentino. Allí gobernaba el poderoso cacique Tucma. 
Este puesto o balde era mas grande que los anteriores, de hecho es el de mayor tamaño en la zona, por eso lleva la denominación de estancia. Puede que lo de  "estancia" le quede un poco grande, especialmente en Argentina, el "País de las Estancias", sin embargo "San Nicolás" (tal es su nombre) tiene su "casco" compuesto de varias casas, hay presencia humana y animal permanente, y todo lo que se necesita para llevar esa denominación.
Allí fuimos recibidos por los dueños del lugar, que seguramente quedaron asombrados al ver llegar una caravana de camionetas, si es que no habían percibido antes las grandes columnas de tierra que levantábamos a nuestro paso.
Compartimos un buen rato en la casa de "San Nicolás" charlando con los niños y sus padres que nos enseñaban acerca de sus costumbres y modo de vida.
Mas tarde salimos todos juntos a recorrer las instalaciones del lugar, y es ahí y aunque no se note a simple vista en donde se ve la cantidad de "horas hombre" que lleva tener una explotación (en este caso de cabras) en un lugar tan aislado del resto, y con un clima tan hostil.
El ingenio, la tierra seca y la madera dura de los montes cercanos son las únicas herramientas a mano.

Teníamos especial interés en conocer el "balde" del lugar. En un lugar en donde el agua es el recurso mas preciado, no teníamos duda que "San Nicolás" tenía el suyo. Además estaba marcado en los mapas
Aprovechamos para beber un poco de agua fresca, mojarnos la cabeza y aprender todo acerca del funcionamiento del mismo, que cuenta con apoyo de paneles solares. Sol siempre hay por estos lares así que la cosa funciona bien.
Uno nunca anda sobrado de tiempo en estos lugares, pero de seguro volveremos alguna vez a saludar a sus gentiles habitantes. Nosotros teníamos que continuar camino, pues habíamos llegado hasta aquí con un propósito.
Cada vez mas cerca de nuestra salida a la cercana ciudad de Andalgalá (ya en Catamarca) pasamos por el último asentamiento del Tucumanao, el último atisbo de vida humana que registramos en esta área, y que sentíamos como el corazón mismo del Bolsón del Pipanaco y el Tucumanao.
Allí divisamos la escuela  en donde cada año se realiza la "Fiesta Nacional de la Batea" (un tipo de bandeja muy atractiva hecha de la corteza de un árbol). El festival es organizado por la Municipalidad de Saujil (Departamento de Pomán, Catamarca). Como no hay ni un camino consolidado solo se puede llegar en 4x4, motos y también en auto, por que la verdad es que van de a 15 que sin esfuerzo lo van a poder desenterrar.
Allí, alrededor del patio y del humilde escenario de la escuela se montan las carpas de los visitantes y los espacios para las peñas musicales y las destrezas gauchas. Debe ser todo un espectáculo presenciar esta fiesta nacional.
Allí hicimos un alto para recordar y brindar por el bienestar de nuestro amigo Aldo Lombardi.  El brindis estuvo a cargo de Gabriel, su hermano. Fue un momento emotivo, y mientras saboreábamos la Grappa y la amargura de su partida, un fuerte viento (ausente durante toda la jornada) se levantó sólo en ese lugar en forma de torbellino. Estamos seguros que era el Aldo saludando desde el mas allá, haciéndonos saber que todo está bien.

domingo, 30 de octubre de 2016

Bañados del Pantano

Salimos desde la ciudad de Aimogasta (La Rioja) a las 9 AM, y a los 10 minutos ya estábamos circulando sobre una pequeña huella por la cual nos internaríamos en esta enorme depresión que comparten (y separa a) las provincias de La Rioja y Catamarca.

Dos de las camionetas vienen con retraso. Los Tucumanos que tuvieron que madrugar y Gaby que está en el pueblo comprando los ingredientes para un locro que se iba a convertir en la pesadilla de los próximos días. Como un cuerpo del Ejército Prusiano dimos inicio a la travesía con puntualidad entrando por un lugar diferente al de mi primera visita, haciéndolo esta vez por las afueras de la localidad de Machigasta. La zona aquí es de un aspecto deplorable y post apocalíptico, con sequedad extrema, árboles muertos caídos y otros aún en pie, con mas de un metro de sus raíces expuestas a las inclemencias del tiempo. En los primeros kilómetros se suma la basura de los habitantes y otra quizás arrastradas por las crecidas de los ríos durante los meses de verano, cuando llueve.
Media hora mas tarde, y siempre comunicados por radio, nos juntamos con el resto del grupo, y tras los saludos avanzamos en fila hacia los Bañados del Pantano.

11.15 AM se pierde definitivamente la huella por la que venimos circulando, y es que el monte la ha desaparecido. Encerrados entre tanta maleza pudimos acercarnos hasta el lecho de un río, pero a lo poco de transitarlo este dejo de ser evidente. Estamos en uno de los límites entre Catamarca y La Rioja tratando de avanzar en sentido norte para llegar, sólo por capricho, a ver un poco del Salar de Pipanaco.
Eso le suma algunas marcas a nuestras camionetas mientras vamos literalmente tumbando árboles muertos y pasándoles por encima. Nos cuesta las primeras encajadas y también pinchaduras. A la postre no tenía sentido seguir avanzando así que volvimos sobre nuestros pasos ya en búsqueda de un lugar con un poco de sombra en donde seguir dándole rienda suelta al lado culinario de nuestros viajes. Así fue cómo a lo poco estábamos bajo la sombra de un algarrobo, con salame, queso con especias, pan fresco y ensaladas típicas de esas que vienen en lata. Un lujo.
Cerca de las 16 horas estábamos llegando al Fuerte del Pantano, sin lugar a dudas el "plato fuerte" de la zona.
En este Monumento Histórico Nacional (desprotegido y descuidado) hicimos un alto para que quienes no habían estado aquí antes puedan conocerlo. Don Eduardo Cinicola aprovecho la oportunidad de sacar a pasear a su nuevo drone (y ocasional copiloto), logrando unas buenas tomas de las alturas de esta zona, con nuestras diminutas camionetas allá abajo y a lo lejos.
Cuando tuve la oportunidad de conocer esta inhóspita zona de la mano de expertos, y con la compañía de nuestro amigo y arqueólogo Aldo Lombardi, no dude en formar parte de la partida. Aldo ya no está fisicamente con nosotros, pero fue él quien nos trajo de vuelta a este lugar, uno de sus preferidos, y al que le dedicó mas de 30 años de su vida. Hoy estábamos metiéndonos en esta zona para brindar todos juntos en su memoria. Para ello esperaríamos un día mas, en el primer año de su muerte.
El Fuerte del Pantano es una antigua construcción de 1632 mandada a construir por el Coronel Jerónimo Luis de Cabrera, nieto del fundador de Córdoba. Su propósito era albergar a unos 40 soldados españoles para defender la zona de las parcialidades indígenas locales. Puedes leer mas de cuando visitamos este sitio el año pasado Buscando la ciudad perdida del Pantano .
Desde el Fuerte del Pantano y con el sol pegando bastante duro nos fuimos hasta un conjunto de médanos (todos marcados y relevados en viajerosmapas.com) en donde no faltaron algunas encajadas, casi cómo a propósito, como para ponerle calor y color al día.
¿Fue todo culpa de la Land Rover Defender? Es probable (y esto lo digo con humor, por supuesto). Fue la primera en encajarse. Al verla en esa posición salí a su rescate sin pegarle una mirada previa al terreno, y a los 5 metros de salir me encajo también. Es entonces Gaby quien sale al rescate de la Defender en su Toyota Hilux SR5. Con trabajo de pala y con el apoyo de las planchas de desatasco la hacen salir. Cuando viene por mi, pega una errada marcha atrás de la que no se puede recuperar, quedando con los ejes cruzados y encajado.
Con dos eslingas atadas intentamos sacar mi camioneta hacia atrás, y al segundo intento era Nacho quien en su Toyota SW4 había enterrado sus ruedas casi hasta los ejes. Tres camionetas encajadas al mismo tiempo.
Desde ahí y con el sol escondiéndose en las primeras nubes del día nos fuimos al médano mas grande del área para treparlo por su cresta y obtener las mejores vistas posibles del lugar (a excepción de las logradas por el drone). Ahí fue Denis el que encajó su camioneta . Con un pequeño empujón la sacábamos hacia atrás, y se ve que los muchachos tienen fuerza, pues luego del esfuerzo grupal habían logrado correr el bumper delantero (paragolpes) desencajado la puerta de la Toyota Land Cruiser, e imposibilitando el ingreso de su piloto estrella.
Como si todo hubiera estado calculado, llegamos en la mejor hora al último destino del día. En el mismo lugar del año pasado, a unos 150 metros de los restos que se conocen como "Iglesia Pintada" y protegidos por pequeñas dunas, armamos nuestro campamento. En ese momento y por un rato soplaba viento y hacía incómoda la tarea del armado de las carpas y otros menesteres.
Con una lona de protección armamos un lindo fuego con maderas resecas que abundan en la zona. Para cuando tiramos la carne al asador, el viento había desaparecido. Estábamos en completa armonía con el lugar bajo un generoso manto de estrellas. Para hacer de esa noche una inolvidable, Denis trajo un costillar, un matambrito, un montón de mollejas excelentemente preparadas, todo eso acompañado por tres ensaladas (de tomate, repollo y mixta) y tantas botellas de vino que temíamos por los días futuros de esta travesía.
Fue una sobremesa bien larga, cargada de risas y anécdotas. En eso vimos una luz rara en el cielo.

viernes, 15 de abril de 2016

Una jornada dura en el Paso de Lamar (día 6)

La idea de este sexto día era seguir recorriendo estas porciones tan poco célebres de la provincia de La Rioja, hasta alcanzar el desconocido Paso Lamar, un abra entre los cerros Rajado y el Morado, por donde discurría en antaño parte de la extensa red vial de los Incas conocida como Chapaq Ñam o el Camino del Inca, y por donde re ingresaríamos a la vecina provincia de San Juan.

En lo que creíamos que sería nuestro "último" día de esta travesía, intentaríamos probar lo que nadie había hecho antes en un vehículo de cuatro ruedas, si es que lográbamos sortear con éxito los múltiples escollos que presenta el hostil terreno. Tendríamos un día duro por delante.
Hacia el Paso Lamar
Tras cargar combustible y hacernos de unos pocos víveres dimos inicio a la jornada, saliéndonos hacia esos costados que uno siempre mira desde la Ruta 40.
Ya habíamos tenido suficientes ramas dibujando rayas en nuestras camionetas durante varios días de esta travesía, pero la primer parte de este recorrido nos obligaba nuevamente a circular por sobre la espinosa maleza, aunque (sólo) de momento por un terreno mas gentil pero que atravesó las telas de mas de una goma.
Paisaje Marciano
(Viene de acá)
Comenzar ese día en un hotel de esos con buenas camas, duchas con presión y un calórico desayuno fue un placer necesario. Llevábamos algunas jornadas sin bañarnos y le debíamos a nuestros cuerpos varias horas de sueño.

Bien relajados, llenos de energía y gozando del paisaje Marciano a mas no poder fuimos avanzando a buen ritmo por una traza geodésica (mínima longitud entre dos puntos) intentando acercarnos al cerro Rajado (uno de los mas altos del área) y también al río Bermejo.
Si pensaban que ya habíamos tenido suficiente, se equivocan. Las próximas jornadas iban a presentar obstáculos de los mas variopintos , incluso antes de llegar al río Bermejo, el único escollo que temíamos por lo cenagoso de su piso, con información de primera mano de nuestros amigos, el arqueólogo Aldo Lombardi y el motero Néstor Queralt, quienes tuvieron que luchar "a brazo partido" contra el suelo del río, que nunca tiene un momento "ideal" para cruzarlo.
El día anterior habíamos tenido un "cruce" de final feliz con los guarda parques del vecino Parque Nacional Talampaya, y sabíamos que a falta de algo mejor que hacer iban a estar tras nuestros pasos, comprobando si habíamos seguido sus consejos abandonando la zona. Es mas. Los escuchábamos por la radio y sabíamos perfectamente en donde estaban.

En la serie de consejos del día anterior veían como un acto estúpido e insensato el intentar el cruce del río Bermejo y/o algunos de sus varios brazos, a riesgo de perder nuestros vehículos "chupados" por su cenagosa y traicionera superficie. Sabíamos del riesgo e íbamos preparados para lo peor.
Para no meternos gratuitamente en quilombos fuimos haciendo un esfuerzo considerable para circular siempre por fuera de los dominios que están bajo su protección, alejándonos mas y mas de ellos.
Los primeros vadeos de la mañana sucedieron sin mayores sobresaltos tal como debía ocurrir. Si encontrábamos problemas con estos cruces ya no tendría sentido intentarlo mas adelante cuando el cauce del río es tanto mas ancho, peligroso y profundo.
La verdad es que en ese momento no quería estar en ningún otro lugar. Nuevamente Argentina nos regalaba paisajes como salidos de otro planeta.
Algunas horas mas adelante, y de a poco, empezaría a cambiar de opinión. Si bien el paisaje me seguía gustando, ya no quería estar ahí. Vamos por partes.
En este momento del recorrido íbamos avanzando a buen ritmo por un terreno muy divertido de transitar, lleno de pequeños obstáculos que no revestían de mayor dificultad, mas que las ocasionales subidas con suelo poco firme que debíamos superar para ir uniendo los diferentes bolsones.
Cada tanto no quedaba otra que internárnos nuevamente entre la ya odiada maleza de estos bolsones buscando el modo mas efectivo de salir de tan intrínseca geografía
Cada tanto hacíamos una parada para leer el terreno (nadie quería dar vueltas "al pedo") y de paso robar unas galletitas dulces que nunca faltan en el kit de supervivencia del profe Cinicola.
Con la temperatura en ascenso casi llegando al medio día nos topamos a sabiendas con unas barrancas altas. Desde allí tendríamos que buscar el modo menos arriesgado para intentar un nuevo cruce, esta vez del Río Seco de la Petiza, otro de los ríos de la zona del que no se tiene registro de vida alguna, pues su curso de agua sumamente irregular nunca es permanente.
El terreno se iba abriendo mientras avanzábamos hacia el oeste yendo en paralelo al río. En esta instancia hacen su aparición los primeros escalones difíciles de sortear del día, de esos que irremediablemente harán tope contra nuestros paragolpes traseros o bumpers.
Al cabo de un rato dimos con el único lugar por donde podríamos cruzar este río en particular, nuevamente a sabiendas que mas adelante sólo podía ser peor el panorama.
Río Seco de la Petiza, en La Rioja
¿Podremos cruzar y salir de aquí?

Supongo que era la pregunta generalizada. Ganas de salir no me faltaban. Cada cruce de río era mas exigente e iba acentuando y complicando nuestra situación en caso de no poder superarlos. Cualquier rescate a esta altura iba a demandar de muchas horas, si no días, y como bien nos habían advertido, hasta corríamos el riesgo de perder nuestros vehículos.
Por otro lado, esas ansias de "conquista" y superación nos daban la fuerza y el estímulo necesario para seguir tentando a la suerte.
Buscamos una vez mas la forma mas amena de re ingresar a la provincia de San juan, localizando subidas superables y lugares en donde el lecho del río se presente lo mas firme posible a modo de cruzar con la mayor de las seguridades.

Con suerte y si todo seguía al relativo buen ritmo que llevábamos, podíamos encarar la vuelta hacia Buenos Aires el sábado a la noche llenos de rayas y buenas anécdotas.
Como el nuevo cruce de río fue exitoso, nos tomamos un rato para parar y comer algo bajo los rayos del sol. Necesitábamos un poco de energía para continuar por la parte mas difícil de nuestro periplo.
Tras un almuerzo con pan del día y bebidas casi frías continuamos nuestro camino viendo a nuestro paso paisajes con figuras muy parecidas a las que se pueden encontrar en el vecino y popular Parque Nacional Talampaya, sintiéndonos cada vez mas cerca de cumplir nuestros objetivos del día y del viaje.
Como dije antes, lo mas difícil aún estaba por llegar, pero "a cuenta gotas". En el cuarto o quinto cruce de ríos, el cumpa Panastas pierde tracción y queda encajado en el río. No le queda otra que mojarse las "patitas" para enganchar el malacate de Denis que ya lo está esperando en la otra orilla del río junto al resto del grupo.

Por varios kilómetros un ruido molesto lo acompañaría, hasta que paramos a sacar un buen número de pequeñas piedras atrapadas entre los discos de freno de la Toyota Hilux.
Mas tarde quedamos encajonados entre grandes paredes. El sol a esta hora está pegando muy fuerte.
Estamos buscando la manera de re ingresar a la provincia de San Juan para encarar el bendito y merecido Paso de Lamar.

El grupo se separa en tres buscando alternativas. En un momento parecía que íbamos a tener que volver por sobre nuestras huellas, pero es Panastas el que nos saca de aquí, moviendo unas piedras y creando una huella superable que nos permite avanzar un poco por los filos, desde donde lográbamos una mejor visión del área.
El objetivo ahora es bajar nuevamente al valle para encontrar un lugar óptimo y con el suelo lo mas firme posible, de modo de poder cruzar el gran escollo del día. Un río Bermejo que hacia estos lares es cada vez mas ancho, profundo y traicionero.
Desde esta suerte de valles fuimos dando muchas vueltas buscando las subidas que sean superables, guardando todos los tracks (el recorrido) para todos los que usan Viajeros Mapas.
Tras unas breves idas y vueltas volvemos a penetrar la provincia de San Juan. Vamos trepando las faldas del Cerro Rajado, por momentos dándole la espalda a la Cordillera de los Andes, pero siempre apuntando hacia el oeste.
Ahora íbamos en busca de una antigua Tambería Inca que se encuentra a los pies de la Sierra Morada (límite con La Rioja). Para llegar tuvimos que cruzar el río mas ancho del día. Esta vez fui yo el que quedó encajado en las aguas, pudiendo salir a fuerza de malacate usando la Nissan Patrol como a ancla.

Los restos de esta Tambería hoy son apenas visibles. Para algunos historiadores se trata nada menos que de "La ciudad perdida de Lamar", un lugar del que no se tiene certeza alguna de que alguna vez haya siquiera existido.

Quizas en el futuro sepamos mas, ya que desde 2013 es un sitio arqueológico "protegido" por los entes provinciales de San Juan. Veremos si algo cambia.
Tras cruzar por el Paso de Lamar volvimos a encontrarnos con una vegetación muy tupida que iba cerrando nuestro paso. Estábamos a sólo 3 kilómetros (en línea recta) del famoso y aguardado río Bemejo, el último y gran escollo de esta travesía.

Perdidos entre la espesura del monte nos agarró la noche. Ya no tenía sentido seguir intentando avanzar. Era imposible encontrar por donde salir, o siquiera ganar unos metros. Al menos ese día.
En cuanto encontramos un lugar despejado paramos para hacer una nueva noche de campamento. Había leña seca en los alrededores, y lo mas curioso es que cada tanto aparecía señal de teléfono proveniente de las instalaciones de la cercana Mina Gualcamayo (oro y plata).

Estábamos "a un pelito" de salir pero ya no tenía sentido seguir probando. Con un rico Risotto by Elsa y varios vasos de rico vino Sanjuanino nos fuimos acostumbrando al frío, con una rara sensación de estar acampando tan cerca de la ruta, pero aún nos quedaba hacer el cruce grande de río Bermejo.

Estábamos A un pelo de salir